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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
03-07-14 06:49 #12124214
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 72ª Sección
Las llagas que antes afeaban su cuerpo cuando en vida terrenal fue azotado, y que le quedaron en los pies, manos y en el costado, ahora eran hermosas, refulgentes y brillantes, que le hacían más vistoso y agraciado. Con toda esta belleza y gloria, Jesús se levantó del sepulcro y en presencia de los Santos y Patriarcas prometió a todo el linaje humano la resurrección universal como efecto de la suya en la misma carne y cuerpo de cada uno de los mortales y que en ella serían glorificados los justos, dando Jesús mismo, ejemplo de ello y para toda la humanidad, con su propia Resurrección, Persona y Cuerpo. Y en prendas de esta promesa y como en rehenes de la Resurrección Universal, mandó Su Majestad a las almas de muchos Santos que allí estaban, que se juntasen con sus cuerpos anteriores y los resucitasen a la inmortalidad de la vida. Al punto se ejecutó este Divino mandato y resucitaron los cuerpos que a cada Alma allí presente, y que en vida terrenal habían pertenecido todos ellos, y ese mismo día y a esa Resolución de Jesucristo ya Resucitado, nuevamente estas Almas con sus cuerpos, resucitaron junto con el de Jesús de Nazaret. Entre los ya resucitados, se encuentran Ana y Joaquín los Padres de María, José, y otros de los antiguos Padres y Patriarcas que fueron más señalados en la fe y esperanza de la Encarnación y con mayores ansias la desearon y pidieron al Señor, y en recuerdo de estas obras, que en vida terrenal hicieron, se les adelantó la resurrección y la gloria de sus cuerpos acompañando en este día Glorioso a la Resurrección misma de Jesucristo. Pero ahora, volvamos hacia atrás, antes del día de la resurrección que era al día del Sábado.-

Con esta prevención de saber donde quedaba el cuerpo natural de Jesús, el sábado por la tarde María acompañada de otras mujeres salieron de la casa del cenáculo a la ciudad y compraron nuevos ungüentos aromáticos, para madrugar al día siguiente y volver al sepulcro a visitar y adorar el sagrado cuerpo de su Hijo y Maestro, con ocasión de ungirle de nuevo. Cuando salieron de la casa del cenáculo era de noche y cuando llegaron al sepulcro había ya amanecido y salido el sol, porque aquel día se anticipó las tres horas que se oscureció en la muerte de nuestro Salvador. Aunque no se detuvieron en el camino. Era el monumento una pequeña bóveda como cueva, cuya puerta cerraba una grande losa de piedra, y dentro a un lado del sepulcro y algo levantado del suelo depositaron el cuerpo de Jesús. El Domingo por la mañana, antes de amanecer, madrugaron para ejecutar su piadoso afecto, ignorando que el sepulcro estaba sellado y con guardas romanos, puestos allí, por orden de Poncio Pilatos, a recomendación de los Príncipes y Sacerdotes de Jerusalén. María y estas mujeres que acompañaron a Jesús hasta su martirio y muerte en la Cruz, en el camino hacia el sepulcro donde estaba enterrado Jesús, hablaban entre ellas diciendo, quien les moverá la gran lápida de piedra con la que ellas habían visto, quedaba cerrado el sepulcro, pero el amor las daba esfuerzas para vencer esta dificultad, sin saber cómo, todas junta se encaminaron hacia el sepulcro.-

Poco antes que llegasen las Marías al sepulcro, fue hecho un gran temblor o terremoto muy espantoso, y al mismo tiempo un Ángel del Señor abrió el sepulcro y arrojó la losa que le cubría y cerraba la puerta. Los guardias que custodiaban el sepulcro, con este grande estrépito y movimiento de la piedra cayeron a tierra, desmayados del temor que les causó, dejándolos como difuntos, estos guardias al estar desmallados y como muertos, no vieron salir a Jesucristo del Sepulcro. Esto se hizo, porque Jesucristo para atravesar la materia, lo hizo transfigurado en su Espíritu, como en el Monte Tabor, para que la materia de la carne estuviese anulada. Y Jesucristo, ya había salido del sepulcro antes de que el Ángel quitase la piedra.-
356

Después que Jesús resucito, lleno de gloria visito a su Madre, y mandó Su Majestad como amoroso Padre y Pastor, congregar las ovejas de su rebaño, que en el escándalo de su pasión se habían turbado y derramado. Acompañando siempre a Jesús los Santos Padres y todos los que sacó del LIMBO y del PURGATORIO, aunque no se manifestaban en las apariciones, solamente lo hacía Jesucristo. Pero María, la Reina y Señora del Cielo, si los podía ver a todos ellos y los conoció y habló en el tiempo que pasó en el cenáculo que duró cuarenta días, hasta la ascensión de su Hijo a los Cielos. En este lugar del Cenáculo, María gozaba de la vista del Redentor del mundo y del coro de los Profetas y Santos con quien el mismo Rey y Reina estaban acompañados. Y Jesucristo, para manifestarse a los Apóstoles comenzó primero por las mujeres, no por más flacas, sino por más fuertes en la FE y confianza de su Resurrección, que por esto merecieron ser las primeras después de su Madre María, en el favor de ver a Jesús resucitado.-

Las Marías, aunque sintieron algún temor, se animaron, y confortándolas el mismo Dios, llegaron y entraron al sepulcro y cerca de la puerta vieron al Ángel que había movido la piedra, se encontraba sentado sobre ella, y su rostro era resplandeciente, los vestidos como la nieve, y el Ángel al verlas, las habló y dijo: No temáis, que sé que buscáis a Jesús el Nazareno. Él no está aquí, porque ya ha resucitado, entrad, y veréis el lugar donde lo pusieron que se encuentra vacío. Entraron las Marías y vieron el sepulcro vacío como se lo había confirmado el Ángel. Recibieron gran tristeza, porque aún estaban más atentas a su afecto de poderlo ver, que al testimonio que el Ángel les estaba diciendo. Y luego vieron otros dos Ángeles sentados a los dos lados del sepulcro, que las dijeron: ¿Para qué buscáis entre los muertos al que ya está vivo y resucitado? Acordaos que él mismo os dijo en Galilea, que había de resucitar al día tercero. Id luego y dad la noticia a los discípulos y a Pedro que vayan a Galilea, donde le verán. Con esta advertencia de los Ángeles se acordaron las Marías de lo que su Divino Maestro había dicho. Y seguras de su Resurrección, se volvieron del sepulcro con gran prisa y dieron cuenta a los once discípulos y a otros de los que seguían al Señor, muchos de los cuales juzgaron por delirio lo que decían las Marías y que se habían vuelto locas. Tan turbados estaban en la fe y tan olvidados de las palabras de su Maestro y Redentor. En el tiempo que las Marías llenas de gozo y pavor contaban a los Apóstoles lo que habían visto, los guardas que custodiaban del sepulcro, se despertaron de su desmayo y recuperaron todos sus sentidos. Y como vieron abierto el sepulcro y sin el cuerpo difunto de Jesús, fueron a dar cuenta del suceso a los príncipes de los sacerdotes. Y estos príncipes y Sacerdotes, se hallaban confusos y juntaron concilio para determinar lo que podrían hacer para desmentir la maravilla tan patente que no se podía ocultar. Y acordaron ofrecer a los guardas mucho dinero, con que sobornados para que dijesen cómo estando ellos durmiendo, habían venido los discípulos de Jesús y habían hurtado su cuerpo del sepulcro. Y asegurándoles los sacerdotes a los guardas del sepulcro, que los sacarían a salvo de esta mentira, publicándola ellos mismos entre los judíos, y muchos de ellos fueron tan necios que le dieron crédito, de lo que estos guardias decían y algunos más obstinados y ciegos se le dan hasta ahora, creyendo el testimonio de los que confesaron se durmieron, cuando dicen que vieron el hurto, realizado en el sepulcro.-

Los discípulos y Apóstoles, aunque tuvieron por desvarío lo que decían las Marías, con todo eso Pedro y Juan, deseando certificarse por sus ojos, partieron a toda prisa hasta el sepulcro, y tras ellos volvieron las Marías. Llegó Juan Evangelista el primero y, sin entrar en el sepulcro, vio desde la puerta los sudarios apartados del sepulcro y aguardó a que llegase Pedro, el cual entró primero y tras de él entro Juan Evangelista, y vieron lo mismo, que el sagrado cuerpo de Jesús, no estaba en el sepulcro. Juan creyó entonces, en la Resurrección de su Maestro y Señor.- 357

Y los dos Apóstoles se volvieron a dar cuenta a los demás de lo que admirados habían visto en el sepulcro. Las Marías se quedaron en él, en la parte de afuera, confiriendo con admiración todo lo que sucedía. Y María Magdalena con mayor fervor y lágrimas volvió a entrar otra vez a reconocer el sepulcro. Y aunque los Apóstoles no vieron a los Ángeles, los vio María Magdalena, y ellos le preguntaron: Mujer, ¿por qué lloras? Respondió María: Porque me han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.-

Con esta respuesta salió fuera al huerto donde estaba el sepulcro y luego topó con el Señor, aunque no le conoció, antes le juzgó por hortelano. Y Su Majestad le preguntó también: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. María Magdalena, no conociendo a Jesús, le respondió como si fuera el hortelano de aquel huerto, y sin más acuerdo, vencida del amor, le dijo: Señor, si vos le habéis tomado, decidme dónde lo tenéis, que yo lo devolveré y lo traeré. Entonces le contesto Jesús y la dijo: María. Y con haberla nombrado, se dejó conocer Jesús por el tono de su voz. Cuando María Magdalena reconoció que era Jesús, se enardeció toda en amor y gozo, y respondió le dijo: Maestro mío; y arrojándose a sus pies fue a quererlos tocar y besar, como acostumbrada hacer María Magdalena. Pero el Señor la previno y la dijo: No me toques, porque no he subido a mi Padre, a donde estoy de camino; vuelve y diles a mis hermanos los Apóstoles cómo boy de camino hacia mi Padre y el de ellos.-

Partió María Magdalena, llena de consolación y júbilo, y a pequeña distancia alcanzó a las otras Marías. Y acabándolas de referir lo que a ella le había sucedido y cómo había visto a Jesús resucitado, quedando todas ellas admiradas de lo que escuchaban, llorosas y cariñosas de alegría, y terminado el relato de lo que les refería María Magdalena, también a ellas, se les apareció Jesús estando todas ellas juntas y las dijo: Dios os salve, y conociéndole todas, adoraron sus sagrados pies, y el Señor las mandó otra vez que fuesen a los Apóstoles y les dijesen que también ellas habían visto a Jesús y que fuesen los Apóstoles a Galilea, donde todos, verían a Jesús resucitado.-

Desapareció el Señor, y las Marías apresurando el paso volvieron al cenáculo y contaron a los Apóstoles todo cuanto les había sucedido y dicho Jesús, y siempre estaban tardos en darles crédito. Y luego entraron las Marías a dar noticia de lo que pasaba a la Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, y como si ella lo ignorara, las oyó con admirable caricia y prudencia, aunque todo lo sabía por la visión intelectual con que lo conocía y porque su Hijo se le apareció a ella antes que a ninguna otra persona. Y fingí no saber nada, quedándome admirada de como iba conociendo y tomando ocasión de lo que las otras Marías me contaban. María, la Madre de Jesús, las confirmó en la fe de los misterios y altos sacramentos de la Encarnación y Redención y de las Divinas Escrituras que de ellos trataban. Pero no les dijo lo que a la Divina Reina le había sucedido, aunque fue la Maestra de estas fieles y devotas discípulas, como el Señor de los Apóstoles, para restituirlos a la FE.-

Jesús también se apareció a Pedro como a cabeza de la Iglesia, antes que a todos juntos fue aquel mismo día, después que las Marías le dieron noticia de haberle visto.-

Jesús se aparece a dos Discípulos camino de Emaús.
Luego sucedió que Jesús se apareció a los dos discípulos que aquella tarde iban caminando de Jerusalén al castillo de Emaús, que estaba a sesenta estadios de la ciudad, y a cuatro millas de Palestina y casi dos leguas.-
358

Uno de estos dos Discípulos se llamaba Cleofás, y el otro era Lucas, y sucedió de esta manera. Salieron de Jerusalén los dos discípulos, después que oyeron lo que las Marías contaron, estos discípulos en el camino, iban halando de los sucesos de la pasión y santidad de su Maestro y de la crueldad de los judíos. Y se admiraban de que el Todopoderoso hubiese permitido que padeciese tales oprobios y tormentos un hombre santo e inocente. El uno decía: ¿Cuándo se vio tal suavidad y dulzura en un hombre como Jesús?, El otro repetía: ¿Quién jamás oyó ni vio tal paciencia, sin querellarse, ni mudar el semblante tan apacible y de majestad? Su Doctrina era santa, su vida inculpable, sus palabras de salud eterna, sus obras en beneficio de todos; ¿pues qué vieron en él los sacerdotes que lo acusaron, para cobrarle tanto aborrecimiento? Y respondía el otro: Verdaderamente fue admirable en todo, y nadie puede negar que era gran profeta: hizo muchos milagros, dio nueva vista a los ciegos, sanó enfermos, resucitó muertos y a todos hizo admirables beneficios; pero dijo que resucitaría al tercero día de su muerte, que es hoy, y no lo vemos cumplido.-

Replicó el otro: También dijo que le habían de crucificar y se ha cumplido como lo dijo. En medio de éstas y otras pláticas se les apareció Jesús con hábito de peregrino, y como que los alcanzaba en el camino, acercándose a ellos les saludó y después les dijo,: ¿De qué habláis, porque me parece os veo entristecidos?.-

Respondió Cleofás: ¿Tú solo eres peregrino en Jerusalén, que no sabes lo que ha sucedido estos días en la ciudad? Dijo el Señor: ¿Pues qué ha sucedido? Replicó el discípulo: ¿No sabes lo que han hecho los príncipes y sacerdotes con Jesús el Nazareno, varón santo y poderoso en palabras y obras, cómo le han condenado y crucificado? Nosotros teníamos esperanzas que había de redimir a Israel resucitando de entre los muertos, y se pasa ya el día tercero de su muerte y no sabemos lo que ha hecho. Aunque unas mujeres de los nuestros nos han atemorizado, porque fueron muy de mañana al sepulcro y no hallaron el cuerpo de Jesús y afirman que vieron unos Ángeles que las dijeron cómo ya había resucitado. Y luego acudieron otros compañeros nuestros al sepulcro y vieron que era verdad lo que las mujeres contaron. Pero nosotros vamos a Emaús para esperar allí a ver en qué paran todas estas novedades.-

El Señor les respondió: Verdaderamente sois necios y tardos de corazón, pues no entendéis que convenía así, que padeciese Jesucristo todas esas penas y muerte tan afrentosa para entrar en su gloria. Y prosiguiendo el Divino Maestro, les declaró los misterios de su vida y muerte para la redención de la humanidad, comenzando por la la figura del cordero, que mandó sacrificar y comer Moisés, Profeta y Legislador rubricando los umbrales con su sangre; y lo que figuraba la muerte del sumo sacerdote Aarón, la muerte de Sansón por los amores de su esposa Dalila; y muchos salmos del Rey y Profeta David, donde profetizó en el concilio, la muerte y división de las vestiduras y que su cuerpo no vería la corrupción; lo que dijo la Sabiduría y más claro Isaías y Jeremías de su pasión, que parecería un leproso desfigurado, varón de dolores, que sería llevado como oveja al matadero, sin abrir su boca; y Zacarías, que le vio traspasado de muchas heridas; y otros lugares de los Profetas les dijo, que claramente dicen los misterios de su vida y muerte. Con la eficacia de este razonamiento fueron los discípulos poco a poco recibiendo el calor de la caridad y la luz de la fe que se les había eclipsado. Y cuando ya se acercaban al castillo de Emaús, el Divino Maestro les dio a entender pasaba adelante en su jornada, pero ellos le rogaron con instancia se quedase con ellos, porque ya era tarde.-
359

El Señor lo admitió, y convidado de los discípulos se reclinaron para cenar juntos, conforme la costumbre de los judíos. Tomó el Señor el pan y como también solía lo bendijo y partió, dándoles con el pan bendito el conocimiento infalible de que era su Redentor y Maestro. Y reconocieron al Señor, porque les abrió los ojos del alma, y al punto que los dejó ilustrados se les desapareció de la vista y no le vieron a ver más por entonces. Pero estos discípulos se quedaron admirados y llenos de gozo, confiriendo el fuego de caridad que sintieron, recordando lo que en el camino, les habló su Maestro y Señor y como les declaraba las Escrituras.-

Estos mismos discípulos, sin dilación se volvieron camino de Jerusalén ya de noche. Entraron en la casa donde se habían retirado los demás Apóstoles por temor de los judíos y los hallaron confiriendo las noticias que tenían de haber resucitado el Salvador y cómo ya se había aparecido a Pedro. Y a esto añadieron los dos discípulos todo cuanto en el camino les sucedió y cómo ellos le habían reconocido cuando Jesús les partió el pan en el castillo de Emaús.-

El Apóstol Tomás, estaba escuchando estos relatos, y aunque oyó a los dos discípulos y lo que Pedro confirmaba que también él había visto a su Maestro resucitado, con todo esto Tomás estuvo tardo y dudoso, sin dar crédito al testimonio de los discípulos, fuera de las mujeres. Y con algún despecho, efecto de su incredulidad, se salió y se fue de la compañía de los demás. Y en pequeño espacio, después que Tomás se había despedido y cerradas las puertas, el Señor se apareció a los demás. Y estando en medio de todos les dijo: Paz sea con vosotros. Yo soy, no tengáis temor.-

Con este repentino aparecimiento se turbaron los Apóstoles, temiendo si era espíritu o fantasma lo que estaban viendo, y el Señor les dijo: ¿De qué os turbáis y admitís tan varios pensamientos? Mirad mis pies y manos y conoced que yo soy vuestro Maestro. Tocad con vuestras manos mi cuerpo verdadero de carne y terrenal, que los espíritus no tienen carne ni huesos, como veis que yo si los tengo. Estaban tan turbados y confusos los Apóstoles que, viendo y tocando las manos llagadas del Salvador, aun no acababan de creer que era Él a quien hablaban y tocaban. Y el amantísimo Maestro, para asegurarlos más, les dijo: Dadme si tenéis algo de comer. Los Apóstoles le ofrecieron muy gozosos parte de un pez asado y de un panal de miel y comió parte de ello y lo demás lo repartió entre todos, diciendo: ¿No sabéis que todo lo que por mí ha pasado es lo mismo que lo que de mí estaba escrito por Moisés y por los Profetas, en los Salmos y en Escrituras Sagradas y que todo se debía cumplir así como estaba profetizado y escrito?.-

Y con estas palabras Jesús les abrió los sentidos, y le conocieron y entendieron las Escrituras que hablaban de su pasión, muerte y resurrección al tercero día. Y habiéndolos así ilustrado, les dijo otra vez: Paz sea con vosotros. Como me envió a mí mi Padre, así os envío yo para que enseñéis al mundo la verdad y conocimiento de Dios y de la vida eterna, predicando penitencia de los pecados y remisión de ellos en mi nombre. Y derramando en ellos su divino aliento o soplo, añadió y dijo: Recibid al Espíritu Santo, para que los pecados que perdonareis sean perdonados, y los que no perdonareis no lo sean. Predicaréis a todas las gentes, comenzando por Jerusalén. Y con esto desapareció el Señor, dejándolos consolados y asegurados en la fe, y con la potestad de perdonar los pecados. El Señor cuando se apareció y desapareció, de entre los Apóstoles, lo hizo con su cuerpo Espiritual, el cual esta lleno de luz y de resplandescencia, anulando en ese mismo instante de la transfiguración al cuerpo natural de la carne.-
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