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Carcarosa - Asturias

Poblacion:
España > Asturias > Carcarosa (Mieres)
28-11-11 16:59 #9204673
Por:Jose Manuel Z.L

Cosas dormidas 2º
Los ojos asustados de aquella chiquilla hicieron olvidar a Paulino su propio temor, y la prisa por volver junto a Felipe. Su mirada azulisima lo retenia en un juego imprudente, sin duda impropio de el. Paulino sabia que la celada del dia anterio se debia a la traicion del hombre que tenia el vello erizado en las manos. Estaba seguro de ello. Y no le cabia la menor duda de que la Guardia Civil volveria al cerro. Su enlace se lo habia advertido:
Pusieron a los vuestros en el suelo de la estacion para que todo el mundo los viera antes de echarlos a la zanja. Pero saben que faltan dos muertos. Saben que dos hombres escaparon a la batida, y sosprchan que uno de ellos es El Chaqueta Negra. Volveran.
Volveran. Volveran, le habia dicho. Y el utilizo el tiempo justo para pedirle a su enlace que avisara a Pepita. Y despues corrio al lado de Felipe sin perder un minuto.
Sin perder un minuto tendria que regresar tambie ahora junto a Felipe.
Pero esos ojos azules no dejan de mirarle-
Tengo que irme, voy a perder el tren.
Felipe esta herido.
¿Esta herido?
Y los ojos azules se abren a un miedo mayor del que ya tenian:
¿Esta herido?
Necesita un medico.
Un medico. Felipe necesita un medico y Pepita aun no sabe lo que Paulino viene a pedirle.
¿Esta grave?
Necesita un medico.
Eso ya me los has dicho, ¿esta grave?
Tiene una bala dentro, hay que sacarla.
¿Y que recado me manda?
Tu trabajas en casa de un medico.
El señorito no es medico.
Lo era.
¿Don Fernando?
Ahora Pepita sospecha , pero aun no tiene la certeza de la peticion que Paulino se dispone a hacerle.
Don Fernando no es medico. Nunca he oido mentar que fuera medico. Trabaja en la plateria de la calle Moratin.
Era medico. Y cuando uno ha sido medico eiempre es medico.
¡Que ha de ser!
Lo es, chiqueta, no te empeñes. Y Felipe necesita que le saquen la bala de dentro, si no se la sacan, se morira.
Ay madre, ay madre mia de mi vida y de mi corazon.
Si, Pepita ya sabe lo que van a pedirle.
Y tu quieres que yo te traiga al señorito, como si lo viera. Ay que lastima. Si es que ya lo estoy viendo, tu pretendes que lo traiga yo aqui.
No, aqui no. Te diran esta tarde adonde llevarlo. El cerro ya no es lugar seguro.
No es lugar seguro. Pepita gira la cabeza a derecha y a izquierda, como tantas veces a visto hacer a su vecina, adelante y atras.
El señorito me puede denunciar si le pido eso.
Dile que vas de mi parte. Dile que vas de parte de Paulino Gonzalez.
A ti tambien te puede denunciar.
No lo hara.
¡Mucho sabes tu, mira tu que pena!.
Paulino volvio a reir. Y Pepita volvio a preguntarle de que se reia.
¿Y ahora de que te ries?
Mi enlace te dira adonde tienes que llevar al medico. Ve a las dos en punto al mercado de la cebada, busca el puesto veintiseis y pregunta por Carmina. Ella te dira que si quieres patatas. Tu le contestas patatas, puerros y perejil, todo empieza con pe.
Como Paulino.
Y como Pepita.
Ella hubiera querido pedirle que no la mirara asi. Pero no se lo pidio.
Quiero ver a Felipe.
No.
No, contesto Paulino. Y añadio:
Ahora no. Esta noche lo veras. Adios, chiqueta.
Y Pepita se gira con intencion de marcharse.
Adios.
Al despedirse Paulino la retiene sujetandole el brazo:
Recuerda: patatas, puerros y peregil. Y no hables de esto con nadie. Y menos delante de la mujer de don Fernando.
Pepita le dice:No, descuida. Pero le hubiera gustado preguntarle porque no ha de enterarse la señora. Le hubiera guetado decirle que no se atrevera a hablar con nadie, y tampoco con don Fernando. Le hubiera gustado preguntar por que no lo hace su enlace. ¿Por que? Pero no lo pregunta. ¿por que ella? Y se aleja de Paulino aferrada a su toca, mirando al suelo.
¿Por que ella?
¿Por que?
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29-11-11 17:17 #9210417 -> 9204673
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Huir no es tomar el tren. No es siquiera alejarse. Huir no es estar lejos. Pepita apoya su cabeza eb la ventanilla evitando mirar al cerro. Entorna los ojos para alejarse de Paulino. Porque Paulino le ha acariciado el pelo. Le ha dicho que Hortensia tambien es muy guapa. Tembien, habia dicho. Y le apreto el brazo antes de decirle adios. Y la miro a los ojos. Y Pepita se niega a mirar al cerro, para alejarse de Paulino y de la peticion que le ha hecho Paulino. Cierra los ojos, aunque sabe que el tren la lleva directamente hacia el lugar del que pretende estar huyendo. Cuanto mas se aleja de Paulino, mas se acerca a don Fernando, y regresa a Paulino.
Todavia hay sangre,¿la habeis visto?
No han consentido que nadie la limpie.
Los murmullos de sus compañeros de vagon llevan a Pepita al sobresalto.
¿Que sangre?
Casi grito.
Chiquilla, ¿no has visto el suelo de la estacion?
No. Ella no ha visto el suelo de la estacion. Ella miraba al suelo, pero no ha visto el suelo.
Ayer mataron a doce.
A diez.
A mi me han dicho que a doce.
Susurros. Susurros al oido se intercambian las mujeres acercando sus cabezas para que Pepita no las oiga.
Pero Pepita las oye.
Yo los vi, y eran doce.
La partida entera de El Chaqueta Negra.
No me digas que han matado a El Chaqueta Negra.
No, El Chaqueta Negra no estaba entre los muertos, el y otro se escaparon.
Y antes mataron a cinco o seis guardias civiles.
Cualquiera sabe, eso nunca lo dicen.
Ni lo dicen ni lo diran, pero en la huerta de El Altollano me han dicho a mi que El Chaqueta Negra mato a cinco o seis guardias civiles, y que se escapo con otro que va herido.
Entonces, Paulino es El Chaqueta Negra.
Se le ha escapado en voz alta, a Pepita, pero ninguna de las pasajeras lo ha oido.
Si, Paulino es El Chaqueta Negra. Y la ha mirado a los ojos. Es El Chaqueta Negra, y por eso conoce a don Fernando. Pepita vuelve ahora la mirada hacia el cerro y se pregunta por que no le habra dicho Paulino que es El Chaqueta Negra. Ella lleva un mensaje de El Chaqueta Negra.
Al llegar a la estacion de Delicias, continua pensando en Paulino. Baja del tren sin prisa. Sin prisa camina mirando a los novios que han madrugado para abrazarse, los enamorados que se citan en el anden simulando ser viajeros que se despiden, para evitar la multa por escandalo publico a la que se exponen si se abrazan en plena calle. Y sin prisa se dirige hacia el metro, mirando a un lado y a otro, con la cabeza hundida en los hombros. Lleva un mensaje de El Chaqueta Negra. Viaja en el metro mirando de reojo a su alrededor. Lleva un mensaje de El Chaqueta Negra. Y saldra al exterior atisbando de soslayo a los que suben las escaleras junto a ella. Vigilara a los transeuntes. Recorrera las calles. Despacio. La Puerta del Sol, Montera, la plaza de Jacinto Benavente. Atocha. Y pisara el umbral de la pension mirando a derecha e izquierda antes de entrar. Por que lleva un mensaje de El Chaqueta Negra. Las campanas de la iglesia de San Judas Tadeo daran la media. las ocho y media. Aun le dara tiempo de limpiar el retrete y de ayudar a la señora Celia en la cocina antes de ir a casa de don Fernando.
Cuando Pepita abra la puerta de la pension, encontrara a su patrona en el pasillo:
¿Por que no me has avisado de que te ibas?
Le preguntara, intrigada, doño Celia, por que no la ha avisado, ya que Pepita la despierta todas las mañanas para decirle que se va, antes de ir a la estacion a recoger carbonilla.
Curiosidad, mas que enojo, encontrara Pepita en la voz de doña Celia. Y descubrira entonces que le tiemblan las piernas y que le cuesta respirar. Descubrira que le cuesta mantenerse en pie y mirarla de frente. Porque lleva un mensaje de El Chaqueta Negra. Y se sorprendera al verse alli, en el pasillo de la pension, porque no recordara haber caminado por las calles, ni haber viajado en metro, ni haber recorrido el anden de la estacion, ni haber llegado en tren a delicias. Ella solo recuerda que debe dar un mensaje a don Fernando. Debe ir a casa de don Fernando.
Estas blanca como la cera, muchacha, ¿que te ha pasado?
Y Pepita no querra contestar, porque la cabeza se le ha llenado de espuma, de una espuma muy densa, y escucha a lo lejos un silbido, un tren que se marcha. Ella debe ir a casa de don Fernando. Trae un mensaje de El Chaqueta Negra. Le cuesta oir a su patrona, le cuesta mirarla, le cuesta fijar la vista, le cuesta escucharla, y busca con el hombro la pared.
¿Donde esta tu lata? No vienes de la estacion,¿verdad?
No querra contestar. Siente que el silbato del tren atraviesa la espuma de su cabeza. Y ella va en ese tren.
Se va.
Y antes de caer al suelo, se apoya de costado en la pared.
No querra contestar, pero dira en un murmullo mientras resbala:
Traigo un mensaje de El Chaqueta Negra.
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30-11-11 17:50 #9216195 -> 9210417
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Se acerca la nochebuena. Y doña Amparo ha dejado un mensaje sobre la mesa del comedor, a su marido, a don Fernando. Quiere que le traiga nusgo porque va a poner un nacimiento. Y le pide, de paso, que le deje algo de dinero, que ya ha gastado el que le da para la semana y no le queda para comprar el pavo de Navidad y darle un aguinaldo a Pepita.
Don Fernando lee de prisa, rastreando el cariño de su esposa en las palabras escritas en el papel que tiene en la mano. Pero no lo encontrara, no, ni un resto del cariño de su esposa. Se despide de el diciendo que pasado mañana, domingo, no oiran misa en San Francisci El Grande, sino en San Sebastian. Que recuerde que San Francisco, por fin, esta en obras, que por fin van a restaurar el altar que destruyo el bombardeo. Casi dos años lleva don Fernando sin hablar con su esposa. Ya hace casi dos años que se ven tan solo los domingos. El la toma del brazo en la puerta de casa y caminan hacia la igleglesia mirando al frente, devolviendo los saludos de los que se cruzan con ellos, y la sonrisa, como obliga la cortesia. Ese fue el pacto. Don Fernando acompañaria a nisa los domingos a doña Amparo, para no dar lugar a rumores. Y ella viviria en el piso de arriba. Mandarian a Felisa a su pueblo, y meterian una muchacha por horas.
No quiero que duerma aqui nadie. No quiero un testigo que pueda ir diciendo lo que hacemos y lo que no hacemos.
No quiero, aprendio a decir doña Amparo.
No quiero verte en la parte de arriba. Y no quiero bajar mientras tu estes abajo. No quiero cruzarme contigo por los pasillos.
No quiero se acostumbro enseguida a repetir.
No quiero que me cuentes nada. Nada, ¿me entiendes? No quiero hablar contigo nunca mas en la vida.
Ese fue el pacto acordado, cuando el doctor Ortega le comunico a su mujer que le habian ofrecido un puesto de contable en la plateria de Moratin y que abandonaba la medicina.
He visto demasiada sangre, Amparo.
La guerra es la guerra, y en la guerra hay sengre, eso fue lo que le dije yo a tu padre para que no te denunciara. ¿Que vas a decirle tu ahora, que a estas alturas le tienes miedo a la sangre?
Le recordo que conservaba la vida gracias a ella, que fue ella la que persuadio a su padre para que no lo mencionara en la Causa General.
Ya le has avergonzado bastante.
Y repite doña Amparo que don Fernando ha avergonzado a su padre:
Yo creo que ya le has avergonzado bastante.
Y lo dice sabiendo que es cierto. Porque el padre de don Fernando tambien es medico. Y es amigo personal de Francisco Franco, y durante la guerra lo siguio hasta Burgos, para ejercer en la zona nacional, merito suficiente para que el mismo jefe del Estado le asignara el puesto de asesor medico en el Ministerio de Gobernacion una vez acabada la guerra. El padre nunca le perdono al hijo que permaneciera fiel a la Republica prestando sus servicios en el Hospital de Sangre de Chamartin. Le avergonzo durante la contienda, y le avergonzo aun mas cuando el Generalisimo presidio el primer desfile de la victoria en el paseo de la Castellana de Madrid, y su hijo se nego a asistir a la ceremonia. La familia entera estaba invitada al palco de honor, junto al Cuerpo Diplomatico.
La guardia mora custodiaba la tribuna donde el general Varela le impuso al Generalisimo la Gran Cruz Laureada de San Fernando, y su hijo se nego a verlo.
Ve tu, yo no quiero participar en semejante farsa,¿sabes como ha conseguido la Laureada?
No me hables de farsas, Fernando, no me hables tu de farsas. Tu, la honestidad en persona, el capitan medico Ortega, el heroe de Paracuellos.
Te he dicho muchas veces que no estuve en Paracuellos.
Doña Amparo le recuerda a su marido aquella discusion, y añade que ella consiguio convencer a su suegro de que el no estuvo en Paracuellos del Jarama.
Mi padre nunca se convencio de eso.
Pero no te denuncio. Y yo tampoco. A mi no me importo lo que hubieras hecho.
Amparo, tienes que entenderlo. Me repugna la sangre, me asquea.
¿Como voy a entenderlo? Yo me case con un cirujano, eso es lo que entiendo yo, con un cirujano, y si dejas de ser cirujano, ya te puedes ir a Rusia con tus amigos los comunistas, porque te vas a arrepntir. Ami no me haces pasar por la verguenza de explicarle a nadie que has dejado de ser medico porque te da asco la sangre. Y no pienso decirle a nadie que ahora eres un simple empleado de pacotilla. Ni hablar, yo no pienso hacer el ridiculo de esa forma,¿te enteras?, y no voy a consentir que lo hagas tu.
Durante meses, don Fernando intento aplacar la ira de su esposa. Continuo ejerciendo la medicina, y le juro que no volveria a hablar del tema. Consiguio que, al llegar a casa, ella le recibiera con un beso. Don Fernando la amaba. Consiguio que ella le ofreciera su ternura en el dormitorio. La amaba, pero sentia que la entrega de su esposa exigia de su parte una sumision total que le rendia, y una entrega mas intima, una claudicacion que lo postro en un estado de melancolia del que era incapaz de reponerse.
No puedo seguir asi, Amparo, tenemos que hablar.
No hay nada que hablar. Yo no quiero hablar de nada.
Voy a trabajar en la plateria.
Le costo decirlo, pero lo dijo. Y su esposa no lo acepto, como era de esperar. Traslado a la torre todas sus cosas y le grito que no hablaria con el nunca mas en la vida.
En la vid, ¿Lo oyes? Nunca mas en la vida.
Añadio que no se le ocurriera subir esas escaleras jamas:
Jamas, so pena de que vengas a decirme que eres medico. Y yo no bajare mientras tu estes abajo y sigas siendo un contable de pacotilla.
Esa misma tarde, Felisa fue a despedirse de doña Celia. Y doña Celia visito a don Fernando en nombre de El Chaqueta Negra.
La hermana de una camarada presa necesita trabajo.
En contra de la costumbre, que señalaba que la señora de la casa contrataba el servicio, don Fernando admitio a la sievienta sin colsultar siquiera a su mujer.
A las diez en punto de la mañana del dia siguiente, don Fernando abria la puerta de su casa a una muchacha de ojos azulisimos.
Puntos:
01-12-11 16:44 #9223604 -> 9216195
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
La primera nevada de aquel invierno comenzo a caer cuando Pepita llegaba a casa de don Fernando. Llamo a la puerta con timidez, un leve timbrazo suave y corto, uno solo. El esperaba a Pepita, dispuesto para salir, con la capa esoañola sobre los hombros y el sombrero en la mano. Le extraño la ausencia de energia en aquella llamada. Le extraño, porque eran las diez de la mañana, la hora en que llegaba Pepita. Y Pepita nunca llamaba si. Antes de abrir, don Fernando miro a traves del cristal de una ventana para decidir si se llevaba o no el paraguas. Despues se acerco a la puerta y se asomo a la mirilla. Si, era Pepita. Escondio la nota de su esposa en un bolsillo. Y abrio.
Nevaba.
Buenos dias.
Buenos dias, señorito.
¿Has visto?, esta nevando.
Pepita no le devolvio la sonrisa. No cerro la puerta. No se quito el abrigo ni se dirigio como eiempre a la cocina. Se quedo parada en el vestibulo mirandole fijamente. El se coloco el sombrero frente al espejo del perchero, sorprendido ante la falta de entusiasmo de la joven. Porque nevaba, y ella no habia corrido a la ventana para verlo.
¿Esta la señora?
Esta en misa.
Entonces ella cerro la puerta y se coloco detras de don Fernando. El advirtio sus ojeras a traves del espejo, los labios palidos, los ojos enrojecidos. Se giro hacia ella y le pregunto si habia llorado.
¿Has llorado?
Tengo que decirle una cosa.
¿Te encuentras bien?
Observo su timidaz. Le tomo la muñeca y le busco el pulso.
Estas al borde de una lipotimia.
Tengo que decirle una cosa muy importante.
Con temor a volver a desmayarse antes de haber dicho lo que debe decir, Pepita toma aire y repite:
Tengo que decirle una cosa.
Don Fernando la conduce hacia la silla mas proxima y la ayuda a sentarse.
Voy a traerte un vaso de agua con azucar.
Cuando regresa de la cocina, dando vueltas rapidas al agua con una cucharilla, don Fernando encuentra a Pepita con los codos sobre las rodillas, la cabeza baja y el rostro hundido entre las manos.
Toma, bebete esto.
Y se sienta junto a ella.
Usted es medico.
El guarda silencio.
Las ultimas palabras seran las mas dificuiles de pronunciar, las palabras que quedan por decir, pero seran las que calmen la angustia de Pepita. Diran, de corrido, que Paulino Gonzalez necesita un medico, porque Felipe tiene una bala dentro y hay que sacarla,para que no se muera. Diran, de corrido, que don Fernando es el medico que Felipe necesita, que Felipe es el marido de su hermana Hortensia y que Hortensia esta presa y esta preñada y se morira si Felipe llegara a morirse y que un enlace le dara en la plaza las señas para que lleve al señorito a sacarle la bala a Felipe. Y que no se entere la señora.
No se por que no tiene que enterarse la señora, pero que no se entere la señora. Eso me ha dicho El Chaqueta Negra. Eso es lo que me ha dicho. Y que usted no va a denunciarme, eso tambien me lo ha dicho, señorito, que usred no va a denunciarme.
Puntos:
02-12-11 18:27 #9229903 -> 9223604
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Ave Maria, numero dieciseis. Ave Maria, le habia dicho Carmina a Pepita en el mercado de la cebada, despues de que ella le pidiera patatas, puerros y perejil. Ave Maria. Y Pepita reconocio a la mujer que tendia la ropa en el balcon. Carmina hablo un minuto, sin mirarla siquiera. Le notifico el lugar y la hora de la cita: Calle Ave Maria, numero dieciseis, tercero derecha, esta noche a las nueve y media. Y se marcho a las traseras del puesto de verduras.
Pepita regreso a la pension. Comio, poco, y en silencio. Ayudo a la patrona a servir las mesas y recogio las migas de pan negro en su bolsita de terciopelo. En silencio retiro los platos y los cubiertos de las mesas, y en silencio recogio las migas, sin contestar a las preguntas de su patrona, negando con la cabeza lo que habia susurrado por la mañana antes de caer redonda al suelo.
¿Pero no me habias dicho que me traias un mensaje de El Chaqueta Negra?
No, señora.
Ante la reticencia de la muchacha, doña Celia opto por no preguntarle mas. Pero cuando se estaba preparando una achicoria en la cocina, Pepita llego haciendo pucheros, se sento en una silla, rompio a llorar, y le conto todo.Todo. Y se lo conto sin que ella se lo hubiese pedido.
Mientras Pepita lava los platos llorando, doña Celia se toma su raza de achicoria e intenta calmarla.
No estes tan nerviosa, criatura, todo saldra bien. El Chaqueta Negra sabe lo que hace. Ya te acostumbraras a tomartelo con mas tranquilidad.
Yo no pienso acostumbrarme a nada. Despues de esta noche, que se olvide de mis penas y no cuente mas conmigo, que esto no nos va a traer mas que desgracias, desgracias, unicamente, y yo ya he tenido muchas. Yo no se a usted, pero a mi el Partido lo unico que me ha traido han sido desgracias. Yo le llevo al medico esta noche, y me tragare el miedo porque esta vez no me queda mas remedio que tragarmelo. Pero nunca mas. Desgracias vendran que nos haran llorar, y esta es la ultima vez que lloro, que ya he penado lo mio y ya he llorado lo que tenia que llorar y no pienso llorar mas.
Lo miemo dije yo la primera vez que fui al cementerio.
No, no es lo mismo.
Y no era lo mismo, porque doña Celia ya no lloraba. Y porque doña Celia no acudia al cementerio cada mañana para visitar a su hija, como creia Pepita. Ella ni siquiera sabia si Almudena se encontraba alli. Ella solo tenia la certeza de que su hija estaba muerta. No, no era lo mismo. A pesar de que doña Celia sintio identico espanto al que ahora soporta Pepita a duras penas, cuando su sobrina Isabel se acerco a ella en la plaza de Anton Martin y le hablo al oido.
Tengo que pedirle un favor, tia.
Iba a pedirle un favor. Isabel iba a señalarle que el sepulturero comia a diario en su pension. Y le conto que todas las mañanas habia una cola de mujeres en la puerta del cementerio del Este.
Esperan , pero nunca las dejan pasar.
Hacian cola las mujeres que sabian que iban a fusilar a algun familiar, con la esperanza de que les permitieran ver a sus muertos.
Antes de que los echen a la fosa.
Solo tiene que pedirle al sepulturero, le habia dicho su sobrina al llegar al callejon Dore,ante la puerta del mercado, solo tiene que pedirle que nos deje escondernos en un panteon, a otra y a mi.
Usted no tiene que hacer nada mas que pedirselo.
Nada mas. Nada mas que pedirselo. Como si fuera tan facil, como si pedirle al sepulturero que permita esconderse a dos mujeres en un panteon fuera igual que pedirle la hora, Tu estas loca Isabelita.
Sin embargo se lo pidio ese mismo dia. Y a cambio, le ofrecio servirle mas comida y mas pan negro que a nadie. Se lo pidio, y a la mañana siguiente, de madrugada, fue ella misma con su sobrina Isabel al cementerio, aguantando el miedo en la garganta. Pero ya no tiene miedo. Lo perdio, al igual que las lagrimas. Y con el miedo y las lagrimas perdio las primeras furias, la colera iracunda que debia sofocar, escondida en un panteon del cementerio del Este, cuando escuchaba las descargas de los fusiles y los tiros de gracia. Ya solo sentia una rabia amarga, que tragaba despacio con su desolacion mientras se acercaba a los cadaveres con unas tijeras en la mano. Y doña Celia escucha las quejas que Pepita desgrana entre maldiciones mientras lava furiosa la vajilla sorbiendose el llanto.
Maldita sea. Yo lo hago por mi hermana, ¿sabe usted?, por mi hermana unicamente, que me da mucha lastima. Bien lo sabe Dios. Pero maldigo al Partido y a El Chaqueta Negra, y a la madre que los pario. El maldito Partido es el que tiene la culpa de todo. Usted me perdonara si la ofendo, pero si el dichoso Partido sirviese para algo no estariamos como estamos, señora Celia, no me diga usted que no, que tiene tela la cosa. Yo le llevo al medico esta noche, pero nunca mas.
La primera vez que doña Celia fue al cementerio del Este, se repitio a si misma que no volveria a hacerlo. Y fue llorando. Por Almudena lo hizo, porque doña Celia no tuvo la suerte de saber a tiempo que iban a fusilar a su hija. Ella no habia podido darle sepultura, ni le habia cerrado los ojos ni le habia lavado la cara para limpiarle la sangre antes de entregarla a la tierra. Almudena. Y por eso va todas las mañanas al cementerio del Este, y se esconde con su sobrina Isabel en un panteon hasta que dejan de oirse las descargas. Por eso corre despues hacia los muertos, y corta con unas tijeras un trocito de tela de sus ropas y se lo muestra a las mujeres que esperan en la puerta, las que han sabido a tiempo el dia de sus muertos, para que algunas de ellas los reconozcan en aquellos retales pequeños, y entren al cementerio. Y puedan cerrarles los ojos. Y les laven la cara.
¿Usted cree que ya puedo alviarme el luto, señora Celia?.
Puntos:
03-12-11 13:40 #9233460 -> 9229903
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Para no sentir frio, Pepita achina los ojos. Camina sobre la nieve levantando en exceso los pies y doblando las rodillas, con el ritmo pausado de un ave zancuda. Los zapatos que lleva no son los mas apropiados para esta noche nevada, pero son los unicos que tiene. Doña Celia la ha visto lustrarlos, la ha visto sacarles brillo primorosamente y cambiarles las plantillas de carton que les pone desde que un agujero amenaza con horadar las suelas. La ha visto calzarse, enderezar la raya de sus medias y mirarse las piernas en la luna del armario ropero, de frente y de perfil, alisandose las faldas con las manos, como hacia Almudena antes de abandonar su habitacion para salir a encontrarse con algun muchacho.
Los nervios de Pepita habian ido en aumento desde que regreso de casa de don Fernando.
Señora Celia, ¿no le importa que no la ayude hoy para las cenas?. Es que tengo que arreglarme el vestido.
No, hija, ya me apañare yo.
Era el vestido que guardaba para su alivio de luto.
Un vestido estampado con falda de vuelo, con grandes flores moradas y ramilletes de hojas grises y negras, que le habia regalado doña Celia.
Mire, ¿le gusta como me queda.
Muy bonito, muy bonito.
Pero me esta largo, ¿verdad?
Un poco.
Le voy a subir el dobladillo.
Ante la mirada enternecida de su patrona, Pepita corrio a su dormitorio revoloteando entre las flores de su falda. Pero volvio de inmediato a la cocina.
¿Me haria usted el facor de cogerme el bajo?
Doña Celia sonrio, y tomo los alfileres que le tendian. Pepita se ciño el talle con las palmas de las manos abiertas.
¿Como se ven las pinzas del pecho?
Bien.
¿No me estan chicas?
No.
¿Y las sisas?
Bien.
No se, me da a mi que me estan grandes.
No te estan grandes.
Regreso aun tres veces mas a la cocina. Las tres para preguntar a doña Celia si consideraba que dos años eran suficientes para guardar luto riguroso por su padre.
No me gustaria faltarle.
¿Y si Hortensia se enfada?
¿No seria mejor decirselo antes a Hortensia para que ella se lo quite tambien?
Las respuestas que obtuvo acabaron con sus tribulaciones:
Media España esta de luto, estoy segura de que a tu padre le gustaria que te lo quitaras tu.
¿Como se va a enfadar tu hermana por eso, mujer.
Comprale un retal en Pontejos, y se lo llevas la proxima vez que vayas a verla.
A las nueve en punto, salio Pepita de la pension acicalada como para un baile con el vestido de flores que habia sido de Almudena, y tapada con el abrigo de su padre. En la puerta la esperaba don Fernando con un maletin en la mano. Pepita se sonrojo al ver el maletin, recordo la herida de Felipe y se arepintio al instante de haberse puesto ese vestido.
Y ahora camina por la acera de la calle Ave Maria levantando los pies, mirando la nieve, sin poder evitar la ansiedad que le provoca un nuevo encuentro con Paulino, y sin poder olvidar su desasosiego, su angustia, su panico ante aquella cita clandestina.Teme que la gran araña negra y peluda la haya atrapado. Mira la nieve, para no ver nada mas que la nieve, para no ver que se acercan al numero dieciseis, para no ver el mundo. A ella le gustaria volver atras, estar en Cordoba. Le gustaria volver al verano del treinta y seis, al principio de aquel verano, cuando Hortensia aun no se habia vestido de miliciana y Felipe la cortejaba, o al Carnabal, al baile de mascaras, cuando su padre aun podia enseñarles a reir. Y se siente culpable, por desear ver a Paulino, por presumir con el vestido de Almudena, por no estar presa como su hermana, herida como Felipe o muerta como su padre. Se siente culpable por haberse puesto aquel vestido. Levanta los pies y dobla las rodillas. Y para escapar de la gran tela de araña que imagina, pegajosa, enredada en sus pasos, intenta conversar con don Fernando:
Ha nevado.
Si.
Hay tanta nieve que no se ve el mundo.
Puntos:
04-12-11 17:59 #9238030 -> 9233460
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Necesito mas luz.
Tendido sobre la mesa de la cocina, Felipe sofoco un gemido cuando don Fernando palpo el borde de su herida.
No te muevas.
La herida era menos grave de lo que don Fernando temia. Inyecto al paciente anestesia local, y le suministro una pequeña dosis de eter impregnado en una gasa.
Mas luz, ¿no hay mas luz?
No, no habia mas luz. No habia mas que una bombilla colgando del techo. Aun asi extrajo la bala con destreza, y se la entrego a la dueña de la casa, que habia hecho las veces de ayudante en la intervencion quirurgica. Ella la metio en una taza con agua para limpiarla, la seco con un paño de cocina y se la ofrecio al herido cuando este desperto:
¿La quieres?
No, contesto el, aturdido aun por el efecto del narcotico que habia inhalado, y le pidio que hiciera venir a su cuñada.
Dile a mi cuñada que venga.
Mañana vendre a hacerle una cura.
No es menester, doctor Ortega, usted ya ha hecho lo que tenia que hacer.
Vendre mañana, a la misma hora.
Pepita y Paulino esperaban juntos en una sala pequeña, sin ventanas, contigua al comedor. El tiempo que duro la operacion de Felipe lo pasaron intentando evitar mirarse a los ojos. Pepita hablo de Hortensia, de lo mucho que se querian ella y Felipe, y de la pena que le daba verla presa. Despues de unos segundos de silencio, cruzo los brazos, se encaro a Paulino y pregunto lo que no se habia atrevido a preguntar en el cerro. La cuestion que le rondaba desde que se dijeron adios:
¿Por que yo?
¿Por que, el que?
¿Por que he tenido que traer yo a don Fernando?
¿Por que no lo ha traido Carmina?
Porque Carmina ya me conoce a mi y te conoce a ti, no hace falta alguna que conozca tambien a don Fernando.
¿Y eso por que,vamos a ver?
Las cosas son asi, chiqueta. Es peligroso que una sola persona conozca a mucha gente.
Pues yo conozco a mucha gente, no se por que me has tenido que meter a mi en este ajo.
Tu ya estas metida en este ajo.
Pepita hizo un mohin de disgusto. Miro hacia el hule que cubria la mesa y rasco con la uña un extremo. No supo que añadir, penso que era cierto lo que Paulino acababa de afirmar. La tela de araña la habia enredado por completo. Ella estaba metida, y bien metida, en este ajo. Sin mirar a Paulino, y sin pensarlo, le dijo que no parecia El Chaqueta Negra.
Hoy no pareces El Chaqueta Negra.
Y no parecia El Chaqueta Negra porque Paulino no llevaba su fusil, ni su gorra de visera, ni su chaqueta de pana; vestia traje cruzado, chaleco, cuello duro y corbata.
¿El Chaqueta Negra?
Eres El Chaqueta Negra, no me lo quieras negar tu.
No quieras tu saber tanto.
Mira que lastima,¿se puede saber por que no?
El no contesto, se limito a sonreir.
Habian pasado mas de una hora en aquella habitacion sin ventanas, cuando la mujer que ayudo a don Fernando abrio la puerta:
Ya esta. Niña, te llama tu cuñado.
Los dos jovenes se levantaron y se dirigieron a la cocina. Pepita caminaba delante de Paulino y, sin darse cuenta, comenzo a contonear las caderas. Paulino no dejo de mirarla con disimulo hasta que llegaron junto a Felipe.
No voy a morirme, Pepa.
No me digas Pepa, dime Pepita.
Como cuando eras chica.
Si.
Antes no te he dado las gracias.
A mandar, que para eso estamos.
Gracias, Pepita, de corazon.
Ella se retiro un mechon de la frente y repitio:
Para eso estamos.
Sonrio, los dos sonrieron. Felipe alargo una mano y Pepita la tomo entre las suyas.
Que guapa estas.
Entonces Paulino la miro abiertamente y dijo:
Si. Y tiene los ojos de un color imposible.
Y tambien sonrio. Pepita enrojecio, trago saliva y apreto la mano de Felipe:
Que bien que no vas a morirte.
Voy a ir a ver a Tensi.
La mirada oscura de Felipe busco en los ojos de Paulino la ratificacion del juramento que este le hiciera en el cerro.
Paulino va a llevarme a verla.
Paulino asintio con un movimiento de cabeza, y Pepita les recrimino a ambos que pensaran en locura semejante:
¿Estais locos?
Tranquila, lo tenemos bien preparado.
Ustedes estais como una regadera. No estais en vuestros cabales, ¿verdad? Si os cogen, os matan a los dos.
No van a cogernos.
Pues a mi no me metais en ese fregado,¿estamos?
Que os estoy viendo venir.
Tranquila, mujer.
¿Tranquila? Mira, chiquillo, yo me voy pitando de aqui, que no quiero saber nada.
Solto la mano de Felipe y salio de la cocina.
Espera.
Pepita no espero. Se dirigio hacia la sala sin ventanas donde aguardaba don Fernando dispuesto para salir; pero antes de que pudiera abrir la puerta, las manos de Paulino la detuvieron sujetandole los hombros.
Se lo jure, y voy a cumplir.
Tu sabras lo que juras o dejas de jurar, pero conmigo no cuentes.
Felipe entrara con una chiqueta de Peñaranda de Bracamonte que tiene a su madre en Ventas, se hara pasar por su marido el dia de Navidad, ese dia hay mucho follon, ni pediran papeles, no se daran cuenta.
Siempre sabeis como liar a la gente, pero estate tranquilo que, lo que es a mi, no me vais a liar nunca mas. Nunca. ¿Te enteras?
Tu no tienes que hacer nada.
Pues no me lo expliques, que no lo quiero saber.
Ustedes liais y liais, pero llegara el dia en que os lien a usredes, y vaya a saber si el lio no os viene de Peñaranda de Bracamonte. Es de confianza, militante de Solidaridad Obrera.
¡Que no lo quiero saber! ¿Me estas entendiendo?
No te enfades. Si yo creyera que corres peligro con saberlo, no te lo contaria.
Yo no se si corro peligro o no corro peligro. Yo solo se que mi padre esta muerto, que mi hermana esta presa y que a vosotros dos os van a matar. Y no quiero saber ni media palabrita mas. Os mataran a todos, a todos.
Grito. Pepita grito, y la dueña de la casa salio al pasillo con el abrigo de Pepita en la mano, seguida de don Fernando.
¿Que es este jaleo, por Dios? Me vais a buscar la ruina.
Perdone, no era mi intencion, yo ya me iba. Y usted, ¿se viene o se queda, señorito?.
Yo tambien me voy, te estaba esperando.
Pues, ¡hale! Ya esta, que tengan ustedes buenas noches, ni media palabrita mas, punto final y se acabo. Y vale mas que nos vayamos, señorito, ya nos podemos ir.
Pepita se puso el abrigo y abrio la puerta; don Fernando la dejo pasar, y salieron los dos al descansillo.
Buenas noches.
Buenas noches dijo Paulino sujetando la puerta. Pero no la cerro. Cuando Pepita y don Fernando bajaban ya las escaleras, llamo a la joven en voz baja:
Pepita.
¿Que?
Espera.
¿Que quieres ahora?
Paulino bajo los peldaños que los separaban, se acerco a su oido y le pregunto:
¿Tienes novio?.
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05-12-11 17:06 #9242668 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
La luz de la torre esta encendida. Don Fernando escucha el taconeo de su esposa desde el piso inferior. Por el ritmo de sus pasos, sabe que ha estado esperando inquieta su llegada. Sabe que camina de un lado a otro, y que lo hara durante un rato mas, pisando fuerte, hasta que considere que el se da por enterado de que es tarde. Es tarde. Y ella esta despierta. Es tarde para llegar a casa. El sonido de sus tacones se aplacara poco a poco. Despues, cesara. Y don Fernando la oira llorar, como otras veces. El se acercara a la escalera, le dara cuerda al reloj de pared del pasillo, y hara el ruido necesareo, el justo, para que doña Amparo sepa que la esta oyendo llorar. A el le gustaria subir, decirle que aum la ama. Y a ella, bajar. Pero ninguno de los dos rompera el pacto. Dormiran separados, sabiendo que la distancia entre ellos es cada dia mayor, y esperaran al domingo para cogerse del brazo. Ambos llevan casi dos años esperando al domingo.
Ella escribira esta misma noche una nota: No se con quien has estado, ni me importa. Y el la leera mañana. Y volvera a cuestionarse su trabajo en la plateria. Volvera a pensar que quiza se ha equivocado. Le gustaba la medicina. Y sentira una opresion en el pecho que le obligara a aspirar una bocanada de aire. La ansiedad le impedira respirar, aunque tenga enchidios los pulmones. Porque recordara de inmediato a Kolstov, el corresponsal del Pravda que se hacia llamar Miguel Martinez, y era, se decia, el agente personal de Stalin en España. El dia que se conocieron, rieron juntos. Don Fernando no sabe si fue Kolstov quien dio la orden. Dicen que fue el, eso dicen. Y dicen que a su cargo estuvo la evacuacion de los prisioneros politicos de la carcel Modelo. Mas de mil. El gobierno habia huido a Valencia. Habian huido, por mucho que se empeñaran en maquillar esa fuga. Madrid estaba sitiado. Y el capitan medico Ortega se ahoga en Paracuellos del Jarama. Se ahoga. Porque el no detuvo la masacre. El capitan medico Ortega salio corriendo y, en la carretera de Barajas, saludo a Kolstov y fue incapaz de mirarle a la cara. Se ahoga. El vio morir a los prisioneros. No se alejo de los guardianes que disparaban. No se alejo, hasta que termino la matanza. Miro. Y es culpable. Miro. Y no dijo ¡Basta! ni una sola vez. ¡Basta! Miro como caian los cuerpos. Y se ahoga. Miro como brotaba la sangre. Miro. Y le gusto mirar. Y lo sabe. Miro brotar la sangre. La sangre. Arterias. Venas. La yugular, la carotida, la femoral, la aorta, la iliaca, la safena. Es mas oscura la sangre venosa. Claro, esa bala ha perforado la safena. Miro. Y solo echo a correr cuando cayo en la cuenta de que estaba observando el brotar de la sangre como si estuviera diagnosticando la procedencia de una hemorragia. Miro. No pestañeo ni una sola vez. Y ahora siente repugnancia. Es posible que fueran casi mil muertos y el no vio la cara de ninguno.
No se donde estuviste anoche, ni con quien. Ni me importa.
Leera. Mañana. Y sera igual que siempre. Porque el era cirujano. Y no quiere volver a serlo. No quiere mas sangre. Y se ahoga, aunque hoy haya sido capaz de estraer una bala. Y no ha temblado. Hoy ha sostenido un bisturi sin acordarse de la sangre de Paracuellos del Jarama.
Leera, por la mañana la nota que doña Amparo dejara en el aparador antes de irse a misa.
Querra esperar a que su esposa regrese de la iglesia, para decirle que ha vuelto a ser medico. Y que esta noche tambien llegara tarde, que no se preocupe, que va a visitar al paciente que opero ayer. Pero no lo hara. Se ira a la plateria envuelto en su capa española y dejara en un platillo del aparador el dinero que doña Amparo le reclama en un papel:
No me dejaste lo de Pepita, ni para el pavo, y tus padres vienen a comer en Navidad.
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06-12-11 17:12 #9247372 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Con el aguinaldo que le ha dado la señora, Pepita quiere comprar un retal para Hortensia. Le hara un vestido holgado que le sirva durante todo el embarazo y la abrigue bien. Buscara una franela gris con florecitas blancas. Tiene tiempo, si se da prisa, de pasar por Pontejos antes de ir a Sol a comprar el pavo que le ha encargado doña Amparo.
Acelera el paso. A ella no le gusta aprovecharse cuando sale a los recados, pero si no compra ahora el retal no podra empezar a coser esta noche. Solo quedan tres dias para la proxima visita. Solo le quedan tres noches para hacer el vestido. Correra, para que doña Amparo no le pregunte al volver por que ha tardado tanto.
Cruza la plaza de Jacinto Benavente sujetandose la toquilla y mirando al suelo para no resbalar en la nieve. Antes de llegar al otro extremo, advierte que alguien la sigue. Un hombre. Un hombre la esta siguiendo de cerca.
Pero no, el hombre que la estaba siguiendo paso de largo junto a ella. Y ella respiro hondo y levanto la vista. Fue un instante. Volvio la mirada a la nieve y contuvo la respiracion. Se paro en seco. Desde la esquina de la calle de la bolsa, el hombre que habia pasado de largo la saludo levantandose el sombrero mientras aplastaba una colilla en el suelo con el tacon del zapato. Pepita cerro los ojos. Giro un hombro y se protegio con la toca antes de volver a mirar hacia la esquina donde aquel hombre se apoyaba de lado en la pared. Si, volvia a saludarla calandose el sombrero en la frente. Pepita retrocedio un paso. Y el comenzo a caminar hacia ella.
Cogeme del brazo, chiqueta y no te asustes.
Era Paulino, si. Y no dijo nada mas. La llevo a la iglesia de San Judas Tadeo y, ya en su interior, encendio una vela; se la entrego a Pepita y encendio otra:
Nos vamos a Toulouse.
Con la vela encendida en una mano y el sombrero en la otra, repitio que se iban a Toulouse, se acerco a la imagen de San Judas y pregunto si era ese el santo que le encontraba novio a las mozas. Ella le contesto que no:
No, el que busca novio es San Antonio de la Florida.
¿Donde se pone esto?.
Aqui, trae para aca, chiquillo.
Pepita coloco las dos velas en el lugar de las ofrendas.
Ye ste santo,¿que hace?
Es el patron de los imposibles.
¿Tu vas a ir a San Antonio de la Florida?
¿A ti que te importa?
Tu no vayas a San Antonio, que a ti no te va a hacer falta.
No estaban solos en la iglesia, algunos feligreses los miraban, pero de pronto, Pepita perdio el miedo que la paralizo en la plaza al ver a El Chaqueta Negra apostado en la esquina; el miedo a que la gente lo descubriera caminando de su brazo; y el miedo a que Paulino la rozara. Se acerco a el y le pregunto donde estaba Toulouse.
En Francia, pero volvere pronto, y te buscare si quieres ser mi novia.
Yo ya estoy al habla con uno de Cordoba.
Eso es mentira.
Mira tu por donde, ¡ahora vas a saber tu mas que yo!
Me lo dijo Felipe.
¿Como esta?
Mejor.
¿Cuando os vais?
¿Me daras contestacion?
¿De que?
De lo que he venido a pedirte.
En Cordoba no se hacen asi las cosas.
¿Pues como se hacen?
Pues a su debido tiempo. El muchacho ronda a la muchacha y si ella esta de parte y le agrada, se deja rondar. Y en eso se lleva un monton de tiempo, si es que va de formal.
No hay tiempo. Paulino no tiene tiempo para cortejar a una mujer, como a Pepita le hubiera gustado. Por eso le da un plazo:
Ven esta noche. Ven a Ave Maria y me das contestacion.
Desde atras, una mujer chisto para que se callaran.
Paulino prendio otra vela, se la entrego a Pepita y le rogo al oido que la ofreciera por el al patron de los imposibles. Ella miro de soslayo a la mujer que acababa de chistar, y le susurro a Paulino sin apenas mover los labios:
¿Que quieres que le pida?
Las dos manos de Pepita sujetaban la vela encendida, el las rodeo con las suyas y contesto:
Tu lo sabes, chiqueta.
Y se marcho. Ella le vio caminar hacia la puerta. Le vio tomar agua bendita y persignarse torpemente, mirandola.
Cuando Paulino iba a besarse el pulgar, Pepita se santiguo y acerco tambien el suyo a sus labios. Mirandole.
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07-12-11 17:44 #9252712 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
Cuando un camarada cae, es preciso tomar orecauciones. Carmina ha caido. Felipe y Paulino deben abandonar el numero diez y seis de la calle Ave Maria. Se marcharan esa misma mañana, en cuanto Paulino regrese; la familia de Peñaranda de Bracamonte los alojara en su casa, en la calle Ayala, hasta el dia de Navidad. Desde alli iran con ellos al penal de Ventas. Inmediatamente despues, emprenderan camino hacia Toulouse. Felipe aguarda inquieto a Paulino, que ha cometido la estupided de salir a la calle. El no pudo evitarlo, El Chaqueta Negra es testarudo, se negaba a dar explicaciones y a tomar en consideracion el riesgo a ser descubierto. Salio a la calle, despues de discutir con Felipe, que le increpo a voz en grito:
¿Adonde vas?
Voy a salir un momento, en seguida vuelvo.
¿Te has vuelto loco? A ver si te has creido que porque hayas dejado la chaqueta de pana ya no eres un huido.
Llevo un buen disfraz, de burgues.
Pero no para exponerse tontamente, ¿que clase de bicho te ha picado?
Antes de una hora estoy aqui, te lo juro.
Pero ¿adonde tienes que ir?
Tengo que salir.
Tu no vas a ninguna parte.
Felipe, voy a salir,
¿No vas a decirme siquiera adonde vas?
Si te empeñas.
Me empeño, por mis muertos.
A ver a Pepita.
¿Que me estas diciendo?
Que voy a ver a Pepita.
¿Y que tienes con ella.
Solo buenas intenciones. En una hora estoy aqui, camarada, te lo juro.
No me digas camarada, c.bron, mientras te vas a rondar a una muchacha que sabes que no tiene madre, que no tiene padre, que esta sola, y tu la pones en peligro. A ella, ati, a mi, a todos nos pones en peligro si sales a la calle.
Mas peligro es ir a ver a Tensi, ¿no?
No la nombres siquiera, hijo p.ta, que te mato.
De nada sirvio la discusion, Paulino salio a la calle dejando que Felipe continuara insultandolo desde el descansillo de la escalera.
Cuando Paulino regreso, Felipe le dijo que Carmina habia caido y que tenian que irse sin perder un minuto. Volvieron a discutir, pero salieron a la calle vestidos de burgueses despues de haberse abrazado.
La ropa que viste le resulta incomoda, a Paulino. Una y otra vez se ahueca el cuello de la camisa con los dedos para liberar su garganta del ahogo que le provoca su rigidez. En el tranvia que le lleva hacia la plaza de Manuel Becerra, no deja de pensar en Pepita. Sentado junto a Felipe, contesta con monosilabos a su compañero. Sabe que el intenta conversar a modo de disculpa por los insultos que le profirio hace apenas una hora, pero el no tiene ganas de hablar.
A mi no me engañas, a ti no te gusta nuestro disfraz de burgues, porque parecemos burgueses de verdad.
Ya.
Ya se conoce que no.
¿Que?
Que ya se conoce que no te gusta, te acabaras arrancando el cuello.
Ya.
Ya, ya, pues dejalo ya, que me estas poniendo los nervios para arriba.
La ha abandonado. Ha abandonado a Pepita como abandono a Elvira y a su madre en el puerto de Alicante. Es posible que no vuelva a verla, que desaparezca en la sombra de este desconcierto, al igual que desaparecieron su madre y su hermana, de las que no tiene noticias desde entonces. Paulino solo sabe que a todos los que estaban en el puerto los consideraron prisioneros politicos. Que separaron a las mujeres de los hombres y los encerraron a todos, incluso los cines de la ciudad se convirtieron en prisiones improvisadas. Tambien algunos conventos sirvieron de carceles. Cuando cines y conventos estuvieron abarrotados, a las mujeres las llevaron al Campo de los Almendros, y a los hombres al de Albatera. Un compañero del Partido le dijo que despues trasladaron a un gran numero de mujeres a Madrid. Las llevaron en tren. En el trayecto murieron cinco niños. Tardaron cinco dias en llegar, en vagones precintados, y hacia mucho calor. El primer dia les dieron una naranja y una sardina de lata. El tercero, medio chusco de pan negro. Eso fue todo lo que comieron en cinco dias.
Es bonito Madrid.
No ha podido avisar a Pepita no ha podido decirle siquiera que se iban de Ave Maria. No ha podido. Y la dueña de la casa no ha querido llevarle una nota, dijo que no, que no queria llevar eso encima si la cogian. Felipe volvio a enfadarse con el cuando oyo lo que estaba pidiendo.
A ti se te ha ido el seso como el agua se va por un caño, chiquillo, en un momento se te ha ido todo el seso.
Solo queria enviarle una nota.
¡Que nota ni que nota j.er! ¿No tes das cuenta que esta mujer no tiene que saber de ella ni el nombre? ¡Y vas tu y le quieres dar las señas, so merluzo!
Le he pedido que venga esta noche.
¿Aqui? ¿A Pepita?.
Si.
La has hecho buena.
Felipe descubrio en la expresion de angustia de Paulino un terror que no le habia visto nunca, ni siquiera en los peores momentos de las peores atrocidades que habian presenciado juntos. Le miro a los ojos, y le dijo que no se preocupara, que avisarian a Pepita de que no debia volver a Ave Maria.
Mira, ahi estuvimos nosotros poniendo sacos, se ve que no hicimos bien la faena.
El tranvia rodea la Puerta de Alcala.
Si.
La buscara en la puerta del penal. Intentara acercarse a ella y le entregara una carta. Hoy mismo escribira la carta.
Menudos pepinazos, tiene mas agujeros que un cedazo.
Es raro Felipe, le dio un abrazo inmenso antes de abrir la puerta de Ave Maria, cuando le dijo que no se preocupara por Pepita.
No te preocupes por Pepita, y ven aqui, c.bron. Dame un abrazo, hijo de p.ta, que llevas una herida mas honda que la mia.
Parece bruto, pero es un sentimental, se le nota cuando habla de Tensi. Le llamo hijo p.ta solo por nombrarla, y quiere mucho a Pepita, tambien se le nota, porque cuando el le conto lo de San Judas Tadeo mientras bajaban las escaleras, se paro y volvio a abrazarle. Y se le paso el enfado. De donde habra sacado esa maleta de doble fondo para guardar las armas, la ha conseguido esta misma mañana, porque ayer no la tenia. No le ha consentido cargarla, tozudo si que es. Si me paran, le habia dicho, no me conoces. Yo ire delante y tu unos pasos detras y si ves que me paran, pon cara de paisaje y sigue andando como si nada, que todas las precauciones son pocas. Sin embargo, se sento a su lado en el tranvia y ahora no para de hablarle, porque es un sentimental y no soporta estar enfadado.
Estamos llegando.
No consentira que vuelva a cargar la maleta. Cuando bajen del tranvia, se la arrancara de las manos si es necesario. Que le habra visto en la cara cuando le dio ese abrazo; una herida mas honda que la mia, le dijo- Y Paulino vuelve a ahucarse el cuello de la camisa, y cierra los ojos. Pepita. Y la ve, sentada en la piedra del camino del cerro, intentando ocultar su rostro tras la toquilla. Y la ve caminar asustada hacia atras alrededor del matorral, apartandose el mechon de la frente. Y la ve, con su vestido de flores y sus zapatos mojados, contonear las caderas. Y la ve enfadada. Y la ve gritando. Y la ve con una vela en la mano en la iglesia de San Judas Taseo. Y la ve santiguarse mirandolo a el, y acercarse el pulgar a la boca.
Y la siente en los labios.
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08-12-11 17:34 #9256865 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
El vestido de Hortensia estara listo para el dia de Navidad, el vestido que la mujer que va a morir llevara puesto cuando vaya a la muerte. Franela gris, con pequeños ramilletes de flores blancas.Pepita se ha pinchado al dar la ultima puntada. Distraida, chupa la gota de sangre que brota de su pulgar y mira hacia la calle por el balcon. Es domingo, y esta acabando la tarde. La nieve que cayo durante los ultimos dias se ha convertido en monticulos marrones de diferentes tamaños que se derriten al borde de las aceras. Pepita se retira del balcon y se dirige a la cocina. Ensimismada aun, con el vestido de su hermana en la mano, le pedira permiso a doña Celia para utilizar la plancha:
¿Me da usted su permiso para planchar el vestido de mi hermana?
Si, hija. ¿A ver?, te ha quedado muy bonito.
Y doña Celia la vera llenar la plancha con carbon; la vera comprobar si esta caliente con el sonido de la yema de uno de sus dedos mojado en saliva, y deslizar la plancha sobre la tela en recorridos cortos y precisos, mientras ella escucha la novela en el aparato de radio. No le dira nada su patrona, no interrumpira el silencio con el que Pepita maneja el vestido dandole la vuelta para colocar la falda, salpicando las flores con agua en las arrugas que se resisten y repitiendo unos pequeños golpes de plancha despues de volver a comprobar con el dedo que continua caliente. Y no le hablara doña Celia, no porque tenga interes en la historia que esta escuchando, no, no sera por eso por lo que guarde silencio, ni porque piense que Pepita esta ensimismada en el planchado, sera porque doña Celia sabe que Pepita no tiene ganas de charla. Y sabe por que.
Y doña Celia espera.
La observa doblar el vestido, y como se pone colorada de repente.
Los hombres son unos frescos. A lo primero se acercan como bravos, y luego despues te despachan y se van.
No tardara Pepita en tener ganas de charla. Pero aun no es tiempo. Y su patrona lo sabe. Sabe que debe esperar porque las palabras de Pepita aun forman parte de un suspiro. Doña Celia la oye suspirar. Y espera. Ay madre mia.
Pepita regresa al silencio.
Aunque no tardara mucho en dar rienda a sus quejas. Sera un poco mas tarde, despues de la cena, cuando vuelva a ponerse colorada de repente en la cocina mientras seca una sarten con un trapo.
Echan a correr sin dar explicaciones. Te arrumban como a un trasto viejo, y ahora paz y despues gloria. Y no me lo disculpe, señora Celia, que tiene meneo la cosa. No me disculpe a ese mamarracho, que ese malaje vestido de señorito se ha creido que es la mona vestida de seda y que el tronio lo regalan con un traje gris perla. Y si pudo venir a pedirme relaciones, bien hubiera podido volver a decirme que olvidara que me las habia pedido. Ese se va a enterar. Cuando lo vea, se va a enterar.
Si, ya tiene ganas de hablar. Y a doña Celia le corresponde intentar consolar a la que no tiene consuelo desde hace dos dias, desde hace dos noches, cuando al salir de la casa de don Fernandon la abordo un señor con sombrero marron y le pidio la hora.
No llevo reloj. Pero si espera un minuto, oira usted mismamente que dan las nueve.
Dieron, en efecto, las nueve. Y Pepita no oyo las campanadas. Oyo como la voz que le habia pedido la hora se convertia en un susurro:
Si yo le pidiera patatas, ¿que me contestaria usted?
Y oyo su propia voz que, sin pensarlo, contestaba asi mismo en un susurro:
Patatas, puerros y perejil.
Le traigo un recado de Ave Maria. Me han dicho que no vaya esta noche, que han tenido que marcharse, y que se lo diga usted al medico.
Sin darle tiempo a contestar, el señor del sombrero marron alzo de nuevo la voz:
Las nueve, si. Gracias, señorita.
Y la dejo en la puerta de la casa de don Fernando.
No me lo quiera disculpar, señora Celia, no me lo quiera disculpar que no tiene disculpa, que ese mamarracho se ha ido para Francia sin mas miramientos.
Mujer, hay cosas de fuerza mayor.
Ni mayor ni menor, ni asi de medianas le consiento yo a ese las fuerzas, que ese es un sinconciencia y yo he sido una tonta de remate y en mi pueblo las cosas no se hacen asi, señora.
Dormira Pepita esa noche pensando que es tonta y se levantara temprano al dia siguiente para ir a la estacion a recoger carbonilla pensando lo mismo. Le dira a su patrona que es hora de que se vaya al cementerio. Y doña Celia le dara un beso, antes de meter unas tijeras en el bolso.
Y el dia de Navidad, Pepita se pondra el uniforme negro que le ha comprado doña Amparo, con su delantal almidonado y sus puños de puntillas, su cofia y sus guantes blancos. Pensara en Paulino cuando se mire al espejo, y cuando vea lo guapa que se ha puesto doña Amparo y los ojos con los que la mira don Fernando. Y servira la mesa como le han enseñado, ofreciendo las bandejas por la izquierda, primero a las señoras, inclinandose lo justo, sin mirar fijamente a ningun comensal y sin temblar como tiembla doña Amparo al llevarse la copa de cristal a los labios.
Y tiembla doña Amparo porque siente que su marido la esta mirando.
Pepita hubiera deseado que Paulino la mirase asi.
Despues de servir el cafe en el salon del piano y de ofrecer polvorones, alfajores, turrones y peladillas en una bandeja de plata, sin mirar el brillo de la medalla que luce en la solapa el padre de don Fernando ni el de los pendientes de su madre, se retira a la cocina y guarda el pavo que ha sobrado en una tartera. Y sonreira, levemente, porque el pavo de sobra se lo ha regalado su señora, y esta misma tarde se lo llevara a Hortensia. Y Hortensia lo compartira con su <<familia>>, como llama en sus cartas a las presas que estan con ella; las que se reparten el hambre y la comida. Tomasa, la extremeña que nunca tiene visitas, Reme, la mujer que tiene tres hijas y un niño tontito, y Elvira, la chiquilla pelirroja a la que visita su abuelo. Sonreira, levemente, porque su hermana se llevara hoy una sorpresa cuando descubra el pavo en el fondo de la lata. Ha sobrado bastante, suficiente para que engañen el hambre hasta mañana. Sonreira porque ella compro el pavo mas grande que encontro en la Puerta del Sol, y lo arrastro con una cuerda porque el animal no queria andar y pesaba demasiado para llevarlo en brazos. Era un pavo enorme, sonrie Pepita, y ella sabia que los señores no podian comerselo entero aunque les ayudaran los padres de don Fernando. Sonrie al recordar como tiraba de la cuerda mirando su volumen, calculando la carne que sobraria y pensando que doña Amparo es muy generosa. Sonrie, porque la gente la miraba al pasar, y se paraban para ver el espectaculo de aquella mujer tan menuda intentando dominar aquel bicho tan grande. Ella tiraba de la cuerda y reia pensando en Hortensia, con el corte de tela para su vestido en una mano y arrastrando con la otra el destino del pavo.
Puntos:
09-12-11 17:43 #9269010 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
La actividad de la galeria numero dos derecha comenzo como siempre temprano. A las siete de la mañana se levantaron las presas. Era el dia de Navidad, y era dia de visita. Asistieron a misa obligadas, como todos los dias de precepto, pero solo algunas comulgaron. Las demas permanecieron de pie en señal de protesta durante toda la liturgia y escucharon con la cabeza alta las imprecaciones que el cura les dirigio en la homilia:
Sois escoria, y por eso estais aqui. Y si no conoceis esa palabra, yo os voy a decir lo que significa escoria. Mierda, significa mierda.
Tomasa, indignada, pidio al salir una asamblea extraordinaria y propuso en ella una huelga de hambre hasta que el cura les pidiera perdon por sus insultos.
¿Mas hambre?
Era Reme, que miro a Hortensia con desesperacion en los ojos, como pidiendole ayuda, como pidiendole pan.
Mas hambre no, por Dios.
Algunas mujeres apoyaron la idea de la huelga, y Hortensia tomo la palabra:
Hay que sobrevivir, camaradas. Solo tenemos esa obligacion. Sobrevivir.
Sobrevivir, sobrevivir,¿para que carajo queremos sobrevivir?
Para contar la historia, Tomasa.
¿Y la dignidad? ¿Alguien va a contar como perdimos la dignidad?
No hemos perdido la dignidad.
No, solo hemos perdido la guerra, ¿verdad? Eso es lo que creeis todas, que hemos perdido la guerra.
No habremos perdido hasta que estemos muertas, pero no se lo vamos a poner tan facil. Locuras, las precisas, ni una mas. Resistir es vencer.
Cuando las voces se sumaban unas a otras, a favor y en contra de la huelga de hambre, y la palabra dignidad resonaba mas que ninguna sobre la palabra locura, Elvira llego corriendo al cuarto de las duchas:
¡Viene La Veneno! ¡Que viene La Veneno!
Las mujeres que tenian toallas se envolvieron el pelo con ellas o se las colgaron al hombro, y las que no las tenian simularon que se secaban las manos con la falda. La reunion habia acabado. La Veneno acompañada de Mercedes, se acercaba a la cancela con un Niño Jesus en los brazos. Mercedes giro la llave y empujo la puerta, dejo pasar a su superiora y entro tras ella en la galeria. Volvio a girar la llave, se la colgo a la cintura y se coloco una horquilla que sobresalia en exceso del su moño de platano.
¡A formar!
No era hora de recuento. Pero nadie pregunto por que las obligaban a formar.
Mercedes dio tres palmadas y las presas se pusieron en fila. La hermana Maria de los Serafines mostro el Niño Jesus coronado de laton dorado, paso la mano bajo las rodillas regordetas y cruzadas, y ofrecio el pie del infante a la primera de las reclusas:
El culto religioso forma parte de su reeducacion. No han querido comulgar y hoy ha nacido Cristo. Van a darle todas un beso, y la que no se lo de queda sin comunicar esta tarde.
Una a una, las presas fueron besando el pie ofrecido. Una a una inclinaron la cabeza para besar al Niño. La Veneno lo sostenia a la altura de su estomago para obligarlas a una inclinacion pronunciada. Despues de cada beso, Mercedes secaba el pie de carton piedra con un pañito de lino almidonado.
Ahora usted, Tomasa.
Es el turno de Tomasa, que no puede contener su ira.
Cuando se le acerco La Veneno, la extremeña le mantuvo la mirada, con la boca apretada de rabia. Despues de unos minutos, la monja obligo a Tomasa. Atrajo la cabeza de la reclusa hacia el Niño Jesus. Tomasa agacho la cabeza, acerco los labios al pequeño pie, y en lugar de besarlo, abrio la boca y separo los dientes.
Un crujido resono en el silencio de la galeria.
Un crujido.
Y una boca que se alza sonriendo, con un dedo enttre los dientes.
Y un grito.
¡Bestia comunista!
El grito es de la hermana Maria de los Serafines.
Mercedes acerca su pañito almidonado al pie del Niño Jesus y cubre su amputacion como quien cura una herida. La monja vuelve a gritar:
¡Bestia comunista!
Y propina un golpe seco con el puño cerradO en la boca de Tomasa.
Un vuelo de habitos, de anchas mangas blancas dirigidas a un rostro que no ha perdido la sonrisa.
La fuerza del puñetazo hace escupir a la sacrilega, y el dedo del Niño Dios vuela con las tocas por los aires.
Ha terminado el besa pie. La hermana Maria de los Serafines ordena la busqueda del dedo cercenado. Y las reclusas rompen la formacion sofocando una carcajada. A Elvira se le escaopan dos lagrimas al intentar contener su sofoco, y Hortensia se lleva las manos al vientre y exclama:
¡Ay madre mia! ¡Ay, madre mia de mi vida y de mi corazn!
Para no reir, las reclusas buscan el dedo perdido sin mirarse unas a otras. Para no reir no miran a Tomasa.
¡Aqui esta!
Es Reme, que ha encontrado el dedito de Dios y se lo entrega a la monja.
El labio de Tomasa ha comenzado a sangrar, la hermana Maria de los Serafines la empuja hacia Mercedes ordenandole que quite a la sacrilega de su vista:
¡Quite a esta sacrilega de mi vista!
Y acerca el pequeño dedo al pequeño pie para comprobar si podra curar la herida. Si, podra pegarlo. Lo mira con arrobo. Una lagrima le asoma por el rabillo del ojo. Podra pegarlo, aunque se notara la juntura como una pequeña cicatriz.
Las presas de la segunda galeria derecha podran reir cuando se esten arreglando para acudir al locutorio. Cuando la agitacion bulliciosa por la alegria del encuentro con los familiares les haga olvidar la tristeza que les produjo la imagen de Tomasa, intentando mantener el equilibrio, saliendo a empujones hacia su castigo. Podran reir cuando olviden la pena que sintieron al verla caminar abrochandose el vestido de la madre de Elvira. Solo entonces, cuando las reclusas esten preparandose para la visita, podran reir. Y sera Reme la que provoque sus risas. Se pellizcara, como todas, los pòmulos, para que el color lleve a su rostro un aspecto un poco mas saludable, un poco menos demacrado y famelico, y dira mientras lo hace:
Y ahora, se cargaran de razon cuando digan que las comunistas nos comemos a los niños. Carajo que es bruta la muy puñetera.
Reme sera la primera en reir. Elvira la seguira despues de preguntar a Hortensia:
¿Te fijaste en la cara de La Veneno?
¡Como se puso!, capaz de darle algo.
La tension acumulada saltara en carcajadas mientras se arreglan las que tienen visita, ayudadas por las que no la tienen.
Toma, Reme, ponte esta bufanda roja que te alegre un poco la cara.
Reme se limpia con saliva las manos, porque hace tiempo que han cortado el agua. Se asea pensando en Benjamin. No deberia haberle pedido jabon en la visita anterior. El jabon escasea. No tenia que haberselo pedido, y menos aun la sillita de anea. Pobre Benjamin, no tenia que haberle pedido nada. El siempre le llava lo que puede llevarle. Y sonrie pensando en su nieto, al que vera esta tarde por primera vez. El hijo de su hijo, nacido en Leon hace apenas seis meses.
Hortensia esta mas excitada que de costumbre, y no sabe por que. Se estaba haciendo dos trenzas, como le gusta a Felipe, cuando una mujer que trajeron hace unos dias de Salamanca se acerco a ella. Habia sido acusada de colaboracion con bandoleros, eso era todo lo que sabian de aquella mujer pequeña y energica que entro en la galeria numero dos derecha sin que el miedo asomara a sus ojos. Algunas creyeron que se trataba de una guerrillera, pero en realidad pertenecia a la direccion del Partido Comunista en Salamanca.
Me llamo Sole.
Despues de decirle que se llama Sole, añade que es comadrona, y que su hija le ha enviado un mensaje:
Dice que no me despegue de ti, y que salgamos juntas a comunicar, que es muy importante que estemos juntas.
¿Por que?
Eso no me lo ha dicho.
Y Elvira canta, mas alegre que nunca, mientras se anuda un lazo en su cola de caballo, como le gusta a Paulino. Tiene un poco de fiebre que no se le quita, y hoy se alegra de ello, porque su abuelo la vera con rubor en las mejillas.
Elvira no sabe que en unos minutos vera a su hermano Paulino. Tampoco Paulino lo sabe.
Paulino camina ya hacia la prision de Ventas acompañando a Felipe.
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10-12-11 17:11 #9272456 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
La mirada de Paulino recorre con avidez la extensa cola que se ha formado ante la puerta de la prision. Busca a Pepita. Ni Paulino ni Felipe ni Amalia, la joven que acaba de llegar de un pueblo de Salamanca y milita en Solidaridad Obrera, sabian que era preciso llegar con tiempo para tener la oportunidad de entrar de los primeros y colocarse en las esquinas del locutorio, el mejor lugar para la visita, donde los familiares y las presas pueden escucharse mejor, aunque apenas lleguen a oirse.
La cola es mas larga de lo que hubieran podido imaginar. Cada reclusa puede comunicar con cinco miembros de su familia como maximo. Hoy, al ser dia de Navidad, casi todos los familiares vienen de cinco en cinco. Y todos desean entrar los primeros para alcanzar las esquinas.
Las presas entraran al locutorio en turnos de diez, durante diez minutos. Tambien ellas correran a las esquinas.
Pepita ha llegado de las primeras, y don Javier, el abuelo de Elvira, y las tres hijas solteras de Reme, y el hijo pequeño, y el marido, pobre Benjamin. Benjamin no entrara al locutorio, porque ha venido su hijo mayor con su nieto, y Reme no conoce todavia al niño y vienen desde Leon. Entre todos suman siete, y los siete no pueden entrar.
Ay que lastima, pero eso no puede ser. Usted entra conmigo, y el niño tambien que con este follon que hay aqui hoy, no nos van a pedir ni los papeles.
¿Usted cree?
Se lo digo yo.
El grupo entero ha formado un corro, y Pepita muestra a las hijas de Reme el vestido que le ha hecho a su hermana. No ha visto a Paulino, que se acerca a ella abriendose paso entre la gente, apretando con la mano una carta que lleva en el bolsillo. No lo ha visto, pero lo vera pronto. Lo vera, cuando don Javier descubra en el joven que se acerca un enorme parecido con su nieto.
¡No es posible!
No es posible, exclamara. No es posible. El abuelo lo mirara incredulo. No es un parecido cualquiera. Si, lo mirara y abrira los ojos asombrados. Mas. Mas. No es un simple parecido.
No es un parecido.
Es su nieto Paulino el que se acerca. Y gritara sin poder evitarlo:
¡Paulino, hijo!
Y extendera los brazos hacia el. Paulino lo mirara, ahogando su sorpresa. Se agachara, para que su abuelo le tome la cara en las manos. Se abrazaran, sin dar tiempo a las lagrimas. El abuelo le dira a su nieto que ya es un hombre, mientras lo aprieta con todas sus fuerzas, en tanto el nieto le pregunta si sabe algo de su madre y de su hermana.
Elvirita esta aqui.
¿Aqui, donde?
Paulino gira la cabeza a derecha y a izquierda. Buscara a su hermana con impaciencia entre el gentio que forma la cola.
¿Donde? ¿Donde esta?
Dentro, hijo, Elvirita esta dentro.
Don Javier señala la puerta de la prision.
El dolor obliga a Paulino a buscar un punto de apoyo.
Pepita los mira desconcertada. Poco a poco toma conciencia del peligro que corren los dos si alguien mas observa aquel encuentro, e indica a la familia de Reme que rodeen al abuelo y al nieto.
¿Y mi madre?
Murio en el Campo de los Almendros.
Busca apoyo, Paulino, y lo encuentra en el hombro de Benjamin.
Quiero ver a Elvirita.
Pepita se coloca frente a el y le mira a los ojos.
¿Donde esta Felipe?
Alli atras, con la chiqueta de Salamanca.
Esperate aqui un momento, no te muevas de aqui, entraremos todos juntos.
Pepita fue a buscar a Felipe y a Amalia y, ante las quejas de los que aguardaban la cola, arrastro a la pareja.
¿De donde han salido esos dos?
De mi casa, ¿le parece a usted? Este es mi hermano,¿se entera? Y esta malo y no puede quedarse dos horas de planton. Y esta es su señora. ¿No ve que esta malo? Y por eso me adelanto yo a coger sitio, señora, que llevo en la cola lo que va de tarde y para mi se me queda lo que he pasado por los dos, que me duele todo el cuerpo de sujetar el frio.
Los incorporo a su grupo, y organizo en un momento tres familias distintas, para que todos pudieran entrar:
Tu eres mi marido, Paulino, y con mi marido y conmigo entra este inocente, que es nuestro hijo. Y no te preocupes, Paulino, que nuestro hijo parece tontito pero no lo es.
Agarro al hijo pequeño de Reme de la mano, se colgo del brazo de Paulino y, señalando a Benjamin, le dijo a Felipe que era su suegro:
Y este hombre se llama Benjamin, y Benjamin entra contigo y con tu señora, Felipe, que para eso es tu suegro.
Sus ojos azulisimos se cruzaron con los ojos azulisimos del abuelo de Elvira, que esperaba a que Pepita dispusiera como y con quien debia entrar el.
Usted, señor Javier, entrara solo, como siempre, para despistar. Y las tres hermanas entran con el que ha venido de Leon y con el niño, y son cinco.
Y abrieron las puertas.
Pepita explico a La Veneno el parentesco de todos y de cada uno con tanta rapidez y tanta firmeza que a todos los dejaron pasar.
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11-12-11 18:17 #9276251 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
El entusiasmo de las presas recorre las galerias de la prision con la noticia que acaba de vocear La Veneno. A partir de mañana, las reclusas podran hacer labores de punto y de costura. Todos los dias, excepto los domingos y las fiestas de guardar, se les entregara a cada una su labor cuando salgan al patio, y se recogeran por la noche. La directora acepta la peticion que las reclusas hicieron en su dia, las prendas que confeccionen podran entregarlas a sus familiares.
La alegria de las reclusas se convertira en excitacion a medida que se acerque la hora de visita. Hortensia intentara sin exito controlar sus esfinteres y a pesasr de que le repugna ir al baño, acudira en repetidas ocasiones tapandose la nariz con los dedos. Hace horas que han cortado el agua y de nuevo se han atascado los retretes.
La comadrona, Sole, la acompaña a todas partes.
Yo hare punto de aguja.
Y mientras la espera, le cuenta que Victoria Kent ordeno construir la prision de Ventas, y que estaba diseñada para albergar a quinientas reclusas. Se queja de la falta de espacio. Se queja de que doce petates ocupen el suelo de las celdas donde antes habia una cama, un pequeño armario, una mesa y una silla. Se queja de que los pasillos y las escaleras se hayan convertido en dormitorios, y de que haya que saltar por encima de las que estan acostadas para llegar a los retretes.
Esto es una inmundicia. Asi estamos como estamos. Once mil personas no pueden evacuar en tan pocos vateres.
A Hortensia no le interesa el motivo del estado lamentable de los aseos. No, en estos momentos no le interesa conocer las causas de la suciedad que las rodea, ni de las enfermedades que padecen por falte de hihiene que Sole se empeña en enumerar:
Tiña, tifus, piojos, chinches, disenteria, esto es una indecencia.
No, no le interesa a Hortensia en estos momentos porque se encuentra inquieta, piensa en Felipe y solo quiere pensar en Felipe. Solo en Felipe, su excitacion le impide concentrarse en otra cosa. Ella solo quiere recordar un beso. Un beso furtivo, el ultimo que le arranco a Felipe en Cerro Umbria. Un beso que a ella le perecio demasiado corto, y a el demasiado largo. El monte no es sitio para besos, le riño. No es sitio para besos:
Al monte se viene a pelear.
Anda, no seas tonto.
Dejame, Tensi, que nos pueden ver.
¿Quien?
Cualquiera.
Sin prisas. Ella queria un beso detenido en sus lenguas y el retiro su boca bruscamente, cuando apenas se habian rozado los labios. Se despidieron asi. Asi se besaron por ultima vez cuando Hortensia se fue a comprar viveres. Y antes de comenzar a bajar hacia El Llano, giro la cabeza y repitio que su marido era tonto.
Eres tonto.
Anda, vete ya. Y vuelve pronto, aqui mismo te espero.
Pero Hortensia no volvio. No volvio. Y ahora se pregunta de nuevo, como tantas veces lo ha hecho desde que la apresaron, como no se alarmo con el ladrido de los perros al llagar a la huerta. Felipe la esperaba, y ella no volvio. Los perros ladraban de una forma extraña, y ella no se dio cuenta. Solo se fijo, como le habian indicado, en que la hortelana llevaba un pañuelo atado en la cabeza y se lo desato al verla llegar.
Los perros ladraban.
¿Vende usted gallinas?
Los perros ladraban. La hortelana miro al suelo para contestar retorciendo el pañuelo entre los dedos:
Si.
La miro al vientre y echo a correr llevandose el pañuelo retorcido a los ojos.
Los perros ladraban.
Ella tambien tendria que haber corrido. Pero no corrio. Sintio el peligro en la carrera de la mujer, en el pañuelo que se llevaba a los ojos y en el ladrido de los perros. Pero no corrio. Contuvo la respiracion. Las armas de los guardias civiles encañonaron su espalda. Y ella penso en Felipe. Aqui mismo te espero, le habia dicho.Un guardia civil ato sus manos y la empujo:
Andando. Caldo de gallina te vamos a dar a ti. Unas buenas sopas, con muchos garbanzos.
Los otros reian.
Treinta y nueve dias paso en Gobernacion. Treinta y nueve dias y muchas palizas y muchas horas de rodillas paso en Gobernacion. Pero Hortensia no quiere pensar en eso. Se sienta en el retrete, se toca las rodillas y piensa en Felipe. Recuerda el primer beso. Fue en Cordoba. Se acuerda de Cordoba y de la boca de Felipe buscando la suya, y se toca las rodillas. Ya estan casi curadas, aunque le da la sensacion de que un garbanzo se ha quedado dentro. Si. Hay un bulto muy duro debajo de la piel, y le duele. El medico le dijo que eran figuraciones suyas. Este medico no ve bien. Esta viejo y tiene legañas amarillas. Ademas es dentista, que ha de saber el.
Ella esta en que la piel le ha crecido encima de un garbanzo. La curo una vez, solo una vez, cuando llego de Gobernacion. No le pregunto que le dolia, el solo queria saber porque la llevaron alli. Le dijo que en la cara no tenia nada, y ella no podia ni abrir los ojos de la hinchazon. Se toca las rodillas y recuerda. Alcohol. Alcohol le froto el dentista en las heridas y fue peor que cuando le echaban vinagre alli, en el segundo piso de Gobernacion. Habia un crucifijo en la pared de aquel cuarto del segundo piso de Gobernacion, y muchos garbanzos sobre una tabla con sal en el suelo. A las dos o las tres de la mañana la subian siempre, y luego la bajaban entre dos, porque ella no podia ni mantenerse derecha. Treinta y nueve dias. Treinta y nueve dias sin hablar con nadie. En el calabozo de al lado habia una presa que se pasaba las horas cantando. Manolita se llamaba, y cantaba <<Tomo y obligo>>, de Gardel. Solo sabe que se llamaba Manolita.
Anda, Manolita, vamos para arriba, a ver si alli nos cantas otro tango.
No supo mas de ella, solo que se llamaba Manolita. Cantaba muy bien, y un dia ya no la oyo cantar mas. Rabia. Rabia es lo unico que ella sentia cuando le echaban vinagre en las heridas. Rabia. Solo la rabia mantuvo sus labios apretados. Solo la rabia los despego para gritar el dolor de su vientre.
No le pegues ahi, so bestia, ¿no ves que esta preñada?
Este niño va a ser fuerte. Muy fuerte va a ser. Aguanto lo que habia que aguantar. Ahora se mueve. Va a ser tan fuerte como su padre. Y tendra el pelo rizado y negro, y las manos grandes, y la boca carnosa como la boca de su padre. Hortensia sale de los aseos llevandose la mano a la boca. La comadrona le sigue los pasos, y ella se acaricia los labios. Ella no esperaba que los besos fueran con la lengua.
Fue en Cordoba y ella llevaba dos trenzas.
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13-12-11 17:24 #9285559 -> 9238030
Por:Jose Manuel Z.L

RE: Cosas dormidas 2º
No te separes de mi.
Hortensia estaba junto a la puerta del locutorio, detras de Reme y de Elvira, esperando a que salieran las diez presas que habian entrado en el primer turno de visita. La comadrona se acerco a su oido para decirle que no se separara de ella, despues añadio:
Vas a tener una visita muy especial esta tarde. Fijate bien en el marido de mi hija.
¿En el marido de tu hija?
Si, en el marido de mi hija.
Hizo hincapie al pronunciar la palabra marido, le guiño un ojo, y volvio a hacer hincapie al volver a pronunciarla.
En el marido de mi hija, y no grites al verlo. No le hables, solo fijate bien en el. Recuerda lo que te digo: no le hables, y no digas su nombre.
Hortensia no podia saber de quien le estaba hablando Sole, pero lo supo.
¿El marido de tu hija es...?
No digas su nombre.
Pero ¿es...es quien me estoy figurando que es?
Si. Esta en la puerta del locutorio. No ha querido que te lo dijera antes por si no le dejaban entrar, pero ya esta en la puerta, la paquetera acaba de pasarme esta nota, mira:<<Tu hija ha entrado con su marido>>.
Silencio, ¿no saben que en la cola no se habla?
Es Mercedes la que grita silencio. Mercedes quiere aprender a gritar. La funcionaria con moño de platano se dirige a Hortensia y a Sole:
Ustedes dos, den un paso al frente.
Grita porque despues del suceso del dedo del niño Dios recibio una dura amonestacion de la hermana Maria de los Serafines. Le dijo que era muy blanda con las internas, y que debia de aprender a ponerse en su sitio si no queria perder su puesto.
Se le estan subiendo a la chepa, Mercedes, y si a usted se le suben a la chepa se nos suben a todas a la chepa. Tengo mis informadores, no crea que no se lo de la cancioncita, se lo que pasa en la prision a todas horas y a usted se le estan subiendo a la chepa. A todas horas, no lo olvide.
No lo olvida. Y Mercedes se acerca a Hortensia apuntandola con el dedo:
¿Quiere que la castiguen sin comunicar?
Hortensia quiere decir NO. No, quiere decir, pero se le ha formado un nudo en la gargenta que le impide hablar.
¿Que le pasa, no quiere contestar?
Es que Hortensia no se encuentra bien.
Es Sole la que contesta.
¿Y por eso tiene que hablar en la cola? Pues a lo mejor ya ha hablado bastante y no le hace falta entrar al locutorio a hablar mas.
No se encuentra, le ha dado un vahido, y yo soy nueva, y no sabia que en la cola no se puede hablar, le ha dado un vahido, por eso le he hablado yo, que soy comadrona, y como ella esta en cinta y yo soy comadrona, le he preguntado de cuantas faltas esta.
Las presas del primer turno comenzaron a salir del locutorio. Hortensia las miro, miro a Mercedes, apreto los labios y contuvo las lagrimas. La desesperacion le hizo tragar el nudo que cerraba su garganta:
Hoy es Navidad, se lo pido por Dios. Dejeme entrar.
No tuvo valor para negarselo, Mercedes. Y dio la orden de que entrase el segundo turno despues de castigar a Hortensia y a Sole.
Mañana fregaran la galeria ustedes dos. Entren de una en una. Ustedes dos pasaran las ultimas.
La primera en entrar al locutorio fue Elvira. Corrio hacia la esquina derecha y se aposto pegada a la tela metalica.
Aqui, abuelo, aqui.
Tambien su abuelo fue el primero en entrar. Anduvo lo mas aprisa que pudo y se pego a su vez a la tela metalica que cercaba el pasillo desde su lado.
Te traigo una sorpresa.
Pero su nieta ya no pudo oirle, las demas presas gritaban a sus parientes.
Aqui, aqui.
Aqui, madre, en el medio.
La sorpresa de Elvira se acerco a la tela metalica con avidez en la mirada. Elvira no reconocio a Paulino de inmediato. Su abuelo señalo al hombre que tenia a su lado y ella le miro. Le miro fijamente. Se miraron. Habian pasado casi dos años desde la ultima vez que se miraron. Paulino reconocio en la coleta roja a la niña que dejo en el puerto de Alicante.
Chiqueta.
Y ella, sin pensarlo, movio la cabeza a derecha y a izquierda azotando de rojo el aire.
Paulino.
El se llevo el indice a los labios y le ordeno que callara su nombre. A su lado, el hijo de Reme alzaba a su nieto entre las manos estirando hacia arriba los brazos. El niño no paraba de llorar. Reme tampoco.
Traemelo el dia de la Merced.
Suplicaba Reme intentando controlar su llanto. Pero su hijo no la oia. Su hijo solo oia los gritos de Pepita llamando a Hortensia:
Aqui, aqui, Hortensia.
Hortensia habia entrado del brazo de Sole. Y habian entrado las ultimas. Sole intentaba hacer un hueco para las dos, junto a Reme, empujando a una presa que defendia su espacio a empujones. Hortensia buscaba a Felipe con la mirada. Solto el brazo de Sole y se apoyo en los hombros de Reme.
Tensi, ¿estas bien?
Ella dio un paso hacia adelante. El se agarro a la alambrada.
La comadrona habia conseguido por fin abrirse un sitio. Empujo un poco mas y abrio otro para Hortensia. Le extendio la mano, y Hortensia se dejo conducir hacia su hueco mirando a Feliope.
La mujer que no sabe que va a morir se acerca a la tela metalica. No intenta hablar. Saborea la mirada de Felipe.
Tensi.
El pronuncia su nombre por ultima vez. La mira en silencio. Saborea su mirada. Ella se acaricia las mejillas con las dos manos. Y el tambien.
La guardiana que recorre el pasillo central camina despacio con los brazos en jarras. Mira a la derecha y a la izquierda con el ceño fruncido. OBserva a los familiares. Vigila a las presas. Es La Zapatones, y murmura en voz baja una letania, la misma que masculla siempre que le toca el turno de locutorio.Algunos creen que reza una oracion. Pero no. Repite una y otra vez el ultimo parte de guerra. El parte que su admirado Generalisimo escribio por primera vez de su puño y letra. Estando enfermo de gripe, con fiebre, lo escribio de puño y letra. Y ella lo aprendio de memoria: <<En el dia de hoy,cautivo y desarmado el ejercito rojo, han alcanzado las tropas Nacionales sus ultimos objetivos militares. La guerra ha terminado>>. Mira a las presas. Mira a sus familiares. Y repite su desprecio una y otra vez:
<<Cautivo y desarmado el ejercito rojo>>.
Una y otra vez: <<Cautivo y desarmado>>.
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