Santiago del Campo - Caceres

Recordando aquellas eras,
ya no se extienden las parvas,
ya no se usan los bieldos,
no se aventean las granzas.

No se martillea en las fraguas,
sobre la bigornia amada,
ya no se aguzan las rejas,
para la otoñal arada.

Ya no estan los zapateros,
yo recuerdo a tio Damian,
tambien recuerdo a sus hijos,
Manolo y tambien German.

Me acuerdo de las hueveras,
esas mujeres valientes,
que recorrian los caminos,
con encargos de las gentes.

En la vieja barbería,
los hombres ya no se rapan,
las sillas estan vacias,
ya no existen las igualas.

No se ponen inyecciones,
ni se venden cataplasmas,
ni se aplican sanguijuelas,
"pa" los dolores del alma.

Ya no estan los carpinteros,
por mi pensamiento pasan,
que con la madera hacian,
maravillas "pa" las casas.

El alguacil no pregona,
con la trompeta en la plaza,
ni que el tio capador,
viene a capar a las guarras.

Ya no queda ningun sastre,
recuerdo con emoción,
cuando me hicieron mi traje,
de primera comunión.

Las taramas consumidas,
por el fuego de las llamas,
no calientan los pucheros,
ni se orean las matanzas.

Ya no vamos a la escuela,
con catones y pizarras,
recuerdo a Don Emiliano,
el maestro de mi infancia.

Tambien habia barqueros,
aún lo tengo en la sesera,
tio Arcadio tenía una barca,
en la charca de la era.

Ya no giran las peonas,
de su cuerda desliadas,
las tirabamos con fuerza,
"pa" ver como repiaban.

Ya no se escoban las calles,
ni se faldiegan las casas,
no se limpian albañales,
en la lumbre ya no hay brasas.

Ya se acabaron los tutes,
garrafinas y subastas,
botellinas de pistolas,
que los mozos se jugaban.

Ya se acabaron los cuentos,
que los mayores contaban,
unos, que eran verdaderos,
y otros, que se inventaban.

Ahora con ordenadores,
móviles, y otros objetos,
nos cuentan cuentos mejores,
nuestros admirados nietos.

Excelente Luis, excelente.