VOCABULARIO DEL BIERZO-3 ALGO MÁS DE COSTUMBRISMO A finales de julio en Vega de Valcarce La Magdalena, en septiembre La Encina en Ponferrada y El Cristo en Villafranca. A lo largo del año pero sobre todo en los meses de verano fiestas en El Bierzo, como ocurre en todo el país. Son fiestas como las de cualquier parte, con música, comida, bebida y demostraciones del alegre talante del ciudadano normal. Naturalmente, cada lugar tiene sus peculiaridades; y las de Vega de Valcarce, como en muchos enclaves del resto de la región, tienen fuertes matices. En el programa de festejos se pueden apreciar claras tendencias latentes en la localidad y aledaños. La orquesta destinada a amenizar los bailes es de Becerreá o de As Nogais y la banda que despertará al vecindario con dianas floreadas es una banda de gaiteros. En la feria, en el mercadillo que en todas partes se monta, uno de los números fuertes, posiblemente el número estrella, lo constituyen las pulpeiras, divinas musas que animan tanto los ánimos creativos como los jugos gástricos del público regocijado con la esencia de la ambrosía galaica, el pulpo a feira. Desde muy temprano cada día, pequeñas columnas de humo y vapor se elevan desde los grandes recipientes de cobre en los que durante horas se cuecen los enormes pulpos enteros que alcanzarán su punto hacia el mediodía, cuando el público expectante esté ya aglomerado alrededor de cada puesto. Con profesional habilidad y la sonrisa de complacencia de quien se siente anhelado protagonista las pulpeiras van extrayendo el pulpo cocido y cortando sus tentáculos en finas rodajas sobre platos de madera; un puñadito de sal marina, pimentón, un chorro de aceite de oliva y ya está preparado el bocado de dioses que ansiosamente degusta la multitud satisfecha. Desde Piedrafita del Cebrero, Lugo, hasta Ponferrada, León, cada mes del año circula “la feria”. Esta feria itinerante, con fechas prefijadas para cada localidad, siempre, mes tras mes y año tras año, se nutre de un cuerpo fijo de feriantes que realiza el recorrido completo de la feria y que consta, entre otros muchos integrantes, de vendedores de saldos de humildes ropas, de ajuar doméstico de ínfima categoría o de sublime artesanía, de alimentos no perecederos envasados, de licores y entre ellos el orujo de ignotos orígenes y, desde luego, las inefables pulpeiras, verdaderas expendedoras de ambrosía. Además, a cada lugar acuden elementos locales que aportan fundamentalmente hortalizas recién arrancadas de su huerta familiar y fruta de sus árboles, embutidos también de elaboración en gran parte doméstica y animales vivos, pollos, gallinas, conejos o cochinillos para el pronto consumo, en la cocina doméstica o en la del refectorio público. ¿Y, estas gentes, en qué hablan? Pues hablan berciano, es decir, castellano ligeramente galleguizado, con un amplísimo vocabulario propio, versátil y cambiante según las zonas, y nutrido del castellano, del gallego, del bable y de la babel que es el Camino de Santiago. |