VOCABULARIO DEL BIERZO-2 BOCADITOS MORFOLÓGICOS EN SALSA SINTÁCTICA En el lenguaje cotidiano de un habitante de Ponferrada, de Villafranca, de Trabadelo o de Vega de Valcarce en conversación con sus paisanos, otra cosa es si el interlocutor es forastero, fluyen giros y expresiones de la máxima variedad, cada una de las cuales requeriría un estudio exhaustivo. ¿E logo? ¿Y luego? Expresión de evidencia, ¡pues claro!. Primero se castellaniza la frase y después se galleguiza y todo queda tan rotundo como el of course inglés. Las formas dialectales, o simplemente las degeneraciones formales debidas al mal uso ancestral, son frecuentes en el uso del artículo y el pronombre: la mía casiña, o meu irmao (o irmán); as pontes da Veiga, as fontes d’o río; también los tiempos y los modos de los verbos, ya terminemos, por ya terminamos; vay tu, por vete tu; quitaivos de ahí, por quitaros de ahí; en los verbos irregulares apenas queda títere con cabeza, del verbo haber, por ejemplo, ti abedes, haiga, haigamos, haigan; de tener, tien, tienga, toviera, toviesen, tiña; el verbo ser es el que más modificaciones presenta en el dialecto leonés: ti sos, tu eres, li ye, él es, fuste, foron, fuiste, fueron; fuéranos o fuésenos, semos, sedes o seades; también en el verbo ir, eu fun, yo fui; nos imos, nosotros fuimos; vay, vaiga, vedes, irvos o vaigan, ve, vaya, iros o vayan. Cuidado filliños, no vos manquedes, recomendaba la abuela a los nietos que emprendían su viaje de luna de miel. Ella no se refería, aunque también, a los peligros físicos inherentes a la práctica desenfrenada del sexo. Se refería, sobre todo a los desconocidos riesgos que habían de acecharles en los territorios espectrales, atavismo ancestral, que recorrerían. ¡Vaiche boa! Lugo y León también se unen, y se funden, por el leonés extremo noroccidental en la Sierra de los Ancares. Doiras y Balboa son dos perlas, lucense y leonesa respectivamente, de brillos opacos con reflejos notables también lingüísticos. Aquí el lenguaje fluye de los pinceles de Cristina Cerezales ¿o Cereisais? Laforet (¿por qué, doña Carmen, escondiste tu pluma de forma tan prematura?) para plasmar las brumas, las nieblas y las nieves de los Ancares, en donde el habla de las gentes se interpenetra como los orbitales moleculares en el trasiego de los montes y en el devenir de las gentes. A un suspiro, o dos, porque la subida corta la respiración, de Balboa se encuentra Cantejeira. Y allí la palloza de Cantejeira. La palloza de Cantejeira es uno de esos lugares, muchos hay en el mundo, de muy difícil establecimiento de una descripción precisa. Digamos inicialmente, por el extremo más alejado de la realidad, que es la sala de exposiciones en la que Cristina Cerezales dio a conocer al mundo artístico su colección de pinturas sobre Los Ancares (dados los orígenes y trayectoria de la artista es irrelevante que su colección se diera a conocer y se difundiera también en otros lugares menos exclusivos). No sólo es un eventual y muy selectivo recinto para la exhibición de todo tipo de objetos, especialmente los genuinos bercianos. Es un lugar casi inaccesible, para un minusválido es una locura el simple hecho de pensar en acceder. Pero se accede. La palloza de Cantejeira no es una vivienda unifamiliar celta como las del Cebreiro que son circulares y de reducida dimensión, concebidas en su día como alojamiento de toda una familia, con el ganado incluido, con todos los elementos de un austero confort escrupulosamente contemplados. La de Cantajeira podría acoger a todo un pequeño municipio. Puede ejercer de colmado, de hostería, de venta rural, de discoteca ... de sala de exposiciones y exhibe las facetas más brillantes de un diamante perdido en un perdido remoto lugar, que merece la pena conocer y visitar. Doiras es de Lugo, de lujo, si atendemos a la fricante fonética gallega. Fonética aparte, Doiras es un lujo de lugar. Desde el río, en el que aún hay truchas, celosamente protegidas por la guardia civil, hasta el castillo, pequeñito pero muy bello; desde el núcleo urbano hasta la aldea de Villarrello de la Iglesia, a donde se llega por un difícil sendero cuesta arriba, la vista compensa de las posibles incomodidades del camino. Aquí el habla oficial es el gallego, el gallego lucense, pero nadie le distingue del berciano en una conversación entre paisanos de Doiras y de Balboa. |