Laguna de Negrillos - Leon

Determinado tenemos por Nuestra dignación que la Persona del Verbo tome carne humana y que ella misma remedie a todo el linaje de los mortales; a Nuestros siervos los Profetas ya se lo hemos manifestado y prometido, para que ellos lo profetizasen al mundo.-

Los pecados de los vivientes y su malicia es tanta, que nos obligaba a ejecutar el rigor de nuestra justicia; pero nuestra bondad y misericordia excede a todas sus maldades y no pueden ellas extinguir nuestra caridad. Miremos las obras de nuestras manos, que creamos a nuestra imagen y semejanza para que fueran herederos y partícipes de nuestra eterna gloria.-

Atendamos a los servicios y agrado que nos han dado nuestros siervos y amigos y a los muchos que se levantarán y que serán grandes en nuestras alabanzas y beneplácito. Y singularmente pongamos delante de nuestros ojos aquella que ha de ser electa entre millares y sobre todas las criaturas ha de ser aceptable y señalada para nuestras delicias y beneplácito y que en sus entrañas ha de recibir a la Persona del Verbo y vestirle de la mortalidad de la carne humana.-

Y puesto que ha de tener principio esta obra en que manifestemos al mundo los tesoros de Nuestra Divinidad, ahora es el tiempo aceptable y oportuno para la ejecución de este sacramento.-
Joaquín y Ana hallaron gracia ante Nuestros ojos, porque piadosamente los miramos y prevenimos con la virtud de nuestros dones y gracias. Y en las pruebas de su verdad han sido fieles y con sencilla candidez sus almas se han hecho aceptas y agradables en Nuestra presencia. Por lo que la Divina Trinidad Decreta, que el Arcángel Gabriel, como embajador, les de a Joaquín y a Ana y misiva de alegría para ellos y para todo el linaje humano y anúncieles a ambos, nuestra Condescendencia los ha mirado y escogido.-

Conociendo los espíritus celestiales esta voluntad y decreto de la Divina Trinidad, el Arcángel Gabriel, adorando y reverenciando a Su Alteza en la forma que lo hacen aquellas purísimas y espirituales sustancias, humillado ante el trono de la Divina Trinidad, salió de Ésta una voz intelectual que le dijo: Gabriel, ilumina, vivifica y consuela a Joaquín y Ana, nuestros siervos, y diles que sus oraciones llegaron a nuestra presencia y sus ruegos son oídos por nuestra clemencia; Promételes que recibirán fruto de bendición con el favor de nuestra diestra y que Ana concebirá y parirá una hija a quien le damos por nombre MARÍA.-

En este mandato del Altísimo le fueron revelados al Arcángel Gabriel muchos Misterios y sacramentos de los que pertenecían a esta misiva; y con ella el Arcángel Gabriel descendió del cielo y se le apareció a Joaquín, que estaba en oración, y le dijo: Varón justo y recto, el Altísimo desde su Real Trono ha visto tus deseos y oído tus peticiones y gemidos y te hace dichoso en la tierra. Tu esposa Ana concebirá y parirá una hija que será bendita entre las mujeres y las naciones la conocerán por Bienaventurada. El que es Dios eterno, increado y creador de todo, y en sus juicios rectísimo, poderoso y fuerte, me envía a ti, porque le han sido aceptas tus obras y limosnas. Y la caridad ablanda el pecho del Todopoderoso y apresura sus misericordias, que liberada quiere enriquecer tu casa y familia con la hija que concebirá Ana y el mismo Señor la pone por nombre MARÍA.-

Y desde su niñez ha de ser consagrada a su templo, y en él a Dios, como se lo habéis prometido al Altísimo. María, será grande, escogida, poderosa y llena del Espíritu Santo y por la esterilidad de Ana será milagrosa su concepción y la hija será en vida y obras prodigiosa. Alaba, Joaquín, al Señor por este beneficio, engrandécele, pues con ninguna nación hizo tal
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cosa. Subirás a dar gracias al Templo de Jerusalén y, en testimonio de que te anuncio esta verdad y alegre nueva, en la Puerta Áurea encontrarás a tu hermana Ana, que por la misma causa irá al templo. Y te advierto que es maravillosa esta embajada, porque la concepción de esta niña alegrará el cielo y la tierra.

Joaquín se despertó con especial júbilo de su alma y, con prudencia advertida, escondió en su corazón el sacramento del Rey y con viva fe y esperanza derramó su espíritu en la presencia del Altísimo y, convertido en ternura y agradecimiento, le dio gracias y alabó sus inescrutables juicios; y para hacerlo mejor, se fue al templo, como se lo habían ordenado.-

En el mismo tiempo que sucedió esto a Joaquín, estaba Ana en altísima oración y contemplación, toda elevada en el Señor y en el misterio de la Encarnación que esperaba del Verbo Eterno, de que el mismo Señor le había dado altísimas inteligencias y especialísima luz INFUSA. Y con profunda humildad y viva fe estaba pidiendo a Su Majestad acelerase la venida del Reparador del linaje humano, haciendo Ana esta oración: Altísimo Rey y Señor de todo lo creado, yo, vil y despreciada criatura, pero hechura de vuestras manos, deseara con dar la vida que de vos, Señor, he recibido obligaros para que Vuestra dignación abreviara el tiempo de nuestra salud. ¡Oh, si Vuestra piedad infinita se inclinase a nuestra necesidad! ¡Oh, si nuestros ojos vieran ya al Reparador y Redentor de los hombres! Acordaos, Señor, de las antiguas misericordias que habéis hecho con vuestro pueblo, prometiéndole vuestro Unigénito, y obligados a esta determinación de infinita piedad. Llegue ya, llegue este día tan deseado. ¡Es posible que el Altísimo haya de bajar de su Santo Cielo! ¡Es posible que haya de tener Madre en la tierra! ¡Qué mujer será tan dichosa y bienaventurada! ¡Oh, quién pudiera verla! ¡Quién fuera digna de servir a sus siervas! Bienaventuradas las generaciones que la vieren, que podrán postrarse a sus pies y adorarla. ¡Qué dulce será su vista y conversación !Dichosos los ojos que la vieren y los oídos que la oyeren sus palabras y la familia que eligiere el Altísimo para tener Madre en ella. Ejecútese ya, Señor, este decreto, cúmplase ya vuestro divino beneplácito.-

En esta oración y coloquios estaba ocupada Ana después de las inteligencias que había recibido de este inefable misterio y conferidas todas las razones que quedan dichas con el Arcángel Gabriel de su guarda, que muchas veces, y en esta ocasión con más claridad, se le manifestó. Y ordenó el Altísimo que la embajada de la concepción de su Madre Santísima fuese en algo semejante a la que después se había de hacer de su inefable Encarnación. Porque Ana estaba meditando con humilde fervor en la que había de ser Madre de la Madre del Verbo Encarnado, hacía los mismos actos y propósitos para la que había de ser Madre de Dios.-

Entró el Arcángel Gabriel en forma humana, hermoso y más resplandeciente que el sol, a la presencia de Ana y la dijo: Ana, sierva del Altísimo, Ángel del Consejo de Su Alteza soy, enviado de las alturas por su Divina Trinidad, que mira a los humildes en la tierra. Buena es la oración incesante y la confianza humilde. El Señor ha oído tus peticiones, porque está cerca de los que le llaman con viva fe y esperanza y aguardan con rendimiento. Y si se dilata en el cumplimiento de los clamores y se detiene en conceder las peticiones de los justos, es para mejor disponerlos y más obligarse a darles mucho más de lo que piden y desean. La oración y limosna abren los tesoros del Rey omnipotente y le inclinan a ser rico en misericordias con los que le ruegan. Tú y Joaquín habéis pedido fruto de bendición; y el Altísimo ha determinado dároslo admirable y santo y con él enriqueceros de los dones celestiales, concediéndoos
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mucho más de lo que habéis pedido. Porque habiéndoos humillado en pedir, quiere el Señor engrandecer vuestras peticiones y concedéroslas. Tan flaqueada de fuerzas quedo Ana, ante la presencia del Arcángel Gabriel y con la misiva que le entregó, que el Espíritu Santo la cubrió, para que Ana se fortaleciese y no se desmayase.-

Ana, nunca descubrió este secreto a Joaquín, ni a otra criatura alguna, de que su hija había de ser la Madre del Mesías; ni Joaquín en el transcurso de su vida terrenal, conoció más sobre este misterio, solo que su hija sería grande y misteriosa mujer.-

Hizo Dios un singular favor a Ana. Tuvo una aparición de Su Majestad intelectualmente y díjola el Señor en este beneficio: Ana, sierva mía, yo soy Dios de Abrahán, Isaac y Jacob; mi bendición y luz eterna es contigo.-

Yo formé al hombre para levantarle del polvo y hacerle heredero de mi gloria y participante de mi Divinidad; y aunque en él deposité muchos dones y le puse en lugar y estado muy perfecto, pero el primer hombre, oyó a la serpiente y lo perdió todo. Yo de mi beneplácito, olvidando su ingratitud, quiero reparar sus daños y cumplir lo que a mis siervos y profetas tengo prometido de enviarles mi Unigénito y su Redentor.-

Los cielos están cerrados, los Antiguos Padres detenidos, sin ver mi cara y darles yo el premio que tengo prometido de mi eterna gloria; y la inclinación de mi bondad infinita está como violentada por no comunicarlo al linaje humano. Quisiera ya usar con él linaje humano, de mi liberal misericordia y darle la persona del Verbo Eterno, para que se haga hombre, naciendo de mujer que sea madre y virgen inmaculada, pura, bendita y santa sobre todas las criaturas; y de esta mi escogida y única te hago madre.-

Ana respondiendo al Señor le dijo: Señor, Dios eterno, condición es de vuestra bondad inmensa y obra de vuestro brazo poderoso levantar del polvo al que es pobre y despreciado Yo, Señor Altísimo, me reconozco indigna criatura de tales misericordias y beneficios. ¿Qué hará este vil gusanillo en vuestra presencia? Sólo puedo ofreceros en agradecimiento Vuestro mismo ser y grandeza y en sacrificio mi alma y mis potencias. Haced de mí, Señor mío, a Vuestra voluntad, pues toda me dejo en ella. Yo quisiera ser tan dignamente vuestra como pide este favor; pero, ¿qué haré que no merezco ser esclava de la que ha de ser Madre de Vuestro Unigénito e hija mía? Así lo conozco y lo confesaré siempre y de mí que soy pobre; pero a los pies de vuestra grandeza estoy aguardando que uséis conmigo de Vuestra misericordia, pues sois Padre piadoso y Dios omnipotente. Hacedme, Señor, cual me queréis, según la dignidad que me dais.

Tuvo en esta visión Ana un éxtasis maravilloso, en que le fueron concedidas altísimas inteligencias de las leyes de la naturaleza, escrita y evangélica; y conoció cómo la Divina naturaleza en el Verbo eterno se había de unir a la nuestra y cómo la humanidad sería levantada al ser de Dios y otros muchos misterios de los que se habían de obrar en la Encarnación del Verbo Divino; y con estas ilustraciones y otros Divinos dones de gracia la dispuso el Altísimo para la concepción y creación del alma de su Hija María y Madre de Dios. Conoció Ana, cómo el Altísimo manifestaba a los Ángeles el tiempo determinado y oportuno de la concepción de María y los Ángeles que le designo Dios a Ana, para su guarda personal. Ana cuando se casó con Joaquín, tenía la edad de veinte y cuatro años y Joaquín cuarenta y seis. Pasaron veinte años de matrimonio sin tener hijos. Teniendo Ana la edad para concebir a María de cuarenta y cuatro años, y Joaquín sesenta y seis.-
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Y aunque fue por el orden común de las demás concepciones, la virtud del Altísimo a Ana, le quitó lo imperfecto y desordenado y le dejó lo necesario y preciso de la naturaleza humanizada en el vientre de Ana, para que se administrase la materia debida de que se había de formar el cuerpo más excelente que hubo ni ha de haber en pura criatura como era María, la madre terrenal de Dios.

Y en Ana resplandeció más la virtud de lo alto por la esterilidad natural que tenía; y sin milagro, Ana no podía concebir, aunque el padre no era naturalmente infecundo, paro Ana era estéril y así fue por la divina virtud animada y reparada y prevenida, de suerte que pudo obrar y obró de su parte con toda perfección y tasa de las potencias y proporcionadamente a la esterilidad de la madre. Y en ambos concurrieron la naturaleza y la gracia: aquélla cortés, medida, y sólo en lo preciso e inexcusable, y ésta superabundante, poderosa y excesiva, para absorber a la misma naturaleza no confundiéndola, pero realzándola y mejorándola con modo milagroso, de suerte que se conociese cómo la gracia había tomado por su cuenta esta concepción, sirviéndose de la naturaleza lo que bastaba para que esta inefable hija tuviese padres naturales.-

Y el modo de reparar la esterilidad de la madre Ana, no fue restituyéndole lo natural que le faltaba a la potencia natural para concebir, para que así restituido concibiese como las demás mujeres sin diferencia; pero el Señor concurrió con la potencia estéril del más milagroso, para que administrase materia natural para que se formase el cuerpo de María, la que terrenalmente había de ser su Madre.-

Y realizado el milagro de esta concepción, para más tarde Ana, volver a su antigua esterilidad para no concebir más. Este milagro y concepción fue obra realizada por los Ángeles del Señor, mediante operación (CIRUGÍA) en su vientre, esta operación fue decretada por la Trinidad.-

El Alma de María.-
El sábado, se realizó la concepción, tomando el Altísimo, el Alma de su Madre e introduciéndola en su cuerpo humanizado; con que entró en el mundo la pura criatura más santa, perfecta y agradable a sus ojos de cuantas ha creado y creará hasta el fin del mundo ni por sus eternidades. En la correspondencia que tuvo esta obra con la que hizo Dios creando todo el resto del mundo en siete días.-

Tuvo el Señor misteriosa atención, pues aquí sin duda descansó con la verdad de aquella figura, habiendo creado la suprema criatura de todas, dando con ella principio a la obra de la Encarnación del Verbo Divino y a la Redención del linaje humano. Y así fue para Dios este día como festivo y de pascua, y también para todas las criaturas.

Por este misterio de la Concepción de María ha decretado el Espíritu Santo que el día del sábado fuese consagrado a la Madre María en la Iglesia, como día en que se le hizo para ella el mayor beneficio, habiendo creado el Alma de María en el Cielo, y ser unida ahora con su cuerpo terrenal, sin que resultase el pecado original ni efecto suyo. Y al instante de infusión del Alma de María, con la carne humanizada, fue cuando la Divina Trinidad dijo: Hagamos a María a Nuestra imagen y semejanza, a Nuestra verdadera Hija, Esposa y Madre al mismo tiempo del Unigénito, de la sustancia misma del Padre.
Con la fuerza de esta Divina palabra de la Divina Trinidad, y del amor con que procedió de la boca del Omnipotente, fue creada e infundida en el cuerpo de María su Alma dichosísima,
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llenándola al mismo instante de gracia y de dones, siendo estos dones sobre los más altos Serafines del Cielo, sin haber instante en que se hallase desnuda ni privada de la luz, amistad y amor de su Creador, ni pudiese tocarle la mancha y oscuridad del pecado original, antes en perfectísima y suprema justicia a la que tuvieron Adán y Eva en su creación.-

A esta Alma, le fue también concedido el uso de la razón perfectísimo y correspondiente a los dones de la gracia que recibía, no para estar sólo un instante ociosos, mas para obrar admirables efectos de los hábitos, de las virtudes con que dotó el Altísimo el Alma de María en las primeras operaciones (QUIRUGÍCAS), que con ellas realizaron los Ángeles de Dios, en el vientre mismo de Ana, la madre de María.-

Aquí fue, donde Dios comenzó a edificar esta Mística Ciudad, en el Alma de María, tomando su fluxión desde la fuente de su infinita sabiduría y bondad, donde había determinado el Altísimo depositar en esta Divina Señora los mayores tesoros de gracias y virtudes que jamás se vieron y eternamente no se darán a otra criatura. Y cuando llegó la hora de dárselos en posesión, que fue al mismo instante que tuvo el ser natural, cumplió el Omnipotente a su satisfacción y gusto el deseo que desde su eternidad que tenía como suspendido hasta que llegase el tiempo oportuno de desempeñarse de su mismo afecto.-

Esto le hizo muy feliz al Señor, derramando todas las gracias y dones en aquella Alma de María en el instante de su concepción en tan eminente grado.-

Pero aunque fue adornada entonces, como esposa que descendía del Cielo con todo género de hábitos INFUSOS, no fue necesario que luego los ejercitase todos, mas que sólo aquellos que podía y convenían al estado que tenía en el vientre de su Madre.-

En primer lugar fueron las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que tienen por objeto a Dios. Estas María las ejercitó luego, conociendo la divinidad por altísimo modo de la fe, con todas las perfecciones y atributos infinitos que tiene, con la Divina Trinidad y distinción de las personas; y no impidió este conocimiento a otro que se la dio el mismo Dios.-

La segunda que ejercitó, fue la virtud de la esperanza, que mira a Dios como objeto de la bienaventuranza y último fin, donde luego se levantó y encaminó aquella Alma Santísima por intensísimos deseos de unirse con Él, sin haberse convertido a otro, ni estar sólo un instante sin este movimiento.-

La tercera, virtud la de la caridad, que mira a Dios como infinito y sumo bien, ejercitó en el mismo instante con tal intensión y aprecio de la divinidad, que no podrán llegar todos los Serafines a tan eminente grado en su mayor fuerza y virtud.-

Las otras virtudes, que adornan y perfeccionan la parte racional de la criatura, tuvo en el grado correspondiente a las teologales; y las virtudes morales y naturales en grado milagroso y sobrenatural; y mucho más altamente tuvieron este grado en el orden de la gracia los dones del Espíritu Santo y sus frutos.-

El Alma de María, tuvo conocimiento exacto de la ciencia y hábitos de todas ellas y de las artes naturales, con que conoció y supo todo lo natural y sobrenatural que convino a la grandeza de Dios; de suerte que, desde el primer instante en el vientre de su Madre, el Alma de María fue más sabia, más prudente, más ilustrada y capaz de Dios y de todas sus obras, que todas las criaturas, aparte de su Hijo Jesús, que han sido y serán eternamente. Y esta perfección consistió no sólo en los hábitos que le fueron introducidos en tan alto grado por los
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Ángeles del Señor, pero en los actos que les correspondían según su condición y excelencia y según en aquel instante los pudo ejercer con el poder Divino; que para esto ni tuvo límite, ni se sujetó a otra ley más de a su divino y justísimo beneplácito.-

Debido a esta operación (QUIRURGICA) realizada por los Ángeles de Dios, en el vientre de Ana su madre, el Alma de María conoció a Dios como en sí es y como a Creador y Glorificador; y con heroicos actos le reverenció, alabó y dio gracias porque la había creado, y le amó, temió y adoró, y le hizo sacrificio de magnificencia, alabanza y gloria por su ser inmutable. El Alma de María, conoció los dones que recibía, aunque con profunda humildad y postraciones corporales que luego hizo el Alma de María, en el propio vientre de su Madre, con aquel cuerpecito tan pequeño.-

Conociendo el Alma de María el Misterio de la Divinidad y Trinidad, y aunque no la vio intuitivamente en aquel instante de su concepción como bienaventurada, viola abstractivamente con otra luz y vista inferior a la visión Divina, pero superior a todos los otros modos con que Dios se puede manifestar o se manifiesta al entendimiento creado; porque le fueron dadas a esta Alma de María, unas especies de la Divinidad tan claras y manifiestas, que en ellas conoció el ser inmutable de Dios y en Él a todas las criaturas, con mayor luz y evidencia que ninguna otra criatura se conoce por otra. Y fueron estas especies como un espejo clarísimo en el que resplandecía toda la Divinidad y en ella las criaturas; y así las vio y conoció todas en Dios con esta luz y especies de la Divina naturaleza, con mayor distinción y claridad que por otras especies y ciencia conocía en sí mismas.-

Y el Alma de María, por todos estos mismos modos, desde el instante mismo de su concepción, conoció a todos los hombres y a todos los Ángeles con sus órdenes recibidas, así como también conoció el Alma de María, a todas las criaturas irracionales con sus naturalezas y condiciones. El Alma de María, conoció la creación, estado y ruina de los ángeles; la justificación y gloria de los buenos y la caída y castigo de los malos; el estado primero de Adán y Eva con su inocencia; el engaño, la culpa y la miseria en que por ella quedaron los primeros padres, y por ellos todo el linaje humano; la determinación de la Divina voluntad para su reparo, y cómo se iba ya acercando y disponiendo el orden y naturaleza de los Cielos, Astros y Planetas, la condición y disposición de los elementos.-

El Alma de María conoció la ubicación del Purgatorio, el Limbo y el Infierno; y cómo todas estas cosas, y las que dentro de sí encierran, y que habían sido creadas por el poder divino y por él mismo eran mantenidas y conservadas sólo por su bondad infinita, sin tener de ellas alguna necesidad.-

Y sobre todo, el Alma de María entendió los altos sacramentos sobre el misterio que Dios había de obrar haciéndose hombre Él mismo, para redimir a todo el linaje humano, habiendo dejado a los malos ángeles sin este remedio, como asimismo se le concede a toda la humanidad.-

La Divina Trinidad, le dio a conocer al Alma de María, en el mismo instante que era introducida en el vientre de su madre Ana, a todos los Ángeles de la Guardia que le habían sido designados por la Divina Trinidad que la daba; y los vio y conoció y les hizo benevolencia y obsequio, y los convido alternativamente con cánticos de loor a que alabasen al Muy Alto. Y les previno de que había de ser este oficio el que habían de ejercitar con ella todo el tiempo de su vida mortal y terrenal, mientras esta le durase.-
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