Bardallur - Zaragoza

VII
Por el momento los funerales del día habían terminado, Chamboleit se escabulló y se dirigió raudo hacia la cantina. En su cabeza sólo había lugar para el merecido y reconfortante jarro de vino que, a todas luces, se merecía. Cuando ya creía tener el premio al alcance de su mano, se encontró en Down Street con Antony Delarous. !Pero dónde os metéis, abad, todo el mundo os anda buscando! El conde ha citado a todos los señores en la nueva iglesia y vos también debéis estar en la reunión. ¡Adiós a mi jarro de vino, – pensó el abad – este asedio va a acabar conmigo!. No tengo ni un momento de descanso y encima para beber….. ¡agua amarga!
Todos los nobles de Bardayork se hallaban reunidos en la “nueva iglesia”. En realidad se trataba de los tenderetes de Lady Spar, levantados de manera que el manantial amargo quedaba en su interior, oculto a la vista del enemigo. Lady Spar había cedido sus lonas para la causa. La siempre elegante dama amaba su pueblo y haría cualquier cosa que estuviera en su mano para salvarlo de las garras del cruel Frikistone. No obstante, y como lo cortés no quita lo valiente, anduvo entretenida en que los rótulos que adornaban sus tiendas, anunciando sus géneros en época de rebajas, quedaran bien visibles. En lo alto se erigió una gran cruz de madera.
Los señores principales del pueblo fueron informados de la estrategia a seguir. Asimismo, irían recibiendo puntualmente información de los familiares y sirvientes de su casa que, cada día, deberían fingir caer enfermos y más tarde ser cargados en los carros como cadáveres.
Smith Riau, Pul Garet y el joven Chapar coordinarían el transporte de los carros, que no sólo portarían los cadáveres, sino que tendrían una función vital para el éxito del plan. Cada vez que un carro fuera a una casa para recoger a un difunto, llevaría las ordenes a seguir y, lo más importante; escondidos en sus bajos, los odres con agua amarga para los siguientes días. Ocurriría más tarde que cada vez que un carro cruzaba el portón de una de las casas, para cargar con el muerto, esto era un motivo de alegría. A menudo los más viejos del lugar miraban a los demás con cara de extrañeza, pensando que habían perdido el juicio. Lo cierto es que a los ojos de cualquier extraño, todo Bardayork parecería haber enloquecido.
De toda la parafernalia teatral se encargaría Lady Premierleague, la artista local, junto a lady Spar y Ortens de Ternasc; ellas organizarían las “agonías”, “desmayos” y “muertes” de los habitantes de Bardayork ante los ojos de los soldados del malvado duque. De los niños, para los que todo este episodio debía ser tratado como un juego, las encargadas serían Vic Ternasc y sus adorables sobrinas. De las comunicaciones Zack Wenn y su mujer desde el río. De organizar la batalla final y la vigilancia, Bakein, junto al conde. También junto a Capapew, Lady Ventolera y su hija Birchin, coordinarían el plan y se encargarían de cualquier improvisto que pudiera surgir. A los más jóvenes, liderados por Einyel Spar y Alex de Carpinter, se les confiaron las tareas de espionaje del enemigo.
El conde pidió a lady Cotil que se ocupara de reclutar una docena de voluntarios que, una vez fallecidos, se encargaran de la limpieza de los pasadizos del castillo. Había dos salidas secretas desde el hogar de Capapew; una daba a una cueva sobre Major St., que era propiedad de Merybel Boxer; la otra conectaba con la pequeña escuela del pueblo. Sin embargo, ambas no habían sido usadas desde que el joven conde era un adolescente. En aquel tiempo, Capapew solía escaparse por las noches para reunirse con sus amigotes, lo que le costó muchas broncas y algún que otro azote por parte de su progenitor.
Por último, se informó a la población de que, una vez fallecidos quedarían a las órdenes de Ferdinan de Lasy, el herrero, que les instruiría en el castillo sobre las armas que debían ir fabricando de cara a la batalla final. Igualmente se explicó que el Foro había calculado las fuerzas con las que contaban. Bardayork tenía algo más de ochocientos habitantes. Excluyendo los ancianos, enfermos y los niños, unos quinientos estarían en facultades de luchar. “Las fuerzas estarán igualadas, dijo Capapew, pero contamos con el factor sorpresa; ellos pensarán que somos menos de la mitad. Sed estrictos con el plan y no deis ninguna pista ni motivo de duda al enemigo. De ello depende la supervivencia de nuestro querido pueblo”. Finalmente se informó de que la Feria Anual del Ajo no se celebraría ese año.
Una vez expuestos todos los puntos, Rose y Ampeir se acercaron al pequeño manantial de agua amarga. Portaban un madero de la altura de una persona, seccionado por la mitad, a lo largo, en forma de medio caño. Introdujeron el madero por un hueco situado en la parte izquierda inferior de la salida natural del agua y ……… Todos se quedaron boquiabiertos. A través del madero comenzó a manar un caudal equivalente al de unos de los caños de la fuente de la plaza.
Los allí reunidos no daban crédito a lo que sus ojos veían. Especialmente Bart Bakein, que sin retirar la vista del “milagro”, dijo muy serio: “quizá debería dejar de llamarlas brujas, puede estar en juego mi futuro, no querría acabar mis días croando, sumergido en una charca”. Capapew soltó una sonora carcajada. Acercaos, Rose, dijo el conde, y en voz baja, aunque para que lo escuchara todo el mundo: “Prometedme que cuando acabe todo este follón lo intentaréis con cerveza”. Las carcajadas fueron generalizadas. Capapew era un hombre inteligente y que tenía además un don para provocar la risa de sus siervos. Como en este caso, esto era perfecto para hacerles olvidar lo dramático de la situación, aunque sólo fuera por un breve instante.
Terminada la reunión todos fueron hacia sus hogares. La misa sería a partir de entonces diaria y obligatoria, para que todos los aún “vivos” pudieran beber del manantial amargo.
El abad Chamboleit vio su oportunidad y enfiló Major Street hacia la plaza, en dirección a la cantina de Just de Beefeter. Cuando iba a doblar la esquina de Down Street, oyó al conde que le llamaba. “Necesito que vayáis a ver a mi madre cuanto antes, se que está muy preocupada y vuestra compañía la calmará”. “Pero, ¿tiene que ser ahora mismo?, preguntó el abad. “Si, contestó el conde, cuanto antes mejor, no me gusta ver a mi madre tan inquieta”. “Otra vez sin vino” masculló el abad. Sin embargo y a punto de emprender la marcha dio media vuelta y comenzó a chillar en dirección a las tropas enemigas: ¡Bastardos!, ¡hijos del demonio!. Sin embargo, esta vez ninguna mujer acudió a retenerle y mucho menos a ofrecerle un jarro de vino. Su plan no había funcionado. Dio media vuelta y se dirigió rumiando y farfullando hacia el castillo.

Hola Zagueño.!gracias! por la nueva entrega, según mi opinión cada una supera a la otra, sobre todo los personajes los antiguos y los nuevos. ME TIENES ALUCINADA.... BESICOS.

Me gusta que introduzcas nuevos personajes en tú CONDE, creo que te cuesta trabajo darles un papel y que no se te escape nada, no te mojas con los personajes, excepto con algunos, que das cal y arena, me parece genial el tratamiento que le das y aprovecho para decirte que yo se de una personita que está deseando felicitarte personalmente, no sabes bien el juego que da tu entrega semanal. Gracias.

LA AMIGUISIMA DE COTILLITA

felicidades una semana más zagüeño, todo el mundo la está siguiendo incluso hay gente que la imprime para quien no tiene ordenata... enhorabuena por tu trabajo
¡¡¡SIGUE ASÏ!!!

Soy Carmencita
sin palabras me dejas jajajaj........esto cada día un poco más interesante
sigue así muchos besicos y mucha mierda.

Muchas gracias a todos una semana más. No es nada habitual que recibas felicitaciones todas las semanas y de hecho es una experiencia nueva para mi. Por eso yo también os felicito por ser tan positivos y agradecidos. Además y aunque suene a tópico, sin vuestra colaboración nunca hubiera escrito y disfrutado esta historia. Besos

Hola zagueño, nos deleitas un dia mas con tu historia. Ya huele a muerto y me parece que hay mas de un "guitre" merodeando por aquí, ¿o no?

bueno zagueño despues de pasarse el domingo sin recibir nuestro esperado capitulo, interpreto, que ya que te he visto en el pueblo estos dias , te habras documentado sobre el terreno y que nos ,,seguiras deleitando con las fantasticas aventuras del conde Capapew besoss

Hola Zagüeño, estaba impaciente por leer la siguiente entrega del Conde (VIII), pero que desilusión no estaba.
Supongo que has tenido puente como la mayoría y te habrás tomado unos días de relax y descanso; algunos hemos tenido que currar.
Espero volver a leerte muy pronto.
Un Saludo: Barbacana

Lo cierto es que he tenido unos días un tanto inusuales, supongo que como la mayoría de vosotros. Gente que viene, familia que va. Me he permitido saltarme este domingo antes que acabar el capítulo de cualquier manera. Se que lo entenderéis y os emplazo al próximo domingo. Gracias por vuestra fidelidad.

Soy Carmencita
trankilo se supone k estamos en Semana Santa para descansar.
todos tus lectores seguiremos esperando impacientes jejeejeje
besicos y feliz semana para todos

Gracias a ti, Zagüeño,esperamos con impaciencia los nuevos capítulos de esta historia, una sugerencia y si la ilustraras con fotos? no de los personajes sino de los lugares, la Fuente Amarga, calle Mayor,etc.