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Carcarosa - Asturias

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España > Asturias > Carcarosa (Mieres)
07-11-11 16:20 #9065018
Por:Jose Manuel Z.L

Cosas dormidas 1º
Titulo LA VOZ DORMIDA...

Autora DULCE CHACON....

Un pequeño resumen:

La guerra no acabo para todos el mismo dia.
El dia 1 de abril de 1939 las tropas nacionales rindieron al ejercito republicano, pero durante los años posteriores, el Estado llevo a cabo otra guerra mas sordida y callada con la que intentaba extirpar del pais los ultimos jirones maltrechos del alma republicano. Entre los represaliados a los que se intento aniquilar fisica y moralmente se encontraban centenares de mujeres que lo habian perdido todo y que debian aprender a vivir con la certeza de que los ideales por los que tantos habian muerto ya no iban a realizarse jamas.
Mujeres como Hortensia, que primero fue miliciana, para luego coger el fusil y echasrse al monte con su hombre, y que ahora solo tiene un cuaderno azul para escatimar recuerdos a una muerte cercana. Mujeres como la Reme, una simpatizante republicana en un pueblo de falangistas; o como Pepita, que parten de la absoluta inconsciencia politica para, atrapadas por las circunstancias y a pesar del terror, acabar tomando parte activa en la resistencia.
Ellas y tantas otras penan el atrevimiento hacinadas en la carcel de Ventas en Madrid, aferradas tras el naufragio a la tabla salvadora de la dignidad. Y a pesar de la impotencia, ninguna de las reclusas llora, llorar significa mostrar que duele y ninguna quiere dar esa satisfaccion.


Dulce Chacon da voz al silencio de tantas mujeres que fueron recluidas, torturadas y ejecutadas tras el fin de una guerra cuyo terrible eco tardo demasiados decenios en extinguirse. Mujeres que se enfrentaron a la humillacion y al dolor con las unicas armas a su alcance: el corage y la solidaridad. Una voz que dormia esperando ser arrancada de la desmemoria, enhebrando al unisono historia y literatura.
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08-11-11 16:47 #9071194 -> 9065018
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenia los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Solo cuando la risa le llenaba la boca, se le escapaba un hay madre mia de mi vida que aun no habia aprendido a controlar, y lo repetia casi a gritos sujetandose el vientre. Se pasaba fran parte del dia escribiendo en un cuaderno azul. Llevaba el cabello largo, anudado en una trenza que le recorria la espalda, y estaba embarazada de ocho meses.
Ya se habia acstunbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se habia acostumbrado. Y habia aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo mas hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones. Y tenia hambre, y frio, y le dolian las rodillas, pero no podia parar de reir.
Reia.
Reia porque Elvira, la mas pequeña de sus compañeras,habia rellenado un guante con garbanzos para hacer la cabeza de un titere, y el peso le impedia manipularlo. Pero no se rendia. Sus dedos diminutos luchaban con el guante de lana, y su voz, aflautada para la ocasion acompañaba la pantomina para ahuyentar el miedo.
El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia, el miedo de las mujeres que compartian la costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. El miedo en sus ojos huidizos, para no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo tambien, en los ojos de sus familiares.
Era dia de visita.
La mujer que iba a morir no sabia que iba a morir.
El muñeco de Elvira vuelve a ser guante en su mano derecha. Hortensia lo contempla, sin dejar de acariciarse el vientre y procurando que Elvira no advierta su mirada. Un guante. Un solo guante, un guante diminuto tejido por las manos amorosas de una madre puede convertirse en desconsuelo si no se anda con percaucion, si la cautela deja de ser compañera de viaje por un descuido, por un instante, el tiempo suficiente para que un rostro se vuelva, para que unos ojos vean lo que hubiera sido mejor que no vieran.
Hortensia se encontraba junto a Elvira en el locutorio, una habitacion con un pasillo central flanqueado por vallas tupidas y metalicas. Por el interior del pasillo caminaba una funcionaria vigilando a las internas y a sus familiares. A Elvira la visitaba su abuelo y a Hortensia su hermana, Pepa. Ninguno de los cuatro acertaba a oir nada. Hortensia gesticulaba para que su hermana supiera que su embarazo no le causaba molestias. Articulaba las palabras precisas, una a una, las justas, despacio, para que Pepa llevara a su marido muchos besos de su parte. Y se abrazaba a si misma para enviarle un abrazo.
La algarabia de los visitantes no permitia que Hortensia oyera lo que su hermana se afanaba en decirle. A gritos, Pepa intentaba ponerla al corriente de que aun no habian fijado la fecha de su juicio.
Que todavia no se sabe cuando saldra el juicio.
¿Que?.
El juicio, que no se sabe nada.
Hortensia se agarro a la alambrada que cercaba el pasillo que la separaba de Pepa. Pepa se agarro a la alambrada de enfrente para acercarse mas a ella; fue entonces cuando ambas vieron a la guardiana que recorria el pasillo girar la cabeza, y detener su mirada en el guante de Elvira.
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09-11-11 17:03 #9077858 -> 9071194
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Los garbanzos de la cabeza del titere aun estaban manchados de sangre. Elvira deshizo el muñeco ante los ojos sorprendidos de su abuelo, que observaba desde el otro lado del pasillo. Alzo el guante. La guardiana paso de largo, suponiendo que la joven divertia a su abuelo con un juego y continuo recorriendo el pasillo con paso firme y las manos enlazadas a la espalda. Cuando la funcionaria estuvo suficientemente alejada de ella, Elvira saco los garbanzos manchados de sangre y se señalo las rodillas.
La distancia y la penumbra impidieron que el anciano viera las heridas de su nieta, aun abiertas.
La guardiana se detiene en seco. Gira la cabeza. Endurece el gesto. Grita: ¡Elvira, atras! Reanuda la marcha lentamente y se dirige hacia Elvira apretando los labios en un mohin disfrazado de sonrisa. Retuerce los dedos sin retirar las manos de la espalda y vuelve a gritar:
¡Elvira, atras!
Elvira da un paso hacia atras, justo cuando la guardiana golpea la alambrada con su palma izquierda, a la altura del rostro de Elvira.
La visita ha terminado para usted. Retirese a su galeria y espereme alli.
Y añade, sin gritar, dirigiendose al abuelo de Elvira:
Marchese.
El anciano mira a la mujer que tiene al lado, a la hermana de la que va a morir, a Pepa. La interroga con los ojos, pero no pregunta que ha pasado, porque es mejor no hacer preguntas.
Vayase, abuelo, la visita ha terminado para su nieta y para usted.
Elvira guarda los garbanzos en el bolsillo, se enfunda el guante en su diminuta mano y la esconde tambien en el bolsillo, reprimiendo el deseo de agitarla para despedir a su abuelo. Tampoco el anciano se atreve a despedirse de ella. La mira. Y se da la vuelta. Se abre paso entre los familiares, que continuan gritando mientras se empujan unos a otros para ocupar el espacio que ha dejado libre junto a la valla metalica. Y se marcha sin haber comprendido nada.
Nada. En absoluto.
No habia nevado. Las mujeres formaban corros en el patio para sumar sus tibiezas, para reunir entre ellas un poco de calor. Poco. Atisbaban el cielo, con el deseo de que la nieve cayera. Si nieva, templa, insistia Reme, la mayor del grupo, mientras Tomasa, una extremeña de piel cetrina y ojos rasgados, la miraba incredula.
Que templa, te lo digo yo.
Que sabras.
Lo se,porque mi hijo vive en Leon, y me lo cuenta.
Ademas, el año pasado cuando nevo, templo.
Ya se vera.
Tres dias llevaban mirando al cielo.
¿Y que hace tu hijo en Leon?
Esta en la mina.
¿Y ha visto el mar?.
Si en Leon no hay mar.
Ah.
Pero un dia vio a la Pasionaria.
¡Anda ya!
Reme entretenia sus dedos peinando a Hortensia, haciendo y deshaciendo su trenza una y otra vez.
Yo tenia asin de largo el pelo. Y asin de negro.
¿De verdad que tu hijo vio a la Pasionaria?
De lejos, pero la vio.
Tres dias estuvieron mirando al cielo. Y tres dias estuvo Elvira sin poder verlo. Los tres dias que permanecio recluida en la celda de castigo por haber intentado explicarle a su abuelo que soporto el dolor en los interrogatorios, incada de rodillas sobre los garbanzos, sin despegar los labios, sin contestar una sola pregunta, sin desvelar la identidad de su hermano Paulino.
Y ahora, arrellanada en un rincon del patio, despues de haberse negado a compartir el corro de Tomasa, Reme y Hortensia intentan mitigar el frio, Elvira se acaricia las mejillas con los guantes que le habia tejido su madre.
Y comenzo a toser.
Elvira se ha puesto mala.
Tiene calentura desde que salio del <<cubo>>.
Habra que avisar a la guardia civila.
Para el caso que te va a hacer.
Reme dejo de anudar la trenza de Hortensia.
Yo voy a ir.
Pues ve, ya volveras.
Cuidado que eres refunfuñona, Tomasa. Unicamente sabes refunfuñar que refunfuñar. Refunfuñar unicamente, carajo.
Tomasa puso en jarras los brazos bajo su toca de lana y se le encaro:
¿Y que otro carajo se puede hacer aqui?
Las discusiones entre Tomasa y Reme nunca duraban mucho. Antes de que ambas se acaloraran, mediaba Hortensia entre ellas y las calmaba sin mucha dificultad. Pero en esta ocasion, Hortensia no las escuchaba siquiera. Porque toda su atencion se concentra en Elvira. La contempla, procurando que Elvira no advierta su mirada.
Hortensia ha dejado de acariciarse el vientre. Se sujeta los riñones mientras camina hacia el rincon donde Elvira desliza por sus mejillas los guantes que le hizo su madre poco antes de morir.
Y Elvira tirita.
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10-11-11 16:58 #9084027 -> 9077858
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
La fiebre no es mas que otra forma de delirio. Delirar es soñar. Y soñar es sintirse lejos. Soñar es estar de nuevo en casa. Lejos. Huele a mandarinas. Elvira esta en casa. Y le fascina la musica que escucha en la radio.
Ojos verdes, verdes como la albahaca...
A Elvira le apasiona Miguel de Molina, Celia Gamez, y la zarzuela, tambien le gusta mucho la zarzuela, y Antoñita Colome y doña Concha Piquer. A ella le gustaria ser cantante y que los maestros Valverde, Leon y Quiroga le compusieran unos ojos verdes solo para ella, con brillo de faca.
....y el verde, verde limon.
Pero su padre a prohibido terminantemente a su madre que aliente las fantasias de la niña. Y su madre, doña Martina, apaga la radio en cuanto siente llegar a su marido. Ella no cree que las canciones sean obscenas, aun asi, apaga el arradio para que el no se enfade.
Mama.
Doña Martina ha apagado el arradio. Y Reme regresa para decir que no hay sitio en la enfermeria, que la guardiana le ha dicho que la enfermeria esta llena.
Y que no tiene entrañas, ha dicho:
Esa guardia vivila no tiene entrañas en las entrañas.
La extremeña de piel cetrina expresa un -ya te lo dije- sin pronunciar palabra, bajando a la vez la barbilla y las pestañas al tiempo que tuerce los labios, bien apretados. No ha permitido que Hortensia se acerque al petate de Elvira, por temor a un mal parto si llega a contagiarse.
No te arrimes, no vaya a ser, que ya tenemos bastamte con lo que tenemos de sobra.
Y continua aplicando paños de agua fria en la frente que arde, en los brazos que arden, y en la nuca y en el cuello.
Mana.
Pero la fiebre no baja. El delirio mantiene el sueño en los ojos abiertos de Elvira y, a escondidas de su padre, canta un cuple para su madre y para su hermano Paulino. Ellos aplauden. Ella se siente artista. Nunca entendere de donde te viene la chispa, le dice su madre mientras coloca una fuente de mandarinas en el centro de la mesa. Nunca lo entendere, repite.
No me lo explico.
Y no se lo explica doña Martina, porque ella es hija de un militar mas bien soso, nacida en Pamplona, y esposa de otro militar, mas soso si cabe, casada en Burgos, y jamas ha conocido gracia o cascabel alguno, ni en ella ni en su familia ni en la familia de su marido.
Ha sido Valencia mama. El sol. Las flores. El clima. Valencia tiene la culpa. Y tu, por haberla parido aqui, como a una naranja.
Sonrie Paulino. Paulino. Su hermano mayor. Su heroe, aunque aun no se haya marchado a la guerra. Elvira adora a Paulino, que se rie de ella, y de su madre, de las dos, y Elvira se queja:
Mama.
Y Hortensia escribe en su cuaderno azul. Escribe a Felipe. Le escribe que siente las patadas de la criatura en el vientre, y que si es niño se llamara como el. Escribe que piensa que Elvira se muere, como se murio Amparo, Celia, sin dejar de toser, como se murieron los hijos de Josefa y de Amalia, las del pabellon de madres. Escribe que la chiquilla pelirroja tiene una calentura muy mala. Y que lo unico que pueden hacer por ella es darle el zumo de las medias naranjas que le dan a cada una despues del rancho. Escribe que no sacan mucho porque estan muy secas.
Mama.
Reme y Tomasa se miran, y miran a Hortensia. Reme recuerda a su madre. Muchas veces le hubiera gustado llamarla, asi, como Elvira llama a la suya, aunque su madre este muerta desde hace mas de veinte años, muchas veces, pero no se ha atrevido nunca. Tomasa incorpora a la niña y le da una cucharada de zumo de las medias naranjas del postre de todas. Elvira traga. Y entre cucharada y cucharada se queja:
Mana.
Tomasa añora tambien a su madre, al igual que Hortensia, que levanta la vista de su cuaderno azul.
Mama.
Y el quejido de Elvira es el quejido de todas.
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11-11-11 17:03 #9089735 -> 9084027
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
En la puerta de la prision, el abuelo de Elvira espera a la mujer que conocio en su anterior visita. No le han permitido ver a su nieta. Esta enferma, le han dicho. Pero han cogido la lata de cinc donde le lleva siempre la comida, y se la han devuelto vacia, buena señal. Y ahora espera a Pepa, la hermana de la mujer que escribe su diario azul.
Señorita.
Es menuda, y rubia. Camina con pasos cortos, acelerados,porque ha empezado a llover.
Señorita.
Va enfundada en un abrigo demasiado grande. Y un mechon de cabello se le escapa de la toquilla que cubre su cabeza, una toquilla negra bastante ajada.
Señorita.
El anciano se levanta apenas el sombrero para saludar mientras se acerca a ella.
¿Es a mi?
Usted perdone, señorita.
Ninguno de los dos lleva paraguas. Y ambos tienen los ojos de un color azul clarisimo, casi celeste.
¿Sabe usted algo de mi nieta?
¿De quien?
Elvira Gonzalez Tolosa, mi nieta-
¿La chiquilla pelirroja?
Exacto, si.
Esta con mi hermana en la galeria, pero hoy no ha salido a comunicar.
Ya, ya, precisamente. Vera.
Ahora me acuerdo de usted.
¿Se acuerda?
El anciano levanta las solapas de su chaqueta para cubrirse el cuallo. Viste traje y corbata negros, pero no lleva abrigo y a Pepa le extraña porque su aspecto es de un gran señor y la calidad de su vestimenta se advierte hasta en el fieltro de su sombrero.
Si, que le trataron de muy malas maneras, muy malamente, si. Venga, arrimese aqui que nos vamos a empapar.
El anciano la sigue, y una vez a resguardo, se levanta el sombrero.
Perdone, no me he presentado. Me llamo Javier Tolosa Ibarmengoindia.
¡Josu!
Encantado de conocerla.
Josefa Rodriguez Garcia, para servirle.
Pepa siente lastima al verle tan caballero, y tan aterido. Sus miradas azules se encuentran por primera vez. A ella la calienta un abrigo que habia sido de su padre, y no sabe que el abuelo de Elvira vendio el ultimo que le quedaba hace apenas una semana.
La joven se dispone a escuchar al anciano. Observa su delgadez extrema, su piel finisima y palida, casi transparente, la elegancia de los dedos largos que sujetan la solapa que abriga su garganta.
Usted dira.
En cuanto el abuelo de Elvira comienza a hablar, Pepa percibe la fragilidad en su voz. La conoce bien, esa fragilidad. Palabras a medias. Palabras buscadas y silenciadas antes de llegar a los labios.
Me han dicho que esta enferma, pues.
Palabras que se niegan a ser pronunciadas.
¿Le ha dicho algo su hermana, de mi nieta...?
El quiere preguntar algo mas.
¿Sabe usted si...?
La lata de cinc tiembla en la mano de don Javier Tolosa Ibarmengoindia. Si ha muerto, quiere preguntar. Pepa sabe que es eso lo que el abuelo de Elvira quiere preguntar. Y sabe que no se atreve a preguntarlo.
Le han cogido la comida, ¿no?
Dice, señalando la lata vacia.
Si.
Entonces no se preocupe.
Y le cuenta que ella regreso a su casa con la lata llena la ultima vez que visito a su padre en la carcel de Porlier.
Mi padre era maestro tornero en Cordoba,¿sabe usted?
Le dice que se vinieron de Cordoba al acabar la guerra, porque su padre estaba con la Republica y alli lo sabia todo el mundo.
Y aqui lo debian de saber tambien porque lo trincaron nada mas llegar a Madrid.
No le traiga mas comida, no la va a necesitar, dice que le dijeron en la puerta de la carcel de Porlier. Y rechazaron la lata cuando Pepa se disponia a entregarla. Tu padre ya no esta aqui. ¿Y donde esta? No esta. No preguntes, vete, y no vuelvas mas. Y mucho cuidadito con llorar y formar escandalo.
Asi lo supe yo.
Dice señalando su propia lata.
Asi supo que no volveria a ver a su padre.
Y asi sabe usted que su nieta esta ahi dentro.
Pepa señala la lata vacia del abuelo de Elvira.
Y el anciano controla la intencion de sus ojos. Y ella tambien.
Puntos:
12-11-11 17:22 #9094326 -> 9089735
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Aun se pregunta Pepa como ha reunido el valor suficiente para enviarle un mensaje a Hortensia. Y sigue estando nerviosa, a pesar de que hace horas que regreso del penal. Hace horas que se ha despedido del abuelo de Elvira. Hace horas que vio caminar a don Javier bajo la lluvia, con la cabeza baja, alejandose de ella abrazado a su lata vacia. Hace horas que ha llegado a casa de los señores. Y ya le ha preparado la sopa a don Fernando.
Tienbla.
Ha de tener cuidado.
Porque ella no es valiente, como lo es su hermana, que no dudo en incorporarse a las milicias. Porque Hortensia fue milicina. Y guerrillera tambien, se fue a la guerrilla poco despues de la muerte de su padre, aun estando embarazada de cinco meses.
Le ha mentido al abuelo de la niña pelirroja.
Le ha mentido al caballero que tiene unos apellidos tan raros, porque en los tiempos que corren hay que guardarse algunas verdades. A su padre no lo cogieron por estar con la Republica, lo cogieron porque sabian que el marido de Hortensia estaba en el monte; y lo mataron porque no quiso decir donde estaba. Su padre era valiente. Su padre era tan valiente como Hortensia. Porque a ella tambien se la llevaron para interrogarla cuando a su padre ya no lo podian interrogar. Casi a diario se la llevaban, creyendo que un dia les iba a decir que su marido estaba con El Chaqueta Negra, creyendo que un dia les iba a decir donde estaba. Un dia, Hortensia se iba a cansar de tanto ir y vinir con el miedo a cuestas. Pero no se canso. Ella soporto lo suyo. Y se fue detras de su hombre porque un somaten que habia venido de Barcelona le dio una patada en el vientre. Solo temio perder al hijo que esperaba. Hortensia era valiente.
Pero Pepa no resistiria ni una sola patada. Ella no. Si a ella la cogen, los cogen a todos. Ella es igual que su madre, que no soporto un invierno detras de un parto prematuro, el suyo. Menuda, indefensa, debil y rubia, como sin hacer, como su madre.
Ha de tener cuidado.
Piensa.
Y vigila la bandeja porque aun le tiemblan un poco las manos y no quiere derramar la sopa que lleva para don Fernando. Camina despacio, mirando hacia el frente y luego hacia el plato de sopa, y despues al suelo y luego al frente y despues al plato y al suelo.
Procura no mirar el pan.
Camina despacio y tarda en llegar al comedor lo que no ha tardado nunca. Los cubiertos tintinean cuando deposita la bandeja en la mesa. Pero no ha derramado ni una gota de sopa. Ni una sola gota.
Pepa.
La voz de don Fernando llega de la sala. Ella acude a la llamada retirandose el mechon que le resbala en la frente y se situa junto a la chimenea encendida para aprovechar un poco de calor mientras pregunta: ¿Mande?
Don Fernando deja el periodico sobre sus rodillas y se quita las gafas para mirarla:
Hace frio. Hoy voy a cenar aqui.
Pepa abandona el calor de las llamas y regresa a la bandeja y a la sopa, decidida a controlar su temblor.
No quiere ver el pan. Pero lo mira. Lo mira y sonrie mientras alza de nuevo la bandeja. Lo mira.
Sonrie.
Tiembla.
Y piensa en Hortensia. Imagina su estremecimiento cuando muerda su pan, cuando sus labios rocen el mensaje de Felipe. La carta que ella misma recigio en el camino de Cerro Umbria, bajo la tercera piedra despues del poste de luz con un tajo en el medio, una piedra bien grande y bastante plana que tiene un matorral delante que la oculta del camino. La misma pieda que le señalo su cuñado Felipe cuando se llevaron a Hortensia:
Mira, y fijate bien. Aqui debajo, dentro de una lata que hay aqui debajo, te dejare mañama una cosa. La coges sin que nadie te vea, y se la llevas a Tensi.
Porque el le llamaba siempre Tensi. La coges sin que nadie te vea. Pepa le miro a los ojos, y no quiso decirle que se sentia desfallecer de miedo. Le dijo que habia ido al cerro para avisarle de que en las granjas de El Altollano la Guardia Civil contaba los animales por la noche, y obligaba a los paisanios a entrgar las llaves de los corrales, y que por la mañana devolvia las llaves y contaba de nuevo los animales para saber quien vendia provisiones a la guerrilla. Ella solo habia ido a contarselo, para que no la esperara. Y querria haberle dicho que habia ido con el miedo aplastandole el cuerpo y que mientras esperaba a Felipe junto al matorral, cuando escucho los tres golpes de piedra de la contraseña, casi se olvida de que tenia que contestar con otros tres golpes. Y que no volveria nunca al cerro, eso querria haberle dicho. Pero no se lo dijo. Le miro a los ojos y vio en ellos la mirada de su hermana, la misma mirada que Hortensia le puso al pedirle que fuera al cerro a decirle a Felipe que no la esperara. La misma mirada tenia Felipe, y Pepa le prometio llevarle a Hortensia lo que el quisiera mandarle.
Pero la primera vez fue mas facil. Aquel dia dejaron de temblarle las piernas en cuanto levanto la piedra casi plana escondida detras del matorral y abrio la caja de lata. Porque lo que Felipe habia dejado para Hortensia no estaba prohibido que se lo llevara. Y lo entrego al llegar a la carcel de Ventas, en la puerta, a la monja que se encargaba de recoger los paquetes. Era solo un cuaderno en blanco.
Un cuaderno azul.
Puntos:
13-11-11 17:06 #9097998 -> 9094326
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Antes de tragarse el papel, Hortensia lo retiene en la boca. Lo ha leido mas de veinte veces. Lo ha memorizado y sigue las instrucciones de Felipe. No lo rompas, podrian encontrar los pedazos. No quiere tragar, desea mantener en su boca los besos que le manda Felipe. No lo quemes, podrian sorprenderte antes de que hubiera ardido por completo. Quiere saborear su nombre, escrito con la mano de Felipe. Cometelo, Tensi, no sabe mal, y piensa en mi. La celulosa se va desaciendo y Hortensia no quiere tragar. Piensa que estare en tu boca, Tensi. La bola seca que se formo al principiuo es ya una pasta amarga con sabor a tinta. No quiere tragar, pero los pasos de la guardiana se acercan. Te mando muchos besos, Tensi. Los pasos de la guardiana resuenan en la galeria, es la hora del taller. Aguanta, vida mia.
El sonido metalico y creciente de las llaves se suma al ruido de la puerta al abrirse. Hortensia intenta tragar. Te quiero, Tensi. El esfuerzo de papel y tinta le produce arcadas. Por aqui andamos igual, mal y bien segun el dia. Pero Hortensia controla sus nauseas, y traga. Por la noche, cuando cambiamos de campamento y se ven las estrellas, miro siempre la nuestra, pronto la veremos juntos, muy pronto. La nausea y el esfuerzo por tragar provocan una lagrima de Hortensia.
La funcionaria ha entrado ya.
Es Mercedes.
¡Al taller!
Acompaña su voz cantarina dando palmas. Repite:
¡Al taller!
Las mujeres que acuden al taller de costura en el sotano de la prision forman una fila para seguir a Mercedes en silencio y orden. Hortensia enrolla su petate de borra, se seca la lagrima y busca su cuaderno azul. Ella no va al taller, porqu aun no tiene condena. Tomasa permanece junto a la cabecera de Elvira. Y tampoco va al taller. Tomasa no va por principios. Se niega a coser uniformes para el enemigo. Tomasa sostiene que la guerra no ha terminado, que la paz consentida por Negrin es una ofensa a los que continuan en la lucha. Ella se niega a aceptar que los tres años de guerra comienzan a formar parte de la Historia. No. Sus muertos no forman parte de la Historia. Ni ella ha sido condenada a muerte, ni le ha sido conmutada la pena, para la Historia. Ni un solo dia, ni un solo muerto para la Historia. La guerra no ha acabado. Pero acabara y pronto. Y ella no habra cosido ni una sola puntada para redimir pena colaborando con los que ya quieren escribir la Historia. Ni una sola puntada. Y por eso mira a Reme con desden cuando Reme se incorpora a la fila. Porque Reme ha abandonado. Se ha vuelto mansa. Reme no sabe valorar el sacrificio de los que siguen cayendo. Ella es una derrotista, que solo sabe contar los muertos. Ella solo sabe llorarlos. Y cuenta su hiestoria, su pequeña historia, siempre que puede, como si su historia acabara aqui. Pero no acaba aqui. Desde luego que no, y Tomasa no piensa contar la suya hasta que todo esto haya acabado. Y sera lejos de este lugar. Lejos. Observa a Reme. Y Reme se incorpora con mansedumbre a la fila ignorando su desden.
Hortensia se oculta de Mercedes volviendose hacia la pared, e intenta despegar con la lengua un resto de pasta de papel que se le ha adherido al paladar.
Un resto. Un pequeño resto.
Muy pronto acabara todo, quiza incluso antes de que salga tu juicio, y estare contigo cuando nazca el crio. Si es niña, la llamaremos Hortensia, como tu, Tensi.
Puntos:
14-11-11 16:41 #9103431 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
No hace dos semanas que Mercedes consiguio su primer trabajo, como funcionaria de prisiones. Por ser viuda de guerra lo consiguio, y le gusta. Lleva el pelo cardado, recogido en un moño alto con forma de platano que deja ver la cabeza de multitud de horquillas a lo largo de su recorrido, desde la nuca a la coronilla. Ella prefiere no hundirlas del todo, prefiere que se vean, y las cuenta una a una cuando se peina. Siente que le favorece ese peinado, y tambien le favorece el uniforme. Se ciñe el cinturon apretandolo al maximo para marcar su cintura, y siempre, al acabar de ponerse su capa azul, se da una vuelta frente al espejo.
Antes de conducir a las mujeres al taller de costura, se acerca a la cabecera de Elvira y le pregunta a Tomasa como sigue la niña:
¿Como sigue la niña?
¡Como va a seguir, mal!
Tomasa endurece la expresion de su rostro. Las arrugas se hunden como surcos en su piel color de aceituna al fruncir el ceño. Sus ojos rasgados se achinan para mirar con desprecio. Hortensia la observa. Sentada sobre su petate enrollado, cierra su cuaderno azul y le dirige una mirada de, no seas tan bruta. Mercedes le entrega a urtadillas unas pildoras que ha traido a escondidas, mientras toca la frente de la enferma.
Dele una por la mañana y otra por la noche.
A Tomasa no se le ablanda el corazon, por mucho que Hortensia la mire asi, por mucho que sepa que Mercedes se arriesga a ser descubierta por la chivata, que acecha sus movimientos desde el primer lugar de la fila, avida por encontrar cualquier informacion que le sirva de moneda de cambio. No se ablanda, porque a ella no se la dan, nadie se la da, y la nueva solo pretende hacerse la buena. Toma las pastillas que Mercedes le ofrece y las esconde en la mano bajo su toca de lana sin darle las gracias, en el momento en que Elvira abre los ojos,despejados y atentos por primera vez desde que comenzo su delirio.
¿Estamos en Vañencia?
No, hijita.
Creia que estaba en Valencia.
Mercedes se alegra al verla despertar. La arropa, y vuelve a tocarle la frente.
Tiene menos fiebre. Pero, de todas formas, dele la medicina.
Dice, dirigiendose a Tomasa y bajando la voz, porque se ha acostumbrado a hablar de este modo con las internas. Ya encabezando la fila, ordena:
Que se abrigue bien.
La extremeña de piel cetrina asiente sin pronunciar palabra.
¿Tienes frio Elvirita?
¿Me coy a morir?
Tomasa busca con la miradea a Hortensia y a Reme para sonreirles. Sonrie, con la boca abierta. Reme y Hortensia entienden el motivo de su sonrisa y sonrien tambien.
Reme camina hacia el taller de costura. En fila, en silencio y en orden, sigue a Mercedes y a las demas, mirando atras, a Tomasa. Y Hortensia toma de nuevo su lapiz sin dejar de sonreir.
Elvitita no se va a morir, dicen aquellas sonrisas complices.
No. Elvira no va a morir.
Puntos:
15-11-11 17:03 #9110012 -> 9097998
Por:

RE: Cosas dormidas 1º
En silencio y en orden abandonan la sala las mujeres hacia el sotano de la prision de Ventas. Y Elvira le contesta, a Tomasa, que no tiene frio.
Pero tengo hambre.
Pero tiene hambre. Tiene tanta hambre como en el puerto de Alicante, cuando esperaba un barco que nunca llego, y a su madre se le acabaron las joyas y ya no tenia nada para cambiar por chocolate a las guardias italianas que los vigilaba, y el dinero republicano ya no era de curso legal, y los billetes que habia ahorrado daña Martina envejecian inutiles en una caja de caoba, una caja preciosa que habia comprado su padre en Guinea. Porque su padre habia vivido en Guinea, antes de conocer a su madre, antes de que lo trasladaran a Pamplona y luego a Burgos, donde se caso con ella y luego nacio Paulino. Su padre habia vivido en muchos sitios. Elvira solo en dos: nacio en Valencia, y no salio de Valencia hasta que la trajeron aqui, a esta ciudad que ni siquiera conoce, de la que ha visto tan solo una plaza de toros, muy bonita, a traves de los barrotes de la puerta del futgon. Ni siquiera conoce Alicante, solo vio una calle con muchas palmeras camino del puerto.
Pero su padre conocia bien todas las ciudades en las que vivio, y de cada una de ellas conservaba un recuerdo. De Mallorca se trajo la cajita de madera donde su madre guardaba los ahorros, pero se trajo tambien una dolencia en el estomago que le obligo a abandonar el ejercito cuando la ley de Azaña. Era teniente cuando se retiro. Y Elvira recuerda que su madre se puso muy contenta. Pero no se puso tanto cuando volvio a incorporarse, aunque le hubieran ascendido a capitan. No se puso nada contenta. Fue al principio de la guerra, y el batallon donde su padre era capitan se llamaba Alicante Rojo. Asi lo escribia su padre en las cartas, Batallon Alicante Rojo, delante de la fecha y detras de ¡Viva la Republica!
Dos dias despues de recibir el primer ¡Viva la Republica!, que llego desde Segorbe, un pueblo de Castellon, Paulino entro en casa con un papel en la mano.
En la boca, Paulino escondia una sonrisa.
Me he alistado como voluntario, mama.
Su madre abandono el peine y la melena roja de Elvira:
Eres demasiado joven.
No.
No, replico Paulino con firmeza mostrandole el papel que llevaba en la mano. Su madre continuo peinando a Elvira:
Eres demasiado joven, Paulino.
No añadio nada mas; acostumbrada a que las decisiones de los hombres no se discuten. Paulino ya es un hombre, le habia escrito su marido en la primera carta, y la Republica le necesita.
Cuando la madre, doña Martina, acabo de anudar una cinta en la cola de caballo que le habia hecho a Elvira, la niña corrio a la habitacion de su hermano.
¿Tu tambien te vas a la guerra?
Mueve la coleta como a mi me gusta, chiqueta.
El cabello de Elvira azoto el aire de izquierda a derecha, y su hermano aprovecho los ojos cerrados de la niña para tirar de un extremo del lazo.
Mama, mama, Paulino me ha deshecho la coleta.
Paulino se marcho al frente esa misma tarde. Acababa de cumplor dicinueve años.
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16-11-11 16:38 #9124767 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Las cartas del padre de Elvira llegaban casi a diario a Valencia. Las leia a la hija con voz cadenciosa, entonando las palabras como en un cuento infantil junto a la cabecera de la cama. La misma voz que pone Tomasa para contarle que lleva cinco dias en pleno delirio.
Al principio, daña Martina esperaba las cartas con alegria y las leia con emocion. Pero segun pasaba el tiempo, la alegria de la espera dio paso a la congoja de esperar. Y al mas minimo retraso, la congoja se convertia en angustia.
Llevaba mas de siete meses recibiendo carta de su marido casi a diario. Algunas eran notas apresuradas en cualquier papel, en cualquier parte, solo para que ella supiera que se encontraba bien, y que no la olvidaba.
No te olvido.
Por eso doña Martina, al cumplirse la segunda semana de la llegada de la ultima carta, supo que ya no debia esperar ninguna mas.
Pero se sorprendio cuando llego la maleta.
Llego su maleta.
Un sargento pagador se la llevo a casa.
Su maleta.
Doña Martina abrio la puerta y el sargento le mostro la maleta diciendo que la enviaban desde Trijueque.
En Guadalajara a pasado un desastre muy gordo, con los italianos.
Elvira vio palidecer a su madre y taparse la cara con las manos.
Vaya a Capitania General, señora. Alli hay unas listas muy grandes con muchos nombres.
La niña cogio la maleta que el sargento pagador alzaba del suelo. Le dio las gracias y cerro la puerta. Doña Martina no apartaba los ojos de la maleta.
Quiza lleguen en su interior las cartas que faltan, todas juntas, las de los ultimos quince dias, o quiza su marido le envia un recuerdo de Trijueque. Si, abrira la maleta doña Martina con ese resto de esperanza. Con un resto de esperanza, aunque solo sea por un instante, abrira la maleta negando la verdad que ha ido aceptando segun comenzaron a faltar notiias de su marido, la verdad que ahora, que es mas evidente que nunca, no quiere admitir. Porque aun es posible que no sea cierto. Aun es posible. Y mientras Elvira arrastra la maleta hacia el salon, su madre reniega de la certeza que asumio poco a poco en los ultimos quince dias.
No, aun es posible que no sea verdad.
No.
Aun es posible que en una maleta lleguen quince cartas.
Sus dedos acarician la suavidad de la piel, recorreran las huellas de muchos viajes. Se detendran en el cuero que engarzan las hebillas y desabrocharan los cintos lentamente.
Porque aun es posible.
No te olvido.
Aun es posible que desde Trijueque llegue un recuerdo.
Es el nueve de marzo de mil novecientos treinta y siete.
Era el nueve de marzo cuando doña Maretina abrio la maleta. Esa misma mañana, Elvira acudio con su madre a Capitania General, y no encontraron el nombre de su padre en las listas.
El nueve de marzo de mil novecientos treinta y siete, y su madre le dijo a Elvira que abria que avisar a Paulino, poco despues de cerrar la maleta, donde solo encontraron dos uniformes, una gorra de plato, dos pares de leguis y ropa interior; ningun objeto personal, y todo el silencio, de su padre.
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17-11-11 17:20 #9131820 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Muchas veces, y muchas mas, fueron Elvira y su madre a Capitania General de Valencia para buscar el nombre de su padre en las listas. Y en todas las ocasiones regresaron si haberlo encontrado. Pero Elvira sueña que no ha muerto. Fantasea aun con que un dia volvera. Ha de regresar para reñirle cuando cante ojos verdes. Y ella le ayudara para ponerse los leguis que venian en la maleta. Los ceñira con cuidado, para no mancharlos con el betun de los zapatos, que brillaran como nunca en los pies de su padre.
Despues de mas de tres años, aun fantasea.
Dejaste mis brazos cuando amanecia...
Las mujeres regresan mansamente del taller de costura, en fila, en silencio y en orden. Reme y Mercedes se acercan a la cama de Elvira.
...y en mi boca un gusto a menta y canela...
Tomasa interrumpe la melodia que tararea para la chiquilla pelirroja que no va a morir.
Ha vuelto a dormirse. Ha dormido un buen rato y creo que ahora se esta despertando.
Bendito sea Dios.
Se le escapa a Reme, ese bendito sea Dios. Se le ha escapado al ver la tranquilidad del sueño de Elvira. Se le ha escapado delante de Tomasa, que huye siempre de semejantes expresiones.
Sea por siempre Bendito y Alabado.
Contesta Mercedes, y Tomasa se levanta sin mirarlas y se retira al rincon donde tendio los paños higienicos que lavo ayer por la tarde. Comprueba que estan humedos aun y que han quedado algunas manchas. Y maldice en voz baja.
Maldita sea mi estampa.
Maidice porque se ha puesto de mal humor. Y porque ya no tiene edad para mestruar, y durante el ultimo año se le retrasa todos los meses. Pero viene. Viene cada mes con mas emorragia y solo tiene tres paños, y en invierno tardan demasiado en secar.
Maldita sea. Maldita sea la madre que la pario.
Lo ha dicho entre dientes. Pero Mercedes lo ha oido. Lo ha dicho mirando a Mercedes. Y la guardiana se acerca a ella:
¿Que ha dicho?
He dicho maldita sea.
¿Y que mas?
Nada mas.
La he oido decir algo mas.
La mujer que lleva el pelo cardado y con un moño con forma de platano se impacienta. Hace apenas dos semanas que trabaja como funcionaria de prisiones, y es la primera vez que se enfrenta a un conflicto. La he oido decir algo mas, repite alzando la voz.
Tomasa guarda silencio. Se cubre el pecho con la toca de lana y al tiempo que cruza los brazos, y sin apenas mover los pies, carga el peso de su cuerpo sobre la cadera derecha echandose levemente hacia atras. Conoce la inexperiencia de Mercedes. Sabe que quiere hacerse la simpatica, la buena. Pero no lo es. La tiene frente a si, y esta nerviosa. Parece que le palpita una vena en la sien. Mercedes es debil, por eso necesita esconderse de las otras funcionarias para hablar con las internas en voz baja. Y por eso se acerca a ellas, porque es debil, y pretende ser buena. A Tomasa no va a engañarla. Tomasa sabe perfectamente de que lado esta.
La he oido decir algo mas,¿que mas?
Mercedes insiste en preguntar. Y Tomasa insiste en su silencio. No es su intencion medirse con ella. Pero se mide. No es su intencion retarla. Pero la reta. La mira fijamente y levanta la barbilla.
Desde una distancia prudente, la chivata observa con una sonrisa en los labios. Mercedes la ve sonreir, contiene la respiracion y traga saliva. Vuelve a tragar. Y grita:
¡Conteste!
Ya todas las mujeres que ocupan el pasillo de la galeria la estan mirando. La impotencia crece en la rabia de Mercedes. Si, le palpita una vena en la sien. Grita aun mas.
¡Conteste!
A Tomasa le gustaria contestar que maldice a la put.sima madre que la pario. Pero no lo hace. Porque el silencio es lo que mas le duele, mantiene la boca cerrada y la misma posicion, asentando su firmeza en la cadera y en sus brazos cruzados.
En quince dias no se puede aprender un oficio, pero Mercedes ha de reaccionar si no quiere que la chivata la acuse ante sus superioras de falta de autoridad, y que las internas descubran que no sabe que hacer. Ha de reaccionar, eso es lo unico que sabe. Tomasa tambien lo sabe. Achina los ojos. Y espera.
La bofetada resuena en la galeria.
Las mujeres que mantenian la mirada fija en Mercedes bajan la vista.
Elvira acaba de despertar. Aunque aun no puede abrir los ojos.
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18-11-11 17:27 #9138629 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Es mas facil guardar el luto cuando se puede velar al muerto. Es mas facil si se ha tenido la posibilidad de abrazar su cabeza, como hizo Tomasa antes de vestirse de negro.Doña Martina no tuvo esa suerte. Doña Martina no pudo leer siquiera el nombre de su marido en las listas de Capitania General. Y por eso Elvira, su hija, la mas pequeña de la galeria numero dos, puede soñar. Aunque Paulino les contara al llevarlas a Alicante que el Batallon Alicante Rojo fue aniquilado en una carretera de Guadalajara. Nadie sobrevivio al bombardeo.
Los aviiones volaban tan bajo que los barrieron a todos. Y a padre el primero, que el no era de los que corren para atras.
Doña Martina escucha sin un solo pestañeo, con la mirada fija en Paulino, que ha regresado unicamente para asegurarse de que su madre y su hermana se marcharan de Valencia. Ha regresado con un camarada para acompañarlas a Alicante. En el puerto cogeran un barco que las llevara a Oran.
Has de irte con Elvirita, madre.
Madre. Su hijo la llama madre. Nunca mas la llamara mama. Lleva pantalon y chaqueta de pana, una boina con visera y un fusil ametrallador al hombro. Le asegura que la sitiacion es muy peligrosa, que Casado pretende negociar la paz con Franco para que no haya represalias. Ya ha enviado mensajeros a Burgos. Es un golpe de estado.
Madre, ¿me oyes?.
Madre. Doña Martina solo ha entendido que su hijo le llama madre, y solo ha oido la palabra paz.
Entonces, ¡ya llega la paz!
La desesperacion de Paulino obliga a intervenir a su compañero, que rodea los hombros de doña Martina y le explica que lo que esta llegando es mucha sangre. Las represalias no van a cesar.
Has de sacar a la chiqueta de aqui, madre.
Ella asiente con un gesto. Guarda en el bolso la caja de sus ahorros. Y suspira.
¡Vamos!
Se ajusto Paulino el fusil al hombro mientras dijo ¡vamos! Se lo dijo a Felipe, el camarada que le acompaña desde que se incorporo a filas. El miliciano que ha sido su sombra desde el dia que ambos llegaron a Benimamet para recibir un curso de instruccion guerrillera. Ocho semanas estuvieron alli. Despues se incorporaron los dos al XIV Cuerpo del Ejercito Guerrillero y les asignaron la zona de Extremadura. Juntos atentaron contra el ferrocarril Madrid-Caceres. Y al dia siguiente, Felipe le salvo la vida en un enfrentamiento con tropas regulares. Desde entonces no se han separado.
No se angustie, señora, pronto podra volver.
Paulino cargo con la maleta que un dia trajera el sargento pagador, donde su madre llevaba la ropa que mando teñir de negro el dia nueve de marzo de mil novecientos treinta y siete, cuando regreso por primera vez de Capitania General. Luto. Luto para una viuda que no abrazaria la cabeza de su esposo. Luto y ausencia para una niña pelirroja que aun insiste en soñar.
Soñar. Semidormida.
"Arriba, parias de la tierra".
Y Elvira se incorpora semidespierta al escuchar a Reme, que ha comenzado a cantar a media voz. Elvira escucha, semidormida. Reme desafina.
"En pie, famelica legion".
Reme intenta desviar la atencion de Mercedes, que ha vuelto a alzar la mano contra Tomasa, pero Reme desafina. Y Elvira entona la melodia que tantas veces ha escuchado cantar a Paulino. Hortensia la sigue en un susurro apenas perceptible, apenas suficiente para que Mercedes gire la cabeza hacia ellas.
"Atruena la razon en marcha".
El trio continua cantando a medio tono. Tomasa se suma al himno.
"Del pasado hay que hacer añicos".
Las demas internas de la galeria corean a sus compañeras. Casi un rumor, un susurro apenas, aunque crece, sin que ellas eleven la voz, Crece a nedida que, una a una, se incorporan todas al canto. Un murmullo que crece. Crece.
"Legion esclava, en pie, a vencer".
Mercedes retira la amenaza, deja caer la mano que cernia sobre el rostro de Tomasa y, con furor en los ojos, se gira hacia el grupo que se ha formado alrededor del petate de Elvira.
"Agrupemonos todos".
¡Silencio!.
"En la lucha final".
¡Silencio he dicho!.
Encaramada a su petate, Elvira dirige el canto con los brazos sin poder controlar la emocion, alzando con sus manos el oleage de un mar puesto en pie, sin advertir que le sangran de nuevo las rodillas. Y Hortensia olvida por un momento el dolor de las suyas y canta mirandose el vientre. Canta con las palmas abiertas rodeando su embarazo. Sus dedos amorosos repiquetean llevando el ritmo.
Conforme se desborda la intensidad del rumor de las voces, a medida que el sonido se va convirtiendo en un bramido lento que inunda la galeria, la chivata siente mas y mas miedo. Se tapa los oidos y busca un lugar donde esconderse. Busca. Busca. Y encuentra la espal de de Mercedes.
Al percibir los movimientos de la Chivata en su retaguardia, la funcionaria se asusta. Se da la vuelta y grita a la que buscaba ocultarse que se largue de alli.
¡Largo!
"Y se alcen los pueblos con valor".
¡Silencio! ¡Silencio!.
Algunas mujeres han levantado el puño para cantar.
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19-11-11 17:09 #9144257 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Llorar es perder el control. Y a Tomasa no le gusta perderlo. Pero ahora, en la soledad de la celda de aislamiento donde Mercedes la ha castigado, se le escapa una lagrimilla pensando en Reme. Y durante los quince dias que dure su encierro, atrapara mas de una en sus pestañas y las retirara con el nudillo del dedo indice sin permitirles caer.
Pensara en Reme. Y en las compañeras que alzaron su voz cuando Mercedes alzo su mano contra ella por segunda vez. Y resistira el frio y el hambre. Resistira el vacio y el silencio de aquel limitado espacio que conoce bien, porque no es la primera vez que la castigan. Resistira el paso de las noches, y sabra que ha llegado la mañana cuando una funcionaria abra la puerta y le de un cazo de rancho, un chusco de pan y una escoba. Resistira, barrera su celda pensando en Reme. Recordando su mirada en el momento de empezar a cantar. Y sonreira, porque Reme no sabe cantar. No sabe, aunque se empeñe en decir que su madre le enseño a cantar al mismo tiempo que a coser, y que de ella aprendio que las cosas amargas hay que tragarlas de prisa, y que pierden sabor si se les pone el azucar de una cancion. Asi es la Reme. Pura inocencia. Inocente, y tan mayor. Y por eso esta aqui. Por inocente. Por eso la trajeron desde un pueblo de Murcia, del que no quiere decir su nombre y al que no piensa volver. La Reme cree que sus vecinas tuvieron la culpa. Pero no se puede ser tan inocente. Esta mas claro que las claras del dia que no se puede bordar una bandera en la camilla de tu casa si la tienes arrimada a tu ventana. No se puede, por mucho que tengas la persiana echada y la tapes con una sabana blanca; por mucho que pienses que la rebelion no va para largo, porque la rebelion iba ya para mas de un año. No se puede, por muy bonita que estuviera quedando. Y no se puede ser madrina de guerra y salir a la calle con la alegria en la boca y una foto en la mano para enseñarsela a tu consuegra justo al dia siguiente de la toma de Teruel. No se puede. Y menos en un pueblo como el de la Reme, donde los rebeldes no tuvieron que pegar ni un solo tiro, ni uno solo, que en el pueblo de la Reme debian de ser todos de la CEDA, o se hicieron de Falange de repente. Señor, señor. Y la Reme habia de saberlo, que para lo que esta a la vista no se precisan candiles. Y se tenian que haber guardado muy mucho de mantener abierta la ventana y de enseñarle la foto del soldado a su consuegra delante del estanco. Porque la estanquera empezo a gritar que aquellas dos eran rojas, y que estaban celebrando la toma de Teruel. Y asi paso lo que paso, y sin remedio.
Dormir tendria que ser cerrar los ojos. Cerrar los ojos y quedarse dormida, asi habria de ser, que carajo. Quedarse dormida sin tanto buscar una postura para que no duelan las caderas. Que duro esta esto. Y como ha de estar un petate de crin de caballo apelmazado de tanto uso, recontra. Y los ojos como platos.
Pensara en la Reme.
Si fuera verdad que el frio da sueño, pero entonces tambien lo seria que el hambre lo quita.
Pensara en la Reme, en su voz de cascara de huevo, cuando se rompe para echarlo al plato y hacer una buena tortilla de patatas y con muchos huevos. Y en aceite de oliva crudo. Tiene que ser con aceite de oliva crudo. Se le esta llenando la boca de saliva. No. La voz de Reme no es de huevo cascado. Que ha de ser. Ya tiene que estar amaneciendo. La voz de la Reme es la de un gallo negro en una noche negra. Eso si. Por contra, la Elvirita apunta maneras. Es mejor no contar las horas, no contar los dias. No hara ni una sola muesca en la pared. Ni una sola. No hay noche que no tenga fin. Si hubiera habido mas gente de la catadura de Lister, otro gallo nos hubiera cantado. Miles de Lister, ojala hubiera habido muchos miles, que hubieran aplastado al fascuismo en unos meses. Lister si que tuvo lo que habia de tener y los meritos bien ganados, que antes que en Teruel ya lo habia demostrado en Brunete, siempre el primerito en darse en la pelea, o en lo que hiciera falta. Pero tuvo mala suerte, y a veces hay que correr. Como la Reme.
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20-11-11 17:12 #9148945 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Aunque cualquiera hubiese corrido para esconderse. Cualquiera menos ella, que escapo para su casa. Porque la Reme es pura inocencia y creyo que la cosa quedaria en los gritos de la estanquera y de las vecinas, que la vieron salir corriendo y corrieron chillando detras de ella. Y cuando quiso llegar a su calle, sin aire para respirar, y se paro un momento a apurar la pizca de resuello que le quedaba dentro, entonces vio desde la esquina que <<los iguales>> y los falangistas ya la estaban esperando en el umbral, y que habian sacado para fuera a su marido y a sus hijas, las tres que le quedaban solteras.
Y menos mal que la nueva quiere hacerse la buena y le ha dejado traerse los paños higienicos. Se creera que le quedan bonitas todas esas horquillas, esa ristra que se pone solo para presumir de que ella tiene muchas y las demas se tienen que apañar con cachos de alanbre. Buena no es. Que c.ño va a ser esa buena. Tampoco las monjas son buenas, y eso que tienen la obligacion de ser buenas. Pero no lo son, mas parecen guardias civiles rancios. Le ha dejado traerselos porque no ha sabido decirle que no. No sabe. Pero ya aprendera, la muy lagarta. Ya aprendera como las otras. La Veneno no le hubiera dejado llevarselos, claro que no. Ni la Zapatones tampoco, que es mas mala que la quina, o igual. No se han secado del todo y aqui, con esta humedad, no se secaran. Vaya mandanga.
Y en esto, que aparece el mas chico, que ha escuchado el griterio desde la plaza y se agarra a las faldes de la madre. Es de suponer que la Reme no estaria para canciones con azucar, pero ella dice que le dio la mano al hijo y que canto por dentro.
Mas vale que se cambie ahora, que si no, se le van a manchar las enaguas. Le quedan dos paños y con suerte, dia y medio de sangres. Le llegan. Si. Si calcula bien y los apura, le llegaran.
Señor, señor. A esta criaturita que le nacio tarde y mal la mando un falangista a comprar aceite de ricino. El padre le dio las perras. De su mismisimo bolsillo pago la humillacion de la Reme. Dale al niño para un litro que tu mujer se va a echar un traguito. Asi lo cuenta la Reme. Un litro entero dice que le metieron a embudo delante de sus hijas. Y se rie. Se rie siempre al contarlo la muy inocente.
Y Tomasa se lleva otra vez el nudillo del indice a las pestaña.
Carajo con esta humedad, que hasta en los ojos. La Reme se rie porque el mancebo del boticario la queria bien. Y preparo un litro de cualquier otra cosa en la rebotica cuando el niño tont.to le pidio ricino, que iban a purgar a su madre. Trago amargo. Amargo. Aunque a la Reme no le diera ni un retortijon. Y despues, la pelaron al rape. Le dejaron un mechon en medio de la cabaza y elli ataron una cinta con los colores de la bandera republicana. Y le pintaron UHP en la frente. Para eso ha quedado la Union de Hermanos Proletarios, para humillar a las mujeres en la frente. Reme dice que tenia el pelo tan largo como la Hortensia, y asi de negro. Ahora lo tiene del color ceniza, del susto dice que le crecio asi. Como se le ocurriria cantar, con lo taimada que es. Canto, una cancion con azucar que paro en seco la mano de la novata. Las demas cantaron tambien. La voz de la Reme es del color de su pelo, el de la ceniza cuando esta limpia, en el momemto mismo de empezar a usarla para rascar el culo de un puchero y quitarle el hollin. Hay que ver como canta la Elvirita, lastima de criatura.
Si, la voz de la Reme suena a ceniza.


Bueno Pote, entraste el viernes y ayer no me di cuenta, espero que te siga gustando esto que pongo, pues como ya os he dicho esta basado en echos reales, algunos de los muchos que en aquellos tiepos ocurrieron en esta España nuestra.
¿Que te parecio el amigu Oriol?.Menudu cabr.ncete que resulto.
¿Y que me dices de los pardillos de Cuatro Caminos?. Porque habia que ser pardillos para actuar como actuaban en aquellos tiempo, asi los pillaron a casi todos como los pillaron.
Se de gente que se asoma por aqui para leer, pero se limitan solo a eso, alla ellos que fagan lo que quieran.
Bueno hasta mañana y un abrazu.
Puntos:
21-11-11 17:34 #9163824 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
La mujer que iba a morir escribe en su cuaderno azul. Escribe que han ingresado doce mujeres de las juventudes Socialistas Unificadas y que a ella la van a meter en ese expediente, y que las van a juzgar muy pronto, a las trece. Trece, como las menores que fusilarn el cinco de agosto de mil novecientos treinta y nueve, como Las Trece Rosas. Escribe que a Tomasa le han <<dado cubo>> para quince dias. Reme le esta haciendo la trenza. Escribe en su diario que a la extremeña le han debido de pasar cosas muy malas, porque nunca quiere hablar de por que la trejeron aqui. Dicen que estuvo dos años en Olivenza, con la pena de muerte. Escribe que Tomasa siempre pregunta por el mar. A todo el mundo le pregunta lo mismo.
¿Has visto el mar?
¿Como es el mar?
Escribe que Elvira se ha puesto buena y que la galeria entera esta castigada, la chivata tambien. Escribe que las han castigado a todas con el peor de los castigos. Escribe y escribe mientras Reme la peina.
Todas piensan en Tomasa.
Ninguna habla de Tomasa.
El tiempo sera mas corto para Tomasa si no mencionan a Tomasa.
¡No te muevas!
Ha ordenado Reme, e inclina la cabeza de Hortensia y levanta su cabello para mirarle la nuca.
Plagaita.
Hortensia comienza a rascarse. Y Elvira tambien.
Mirame a mi.
A Reme le basta con retirar apenas el cabello de la sien pelirroja.
Plagaita tambien, voy a liar la peina ahora mismo. Bien apretada, que asi, ni una liendre se escapa, ni una.
Y despues de liarla como solo ella sabe hacerlo, bien apretada, pasa la peine una y otra vez por la cabeza de Hortensia. Una y otra vez. Mechon a mechon, pasa la peine mientras vuelve a decir que asi de largo tenia ella el pelo, y asi de negro.
Asin de largo y de negro tenia yo el pelo.
Elvira y Hortensia la escuchan de nuevo, simulando que nunca la han oido lamentarse. Y les vuelve a contar que la raparon cuando encontraron la bandera a medio bordar sobre la camilla del comedor.
Y les cuenta que estuvo casi dos años en la carcel de su pueblo, y que ya le habia crecido bastante el pelo cuando volvieron a raparla antes de trasladaela a Murcia, donde la juzgo un tribunal militar.
Me echaron doce años.
Doce años.
Y les dice de nuevo que asistio a aquel juicio sin poder creerlo y sin poder cantar por dentro.
Doce años.
Ayuda a la rebelion militar.
Yo creia que los rebeldes eran ellos. Yo no entendia nada.
Ella solo sentia una vergüenza muy honda al pasarse la mano por la cabeza rapada.
Siempre se toca la nuca al recordarlo.
Ya me llega el pelo al cuello.
Y siempre se estremece.
El que se pela se estrena.
Bromea Reme. Bromea, para poder seguir hablando. Porque ahora hablara de sus hijas, y a Reme le consuela contar lo que se dispone a contar. Y Elvira y Hortensia lo saben, y escuchan con atencuion para que Reme tenga su consuelo.
Ven, sangre mia, ahora te toca a ti.
Cuando Reme se acuerda de sus hijas, la llama, a Elvira, sangre mia.
Ven, sangre mia, pon la cabeza en mis rodillas.
La llama sangre mia y le coloca la cabeza sobre sus rodillas. Y cuenta que a sus hijas no les paso nada. A su consuegra si, si. A su consuegra la metieron tres meses en el deposito de cadaveres con ella, porque la carcel del pueblo estaba llena.
Cuando nos dijeron que nos llevaban al deposito, mi consuegra pregunto que si nos iban a hacer la autopsia en vivo.
Le dieron aceite de ricino de verdad y la raparon. Pobre. Solo porque creyeron que estaba celebrando la toma de Teruel.
Y por mas que se metio los dedos para vomitar, y por mas que vomito, que arrojo hasta el forro de las entrañas, no tardo en irse por las patas abajo.
Pero a sus hijas no les paso nada gracias a Dios, ni a su hijo tampoco. Gracias a Dios y gracias a uno de los falangistas que entraron a registrar la casa.
Era falangista, y buena persona, y no consintio que raparan a mis hijas, ni que les dieran a beber guarrerias.
No lo consintio. Pero no pudo evitar que las obligaran a fregar el suelo de la parroquia. Pero eso Reme no lo cuente, porque prefiere no contarlo.
Durante el tiempo en que Reme estuvo encarcelada en su pueblo, sus hijas atravesaron la plaza a diario cargadas con sus propios cubos y sus propias bayetas ante la mirada acusatoria de las vecinas que se paraban a contemplarlas y alzaban la voz:
Ni el mas tonto se tragaria que no supieran lo que su madre estaba cosiendo.
Esas escarmientan, te lo digo yo.
Y ellas miraban al suelo y apretaban el paso hacia la iglesia.
Reme prefiere olvidar que sus hijas reprimian el llanto cuando le llevaban la comida al deposito de cadaveres, y que a veces no conseguian retener las lagrimas.
No te muevas, sangre mia.
Y hurga en la melena roja de Elvira, y le acaricia la cabeza, y la aprieta con disimulo contra su vientre.
A sus hijas no les paso nada. Nada. Y a su hijo tampoco.
Mientras que a mi pobre Benjamin si que lo humillaron bien. Un dia y otro. Pero el es fuerte. Pobre Benjamin.
Benjamin es fuerte. A el le hicieron barrer las calles del pueblo por haberle permitido semejante aprobio a su mujer. Le hicieron barrer un dia y otro hasta que acabo la guerra. Barrer y barrer hasta que trasladaron a Reme a Murcia, donde la condenaron a doce años de prision. Barrer y barrer hasta que supo que su mijer cumpliria la condena en el penal de Ventas y el decidio abandonar el pueblo y alquilar un pequeño piso en Madrid, para estar cerca de Reme. Pobre Benjamin.
Puntos:
22-11-11 17:23 #9171249 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Estan castigadas. Todas las presas de la galeria numero dos se quedaran sin comunicar hasta el prosimo mes. Asi se lo dicen a Tomasa, que las han castigado con la peor de las penas. Y le cuentan que Mercedes les impuso el castigo casi haciendo pucheros. Asi se lo dicen, cuando Tomasa regresa con dolor en los huesos y la falde manchada de sangre.
Quitate las faldes, que les voy a dar un agua.
Ya se la doy yo.
Que se la vas a dar tu que vienes baldada.
Reme permanece de pie frente a Tomasa con la mano extendida.
Anda, quitatela, que van a cortar el agua.
Con disimulo, Tomasa aprovecha el movimiento de sacarse la falda por los pies, se agacha un poco mas de lo necesario y desliza bajo el petate los paños higienicos que lleva escondidos en la toca de lana. Despues le entrega la falda a Reme.
Ten, y gracias.
Aqui somos todas hembras, Tomasa.
¿Y que?
No es menester que los escondas.
Que esconda que.
Esos.
¿No te dan asco a ti si no son tuyos?. Ya te he dado la falda y te he dado las gracias. Y ya lavare yo lo que tenga que lavar yo.
Bueno, hija, menudo talante gastas. Siempre estas igual. Dame por lo menos las enaguas.
No tengo otras.
La mujer que no sabia que iba a morir tercia como siempre entre las dos:
¿Ya estais otra vez partiendo los cacharros?
Esta, que pretende dejarme en cuero vivo.
Si es que tiene manchadas las enaguas...
Es verdad, Tomasa, tienes una mancha grandisima.
Bueno, ya me la tapare con la toca, no pretendereis que vaya en bragas a la reunion,¿no?
No vengas hoy a la reunion, descansa y mañana tendras la ropa seca.
¿Como que no vaya? Hay que hacer el pliego para pedir que nos dejen hacer labor.
Ya esta hecho, y entregado.
¿Y la escuela?
En marcha.
Le cuentan que las que saben leer y escribir estan enseñando a las que no saben, y que en el taller de costura estan haciendo un buen trabajo.
Sacamos prendas para la guerrilla.
¡Carajo! ¿Como lo haceis?
La presencia de Elvira interrumpe la conversacion. Acaba de incorporarse al grupo. Lleva un vestido en las manos, y unas enaguas. Se lo ofrece a Tomasa en silencio. Los ha sacado de su maleta, la maleta de piel que conserva las huellas de muchos viajes. Entrega las prendas que habian sido de su madre como quien realiza una ofrenda, con la emocion de quien se desprende de su valor mas preciado. Tomasa no sabe que decir. Hortensia y Reme no saben que hacer. Las tres observan a Elvira. Y ella sonrie. Sonrie. Y mantiene con firmeza sus brazos estirados y la mirada fija en el vestido.
La ultima vez que vio hermosa a su madre fue con ese vestido. Estaban las dos en Alicante, en el puerto, esperando un barco que nunca llego. Paulino las habia llevado hasta alli. Paulino y un camarada suyo que tenia las manos muy grandes las llevaron una noche desde Valencia, y se marcharon convencidos de que las dejaban en lugar seguro. Doña Martina tejia unos guantes de lana para entretener la espera y Elvira la miraba embelesada porque hacia mucho tiempo que no la veia tan guapa. Se habia engalanado para el viaje con su mejor vestido recien planchado, un abrigo de terciopelo negro y un sombrero de media luna a juego, un casquete pequeño, casi diminuto, que le cubria escasamente la mitad delantera de la cabeza y resaltaba el color de sus ojos, el color del mar. Elvira no habia vuelto a acordarsede de aquel sombrero; ella se lo habia probado muchas veces, cuando jugaba a ser mayor frente al espejo del ropero subida en los zapatos mas altos de su madre. No sabe Elvira cuantos dias pasaron en el muelle, sentasdas las dos sobre la maleta. No sabe cuantas noches. El vestido de su madre olia a lavanda cuando se recostaba en su regazo para dormir. Su aroma la acompaño durante sus sueños y la envolvio la mañana en la que comenzaron a oirse los gritos. Hasta entonces, la espera habia sido tranquila. Los millares de personas que se congregaron en el puerto aguardaban esperanzados los buques para su evacuacion y, a pesar de la incomodidad por la falta de espacio y de las dificultades para conseguir comida, los animos no decaian. Los mensajes del consul frances, emitidos a traves de un altavoz desde una tribuna improvisada, tranquilizaban la espera y mantenian la moral, asegurando la intervencion de la Sociedad de Naciones, cuyos planes de evacuacion controlada estaban en marcha.
Elvirita, mira, te he acabado los guantes. Toma, pruebatelos.
La niña trago con avidez un trozo de chocolate que su madre acababa de cambiar por su sombrero. Se limpio una con otra las manos. Y cogio los guantes. Fue entonces, en el momento en que Elvira se probaba los guantes, cuando la voz de el consul sono distinta a otras veces y muchos comenzaron a gritar. El Caudillo rechazaba la mediacion de potencias extranjeras. El Caudillo ofrecia magnanimidad y perdon a todo aquel que no tuviera manchadas las manos de sangre. Entonces comenzaron los gritos. Entonces muchos hombres se acercaron al agua y lanzaron sus armas al fondo de la darsena. Entonces comenzaron los suicidios. Un miliciano se ahorco colgandose de un poste de la luz, otro se ato una piedra al cuello y se arrojo al agua, y un hombre de edad avanzada se disparo en la boca a solo dos pasos de Elvira. Su madre la protegio del horror en su regazo. Y ella hundio la cabeza en el aroma a lavanda de su vestido.
Es de agradecer, Elvirita, pero a mi me va a quedar chico.
Reme te lo puede arreglar.
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23-11-11 17:03 #9178243 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Los gritos que anunciaron el castigo de las presas de la galeria numero dos corrieron como lamentos en llamas entre los familiares que esperaban en la cola el primer dia del castigo.
Han castigado a las del numero dos.
Las han castigado sin comunicar hasta el mes que viene.
¿A quien?
A las del dos.
¿A todas?
A todas.
Fue la hermana Maria de los Serafines la que se encargo de informar de que las internas no saldrian al locutorio. Grito que los familiares que trajeran paquetes y comida contunuaran en la fila y los demas que podian marcharse.
¿Les podemos dejar cartas?
La cola era tan larga que solo los que se encontraban cerca de la monja pudieron escuchar sus palabras.
¿A quien han castigado?
A las del dos.
¿A todas
A todas.
Han castigado a todas las presas.
Han castigado sin comunicar a todas las presas.
A las del dos, han dicho a las del dos.
La mia esta en el uno.
Pues a la tuya no.
¿Y a la mia?
¿En donde esta la tuya?
Yo tengo dos, una en el dos y otra en capilla.
Cuando el desconcierto llego al final de la cola, la fila ya habia comenzado a deshacerse. Los familiares se arremolinaban intentando llegar hasta la puerta. En pleno bullicio, Pepa encontro al abuelo de Elvira, que intentaba acercarse a la monja,
Cuidadito con empujar, señora, no esta viendo que este señor es muy mayor.
Los empujones no cesaron, Pepa agarro del brazo a don Javier temiendo que se cayera. Los que ya estaban agolpados contra la hermana Maria de los Serafines pronunciaban a gritos los nombres de las presas, preguntando cada uno si la suya podia comunicar.
Si no vuelven a hacer la cola, no entra nadie. Quiero a todo el mundo en silencio y en fila india.
Grito la monja. Lo grito una vez. Su grito no fue mas fuerte que el de los demas. Pero todos callaron.
He dicho que en fila india o no entra nadie, y no lo vuelvo a repetir.
No lo repitio la hermana Maria de los Serafines. No fue necesareo. Pepa se colgo del brazo de don Javier Tolosa y camino a su paso para colocarse en su sitio. Los demas hicieron lo mismo. Porque todos sabian que la monja era capaz de cumplir su amenaza. Ya lo habia hecho una vez. Nadie olvidaria aquella tarde que se marcharon a casa sin haber entrado en el penal, sin haber entregado siquiera la comida que tanto sacrificio les habia costado conseguir, castigados por la hermana Maria de los Serafines.
Yo voy detras de esta señora.
Nosotros dos vamos juntos.
¿Sabe ueted a quien han castigado?
A ustedes dos les di yo la vez.
A las del dos.
Y yo detras de ese señor del sombrero.
Los murmullos de los que antes gritaban acompañaron la recomposicion de la fila. Algunas mujeres no habian dejado de llorar desde que supieron que no entrarian al locutorio. Y algunos hombres tampoco. Benjamin estaba entre ellos, pero sus lagrimas no eran de las mas amargas. Y el lo sabia. La mujer que se encontraba delante de el venia desde Huelva y se lamentaba ante otra que venia desde Victoria.
No podre volver hasta el año que viene. Dios mio,no podre ver a mi hija hasta dentro de un año. He ahorrado durante todo este año para poder venir hoy, y me tengo que ir sin verla, entrañas mias.
Tristes formaron la cola los que llevaban paquetes y regresarian a casa sin haber visto a sus mujeres, a sus hijas, a sus madres, a sus abuelas, a sus nietas, o a sus hermanas. Siempre familiares directos, ya que otras visitas no estaban permitidas.
Yo me ire a Cuenca sin ver a mi madre.
¿Saben si se les pueden pasar cartas?
Yo vengo de El Torno.
Yo de Santa Cruz de Moya.
¿Y paquetes?
Yo de Noblejas.
Cada cual busco su turno anterior, y hubo quien aprovecho el trance para intentar colarse.
Lleva usted demasiada prisa caballero.
¿Yo?
No, esta menda. ¿Se cree que no le he visto?, espabilado.
Yo iba detras de este señor del sombrero.
No, usted iba detras de aquel sombrero.
Ah, es verdad.
Arreando.
No tardo mucho en reordenarse la cola, que avanzo tristemente hacia la puerta del penal de Ventas.
¿Sabe usted si esta noche ha venido La Pepa?
Si, han sacado a tres.
La hermana de Hortensia se acerco a las mujeres que tenia delante:
¿Quien es La Pepa?
La <<saca>>, niña.
¿Que <<saca>>?
Cuando las sacan para llevarselas.
¿A quien?
Sacan a las condenadas a muerte y se la llevan.
¿A sonde?
¿A donde va a ser?
No pregunto nada mas. A partir de ese momento, Pepa quiso llamarse Pepita.
La cola comenzo a moverse en silencio.
Triste camino Pepita hacia la puerta del penal. Triste camino el abuelo de Elvira. Triste camino el marido de Reme, pobre Benjamin. Y tristes caminaron sus hijas.
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24-11-11 17:06 #9184744 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
En el balcon de la vecina, la ropa tendida extremecio a Pepita. Ella miraba siempre aquel balcon de la esquina de Recoletos con Atocha, por si la llamaba Felipe. Lo miraba de reojo, cada vez que salia o entraba a la pension.
Era casi de noche. Aun no habian prendido las farolas. Pepita regresaba de la estacion, a donde acudia a diario para recoger carbonilla de la que soltaban los trenes. Normalmente iba por la mañana temprano, antes de ir a casa de los señores. Pero en esta ocasion, repitio el viaje por la tarde cuando salio del penal con mas tiempo que de costumbre al no haber podido comunicar con Hortensia. Miro hacia el balcon, y distinguio de inmediato el mantel a cuadros, las dos servilletas y el calcetin pinzado sobre una de ellas. Felipe la llamaba. Apresuro el paso. Para no sentir la congoja que le subia del estomago, comenzo a correr. Felipe la llamaba. Podria fingir que estaba enferma. Podria caerse en ese mismo momento y romperse en dos. Corrio, como si pudiera huir, como si pudiera ignorar la ropa tendida en el balcon de la vicina. Corrio, derramando tras de si la carbonilla que llevaba en su lata de cinc.
Cuando llego a la calle Magdalena, se encontro de frente con don Fernando.
¿Que te pasa? ¿A donde vas tan corriendo?
Ella no pudo contestarle.
Respira, mujer, respira y calmate.
Pepita tomo aire y musito jadeando que iba a la pension.
¿Ha pasado algo? ¿Por que corrias asi?
Nego con la cabeza y replico que corria porque cerraba el trapero y queria vender el picon. Entonces se dio cuenta de que habia perdido la mitad de su carga por el camino, y se echo a reir.
Ahora lo tengo que volver a coger. Y ademas, me he pasado el puesto del trapero.
Don Fernando escucho extrañado las escusas de su risa repentina, sin duda nerviosa, pero no le hizo mas preguntas.
Anda, que yo te ayudo.
No, por Dios, de ninguna de las maneras, señorito.
A pesar de que Pepita rechazo varias veces mas la oferta de ayuda, don Fernando se inclino junto a ella hasta volver a llenar la lata.
Muy agradecida, señorito.
Aquella noche Pepita comio sin hambre la cena que habia cocinado su patrona. Sopa y tortilla de cascaras de pepino. Y dio tantas vueltas en la cama, a derecha y a izquierda, dormida y despierta, que acabo por caerse al suelo. La ropa tendida en el balcon de la vecina no dejaba de ondear en sus sueños, y tampoco al despertar. Felipe la llamaba. Y ella no se habia partido en dos. Ella habia puesto el despertador para levantarse dos horas antes y acudir al cerro. No se habia partido en dos. Cogeria el primer tren. Ni le habia sentado mal la tortilla de la patrona. Que no la llame nunca mas. Ese milagro de tortilla sin huevo. Porque la patrona hace milagros. Pepita se levanta del suelo riendo de su torpeza. A su edad, caerse de la cama. Y se mete entre las sabanas, aun calientes. Las mondas del pepino en tortilla tienen un punto a calabacin. Y la sopa, mira que hacer sopa con huesos recocidos, mas mondos que lirondos, con que le dara la sustancia, porque los huesos relucen como el jarron de cristal que tiene en el aparador, pero el caldo tiene hasta buena cara. Le dira a Felipe que no la llame mas. Que ella se muere de miedo cada vez que ve el calcetin en lo alto de la servilleta a cuadros. Le dira que ya tiene de sobra con el miedo que pasa cuando la saluda la vecina en la calle, despues de mirar a un lado y a otro, y adelante y atras, con disimulo, eso si, siempre mira con disimulo. Ella sabe de fijo que lo hace para percatarse de que nadie la sigue. Ya tiene bastante. Ella creia que el miedo se iba a quedar en Cordoba. El miedo tenia que haber acabado cuando termino la guerra. Pero no. No señor. A Felipe le dio por echarse al monte y meter en la brega a todos los demas. La politica es una maraña peluda muy negra muy negra. Y Pepita se ovilla al laso izquierdo de la cama, y despues al derecho. Y se abraza a la almohada. Ella sabe que esta atrapada en la tela pegajosa de la araña, y que no se puede despegar. No falta ni media hora para que suene el dichoso despertador. La ha llamado Felipe. Y ella se levantara, claro que se levantara. Porque chico disgusto se llevaria la Hortensia si llega a enterarse de que Felipe la ha llamado y a ella no le ha dado la gana de ir. Chico disgusto. Veinte minutos, y precisamente ahora necesita orinar. Ira. Pero le va a dejar bien clarito que no vuelva a llamarla. En Cordoba se tenian que haber quedado. Pero cuando acabo la guerra, se vinieron aqui, porque era donde estaba Felipe, y porque alli no se podian quedar, por el miedo que les daba la Causa General. ¿Quien se inventaria eso de la Causa General, para que vecinos fueran contra vecinoa? Cuanto embuste en nombre de la Causa, cuanta denuncia, hasta falsa. Cuanto desbarajuste. Y Felipe se echo al monte, a este maldito cerro, mira que no hay montes en Cordoba, se podria haber quedado en Cordoba, y echarse al monte en Cordoba, pero no, el se tenia que ir con El Chaqueta Negra, y Chaqueta Negra se tenia que venir aqui, que no habra otro sitio donde echarse al monte. Maldito sea El Chaqueta Negra. Dicen que es muy guapo. A lo mejor si estuvieran en Cordoba, no habrian metido presa a Hortensia y ella no estaria asi, con el miedo mordiendole las entrañas porque Felipe la ha llamado.
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25-11-11 17:29 #9191120 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Ella se tenia que haber vuelto para Cordoba, que todavia tiene la casa de su padre. Todavia guarda la llave en su caja de lata debajo de la cana. Tendria que volver. Y quedarse alli. Mas sola que un perro. Tambien aqui esta mas sola que un perro. Y trabajando como un perro. No es que se queje. Pero hay veces que no puede mas. Hay veces que le da hasta asco cogerle los huesos a la señora Celia, aunque esten relucientes como patenas. Lo que le da el trapero es poco mas de lo que paga a su patrona por ellos, pero centimo a centimo se hace la peseta, y con eso, y con lo que saca del picon y lo que cobra en casa de los señores, apaña la comida que le lleva a Hortensia, que ella no va a consentir que su hermana coma un cazo menguado de lentejas con gurribinchis y media naranja. Tambien tienen guasa los de aqui, llamarle gurribinchis a los bichos que traen las lentejas. Menos de veinte minutos, y cada vez con mas ganas, pero si usa el orinal tendra que vaciarlo y le da fatiga atravesar el pasillo con sus vergüenzas en la mano. Ademas, si se levanta se le escapa una poca de calor de las sabanas. Aguantara. Se arrebujara en la cama y apretara las piernas. Seguro que el trapero los cuece otra vez y vuelve a chuparlos antes de venderlos para hacer harina. Hay tanta hambre. Ella hambre no pasa. Ella ha visto en la calle de Torrijos a unas mujeres revolver en la basura y llevarse las mondas de las patatas y de las naranjas. Pero ella hambre no pasa. La patrona es de buema condicion. La patrona le da desayuno, almuerzo y cena, y no le cobra el cuarto, que era de la hija que le fusilaron en el treinta y nueve, a poco de entrar los nacionales en Madrid, la unica hija que tenia la pobre, que se llamaba Almudena. La patrona tiene preso al marido, el señor Gerardo, en el penal de Burgos. Va una vez al año a verlo, porque no tiene posibles para ir mas. Y va todas las mañanas al cementerio. Y encima le deja quedarse con las migas de los manteles. Mas de una se cambiaria por ella. Mas de una se daria de canto con los dientes si encontrara una pension donde parar de balde a cambio de echar una mano a la patrona, fregar la loza, limpiar la cocina, el pasillo y el retrete y planchar la ropa. Y hacer limpieza general los domingos. Eso es lo unico que le fastidia. Porque el domingo libra en casa de los señores. Son bien raros, don Fernando y su mujer, no se hablan, y viven cada uno en una parte de la casa, se creen que una es tonta. La señora, doña Amparo, es muy propia, se pasa el dia en la torreta redonda que hay arriba, como una paloma. Y menos mal que encontro una casa donde entrar a servir y la pension Atocha donde quedarse, cuando metieron presa a Hortensia. Su hermana le dijo que fue gracias al mismisimo Chaqueta Negra, que conoce a don Fernando; lo mismo que a la señora Celia, El Chaqueta Negra tambien conoce a la señora Celia. Y a ella le gustaria ir al parque los domingos. Pero una pension de balde es una pension de balde, y encima enfrente de la casa de los señores, que solo tiene que cruzar. Mas de una se cambiaria por ella. Felisa, la muchacha que servia antes en casa de don Fernando, tambien conocia a El Chaqueta Negra, un dia le dijo que era buen mozo, ahora se acuerda. Hortensia tambien lo decia. Todo el mundo conoce a El Chaquete Negra. Aunque, pensandolo bien, a mas de una le daria reparo ir mesa por mesa recogiendo los restos del pan negro. El sepulturero se dejo antier uno bien hermoso. Ella lo unto con aceite de una lata de sardnas y lo vendio en la Puerta del Sol. Un bacadillo de sabor a sardina, voceo, y lo vendio enseguida. A ver si vuelve hoy con el mismo apetito. Menos de un cuarto de hora, va a reventar. Vivita, va a reventar vivita. Pero ella se ha hecho una bolsa de terciopelo rojo con un retal que le sobro a su señora de unos cojines y cuando la tiene llena de migas y se la lleva al panadero es la envidia de muchas. Pura envidia, de la mala, que no hay envidia buena. No solo por los cuartos que se gana, sino por lo preciosa que le ha quedado su bolsita roja de terciopelo con un forro por dentro del mismo color. Se va a levantar. No aguanta mas. Pero ira al retrete y volvera a la cama cinco minutos. Los zapatos sin las medias estan mas frios que con las medias. Madre mia, que frios estan.
Pepita se calza como quien se baña en las aguas heladas de un rio. Introduce poco a poco los pies sin llegar a plantarlos del todo en el interior de los zapatos. Cruza las piernas, casi de puntillas, y se lleva la mano al sexo. Aprieta. No va a llegar al retrete. No. No va a llegar. Por el rabillo del ojo izquierdo asoma una lagrima. Aprieta los labios. Aprieta mas las piernas. Aprieta mas el sexo con la mano. Se le escapa. Se le esta escapando. Y suda. Resuelve sacar el orinal. Abre la puerta lateral de la mesilla de noche.Abre las piernas. Y ahora ya, cuando se relaja, suspira. Una media sonrisa le ilumina la boca. Cierra los ojos. Y le resbalan, sin prisa, dos lagrimas.
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26-11-11 14:06 #9195147 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Bajo la piedra casi plana del camino del cerro, Pepita no ha encontrado ningun mensaje. Agazapada tras el matorral, observa el poste de la luz. Si, es el que tiene el tajo en el medio. Sera que es demasiado temprano. Se sienta en la piedra, y espera. Mira a su alrededor y se cubre la boca con los bordes de la toquilla que abriga su cabeza aferrandose a ellos con las dos manos. Un buho. Ese ruido tiene que ser de un buho. No han pasado ni cinco minutos desde que llego, cuando escucha los tres golpes de las piedras chocando entre si; coge dos cantaros rodados y responde a la contraseña haciendolos sonar por tres veces, Un hombre se acerca. No es Felipe. Es mas joven que Felipe. Lleva pantalon y chaqueta de pana, una boina con visera y un fusil ametrallador al hombro. Al verlo,Pepita se tapa aun mas el rostro con la toquilla dejando apenas los ojos al descubierto, como si pudiera esconderse.
No te asustes, chiqueta.
La voz de aquel hombre la empuja a saltar. Se apoya con las manos en la piedra casi plana. Se levanta. Deja caer la toquilla y corre a rodear el matorral.
Ven aqui, no te asustes.
El hombre la sigue despacio. Ha recogido la toquilla del suelo y la lleva en la manoi. Pepita comienza a caminar de espaldas bordeando el matorral.
Despacio, el camina hacia ella y ella hacia atras, mirandose de frente.
¿Eres Pepa?
Pepita.
No tengas miedo, vengo de parte de Felipe.
Sin dejar de caminar, Pepita alarga la mano hacia su toquilla. Pero no consigue alcanzarla.
¿Y como se yo que no eres un guardia civil disfrazado? Dicen que hay muchos.
Eso dicen. Y cuando suena el rio...
Suena el agua.
¿Tengo yo pinta de ser agua? Yo soy Paulino. Soy amigo de Felipe, vengo de su parte.
¿Y por que no ha venido el, si se puede saber?
Se puede.
Es Paulino. Y hace tiempo que Paulino no habla con una mujer tan hermosa. A decir verdad, hace mucho tiempo que Paulino no habla con una mujer, con ninguna.
Dame mi toca.
Cogela.
Enfrentados el uno al otro, los dos jovenes continuan caminando despacio alrededor del matorral.
Vas a caer. Pareces un cangrejo.
Tengo que irme.
Espera, traigo un recado de Felipe.
Yo no conozco a ningun Felipe.
Paulino suelta una carcajada y la miraa los ojos, maravillosamente azules.
Pepita le arranca la toquilla de la mano.
¿A que viene tanta guasa?
No receles tanto, que no soy guardia civil. Ya es tarde para decir que no conoces a Felipe, chiqueta, acabas de preguntarme por el.
Yo no te he preguntado por nadie.
Me has preguntado por que no ha venido Felipe.
Tengo que irme.
Yo tambien podria creer que no eres quien dices, nunca he visto una cordobesa tan rubia. ¿Como has salido tu tan rubia y tu hermana tan morena?
Habra sido una equivocacion de lo alto.
Bendita equivocacion, aunque tambien Hotensia es muy guapa, pero no te pareces nada a tu hermana, ¿como se yo que eres Pepa?
Pepita.
Pepita, de acuerdo, pues yo te creo porque tu me lo dices.
Eso es cosa tuya, yo tengo que irme.
Los recelos de Pepita no le impiden mirar a Paulino a los ojos. Atraida por aquella mirada que la busca sin que ella pueda resistirse, se coloca la toquilla y vuelve a repetir que tiene que irse.
Tengo que irme.
Mira, si yo fuera guardia civil, no podria saber que debajo de esa piedra te dejo un dia Felipe una carta para Hortensia. Y otro dia un cuaderno azul. Y para ya chiqueta.
¿Como le dice Felipe a Hortensia?=
Tensi, la llama siempre Tensi. Y la quiere mucho.
¿Y por que no ha venido el?
Paulino se acerca a Pepita y ella vuelve a preguntar:
¿Por que no ha venido Felipe?
El le retira el mechon que le resbala en la frente.
Ella le aparta la mano.
Aun no es el alba.
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27-11-11 23:08 #9201861 -> 9097998
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 1º
Mirame. Mirame, le pedia siempre Hortensia depues del amor, cuendo el abandonaba su cuerpo y ella buscaba su hombro desnudo para apoyar su cabeza. Mirane le rogaba buscando sus ojos, aunque yo no te mire, y ella cerraba los suyos. Tensi. El abria los brazos, agotado, cansado hasta para mirarla. Tendido boca arriba saboreando su cansancio y le mentia:
Te estoy mirando.
Ahora Felipe lamenta no poder mentir a Hortensia. Lamenta no poder abrazarla y se pregunta si la abrazara una vez mas, una sola vez, antes de morir. Y lamenta haberse enojado con Tensi cuando fue a reunirse con el. ¿Tu te has vuelto loca? Pueden haberte seguido. Ademas, este no es sitio para una mujer y menos para una preñada.
Ella le devolvio el grito al contestar que un somaten de Barcelona le habia pegado una patada en el vientre. Y ahora Felipe lamenta haberle gritado, y recuerda el ultimo beso que le dio, cuando ella se despidio de el antes de bajar a El Llano para comprar una gallina. El retiro la boca y le dijo que el monte no es lugar para besos. Y ahora lo lamenta. Y lamenta no haberse abandonado en ella ni una sola vez desde que llego al cerro, ni una sola vez. Mirame, le habria rogado Tensi. Lo lamenta. Porque Felipe teme que va a morir y, aunque no teme a la muerte, teme morir sin mirarla otra vez. Tensi. Y se lleva la mano al costado y presiona la herida para sujetar el dolor. Ha dejado de sangrar. El emplaste de resina fresca que le coloco Paulino despues del tiroteo ha cortado la hemorragia pero el dolor muerde como una alimaña e impone su tirania. Felipe intenta dominarlo pensando en Hortensia. Tensi. Saca de su bolsillo la fotografia que le regalo en Don Benito, cuando ella aprendio a escribir. "En prueba de ni cariño, te dedico este recuerdo. Tuya para siempre: tu Hortensia". Tuya para siempre. Y recorre la piel de su retrato. Le acaricia la mejilla. Saborea su ternura con la yema de los dedos. Le acaricia el brazo. Sonrie al verla sonreir. La besa en los ojos, en los labios abiertos y en los dientes separados. Tensi, con su uniforme de miliciana, con su fusil en bandolera y la estrella roja de cinco puntas cosida en el costado, sonrie para el, con un niño que no es suyo en los brazos. Era un dia caluroso de julio, ella se habia puesto los pendientes que el le habia comprado en Azuaga y se habia recogido el pelo ocultando sus trenzas. Cuando termine la guerra, tendremos un niño como este, mira que guapo es.
Alzo al niño y se echo a reir.
Ay madre, ay madre mia.
Agito sus pendientes y la borla de su sombrero. Hacia calor. Y Tensi se bajo la cremallera del mono azul dejando al descubierto su cuello.
¿Te gustaria, Felipe? Uno como este, mira, ¿te gustaria?
Y con el puño cerrado.
Pero con sus cinco deditos.
Con deditos o sin deditos, pero el puño cerrado.
No seas bruto, Felipe.
La besara en el cuello. Le quitara el gorro y acariciara sus dos trenzas. Tensi. Le bajara la cremallera hasta mas alla de la cintura. Y gozara de la dulzura de su cuerpo. Acompasara la respiracion a la suya, y se deslizara entre sus muslos cobrizos. Sin prisa. Y despues, ella le pedira que la mire. Felipe aprieta los labios y sofoca un suspiro. Porque Tensi espera un hijo, y el no podra verla con su hijo en los brazos.
Regresa el dolor. Felipe intenta incorporarse para atisbar el sendero por donde ha de regresar Paulino.
Todos los demas estan muertos.
Y ahora el va a morirse solo, tirado en el monte, besando el retrato de Tensi. Tensi. Tensi.
Deberia pegarse un tiro ahora mismo.
Un tiro. Ahora mismo. Paulino debio matarle cuando el se lo pidio. Pero no le mato.
No quiero que me cojan vivo.
Su compañero no atendio a su ruego.
No te cogeran.
Le rodeo la cintura, lo sujeto sobre su hombro y cargo con su peso para ayudarle a caminar hacia un lugar seguro antes de ir a buscar ayuda. Se escondio con el durante horas, debajo del puente que los guardias civiles habian atravesado para marcharse triunfantes, con los cadaveres de sus compañeros colgados en mulas. Y alli, en su escondite, le curo la herida con un aposito de resina de pino fresca y le escucho hablar de su mujer, de lo mucho que la habia querido, y de lo mucho que la queria.
Llevame a verla.
Antes hay que sacar esa bala.
Paulino penso en don Fernando. Porque don Fernando era medico, y aun les debia un favor. Por lo de Paracuellos. Si, se acordo de don Fernando, el doctor Ortega, y de Paracuellos del Jarana. Felipe y Paulino le conocieron en la primera reunion de la junta de Defensa de Madrid, en el Ministerio de la Guerra, y pocos dias despues lo vieron cerca del aeropuerto de Barajas, junto a Kolstov, cuando trasladaban a mas de mil prisioneros politicos desde la carcel Modelo. A otra carcel dijeron que los llevaban. Aun les debe un favor, conseguir que la hermana de Hortensia sirviera en su cas es echar una mano, pero no es un favor.
Sin escuchar a Felipe que seguia hablando en voz baja de Tensi, Paulino decidio que recurriria a don Fernando. Lo decidio mientras esperaba el momento adecuado para ir en busca de su enlace en la huerta de El Altollano. No dejaria morir a su compañero. No lo permitiria. Habia sido imcapaz de evitar la muerte de los demas. Habia sido incapaz de convencerles de que debian cambiar de campamento esa misma mañana, cuando se acerco a ellos un hombre que iba recogiendo leña en un carro de bueyes. El perro que iba con el comenzo a ladrar, y el gañan bajo del carro para ver por que ladraba. Perro y dueño se pararon a cien metros del grupo, que ya habia encarado las armas al oir los ladridos. El hombre hizo ademan de huir.
No se mueva.
No se movio. No podia moverse.
Ya se supondra quienes somos. Somos guerrilleros defensores de la Republica.
Ya he oido hablar.
¿Que piensa usted hacer?
No se lo que tengo que hacer.
Lo que tiene que hacer es callarse la boca, no decirle a nadie que nos ha visto.
Yo no se lo digo a nadie.
Si da cuenta de que nos ha visto, se pone usted mismo en peligro, a lo mejor no es hoy, pero usted peligra un dia a la muerte.
No, no, tranquilos.
Ese hombre llevaba el miedo en las manos. Les dio un viva la Republica y sonrio. Pero el miedo se veia en la piel de gallina de sus manos, en su bello erizado, en su temblor y en las veces que volvio la cara mientras se marchaba.
Ese no se ha alegrado de vernos, puedes estar seguro. ¿Le has visto las manos?
Ya estas con lo mismo.
Ese tio nos denuncia.
Quia.
Si nos aplastamos aqui, aqui mismo nos limpian. Hoy tenemos la de San Quintin aqui mismo.
Almorzamos y nos vamos.
Todos acusaban la fatiga de la caminata de la noche anterior. Habia llovido y estaban mojados. Paulino no insistio. Encendieron un fuego para secarse y se dispusieron a descansar. La Guardia Civil no tardo en rodearlos. Eran las tres de la tarde y estaban comiendo. Los guardias civiles llegaron abiertos, bien separados, con fuego cruzado. Algunos camaradas murieron con un trozo de queso en la boca. No resistieron ni un solo asalto. Ni un asalto. Felipe y Paulino encontraron un hueco en el flanco enemigo rompiendo el cerco con una bomba de piña; pero hirieron a Felipe, y no pudieron huir mas alla de unos metros. Se camuflaron en un sembrado. Una hilera de pequeño matorral separaba el sembrado del baldio. Fue entonces cuando su compañero le pidio que le matara.
Disfrutaran con nuestras muertes, con nuestras vidas no. Y yo no tengo valor.
El tampoco tuvo vcalor. Le ayudo a arrastraese hasta los matorrales y alli, agazapados con el arma en la cara, matar o morir, escucharon voces que se acercaban.
Doce miembros de la partida estaban muertos. Y al menos cinco guardias civiles cayeron con la explosion de la bomba. Felipe quiso lanzar otra, pero Paulino lo detuvo:
Espera yo creo que no nos han visto.
Pues al primero que nos vea me lo vendimio.
El primero que llego hasta ellos era un numero de la Guardia Civil, al que seguia un sangento. Mi sargento aqui hay sangre, uno va herido.
Y Felipe y Paulino se vieron perdidos.
Me he puesto el traje nuevo esta mañana y ahi en el monte me lo voy a estropear.
Ya le daran otro.
Quiza el sargento sabia que detras de los matorrales se agazapaba la muerte. Quiza por eso no se dejo convencer por el numero que insistia. Y se marcharon. Quiza huyeron de Felipe y de Paulino. O quiza al traje nuevo del sargento le debian la vida los dos. Y los dos esperaron a verlos marchar, hacia el puente, con el resto del tercio.
Paulino intuyo que el mejor lugar para esconder a Felipe mientras el iba a pedir ayuda era precisamente el camino que los guardias civiles tomaron para regresar. El puente.
Y desde su escondite, vieron como se alejaban los cadaveres de sus camaradas ensangrentados sobre las mulas, el balanceo de sus cabezas y sus brazos. Doce. Ernesto. El Porra. El Gallego. Los vieron, sin poder diferenciar a unos de otros. Sebas. Carlos. Sus rostros desfigurados. Victoriano. El Torero. El Chiqui. Tomas. Paco. Cien Palos. Murillo. Pero el no consentiria que El Cordobes muriera. El iria en busca de Carmina para que Pepita viniera, y Pepita le traeria al medico que le extirparia la bala. Y despues, Paulino cumpliria su juramento. Porque Felipe queria ver a Hortensia.
Jurame que me llevaras a verla, juramelo.
Te lo juro.
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