Bardallur - Zaragoza

XII
La batalla había finalizado. Una vez redujeron a los soldados enemigos y a Frikistone en los calabozos, Capapew, Bakein, Birchin, Ventolera, Pul Garet y Zack Wenn, descendieron hacia el campamento enemigo. Por las calles del pueblo la lucha había cesado y los vecinos se abrazaban entre gritos de alegría. Ya llegando al cruce de Major Street con el camino de Barbowls, el grupo coincidió con Second de Plasence y sus hombres. Sir Second les informó de que había atacado el campamento enemigo al ser avisado por Roten. Muchos de los soldados de Frikistone habían huido tras un breve combate y otros fueron hechos prisioneros. Tras él y unidos por cordada, el grupo de cautivos caminaba pesadamente. Lord Capapew recorrió con la vista, una por una, las caras de los prisioneros. Entre ellos no estaban ni Caty de Firkistone, esposa del conde, ni el malvado Odelot, ambos se habían esfumado.
El foro se reunió en casa del administrador. El castillo de Capapew había quedado en su mayor parte en ruinas, fruto de las llamas. El grupo de consejeros ya nunca sería igual; dos de sus miembros se encontraban entre las víctimas de la batalla. El cuerpo de lady Cotill había sido encontrado en Down Street. Tras ser alcanzada por una flecha, la joven se había precipitado al vacío desde un tejado. Smith Riau fue asesinado por Odelot, que, tras hacerse el muerto, le había atacado por la espalda con una lanza, atravesándolo y dándole muerte al instante. Además, sumando las muertes de varios sirvientes, el número de bajas ascendía a quince.
Capapew hizo balance de los heridos. Entre ellos, se encontraban varios de los principales del pueblo, que ya se hallaban en las expertas manos de Rose y Ampeir. Antonio Delarous había sido herido gravemente en una rodilla y debería estar en reposo al menos durante tres semanas. En el caso de sir Tappies, el fuerte golpe en el abdomen sanaría a base de reposo y baños de aguas termales. El resto de heridos, en su mayoría por impacto de las flechas y tajos de arma blanca, fueron cosidos por las simpáticas sanadoras, más tarde les aplicaron diversos emplastes para prevenir las infecciones.
A continuación el foro abordó el tema de los prisioneros. No podían tener tanta gente retenida. Transportarían a los que creyeran que eran simples mercenarios hasta los límites del condado, prohibíendoles volver bajo pena de muerte. El resto serían entregados a su majestad para ser juzgados, incluido el duque de Frikistone.
Asimismo, se decretó que durante la siguiente semana se llevarían a cabo las labores para devolver a los campos su anterior esplendor. Pasado este periodo se celebraría una enorme fiesta para conmemorar la victoria.
Para finalizar la reunión, Capapew felicitó uno por uno a los miembros del foro, por su valor y su inestimable colaboración. El conde hizo especial hincapié en la labor de Einyel de Spar. El joven había conseguido el barril de pólvora a través de Carnic Galleg, uno de los proveedores del negocio de su madre. El veterano comerciante se lo había traído desde el lejano oriente y Einyel no había dudado en utilizarlo en la defensa de su querido pueblo, con un resultado inmejorable.
Durante cinco largos días, Capaew no había visitado la mazmorra de Firkistone. El malvado duque se sentía enfadado y sumamente inquieto por su porvenir. Al fin, Capapew lo mandó llevar a la casa del administrador. La habitación donde lo recibió estaba algo sombría, dejando ver con claridad únicamente el centro de la estancia. Frikistone tomó la palabra con ímpetu sin esperar a ser interrogado. “No tenéis derecho a retenerme así, soy el gran Duque de Frikistone y, por tanto me debéis pleitesía y obediencia”, exclamó el duque en tono amenazante. El malvado guerrero prosiguió: “el rey creerá mi versión, tu pueblo me atacó sin respetar la cuarentena. Rendíos de inmediato. Eso o tendréis que darme muerte, qué os parece, ¿seréis capaz de matarme? Solo así conseguiríais truncar mis planes. Conquistaré poco a poco otros territorios y llegaré a portar la corona y entonces os aplastaré”. Capapew tomó la palabra con suma tranquilidad: “Tenéis razón, no sería capaz de mataros a sangre fría. En cuanto a vuestros planes y a lo que creerá o no el rey, él mismo os podrá responder”. En ese momento, de detrás de una columna, saliendo a la claridad de la estancia, aparecieron dos elegantes figuras. Se trataba del cardenal Parroc, visiblemente mejorado y de su majestad, el rey en persona. Frikistone palideció, su suerte estaba echada.
Al día siguiente una gran comitiva salió desde Bardayork, llevando consigo a todos los prisioneros en dirección a la capital del reino, donde serían sentenciados.

Todos los habitantes acudieron a la fiesta con sus mejores galas. Los trajes habían sido arreglados por lady Spar al frente de una legión de mujeres. La celebración tuvo lugar al aire libre, en la explanada situada frente a la mansión de Celia Delaplaz. Toda la zona estaba engalanada con los adornos fabricados por Vic y Ortens Ternasc. Por su parte, lady Canel se había encargado de elaborar un montón de sus exquisitas tartas y pasteles. La fiesta fue amenizada por un grupo de instrumentos de cuerda venidos desde Kalator City.
Las mesas se hallaban dispuestas en cuadrado, ocupadas sólo por su parte exterior, de modo que todos los comensales miraran hacia el centro del recinto. Terminada la abundante comida, Karma de Premierleague apareció en el centro de la reunión, junto a un grupo de jovenzanos. La joven dama había inventado un dance para la ocasión. Pronto todo el mundo aprendió los pasos básicos del baile y en un momento todos los vecinos se habían levantado de las mesas y se unieron al dance.
Terminado el baile, la gente tomó asiento de nuevo. Lady Birchin se puso en pie y procedió a leer un poema que había compuesto para la ocasión. Esta vez todos escucharon atentamente, emocionándose con las palabras de la joven. Muchos vecinos no pudieron evitar las lágrimas, abrumados por la emoción de las palabras de Birchin. Su encantadora madre, a su lado, tampoco pudo disimular lo orgullosa que estaba de su niña, oyendo la ovación de sus vecinos. Al fin y al cabo era la madre de la artista.
Capapew se puso en pie, los demás guardaron silencio. Como primera medida, anunció que a partir de entonces las fiestas de Bardayork se celebrarían cada año el 15 de agosto, fecha de la batalla. El joven y apuesto conde se sentía impaciente por leer la sentencia que su majestad había dictado. No podían ser mejores noticias para Bardayork y sus habitantes.

Zagüeño como todas las semanas gracias por esta entrega y la anterior que tenia retrasada.
Esperamos con impaciencia la sentencia del Rey.
Un Saludo Barbacana.

Gracias Zagüeño muy gracioso otra vez ^^
Por cierto ya que en este episodio Lady Birchin se ha prodigado con la Lírica o la Épica ( vete tu a saber esta mujer)

Aprovecho para poner mi flor simbólica sobre la tumba de un gran poeta que se nos ha ido
D Mario Benedetti DEP

Poeta conpromretido con su tiempo,otro mas que se mojaba.

Batman

Soy Carmencita
muchas gracias por tu cuento
Besicos

Gracias Zagueño una semana más, un besico

Soy cierzo esta vez me he colado yo besicos