TERRER ANTIGUO: El declive Ante la imposibilidad de seguir con los relatos sobre los patronos de Terrer, sigo con el que tenía preparado, que ya me quedan pocos. EL DECLIVE DE TERRER.- El mantenimiento de la prosperidad de Terrer durante la Edad Media y principios de la Edad Moderna comenzó a declinar por diversas causas y en distintas épocas. Siempre según mi criterio, claro está. La primera causa fue la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, en tiempos de nuestro Señor el Rey D. Fernando de Aragón, al casarse con Doña Isabel de Castilla. Con esta unión, nuestra tierra perdió la importancia estratégica que mantenía como frontera de Aragón con Castilla. Se desmantelaron varios de los castillos de la frontera , incluido el nuestro: ya no había que defender el reino. Toda la fuerza militar, con todo lo que ello significaba en personas, vituallas, oficios, etc. se fueron trasladando a otras partes del país o, incluso, se marcharon a luchar en Europa, América y en todos aquellos conflictos que nuestros señores los reyes nos metían por intereses de sus reales personas. Perdimos con esto habitantes y riqueza. La segunda causa fue la expulsión de los judíos, que eran los artesanos en casi todos los pueblos y ciudades. En el nuestro está claro que lo eran. Prácticamente constituían la “clase media”, la que tenía ingresos habituales y permanentes por sus trabajo. Y los que más impuestos pagaban, tanto al rey como a los señores y regidores de los pueblos. Perdimos con esto la actividad económica. La tercera causa ( y para mí, la más determinante) fue la expulsión de los moriscos. Ya estaban muy acosados desde los Reyes Católicos¸ pero quien dio la puntilla fue Felipe III en el año 1.609. En Aragón el ejecutor fue el Inquisidor General D. Pedro de Arbués. Esta gente eran los que mantenían las tierras agrícolas en producción desde que se iniciaron en nuestro valle los regadíos, bien contratados por los dueños de las tierras (cristianos), bien en régimen de semiesclavitud. En los distintos valles de los ríos que dan al Jalón y en nuestro pueblo eran más de la mitad de la población. Contando con que no todos se fueron porque se convirtieron al cristianismo, es más que probable que perdiésemos de golpe en torno al 25% de la población. Y, sobre todo, los que se marcharon eran los mejores, ya que podrían ganarse el sustento trabajando en otras tierras, como así fue. El caso es que se quedaron nuestros campos sin la suficiente mano de obra barata que los trabajase y comenzaron a producir menos. Los propietarios de la tierra, que vieron mermar sus ingresos, elevaron de inmediato el precio de los arrendamientos para equilibrar sus rendimientos, con lo que se produjo un círculo vicioso negativo, que llevó a nuestro pueblo a la decadencia. No solamente se marcharon los moriscos, sino los renteros a los que se les subía la renta. Algunos, que no se marcharon, cayeron en una especie de semi esclavitud, en manos de los señores de la tierra. Incluso los pequeños y medianos propietarios de la tierra se vieron privados de la mano de obra que, en ocasiones, necesitaban. Y no eran capaces con sus propios medios de atender sus tierras, teniendo que abandonar el cultivo de alguna. Perdimos con esto gran parte de la productividad de nuestras tierras. Se inició una decadencia de la que tardamos tiempo en salir. No éramos los únicos que entramos en decadencia, sino toda España, desangrada por guerras, alzas de impuestos y gastos elevados de las clases nobles, que no invertían en España sus elevadas rentas. Pero así fue. No hay que darle más vueltas, ni elucubrar de lo que podría haber sido y no fue. Termino en esta época porque, pienso, fue la de mayor prosperidad de nuestro pueblo y no me gusta escribir sobre decadencias, que es muy triste.
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