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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
11-06-14 06:34 #12098290
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 44ª Sección
José, falleció el día 8 de Septiembre, a la edad de sesenta años y algunos días más, porque de treinta y tres se desposó con María y en su compañía vivió veinte y siete y un poco más; y cuando murió José, María tenía la edad de cuarenta y un años, entrando casi ya en los cuarenta y dos años. José y María, vivieron como esposos, veintisiete años.-

María, dio gracias al mismo Hijo y Dios verdadero por los favores que había hecho al santo esposo, y añadiendo mayores colmos y realces de humildad, postrada ante su Hijo santísimo le dijo estas razones: Señor y Dueño de todo mi ser, Hijo verdadero y Maestro mío, la santidad de José mi esposo pudo deteneros hasta ahora para que mereciéramos vuestra deseable compañía, pero con la muerte de vuestro amado siervo puedo yo recelarme de perder el bien que no merezco; obligaos, Señor, de vuestra bondad misma para no desampararme, recibidme de nuevo por vuestra sierva, admitiendo los humildes deseos y ansias del corazón que os ama.-

Recibió el Salvador del mundo este nuevo ofrecimiento de su Madre y le ofreció también de nuevo que no la dejaría sola, hasta que fuese tiempo de salir por la obediencia del Eterno Padre para comenzar la predicación.-

María aunque tenía la edad de 42 años, seguía con la disposición y perfección natural de su cuerpo, manteniéndolo en la edad de los treinta y tres años, porque ni retrocedió, ni se envejeció, ni desfalleció de aquel perfectísimo estado, que Dios le concedió.-

El mismo Señor, le manifestó a María que para el moderado alimento que habían de usar bastaba trabajar algún rato al día, porque de allí en adelante no habían de comer más que una sola vez por la tarde, pues hasta entonces habían guardado otro orden, por el amor que tenían a José y acompañarle por su consuelo en las horas y tiempos de la comida. Y desde el fallecimiento de José, el Hijo y la Madre, solamente comían una sola vez al día, y lo hacían a las seis de la tarde, y muchos días la comida solamente era de pan, otras veces, María añadía frutas, hierbas o pescado. Cuando Jesús y María eran convidados, comían poca cantidad de lo que les daban. El pobre manjar de que usaban los divinos Reyes, María siempre le servía al Señor de rodillas, pidiéndole licencia para hacerlo, y algunas veces lo aderezaba con la misma reverencia, porque era para alimento del Hijo y del mismo Dios verdadero.-

María, muchas veces estaba postrada en tierra hasta que el mismo Señor la mandaba levantar, y muy frecuentemente le besaba los pies, otras veces la mano, y de ordinario con lágrimas de profundísima humildad y reverencia; siempre estaba en presencia de Su Majestad con acciones o señales de adoración y ardentísimo amor, pendiente de su Divino beneplácito, y atenta en su interior para imitar en todo Al Señor. Con los mismos Ángeles, María en este tiempo mantuvo conversaciones sobre las acciones ordinarias y humildes que eran necesarias para el servicio del Verbo humanizado y estos fieles vasallos y ministros, que asistían a María en forma humana, estaban prontos y cuidadosos para acudir a todo, lo que quería hacer por sí misma María en todas las cosas humildes con sus propias manos, como el barrer la casa y aliñar las pobres alhajitas, limpiar los platos y vasos y disponer todo lo necesario; pero los cortesanos del Altísimo, como verdaderamente corteses y más prestos en las operaciones, aunque no más humildes, solían adelantarse en prevenir a estas acciones antes que María llegase a ellas, y muchas veces María, a los Ángeles los encontraba ejecutando lo que ella deseaba hacer, pero los Ángeles se habían adelantado a ella.-
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Y para que en esto no la impidiesen en sus deseos, María hablaba con los Ángeles y les decía: Ministros del Altísimo, que sois Espíritus purísimos en donde reverberan las luces con que su Divinidad me ilumina, estos humildes y serviles oficios no convienen a vuestro estado y a vuestra naturaleza y condición sino a la mía, que a más de ser de tierra soy la menor de todos los mortales y la más obligada y esclava de mi Señor y de mi Hijo; dejadme, amigos míos, hacer los ministerios que me tocan, pues yo puedo lograrlos en el servicio del Altísimo con el mérito que vosotros no tendréis por vuestra dignidad y estado. Yo conozco el precio de estas serviles obras que el mundo desprecia y no me dio el Altísimo esta luz para que yo las fíe en otro, sino para ejecutar estas labores de la casa por mí misma. Y respondiendo los Ángeles a María, la decían: Verdad es que en vuestros ojos y en la aceptación del Altísimo son tan estimables estas obras como Vos lo conocéis; pero si con ellas conseguís el precioso fruto de vuestra incomparable humildad, advertid también que nosotros faltaremos a la obediencia que debemos al Señor si no os servimos como Su Majestad altísima nos lo ha mandado, y siendo vos nuestra legítima Señora, faltaríamos también a la justicia en omitir cualquiera obsequio que en este reconocimiento nos fuere de lo alto permitido; y el mérito que no alcanzáis no ejecutando estas obras serviles, fácilmente, Señora, le recompensa la mortificación de no cumplirlas y el deseo ardentísimo con que las procuráis.-

María, replicaba estas razones y a los Ángeles les decía: No, señores y Espíritus Soberanos, no ha de ser así como queréis; porque si vosotros juzgáis por grande obligación servirme a mí como a Madre de vuestro gran Señor, de cuya mano sois hechuras, advertid que a mí me levantó del polvo para esta dignidad y mi deuda en tal beneficio y viene a ser mayor que la vuestra, y siendo tanto mayor mi obligación también ha de serlo mi retorno; y si vosotros queréis servir a mi Hijo como criaturas hechas de su mano, yo debo servirle por ese mismo título y tengo más al ser su Madre para servirle como a Hijo, y siempre me hallaréis con más derecho que vosotros para ser siempre humilde, pegarme yo misma con el polvo y ser agradecida.-

María le dice a Sor María de Jesús.-
Escucha hija mía: Cuando Jesús y yo quedamos solos, por el fallecimiento de mi esposo José, Jesús y yo volvimos a nuestro orden y gobierno en la comida y en las otras operaciones, y no quiso Su Majestad que José se acomodase a nosotros sino nosotros a él, como lo pedía el orden común de mi estado; ni tampoco interpuso Su Majestad milagros, para que José pasase sin el orden y alimento que acostumbraba, porque en todo procedía como maestro de las virtudes, para enseñar a todos lo más perfecto: A los padres y a los hijos, ya los prelados y superiores y superioras, súbditos e inferiores. A los padres, que amen a sus hijos, les ayuden, sustenten, amonesten, corrijan y encaminen a la salvación sin remisión ni descuido. A los hijos, que amen, estimen y honren a sus padres como instrumentos de su vida y ser, los obedezcan diligente mente, guardando todos la ley natural y Divina, que se lo enseña ella misma y lo contrario es monstruo muy feo y horrendo. Hay que poner en práctica el Bastón la Cuchara y el Corazón, mandamiento entregado por los Ángeles a un siervo del Señor.-

Los prelados y superiores han de amar a los súbditos y mandarles como a hijos; y éstos han de obedecer sin resistencia, aunque sean de otras condiciones y calidades mejores que los prelados, porque en la dignidad que representa a Dios siempre el prelado es mayor, pero la caridad verdadera los ha de hacer una misma cosa a todos.-
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Con este intento procura siempre tenerlo muy sujeto, y que los beneficios que se le hacen sólo sirvan de sustentarle en servidumbre del alma y no para que se deleite en sus antojos y apetitos. Mortifícale y quebrántale muriendo a todo lo que es deleitable al sentido, hasta que las operaciones comunes y necesarias para la vida antes le sean de pena que de gusto, antes de amargura que de peligrosa delectación.-

Ahora con mi ejemplo, quedarás más enseñada del aprecio que debes hacer de cualquier acto de humildad y mortificación. Y te mando ahora que ninguno desprecies, ni juzgues por pequeño, sino que en tu estimación le has de reputar por un tesoro inestimable, procurando ganarle para ti. Y en esto has de ser codiciosa y avarienta, adelantándote a los oficios serviles de barrer y limpiar la casa y hacer las más inferiores obras de toda ella y servir a las enfermas y necesitadas, como en otras ocasiones te lo he mandado; y en todas me pondrás delante de tus ojos, para que te sirva de estímulo mi solicitud en esta humildad y de alegría imitarme y confusión el descuido de no hacerlo. Y si en mí fue tan necesaria esta fundamental virtud para hallar gracia y agrado en los ojos del Señor, no habiéndole desagradado ni ofendido desde que tuve ser, y para que su diestra Divina me levantara, personalmente yo me humillé.-

María la sigue diciendo: Estando Jesús con la edad de veinte y seis años, la misma es aprovechaba en sabiduría, y gracia con Dios y con los hombres; entre los cuales su Madre conocía y cooperaba con estos aumentos y progresos de su Hijo santísimo, sin ocultársele cosa alguna a María, de las que como a pura criatura le pudo comunicar el Señor, que era hombre y Dios. Entre estos Divinos y ocultos sacramentos conoció María por estos años cómo su Hijo y Dios, miraba y dilataba su vista, no sólo la increada de la Divinidad, sino también la de su Alma santísima, sobre todos los mortales, a quienes había de alcanzar la redención en cuanto a la suficiencia, y que consigo mismo confería el valor de la redención, el peso que tenía en la aceptación y aprecio del Eterno Padre y cómo para cerrar las puertas del infierno a los mortales y revocarlos para la eterna vida. Jesucristo descendido del Cielo, para padecer durísima pasión y muerte en la Cruz, para remedio de la humanidad, Jesucristo haría violencia y fuerza para dilatar las puertas de la muerte y volver a abrir más el infierno, con ciega ignorancia de los que montan aquellos infelicísimos y horribles tormentos.-

A la vista de tan profundos secretos que María conocía, acompañaba a su Hijo en las congojas y ponderación que con su sabiduría respectivamente hacía, y a esto se juntaba la compasión dolorosa de la madre, viendo al fruto de su virginal vientre tan gravemente afligido. Y muchas veces llegó María a llorar lágrimas de sangre, cuando el Salvador la ayudaba, y era traspasada de incomparable dolor; porque sola esta prudentísima Señora y su Hijo Dios y hombre verdadero cuando era enseñada de que Dios moriría en una cruz para cerrar las puertas del infierno, puesta en una balanza y en la otra, el duro y ciego corazón de los mortales, forcejando para meterse en manos de la eterna muerte. La muerte eterna significa para la humanidad, vivir separados de la presencia de Dios, cuando el cuerpo carnal muere, y el Alma queda libre, para ir en busca de su propio destino.-

Sucedía en estas congojas de María, que llegaba a padecer unos delirios casi mortales, y sin duda que la virtud Divina la confortaba para que María no muriera. Y el dulcísimo Hijo y Señor en retorno de este fidelísimo amor y compasión mandaba a los Ángeles para que a María la consolasen y la tuviesen reclinada, y otras veces que la hiciesen Celestial música con cánticos de alabanza y gloria de la Divinidad y humanidad de Su Majestad que ella misma había hecho.-
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Otras veces el mismo Señor reclinaba en sus brazos a María, y era trasformada y arrebatada en divinos éxtasis, en los que recibía grandes y nuevas influencias de la Divinidad; aquí era donde la escogida, la única y la perfecta estaba reclinada sobre la siniestra de la humanidad y era regalada y abrazada con la diestra de la Divinidad. Es aquí donde su amantísimo Hijo y Esposo conjuraba y mandaba a las hijas de Jerusalén que no despertasen a su querida, mientras ella no quisiese de aquel sueño que le curaba las dolencias y enfermedades de amor; y allí era donde los Espíritus Soberanos se admiraban de ver como María que se levantaba sobre todos, estribando en su directísimo Hijo y vestida con esta variedad de rayos y colores, y sentada María a la diestra de su Hijo, y los Ángeles del Señor, a María la bendecían y magnificaban entre todas las criaturas.-

Y Dios, como buen Capitán General que dispone las cosas en su mente para alguna conquista o batalla muy ardua y trabajosa y distribuye los cargos y ministerios de la milicia, eligiendo para ellos los soldados más esforzados e idóneos y conforme a la condición de cada uno, les señala puestos y lugares convenientes, así Jesucristo, para entrar en la conquista del mundo y despojar al demonio de su tiránica posesión, desde la alteza de la persona del Verbo ordenaba la nueva milicia que había de levantar y cómo había de distribuir los oficios, grados y dignidades de sus esforzados Capitanes y a dónde les había de señalar sus puestos, y todas las prevenciones y aparatos de esta guerra intelectual, estaba depositado en su sabiduría y voluntad santísima, todo como lo había de ir obrando.-

De todo esto, era patente y le fue manifestado a María. Le fueron dadas especies infusas de muchos predestinados, en especial la de los Apóstoles y discípulos y de gran número de los que fueron llamados a la primitiva Iglesia y después en el transcurso de ella a la nueva Iglesia Evangélica Cristiana. María, cuando vio a los Apóstoles y a los demás, ya los conocía antes de tratarlos, por el conocimiento sobrenatural que de ellos había tenido en la visiones que Dios le había mostrado, y como el Divino Maestro antes de llamarlos había orado por ellos y pedido su vocación. También María hizo la misma oración y petición. De manera que, en los auxilios y favores que recibieron los Apóstoles antes de oír y conocer a su Maestro, para estar dispuestos y prevenidos para recibir la vocación que después había de nacer de ellos el apostolado. En todo tuvo parte la Madre de la gracia. Y como en estos años ya se acercaba la predicación, hacía oración por ellos nuestro Salvador con más instancia y les envió mayores y más fuertes inspiraciones a todos ellos; también las peticiones de María fueron más fervorosas y eficaces en su género; y cuando después llegaban a su presencia y entraban en la secuela de su Hijo, así los discípulos como otros, solía decirle: Estos son, Hijo y Señor mío, el fruto de vuestras oraciones y voluntad santa. Y María hacía cánticos de alabanza y agradecimiento, porque veía cumplido el deseo del Señor y traídos a su escuela los que Su Majestad había elegido del mundo.-

Otras veces el mismo Señor, informaba a María de lo que había de hacer una vez comenzada la predicación y cómo había de cooperar con Su Majestad y ayudarle en todas las obras y gobierno de la nueva Iglesia Evangélica y Cristiana, y cómo había de sobrellevar las faltas de los Apóstoles, la negación de Pedro, la incredulidad de Tomás, la alevosía de Judas Iscariote y otros sucesos que conocía con antelación de todas ellas porque el mismo Dios se las había mostrado a María y desde entonces María se propuso trabajar mucho, para reducir aquel traidor discípulo y así lo ejecutó. Y de haber despreciado Judas Iscariote estos favores, concibiendo alguna impiedad e indevoción con la Madre de la gracia, comenzando su perdición.-
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De estos misterios y sacramentos quedó informada María a través de su Hijo, y tanta fue la grandeza de la sabiduría y ciencia Divina que en ella depositó, que todo encarecimiento es limitado, sólo pudo excederla en el conocimiento de esta ciencia, por el mismo Señor y ella excedió en este conocimiento, a todos los Ángeles, Serafines y Querubines.-

María habla con Sor María de Jesús y la dice:
Hija mía, verdad es que, cuando tú o todos los mortales hablaran con lenguas de Ángeles, no llegaran a declarar los beneficios y favores que los que yo recibí de la diestra del Altísimo en los últimos años que mi Hijo estuvo conmigo. Estas obras del Señor tienen un linaje de incomprensibilidad que para ti y para todos los mortales que son inefables, pero con la noticia especial que tú has recibido de tan ocultos sacramentos quiero que alabes y bendigas al Todopoderoso por lo que hizo conmigo y porque así me levantó del polvo a la dignidad y favores tan inefables. Y aunque tu amor con mi Hijo y Señor ha de ser libre, como de hija fidelísima y esposa muy amorosa y no de esclava interesada y violenta, con todo quiero, para aliento de la humana flaqueza y de la esperanza, que tengas memoria de la suavidad del amor Divino y cuan dulce es este Señor para los que con amor filial le temen. Oh hija mía, si no impidieran los pecados de los hombres y si no resistieran a la inclinación de aquella infinita bondad, ¡cómo gustaran de sus delicias y favores sin medida! A tu modo de entender, le debes imaginar como violento y contristado de que se opongan los mortales a este deseo de inmensa ponderación, y de tal manera lo hacen que no sólo se acostumbran a ser indignos de gustar del Señor, sino a no creer que otros participen de esta suavidad y favores que quisiera comunicar a toda la humanidad.-

Advierte asimismo hija mía, que seas agradecida a los trabajos y a las incesantes obras que hizo mí Hijo por los hombres y a lo que en ellas yo le acompañé, como se te ha mostrado, de su pasión y muerte que la Iglesia tiene memoria, porque en esta Iglesia es representada.- Aunque pocos se acuerdan de ser agradecidos; pero menos son los que advierten en las demás obras de mi Hijo y mías y que no perdió Su Majestad una hora ni un momento en que no emplease su gracia y dones en beneficio de todo el linaje humano, para rescatarlos a todos de la eterna condenación y hacerlos partícipes de su gloria. Estas obras de mi Señor y Dios humanizado serán testigos contra el olvido y dureza de los fieles, en especial el día del juicio. Y si tú, que tienes esta luz y doctrina del Altísimo y mi enseñanza, no fueres agradecida, será mayor tu confusión, pues habrá sido más pesada tu culpa, y no sólo has de corresponder a tantos beneficios generales, sino también a los especiales y particulares que cada día conoces. Prevén desde luego este peligro y corresponde como hija mía y discípula de mi enseñanza y no dilates un punto el obrar el bien y lo mejor, cuando puedes hacerlo, y para todo, atiende a la luz interior y a la doctrina de tus prelados y ministros del Señor; que si respondes a unos favores y beneficios, estate segura, que alargará el Altísimo su mano poderosa con otros mayores y te llenará de sus riquezas y tesoros.-

Jesús cumple veintisiete años
El incendio de la Divina Caridad, ardía en el pecho de Jesús, porque estaba como encerrado y violento hasta el tiempo destinado y oportuno en que se habría de manifestar o quebrantando la vasija y vaso de su humanidad santísima y desabrochando el pecho por medio de la predicación y milagros patentes para la humanidad. Y aunque es verdad que el fuego en el pecho no se puede esconder, sin que se abrasen los vestidos, así lo manifestó siempre Jesús el que tenía en su corazón porque salían de él algunos rayos y luces resplandecientes. 220
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