El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 50ª Sección Pero a los humildes y pobres, que por esto merecieron ser primero evangelizados e ilustrados, habló el Salvador en aquellos diez meses, y con ellos hizo liberales misericordias en el reino de Judea, no sólo con la particular enseñanza y ocultos favores, sino con algunos milagros disimulados, con que le admitían por gran profeta y varón santo. Y con este reclamo despertó y movió los corazones de innumerables hombres para salir del pecado y buscar el reino de Dios, que ya se les acercaba con la predicación y Redención que luego quería Su Majestad obrar en el mundo entero.- María, seguía en Nazaret, donde conocía las ocupaciones de su Hijo y todas sus obras, por medio de la Divina luz, como por las noticias que le daban sus Ángeles, y siempre la asistían en forma visible, en la ausencia del Redentor. Y para imitarle en todo con plenitud, salió de su retiro al mismo tiempo que Cristo nuestro Salvador del desierto; y como Su Majestad, aunque no pudo crecer en el amor, le manifestó con mayor fervor después de vencido el demonio con el ayuno y todas las virtudes, así María, con nuevos aumentos que adquirió de gracia, salió más ardiente y oficiosa para imitar las obras de su Hijo santísimo en beneficio de la salvación humana y hacer de nuevo el oficio de precursora para manifestación del Salvador. Salió la divina Maestra de su casa de Nazaret a los lugares circunvecinos, acompañada de sus Ángeles, y con la plenitud de su sabiduría y con la potestad de Reina y Señora del Cielo y de las criaturas hizo grandes maravillas, aunque disimuladamente, al modo que obraba en Judea el Verbo humanizado.- María, dio la noticia de la venida del Mesías, sin manifestar quién era, enseñó a muchos el camino de la vida, sacándolos de pecado, María también arrojaba los demonios, ilustraba las tinieblas de los engañados e ignorantes, los prevenía para que admitiesen la Redención creyendo en su Autor; y entre estos beneficios espirituales hacía muchos corporales, sanando enfermos, consolando a los afligidos, visitando a los pobres y, aunque eran más frecuentes estas obras con las mujeres, también hizo muchas con los varones, que si eran despreciados y pobres no perdían estos socorros y felicidad de ser visitados por la Señora de los Ángeles y de todas las criaturas.- En estas salidas ocupó María, el mismo tiempo que su Hijo santísimo andaba en Judea y siempre le imitó en todas sus obras, hasta en andar a pie como Su Divina Majestad, y aunque algunas veces volvía a Nazaret luego continuaba sus peregrinaciones. Y en estos diez meses comió muy poco, porque de aquel manjar celestial que le envió su Hijo del desierto, quedó tan alimentada y confortada, que no sólo tuvo fuerzas para andar a pie por muchos lugares y caminos, sino también para no sentir tanto la necesidad de otro alimento.- Tuvo asimismo María, la noticia de que Juan Bautista estaba predicando y bautizando en las riberas del Río Jordán, y también le envió algunas veces muchos de sus Ángeles a que le consolasen y gratificasen la lealtad que mostraba a su Dios y Señor. Entre estas cosas padecía la amorosa Madre grandes delirios de amor con el natural y afecto que apetecía la vista y presencia de su Hijo santísimo, cuyo corazón estaba herido de aquellos divinos y castísimos clamores. Jesús vuelve en busca de Juan Bautista.- Jesús, a los diez meses después del ayuno, andaba por los pueblos de Judea obrando en secreto grandes maravillas, determinó manifestarse en el mundo, no porque antes hubiese hablado en oculto de la verdad que enseñaba, sino porque no se había declarado como el Mesías y Maestro de la vida, y llegaba ya el tiempo de hacerlo, como por la Sabiduría infinita estaba determinado. Para esto volvió Su Majestad a la presencia de su precursor, Juan Bautista, porque mediante su testimonio, que le tocaba de oficio darle al mundo, se comenzase a manifestar la luz en las tinieblas.- 246 Tuvo inteligencia Juan Bautista por revelación Divina de la venida del Salvador y que era tiempo de darse a conocer como Redentor del mundo y verdadero Hijo del Eterno Padre, y estando prevenido Juan Bautista con esta ilustración, vio a Jesús que venía hacia él y, exclamando con admirable júbilo de su espíritu en presencia de sus discípulos, dijo: Ecce Agnus Dei: Mirad al Cordero de Dios, éste es. Correspondió este testimonio y suponía, no sólo al otro que con las mismas palabras había dado otras veces el mismo precursor de Cristo, pero también a la doctrina que más en particular había enseñado a sus discípulos que asistían más a la enseñanza de Juan Bautista; y fue como decirles: Veis ahí al Cordero de Dios, de quien os he dado noticia, que ha venido a redimir el mundo y abrir el camino del cielo. Esta fue la última vez que vio Juan Bautista a Jesús por el orden natural, aunque por otro (sobrenatural) le vio en su muerte y tuvo su presencia.- Oyeron a Juan Bautista, dos de los primeros discípulos que con él estaban y, en virtud de su testimonio y de la luz y gracia que interiormente recibieron de Jesús, le fueron siguiendo, y convirtiéndose a ellos. Su Majestad amorosamente les preguntó qué buscaban y respondieron ellos que querían saber dónde tenía su morada; y con esto los llevó consigo y estuvieron con él aquel día, como lo refiere el Evangelista Juan. El uno de estos dos dice que era Andrés, hermano de Pedro, y no declara el nombre del otro, pero, según lo que he conocido, era el mismo Juan Evangelista, aunque no quiso declarar su nombre por su gran modestia. Pero él y Andrés fueron las primicias del apostolado en esta primera vocación, porque fueron los que primero siguieron al Salvador, sólo por testimonio exterior del Bautista, de quien eran discípulos.- Luego Andrés buscó a su hermano Simón y le dijo cómo había topado con el Mesías, que se llamaba Jesús, y le llevó a Él, y mirándole Su Majestad le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás, y te llamarás Pedro. Sucedió todo esto a las afueras de Judea, y determinó el Señor entrar al día siguiente en Galilea, y halló a Felipe y le llamó Jesús, diciéndole que le siguiese, y luego Felipe llamó a Nataniel y le dio cuenta de lo que le había sucedido y cómo habían hallado al Mesías que era Jesús de Nazaret y llevándolo a su presencia; y habiendo pasado con Nataniel, entró como discipulado de Jesucristo en el quinto lugar.- Con estos cinco discípulos, que fueron los primeros fundamentos para la fábrica de la nueva Iglesia Evangélica Cristiana, entró Jesús predicando y bautizando públicamente por la provincia de Galilea. Y ésta fue la primera vocación de estos Apóstoles, en cuyos corazones, desde que llegaron a su verdadero Maestro, encendió nueva luz y fuego del divino amor y los previno con bendiciones de dulzura. No es posible encarecer dignamente lo mucho que le costó a nuestro Divino Maestro la vocación y educación de éstos y de los demás discípulos para fundar la nueva Iglesia. Los Buscó con solicitud y grandes diligencias, los llamo con poderosos, y eficaces auxilios de su gracia, los ilustró e iluminó sus corazones con dones y favores incomparables, los admitió con admirable clemencia, los crió con tan dulcísima leche de su doctrina, los sufrió con invencible paciencia, los acarició como amantísimo padre a hijos tiernos y pequeñuelos. Y como la naturaleza es torpe y ruda para las materias altas, espirituales y delicadas del interior, en que no sólo habían de ser perfectos discípulos sino consumados maestros del mundo y de la nueva Iglesia Evangélica Cristiana. Venía a ser grande la obra para formarlos y pasarlos del estado terrenal al Celestial y Divino, a donde los levantaba con su doctrina y ejemplo. Altísima enseñanza de paciencia, mansedumbre y caridad y justicia dejó Su Majestad en esta obra para los prelados, príncipes y cabezas que gobiernan súbditos, de lo que deben hacer con ellos. Y no fue menor la confianza que nos dio a los pecadores de su paternal clemencia, pues no se acabó en los apóstoles y discípulos sufriendo sus faltas y menguas, sus inclinaciones y pasiones naturales, antes bien se estrenó en ellos con tanta fuerza y admiración para que nosotros levantemos el corazón y no desmayemos entre las innumerables imperfecciones de nuestra condición terrenal y frágil humanidad.- 247 Todas las obras y maravillas que Jesús hacía en la vocación de los Apóstoles y discípulos y en la predicación, lo conocía su Madre María. Y luego daba gracias al Eterno Padre por los primeros discípulos y en su espíritu los reconocía y admitía por hijos espirituales, como lo eran de Jesús, y los ofrecía a Su Majestad Divina con nuevos cánticos de alabanza y júbilo de su espíritu. Y en esta ocasión de los primeros discípulos tuvo una visión particular, en que le manifestó el Altísimo de nuevo la determinación de su voluntad santa y eterna sobre la disposición de la redención humana y el modo como se había de comenzar y ejecutar por la predicación de su Hijo santísimo, y el Señor le dijo a María: Hija mía y paloma mía escogida entre millares, necesario es que acompañes y asistas a mi Unigénito y tuyo en los trabajos que ha de padecer en la obra de la redención humana. Ya llega el tiempo de su aflicción y de abrir yo por este medio los archivos de mi sabiduría y bondad, para enriquecer a los hombres con mis tesoros. Por medio de su Reparador y Maestro quiero redimirlos de la servidumbre del pecado y del demonio, y derramar la abundancia de mi gracia y dones sobre todos los corazones de los mortales que se dispusieren para conocer a mi Hijo humanizado y seguirle como cabeza y guía de sus caminos para la eterna felicidad que les tengo preparada. Quiero levantar del polvo, enriquecer a los pobres, derribar los soberbios, ensalzar a los humildes, alumbrar a los ciegos en las tinieblas de la muerte, y quiero engrandecer a mis amigos y escogidos y dar a conocer mi grande y santo nombre. Y en la ejecución de esta mi santa voluntad eterna quiero que tú, electa y querida mía, cooperes con tu amado Hijo y le acompañes, sigas y le imites, que yo seré contigo en todo lo que hagas.- Respondiendo María dijo: Rey supremo de todo el Universo, de cuya mano reciben todas las criaturas el ser y la conservación, aunque este vil gusanillo sea polvo y ceniza, hablaré por Vuestra dignación Divina en Vuestra real presencia. Recibid, pues, oh altísimo Señor y Dios eterno, el corazón de vuestra sierva, que aparejado ofrezco para el cumplimiento de vuestro beneplácito. Recibid el sacrificio y holocausto, no sólo de mis labios, sino de lo más íntimo de mi alma, para obedecer al orden de vuestra eterna sabiduría que manifestáis a vuestra esclava. Aquí estoy postrada ante vuestra presencia y majestad suprema, hágase en mí enteramente vuestra voluntad y gusto. Pero si fuera posible, oh poder infinito, que yo muriera y padeciera, o para morir con vuestro Hijo y mío o para excusarle de la muerte, éste fuera el cumplimiento de todos mis deseos y la plenitud de mi gozo, y que la espada de vuestra justicia hiciera en mí la herida, pues fui más inmediata a la culpa. Su Majestad es impecable por naturaleza y por los dones de su Divinidad. Conozco, Rey justísimo, que siendo Vos el ofendido por la injuria de la culpa, pide Vuestra equidad satisfacción de persona igual a Vuestra Majestad, y todas las puras criaturas distan infinito de esta dignidad. Pero también es verdad que cualquiera de las obras de vuestro Unigénito humanizado es sobreabundante para la Redención, y Su Majestad ha obrado muchas por los hombres. Y si con esto es posible que yo muera porque su vida de inestimable precio no se pierda, preparada estoy para morir; y si vuestro decreto es inmutable, concededme, Padre y Dios altísimo, si es posible, que yo emplee mi vida con la suya. En esto admitiré Vuestra obediencia, como la admito en lo que me mandáis que le acompañe y siga en sus trabajos. Asístame el poder de vuestra mano para que yo acierte a imitarle y cumplir vuestro beneplácito y mi deseo.- 248 Con esta disposición salió María de la visión, y el Altísimo mandó de nuevo a los Ángeles que le asistían la gobernasen y sirviesen en lo que había de obrar, y ellos lo ejecutaron como fidelísimos ministros del Señor, y la asistían de ordinario en forma visible, acompañándola en todas partes y sirviéndola.- Jesús, regresa a Nazaret con cinco discípulos.- Jesús, mientras caminaba con los cinco Discípulos dirección a Nazaret, les informaba las verdades y misterios que tocaban a su divinidad y humanidad santísima. Y dándose a conocer por el verdadero Mesías y Redentor del mundo, les decía, que por nuestra salvación Él había bajado del seno del Padre para tomar carne humana, era necesario y consiguiente les declarase el modo de su Encarnación en el vientre virginal de su Madre y convenía que la conociesen y venerasen por verdadera Madre y Virgen, a estos Apóstoles, les dio noticia de este divino misterio entre los demás que tocaban a la unión hipostática y redención. Y con este catecismo y doctrina Celestial fueron alimentados estos nuevos hijos primogénitos del Salvador. Antes de que llegasen a la presencia de su Madre María. Concibieron de ella divinas excelencias, sabiendo que era virgen antes del parto, en el parto y después del parto, y les infundió Jesucristo una profundísima reverencia y amor, con que deseaban desde luego llegar a verla y conocer tan divina criatura.- Y esto hizo el Señor, como quien celaba tanto la honra de su Madre y por lo que a los mismos discípulos les importaba tenerla en tan alto concepto y veneración. Y aunque todos, en este favor quedaron divinamente ilustrados, quien más se señaló en este amor fue Juan Evangelista, y desde que oyó a su Divino Maestro hablar de la dignidad y excelencia de su Madre purísima, fue creciendo en el aprecio y estimación de su santidad, como quien era señalado y prevenido para gozar de mayores privilegios en el servicio de su Reina.- Pidieron estos cinco primeros discípulos al Señor que les diese aquel consuelo de ver a su Madre y reverenciarla, y concediéndoles esta petición caminó vía recta a Nazaret después que entró en Galilea, aunque siempre fue predicando y enseñando en público, declarándose por Maestro de la verdad y de la vida eterna. Y muchos comenzaron a oírle y acompañarle, llevados de la fuerza de su doctrina y de la luz y gracia que derramaba en los corazones que le admitían, aunque no llamó por entonces a su séquito más que a los cinco discípulos que llevaba. Y es digno de advertencia que, con haber sido tan ardiente la devoción que éstos concibieron con la divina Señora y tan manifiesta para ellos la dignidad que tenía entre las criaturas, con todo eso todos callaron su concepto y, para no publicar lo que sentían y conocían, eran como mudos e ignorantes de tantos misterios, disponiéndolo así la Sabiduría del cielo, porque entonces no convenía esta FE en el principio de la predicación de Cristo, ni hacerla común entre los hombres.- 249 Nacía entonces el Sol de Justicia a las almas y era necesario que su resplandor se extendiese por todas las naciones, y aunque la luna de su Madre santísima estaba en el lleno de toda santidad, era conveniente que se reservase oculta para lucir en la noche que dejaría en la Iglesia la ausencia de este Sol que es Jesús, cuando subiese al Padre.- Y todo sucedió así, que entonces resplandeció la gran Señora, sólo se manifestó su santidad y excelencia a los Apóstoles, para que la conociesen y venerasen y la oyesen como a digna Madre del Redentor del mundo y Maestra de toda la virtud y de la santidad.- Prosiguió Jesús, su camino a Nazaret, informando a sus nuevos hijos y discípulos, no sólo en los misterios de la FE, sino en todas las virtudes, con doctrina y con ejemplo, como lo hizo en todo el tiempo de su predicación evangélica. Y para esto visitaba a los pobres y afligidos, consolaba a los tristes y enfermos, en los hospitales y en las cárceles, y con todos hacía obras admirables de misericordia en los cuerpos y en las almas, aunque no se declaró por autor de ningún milagro hasta las bodas de Cana.- Al mismo tiempo que Jesús hacía este viaje, estaba su Madre previniéndose para recibirle con los discípulos que Su Majestad llevaba; porque de todo tuvo noticia la gran Señora, y para todos hizo hospicio, aliñó su pobre morada y previno solicitando, la comida necesaria, porque en todo era prudentísima y advertida.- Llegó a su casa el Salvador del mundo, y la María le aguardaba en la puerta, donde entrando Su Majestad a ella se postró en tierra y le adoró besándole el pie y después la mano, pidiéndole la bendición. Y luego hizo una confesión a la santísima Trinidad, altísima y admirable, y a la humanidad, y todo en presencia de los nuevos discípulos; no sin gran misterio y prudencia de la soberana Reina, porque, a más de dar a su Hijo santísimo el culto y adoración que se le debía como verdadero Dios y hombre, le dio también el retorno de la honra con que le había engrandecido antes con los apóstoles o discípulos; y así como el mismo Hijo estando ausente les había enseñado la dignidad de su Madre y la veneración con que debían tratarla y respetarla, así también la prudentísima y fidelísima Madre en presencia del mismo Hijo quiso enseñar a sus discípulos el modo y veneración con que habían de tratar a su divino Maestro, como a su Dios y Redentor.- Y así fue que las acciones de tan profunda humildad y culto, con que la gran Señora trató y recibió a Cristo como Salvador, infundió en los discípulos nueva admiración, devoción y reverencial temor con el divino Maestro, y para adelante les sirvió de ejemplar y dechado de religión; con que vino a ser María santísima desde luego Maestra y Madre espiritual de los discípulos de Cristo, en la materia más importante del trato familiar con su Dios y Redentor.- Con este ejemplo los nuevos discípulos quedaron más devotos de su Reina y luego se pusieron de rodillas en su presencia y la pidieron los recibiese por hijos y por esclavos suyos. Y el primero que hizo este ofrecimiento y reverencia fue Juan Evangelista, que desde entonces en la estimación y veneración de María santísima se aventajó a todos los Apóstoles, y la divina Señora le admitió con especial caridad, porque el Juan, era apacible, manso y humilde, a más del don de su virginidad.- 250 |