Bardallur - Zaragoza

IX
Como cada día, a primera hora, Lord Capapew fue a la iglesia con el resto de supervivientes del pueblo, tanto los señores como sus sirvientes. El abad dirigía las plegarias mientras, ordenadamente, los feligreses se acercaban al caño de agua amarga y saciaban su sed. Debían aprovechar el momento para evitar agotar el agua que había sido trasladada a cada casa y al castillo.
Una vez finalizada la misa Capapew conversó y cambió opiniones con algunos de sus vecinos. Tras el momento de charla diario se dirigió a su castillo. Un momento antes de llegar, la puerta principal fue abierta por los guardias. Los patios exteriores del castillo aparecían desiertos. Sin embargo en su interior más de trescientos vecinos se encontraban en plena actividad. Las gentes habían sido organizadas por todas las dependencias, ocupando varias cámaras, el salón principal de baile, la cocina, establos y parte de los pasillos. Los miembros del foro también se encontraban allí, aunque solo parte de ellos habían simulado sus muertes. El resto habían acudido desde sus casas para reunirse con el conde.
Lord Capapew se encontraba seriamente preocupado por la inminencia de la batalla, pero como siempre, contrarrestaba su inquietud con un extraordinario sentido del humor. “Tengo el mejor pueblo del mundo, nadie podrá discutírmelo. ¿O acaso existe otro lugar en el planeta donde los muertos trabajen con tanto entusiasmo y entrega?”. “Buenos días chicas” dijo dirigiéndose a Fani Delarous y Mary de Lasi, madre de Ferdinan el herrero, dos de las más longevas mujeres del lugar, pero con un encanto y un entusiasmo que muchos jóvenes querrían para ellos. “Hola guapo”, le contestaron las dos al unísono. Pese a la preocupación de todos los habitantes, el ambiente era estupendo en el castillo. Cada uno aportaba su grano de arena para que el tiempo de asedio fuera lo más agradable posible y todos estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario por sus vecinos.

Dentro del castillo cada uno sabía bien qué debía hacer. Además de ocuparse de la intendencia diaria, había que fabricar flechas, lanzas y todo tipo de armamento. En el patio interior del castillo, oculto a los ojos de los soldados enemigos se llevaba a cabo el entrenamiento de los habitantes que estaban en condiciones para la lucha, incluidas las mujeres.
En una de las cámaras principales se había congregado a los más ancianos. Lady Canel y Mary Yesus Codpost dedicaban todo el día a atender a los mayores para que no les faltara de nada. Durante las tardes organizaban alguna actividad para entretenerlos. Pero lo que más les gustaba era que la pequeña Mary les cantara algunas canciones populares. Sin duda la guapa y dicharachera niña tenía un don especial para el canto. A su padre, Ferdinad, se le caía la baba viendo cantar a su pequeña.
Además de los miembros del foro, también acudieron a la reunión algunos otros personajes del pueblo. El conde quería que todo el mundo estuviera perfectamente informado y coordinado ante los próximos acontecimientos. Entre los principales del pueblo se hallaban entre otros los maestros del gremio de cultivo de ajos: Sir Saints, Velil y Carbonier. Los tres habían asumido la cancelación de la feria anual. Ahora lo importante era salvar el pueblo. Ya habría tiempo para futuras ferias. Si el pueblo caía en manos de Frikistone sus familias y sus negocios estaban perdidos. También se había citado a otros miembros de la comunidad, J. Michael Sundayz, administrador del condado, lady Recet, Chamboleit, etc.
Tras una breve introducción del conde, acompañada de un par de chistes malos, tomó la palabra Bart Bakein. El fornido guerrero repasó con todos los puntos clave para el día de la batalla. Bakein tenía tras de sí una gran experiencia en todo tipo de combates, pero este era especial. Hasta ahora siempre había contado con un grupo de hombres organizados y preparados para la guerra. Ahora su ejército eran sus vecinos, amigos y familiares. Si bien no contaba con un ejército experto, tenía a favor el valor de las personas que luchan por salvar a sus seres queridos y a su pueblo.
Bakein insistió ante todo en que una vez se produjera el ataque enemigo cada uno debía dedicarse a la labor que se le hubiera encomendado, sin distraerse de ella fuese lo que fuere que ocurriera. “Nuestra oportunidad de salir victoriosos reside únicamente en mantenernos unidos y llevar el plan al pie de la letra”.
Lady Birchin pidió la palabra. “Me das miedo Birchin, - dijo Capapew - la última vez que te vi propusiste mi muerte y lo que es peor, conseguiste la aprobación unánime del foro y la mía propia. ¿Qué propones esta vez, arrastrarme por el pueblo, despellejarme vivo…? “No me deis ideas, conde – contestó Birchin -, pero si, debo hablar otra vez sobre vuestro fallecimiento, creo que no deberíamos retrasarlo más”. “Si, imagino tus motivos –respondió el conde – supongo que estarás ansiosa por volver a ver a ese pretendiente de Pin-Seck que me han dicho que te ronda. Sir Google, creo que se llama”. “No hagáis caso de los rumores, dijo ella; ya sabéis lo que le gusta hablar a la gente. Podéis estar tranquilo, conde, sigo siendo vuestra admiradora número uno. “¿Ya habéis terminado de tirar los trastos a la joven, conde?” Interrumpió Pul Garet. “Además deberíais reprimiros, que está aquí la madre de la criatura”, añadió lady Ventolera. Capapew se puso en pie e hizo una reverencia a la dama. “No os preocupéis lady Ventolera, pensaba dedicarme a tiraros los tejos a vos en cuanto hubiera terminado de hablar con vuestra encantadora hija”.
“Si no os importa, conde, debemos dedicarnos a asuntos bastante más importantes” prosiguió Bakein”. “Estoy de acuerdo en que debo morir cuanto antes, mañana temprano llegará mi hora. Hoy informaremos a todo el mundo” dijo con gesto serio Capapew. Se repasaron los planes por última vez.
“Bueno, me retiro a mis aposentos, mañana debo madrugar. He de morir temprano” y se dio por concluida la reunión. Lady Birchin se puso en pie con intención de leer el discurso que había preparado para la ocasión, pero antes de poder hacerlo los miembros de la reunión ya habían enfilado hacia la puerta. Birchin tendría que posponer su discurso.
Mel Chora, Celia Delaplaz, y Ortens de Ternasc repartían la comida, Capapew aprovechó el momento para hablar a la gente anunciando su próxima muerte simulada y repasar los planes ya establecidos para la batalla. Pese a todo, el cansancio y la ansiedad comenzaban a hacer mella en algunos vecinos y ya deseaban que llegara el desenlace para poder volver a sus hogares y recuperar las actividades cotidianas. Además, los campos llevaban más de una semana abandonados y a disposición del enemigo. Les esperaba una ardua tarea, si es que conseguían salir victoriosos de este episodio.
A la mañana siguiente algo parece haber ocurrido, hay mucho movimiento. Se escuchan gritos, llantos y carreras; varias personas acuden de forma precipitada al castillo. Más tarde, aunque más temprano de lo habitual, un pequeño grupo de personas transporta un cuerpo en unas parihuelas y entran en el cementerio. El jefe de la guardia enemiga ha observado la escena y se dirige raudo a informar a Frikistone.
Ya avanzada la mañana, los soldados enemigos confirman que Capapew no acude a la misa diaria. En su lugar, parece que quien dirige el pueblo es un pequeño grupo de hombres, aparentemente los de mayor edad. Sir Lorens, esposo de Josephin, Hilar y el abad Chamboleit atienden las consultas de las personas que se arremolinan en torno a ellos. Definitivamente ni rastro del conde.
Frikistone recibió la noticia de manera inmediata. Estaba exultante. “Me encanta, caen como moscas. Yo creo que el cardenal tampoco tiene buena cara. ¿Porque no le cocinas tu guiso especial, pero en su plato le añades algún ingrediente exótico?. Ya sabes lo que quiero decir”, dijo el duque a lady Caty. Su esposa se puso al instante manos a la obra. Le encantaba la idea de perder de vista al inexpresivo cardenal Parroc.
El pueblo se encontraba en el momento más crítico de su historia. El decimotercer conde de Bardayork había muerto.

Jajajaja, ya echaba yo de menos a mi tía ^-^ jajajaja cuidando ancianos jajaja no podía ser de otra manera, la clavas Zagüeño jajaja
Y de plasta nada este cuento está muy divertido un besico

era yo la de antes, me olvidé de iniciar sesión

Muchas gracias Birchinia, tenía ganas de felicitarte hace tiempo, agradeciendote tu gran sentido del humor. Como ves eres uno de los personajes que más aparece en el cuento. No es por casualidad, sino porque ya he visto que te lo tomas a bien y que al no haber mala intención por mi parte, no tendré ningun problema en que puedas ofenderte. Gracias otra vez.

La callada por respuesta como haces tu.

He leido todas tus entregas y me has entretenido. Como te dije en otra ocasion al final te puntuare xxxxx perdon Zagueño. No le hagas mucho caso a la amiguisima esta ultimamente un poco susceptible. Por el cabo se deslia el ovillo.


COTILLITA

Gracias Zagueño por la nueva entrega, la salida de misa genial, los nuevos personajes en su linea,(es que son talcual los veo yo) de Lady Ventolera y sus personajes más proximos que quieres que te diga alucinadica me tienes. De verdad que me gustaria algun dia saber quien eres, pero mientras un besico mu fuerte y hasta el domingo que viene

gracias por tus comentarios, Zierzo, cualquier día nos tomamos unas cañas, o a lo mejor ya lo hemos hecho. En cualquier caso, quería decirte lo mismo que a Birchinia en cuanto a tu personaje. Muchas gracias y muchos besos

Soy Carmencita.
Jajaja,buenissssssssssssssssmo cuando se lo cuente a mi vecina Maria (el caño) se va a partir de risa, mañana se lo imprimo pa que lo lea que le gusta mucho leer, ya te contaré lo que ha dicho...
Besicos y hasta la semana k viene

Cada vez que lo leo creo que es insuperable,pero cada semana me vuelves a sorprender.Los nuevos personajes bordados,ya te queda menos gente por nombrar.Espero la sorpresa del proximo domingo.GENIALLLLLLL.

Gracias otra semana más.
Un Saludo: Barbacana

Una vez más gracias a vosotros por vuestro apoyo semanal, mis valientes guerreros.