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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
04-07-14 06:26 #12125581
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 73ª Sección
No estaban los Apóstoles enterados, de que María todo lo conocía en lo referente a su Hijo, y mucho menos de las noticias que tenía de todo lo que a ellos les sucedía y de las obras que su Hijo hacía, y así, los Apóstoles le daban cuenta de lo que iba sucediendo, y ella los oía con suma prudencia y mansedumbre de Madre, de Reina y Señora del Cielo y de la Tierra.-

Y después de la primera aparición algunos de los Apóstoles, le contaron a María la obstinación de Tomás y que no les quería dar crédito, aunque le afirmaban todos ellos a Tomás, haber visto a su Maestro resucitado, y en aquellos ocho días, como Tomás perseveraba en su incredulidad, creció más contra él la indignación de algunos Apóstoles. Y luego iban a la gran Señora y le culpaban en su presencia de lo terco que era Tomás, arrimado a su parecer, como hombre grosero y desalumbrado. La piadosa Princesa los oía con pacífico corazón, y viendo que crecía el enojo de los Apóstoles hacia su compañero Tomás, porque aún estaban todos imperfectos, habló a los más indignados y con decirles que los juicios del Señor eran muy ocultos y que de la incredulidad de Tomás sacaría grandes bienes para otros y gloria para sí mismo y que esperasen y no se turbasen tan presto.-

Hizo la Divina Madre ferventísima oración y peticiones por el Apóstol Tomás, y por ella aceleró el Señor su remedio y se le dio al incrédulo Apóstol. Y luego que se redujo y dieron todos noticia a su Maestra y Señora, los confirmó en su FE, amonestándolos y corrigiéndolos, y les ordenó que con ella diesen gracias al Muy Alto por aquel beneficio y que fuesen constantes en las tentaciones, pues todos estaban sujetos a los peligros de caer. Otras muchas y dulces razones les dijo de corrección, enseñanza, advertencia y de doctrina, previniéndolos para lo que les restaba de trabajar en la nueva Iglesia Evangélica Cristiana.-

Cuando Jesús se les apareció a los Apóstoles, el Apóstol Tomás no estaba presente, pero luego, disponiéndolo el Señor, volvió a la congregación de donde se había ausentado y le contaron los Apóstoles todo cuanto en su ausencia les había sucedido. Pero aunque los halló tan trocados con el nuevo gozo que recibieron, con todo eso estuvo incrédulo y, afirmando que no daba crédito a lo que todos aseguraban si primero no viese por sus ojos las llagas de sus manos y tocase la llaga del costado también con su mano y dedos. En esta dureza perseveró el incrédulo Tomás ocho días, hasta que pasados estos días, volvió el Señor otra vez a la presencia de los Apóstoles, y estando cerradas las puertas, el Señor se les apareció en medio de los mismos Apóstoles y del incrédulo Tomás.-

La Paz sea con vosotros dijo el Señor: Y el Señor, llamando luego a Tomás, le reprendió con amorosa suavidad y le dijo delante de los demás: Tomás, llega con tus manos y toca los agujeros de las mías y el de mi costado, y no quieras ser tan incrédulo, sino rendido y fiel. Tomás tocó las Divinas Llagas y fue ilustrado interiormente para creer y conocer su ignorancia. Y postrándose en tierra dijo: Señor mío y Dios mío. Replicó Su Majestad: Porque me viste, Tomás, has creído; serán bienaventurados los que no viéndome crean, y terminada esta frase desapareciendo nuevamente el Señor, y se quedaron los Apóstoles y Tomás llenos de luz y de alegría. Y luego fueron todos a dar cuenta a María de todo lo que había sucedido.-

Fueron los Apóstoles a Galilea, después de lo que en Jerusalén les había sucedido, porque el Señor lo mandó, prometiéndoles que allá, de nuevo le verían. Y hallándose los siete Apóstoles y discípulos cerca de aquel mar, les dijo Pedro que para tener alguna cosa con que pasar quería ir a pescar, que lo sabía hacer de oficio. Le acompañaron todos en esta pesca y pasaron aquella noche arrojando las redes sin coger ni un solo pez.-
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A la mañana siguiente, se les volvió a aparecer Jesús en la ribera, sin darse entonces a conocer. Y estaba cerca la barquilla en la que pescaban, y el Señor les preguntó, ¿Tenéis algo que comer? Y ellos respondieron: Nada tenemos. Replicó Su Majestad: Arrojad la red a la diestra de la navecilla y cogeréis.-

Así lo hicieron, y se lleno la red de pescado, de manera que no la podían levantar. Entonces Juan Evangelista con el milagro reconoció a Jesucristo y llegándose a Pedro le dijo: El Señor es quien nos habla desde la ribera.-

Con este aviso lo conoció también Pedro, y todo inflamado en sus acostumbrados fervores, se vistió muy aprisa la túnica de que estaba desnudo y se arrojó al mar, caminando sobre las aguas hasta donde estaba el Maestro de la vida, y los demás se fueron acercando con la barquilla donde estaban.-

Saltaron a tierra y hallaron que ya el Señor les tenía prevenida la comida, porque vieron lumbre y pan y un pez sobre las brasas (pescado y asado, como símbolo de Cristo que ha sufrido), pero Su Majestad les dijo que trajesen de los que ya habían pescado, y tirando de la red, Pedro halló que tenía ciento y cincuenta y tres peces, y con ser tantos, no se había roto la red. El Señor les mandó que comiesen. Y aunque estaba con ellos tan familiar y afable, ninguno se atrevía a preguntarle quién era, porque los milagros y majestad les causó gran temor de reverencia con el Señor. Jesús, repartió los peces y el pan y luego que acabaron de comer se volvió a Pedro y le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿Tú me amas más que todos éstos?. Respondió Pedro: Sí, Señor, tú sabes que yo te amo. Replicó el Señor: Apacienta mis corderos. Y luego le preguntó otra vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Y Pedro respondió lo mismo: Señor, tú sabes que te amo. Hizo el Señor tercera vez la misma pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Y con esta tercera vez se entristeció Pedro y respondió: Señor, tú sabes todas las cosas, y que yo te amo. Le respondió Cristo por tercera vez: Apacienta mis ovejas. Con que a él solo lo hizo cabeza de su Iglesia Universal Evangélica Cristiana, dándole la suprema autoridad de vicario suyo sobre todos los hombres. Y para esto le examinó tantas veces en el amor que le tenía, como si con aquel solo se hubiera hecho capaz de la suprema dignidad y él solo le bastara para administrarla dignamente.-

Luego el mismo Señor intimó a Pedro la carga del oficio que le daba y le dijo: De verdad te aseguro que cuando seas ya viejo, no te has de ceñir como cuando eres mozo, ni has de ir a donde tú quisieres, porque te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.-

Entendió Pedro que le prevenía el Señor la muerte de cruz con que le imitaría y seguiría. Pero como amaba tanto a Juan Evangelista, deseando saber lo que sería de él, Pedro preguntó al Señor: ¿Qué determinas hacer de este tan amado vuestro refiriéndose a Juan?. Le respondió Su Majestad: ¿Qué te importa a ti saberlo? Si quiero que él se quede así hasta que venga otra vez al mundo, en mi mano estará. Sígueme tú y no cuides de lo que yo quiero hacer de él. De estas razones se levantó entre los Apóstoles un rumor, que Juan Evangelista no habría de morir, pero el mismo Evangelista advierte que Cristo no dijo que no moriría afirmativamente, como consta en las palabras referidas, antes parece que ocultó de intento la voluntad que tenía de la muerte del Evangelista, reservando entonces para sí el secreto. De todos estos misterios y apariciones tuvo María clara inteligencia por la revelación que muchas veces he dicho.-
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Y como archivo de las obras del Señor y depositaría de sus misterios en la Iglesia, los guardaba y confería en su castísimo y prudentísimo pecho. Y luego los Apóstoles, en especial
el nuevo hijo Juan Evangelista, la informaba de todos los sucesos que se ofrecían. Pero la gran Señora perseveraba en su recogimiento los cuarenta días continuos después de la resurrección, y allí gozaba de la vista de su Hijo y de los Ángeles, y éstos cantaban al Señor los himnos y alabanzas que la amantísima Madre le hacía y como de su boca los cogían los Ángeles, para celebrar las glorias del Señor de las victorias y virtudes.-

Pocos días antes de la Ascensión del Señor, estando María en uno de los ejercicios que he dicho en el cenáculo, se le apareció el Padre Eterno y el Espíritu Santo en un trono de inefable resplandor sobre los coros de los Ángeles y Santos que allí asistían y otros espíritus que de nuevo acompañaban a las Divinas personas, luego el Verbo humanizado subió al trono con las otras dos, y la humilde y Madre del Altísimo se postró en tierra retirada a un rincón, donde adoró con suma reverencia a la Divina Trinidad y en ella a su mismo Hijo humanizado. Mandó luego el Eterno Padre a dos de los supremos Ángeles que llamasen a María, y al punto obedecieron y llegaron a ella y con voces dulcísimas le intimaron la voluntad Divina. María se levantó del polvo con profunda humildad, encogimiento y veneración, y acompañada de los Ángeles María llegó a los pies del trono, donde se humilló de nuevo. Y el Eterno Padre la dijo: Amiga, asciende más alto; y obrando estas palabras lo que significaban, con virtud Divina fue levantada y puesta en el trono de la Majestad Real con las Tres Divinas Personas. Este hecho causó nueva admiración a los Santos ver una pura criatura levantada a tan excelente dignidad. Y conociendo la equidad y santidad de las obras del Altísimo, le dieron nueva gloria y alabanza confesándole por Grande, Justo, Poderoso, Santo y Admirable en todos sus consejos.-

Habló el Padre con María y la dijo: Hija mía, la Iglesia que mi Unigénito ha fundado y la nueva Ley de gracia que ha enseñado en el mundo y el pueblo que ha redimido, todo lo fío en tus manos y te lo encomiendo. Dijo luego el Espíritu Santo: Esposa mía, escogida entre todas las criaturas, mi sabiduría y gracia te comunico, con que se depositen en tu corazón los misterios, obras y doctrina y lo que el Verbo humanizado ha hecho en el mundo. El mismo Hijo habló y dijo: Madre mía amantísima, yo me voy a mi Padre, en mi lugar te dejo y te encargo el cuidado de mi Iglesia; te encomiendo a sus hijos y mis hermanos, como mi Padre me los encargó a mí. Convirtieron luego las tres Divinas Personas sus palabras al coro de los Santos Ángeles y hablando con ellos y con los demás justos y santos dijeron: Esta es la Reina de todo lo creado en el Cielo y en la Tierra, es la Protectora de la nueva Iglesia Cristiana, Señora de las criaturas, Madre de piedad, Intercesora por los fieles, Abogada de los pecadores, Madre del amor hermoso y de la esperanza y la poderosa para inclinar nuestra voluntad a la clemencia y misericordia. En ella quedan depositados los tesoros de nuestra gracia y su corazón fidelísimo serán las tablas donde queda escrita y grabada nuestra ley. En tu persona Hija Mía, se encierran los misterios que nuestra Omnipotencia ha obrado para la salvación del linaje humano. Es la obra perfecta de nuestras manos, donde se comunica y descansa la plenitud de nuestra voluntad, sin ningún impedimento, con la corriente de nuestras Divinas perfecciones. Quien de corazón la llamare, no perecerá, quien alcanzare su intercesión conseguirá la eterna vida. Lo que nos pidiere, le será concedido, y siempre haremos su voluntad, oyendo sus ruegos y deseos, porque con plenitud se dedicó toda a nuestro beneplácito.- 363

Oyendo María estos favores tan inefables, se humilló y bajó hasta el polvo, tanto más cuanto la diestra del Altísimo la exaltaba sobre todas las criaturas humanas y Angélicas. Y como si fuera la menor de todas, adorando al Señor, se ofreció con prudentísimas razones y ardentísimos afectos para trabajar como fiel sierva en la nueva Iglesia Cristiana y obedecer con prontitud a la Divina voluntad en lo que se le ordenaba. Y desde aquella hora admitió de nuevo el cuidado de la Iglesia Evangélica Cristiana, como Madre amorosa de todos sus hijos.-

Jesús instruye a los Apóstoles.-
Jesús nuevamente se aparece a los Apóstoles y les dice:, Mi Eterno Padre me ha dado toda la potestad en el Cielo y en la Tierra, y lo quiero comunicar a vosotros, para que plantéis mi nueva Iglesia Evangélica Cristiana, por todo el mundo. Incrédulos y tardos de corazón habéis sido en acabar de creer en mi resurrección, pero ya es tiempo que como fieles discípulos míos seáis maestros de la FE para todos los hombres. Predicando mi Evangelio como de mí lo habéis oído, bautizaréis a todos los que creyeren, dándoles el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo, que soy yo, y del Espíritu Santo. Y los que creyeren y fueren bautizados serán salvos y los que no creyeren serán condenados. Enseñad a los creyentes a que guarden todo lo que toca a mi Ley. Y en su confirmación los creyentes harán señales y maravillas: Lanzarán los demonios de donde estuvieren, hablarán nuevas lenguas, curarán las mordeduras de las serpientes, y si ellos bebieren mortal veneno no les afectará, y darán salud a los enfermos con poner sus manos sobre ellos.-

Este mismo día por dispensación divina, mientras el Señor estaba con los once Apóstoles, se fueron juntando en la casa del cenáculo otros fieles y piadosas mujeres hasta el número de ciento veinte, porque el Divino Maestro determinó que se hallasen presentes en su ascensión y primero quiso informar a toda aquella congregación, respectivamente como a los once Apóstoles, de lo que les convenía saber antes de su subida a los Cielos y despedirse de todos juntos. Estando así congregados, y unidos en paz y caridad en una sala, que era la en que se celebró la cena, se les manifestó el autor de la vida a todos, y con semblante apacible les habló como padre amoroso y les dijo: Hijos míos dulcísimos, yo me subo a mi Padre, de cuyo seno descendí para salvar y redimir a los hombres. Por amparo, madre, consoladora y abogada vuestra os dejo en mi lugar a mi Madre terrenal, a quien habéis de oír y obedecer en todo. Y así como os tengo dicho que quien a mí me viere verá a mi Padre el que me conoce le conocerá también a Él, ahora os aseguro que quien conociere a mi Madre me conocerá a mí, y el que a ella oye a mí oye, y el que la obedeciere me obedecerá a mí, y me ofenderá quien la ofendiere y me honrará quien la honrare a ella. Todos vosotros la tendréis a partir de ahora por Madre, por Superior y por Cabeza, y también vuestros sucesores. Ella responderá a vuestras dudas, disolverá vuestras dificultades; y en ella me hallaréis siempre que me busquéis, porque estaré en ella hasta el fin del mundo, y ahora lo estoy, aunque de modo oculto para vosotros. Con vosotros estoy hasta el fin del mundo. Añadió más el Señor y dijo: Tendréis a Pedro por suprema cabeza de mi nueva Iglesia, donde le dejo por mi vicario, y como a pontífice supremo le obedeceréis. A Juan tendréis por hijo de mi Madre, como yo lo nombré y señalé desde la cruz.-

Los Apóstoles de Jesucristo, decían entre ellos. ¿Cómo viviremos sin el Maestro? ¿Quién nos hablará palabras de vida y de consuelo como las suyas? ¿Quién nos recibirá con tan amoroso y amable semblante? ¿Quién será nuestro Padre y nuestro amparo? Quedamos huérfanos en el mundo, y dirigiéndose al Padre le dijeron: ¡Oh amantísimo Señor y Padre nuestro! ¡Oh alegría y vida de nuestras almas! Ahora que te conocemos por nuestro Reparador, ¿te alejas y nos desamparas? Llévanos, Señor, tras de ti, no nos arrojes de tu vista. Oh esperanza nuestra, ¿qué haremos sin tu presencia? ¿A dónde iremos si nos dejas? ¿A dónde encaminaremos nuestros pasos, si no te seguimos como a Padre, Caudillo y Maestro nuestro?.-
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A estas y otras dolorosas razones les respondió Su Majestad y les dijo: No os apartéis de Jerusalén y perseverad en la oración hasta que les enviase el Espíritu Santo consolador, prometido por el Padre, como en el cenáculo ya os lo había dicho.-

María, toma la palabra y dirigiéndose a todos los Apóstoles, les ordena que no escriban nada sobre la vida de ella, solo las que eran menester para fundar la Nueva Iglesia Evangélica Cristiana, en los artículos de la FE y mandamientos de la Divina ley, porque como Maestra de la Nueva Iglesia conocí, con la ciencia que el Muy Alto me infundió para este oficio, que esto era entonces así conveniente para sus principios. Y la declaración de mis prerrogativas que estaban encerradas en ser la Madre del mismo Dios, y para ésta, ser llena de gracias, se reservó por la Divina Providencia para el tiempo oportuno y conveniente, cuando la FE estuviese más declarada y fundada. Y por los tiempos pasados se han ido manifestando algunos misterios que me pertenecen a mí, pero la plenitud de esta luz se te ha dado a ti, que, por la necesidad del infeliz estado del mundo, en que la Divina piedad quiere dar a los hombres este medio tan oportuno, para que todos busquen el remedio y la salvación eterna por mi intercesión, que fui, sin ser digna para ello, como la Madre terrenal del Hijo de Dios. Pero también tengo que deciros, que esta Nueva Iglesia Evangélica Cristiana, se basa en la Ciencia, y ahora se ha dado a conocer, porque los tiempos así lo piden y exigen. Esta FE se basa en la Ciencia, como muchas veces mi Hijo y yo misma ya hemos dicho en repetidas ocasiones.-

Jesucristo, regresa al Cielo.-
Con esta pequeña grey salió del cenáculo Jesús, llevándolos a todos delante por las calles de Jerusalén y a su lado, su Madre. Luego los Apóstoles y todos los demás por su orden caminaron hacia Betania. Llegados a la falda del monte de los Olivos. La compañía de los Ángeles que salieron del LIMBO y del PURGATORIO, seguían al Triunfador victorioso con nuevos cánticos de alabanza, aunque de la vista de estos Ángeles, sólo gozaba María su Madre. Estaba ya divulgada por toda Jerusalén y Palestina la Resurrección de Jesús el Nazareno, aunque la pérfida malicia de los príncipes de los sacerdotes procuraba que se asentase el falso testimonio de que los discípulos lo habían hurtado, y muchos así lo admitieron. Y con todo esto, dispuso la Divina Providencia que ninguno de los moradores de la ciudad, o incrédulos o dudosos, reparasen en aquella procesión que salía del cenáculo ni les impidiesen el camino, porque todos estuvieron justamente inadvertidos, como incapaces de conocer aquel misterio tan maravilloso, no obstante el Capitán y Maestro Jesús iba invisible para todos los demás, aparte de los ciento y veinte justos que Él mismo eligió para que le viesen ver como Jesús subía a los Cielos. Con esta seguridad que les previno el poder del mismo Señor, caminaron todos hasta subir a lo más alto del monte de los Olivos, y llegando al lugar determinado se formaron tres coros, uno de Ángeles, otro de los Santos y el tercero de los Apóstoles y fieles, que se dividieron a su vez en dos grupos, y Jesucristo hacía de cabeza. Luego María se postró a los pies de su Hijo y le adoró por verdadero Dios y Reparador del mundo, con admirable culto y humildad, y le pidió su última bendición. Y todos los demás fieles que allí estaban a imitación de su gran Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, hicieron lo mismo, y con grandes sollozos y suspiros los Apóstoles se preguntaron al Señor si en aquel tiempo había de restaurar el reino de Israel, y Su Majestad les respondió: Que aquel secreto era de su Eterno Padre y no les convenía saberlo y que por entonces era necesario y conveniente para ellos, que recibiendo al Espíritu Santo predicasen en Jerusalén, en Samaria y en todo el mundo los misterios de la Redención humana.-
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