Santiago del Campo - Caceres

PASADO Y PRESENTE
Desde mi ventana, se vislumbra la soledad y tristeza que ocasiona esta pandemia del Covid 19. Que nos ha limitado la libertad. Y han muerto muchas personas. Gente que tenían ilusiones, y con quien compartir vida y anhelos. Estas personas habían oído hablar de un país lejano como es China. No pensaron nunca que una pestilencia parecida a la peste del medievo, se presentaría en unas semanas sin llamar siquiera a la puerta para acabar con sus vidas.
En mi infancia; las cosas no solían ocurrir así. Los virus de esa época, se entiende, vivían en paz sin dar guerra. Por lo que he leído de un prestigioso virólogo. Y tiene sentido. ¿Que ha cambiado? La industrialización, la masificación en las ciudades. ¿Acaso no llegó Vd a ver un foso enorme que los chinos abrieron. Luego llenaban de cerdos, miles de ellos. Y todo por si acaso eran la razón de la pandemía. Con anteriores coronavirus, habían sacrificado ya millones de pollos.
Los que hemos vivido mucho, sabemos que pueden darnos un susto el día menos pensado. De hecho el año 81.sería testigo directo de la aparición del HIV. Síndrome de inmuno deficiencia adquirida. Conocido como sida. Durante mi larga experiencia como sanitario en un hospital. Han pasado años y la vacuna (para este caso concreto) sigue sin aparecer. Por suerte los antivirales si le hicieron doblar las rodillas al HIV. No así en el tercer mundo donde sigue causando estragos. ---------------------------

Si hubiese sido dueño de mi destino; jamás habría escogido estas fechas para aparecer en escena. Esto fue un mes de febrero de 1936. En una España atrasada, enfrentada entre si. Por un ideal que hoy ha perdido sentido. Terminó después de varios centenares de miles de muertos. Todo quedó en la más absoluta de las ruinas. Ese era el escenario en el que nos movíamos. .
El hambre y las enfermedades hacían estragos. La medicina ausente,en todos los sentidos
Lógico que la gente recurriera a los chamanes curanderos. Un dato: el llamado “dolor miserere”
de los antiguos; ya eran conscientes del pronostico fatal. La apendicetomía. Tenia solución quirúrgica. En un ambiente rural donde el atraso se manifestaba con toda crudeza. De poco servia. Casi siempre se llegaba tarde. Y aunque el tiempo pasó aun puedo recordar a alguna de esas victimas; del atraso secular, la incultura la explotación inmisericorde. De mirar para otro lado si un niño llora por un mendrugo de pan. Ante la impotencia de una madre para socorrerle. Así eramos
ese 1940. Con la excepción de quienes compartían su escasa ración con un pequeño de mirada triste
y famélica. En el 48, estaba ya ganándome el pan en un cortijo. Donde fui a cuidar ganado. Allí recibían el ABC por correo. Un periódico monárquico conservador. Con su loa a los discursos siempre en negrita del Caudillo. Cuando ya lo habían leído y lo perdían de vista los amos. Era el momento de apropiarme de él sin que lo notaran.
Ese día me sentía feliz. El canto de la alondra o calandria que solía revolotear por encima de mí en días soleados con una 'calma chicha', y sólo el ruido apagado de una abeja en su vuelo de flor en flor. Nada conseguía distraerme de mi lectura. Ya lejos del cortijo el ganado pastando, la brisa saturada de aromas en un ambiente paradisíaco y bucólico.
Habría la página y buscaba al cronista madrileño que tenía su columna diaria. “Madrid al día” ya tenía donde sumergirme y que nada me interrumpiera. Porque en ese momento estaba inmerso en lo que acontecía en la capital del reino. Me aprendí las calles de Madrid como un madrileño más. Hasta el año 54. no fui por allí, ya con 18 años, pero diría que ya me era familiar. Hasta que en los años sesenta me convertí en un urbanita completo. Por mi trabajo. Y lo que es la vida. Luego tanto asfalto me causaría hastío. De hecho escribo desde Extremadura procurando soslayar la gran urbe siempre que puedo.
Y paradojas de la vida, siento una explicable nostalgia por los espacios abiertos, la música
callada de la naturaleza, la paz la soledad en las quietas tardes de primavera. Quizá porque mi vida laboral transcurrió en lugares cerrados. Tengo la añoranza de los grande espacios, los horizontes infinitos en contacto con la naturaleza. Sigo con curiosidad lo vulnerables que somos y me preocupa. Hoy confinados, no podemos disfrutar de la florida y exuberante primavera que hace mucho no se veía. Emilio Rey

Me a gustado tu escrito Emirey
SALUDOS Y SALUD

Siento no poder tener una charla contigo pero me han impedido publicar sin causa aperente. Y lo malo es que no se aquien recurrir. no hay forma de razonar Nos vemos "Fuentemingo"