Escalona - Toledo

Don Juan Pacheco, al que el príncipe heredero Don Enrique nombro Marqués de Villena, y Duque de Escalona se convirtió en el verdadero árbitro de Castilla. Heredo una gran cantidad de tierras y villas, y su poder estaba muy por encima del valido Don Beltrán de la Cueva, y tanto Juan II como su hijo Enrique IV eran meros representantes del trono, por aquella época.

En aquella época vivía en la Villa de Escalona, una hermosa Dama llamada Teresa, ella estaba casada con un comerciante de los más adinerados de la época de la Villa, al cual ella amaba con todo su corazón. Don Juan Pacheco, en una de las fiestas celebradas en el Palacio de Escalona, invito a los nobles y comerciantes adinerados de la época con el fin de reunir capital, para los grandes enfrentamientos o batallas que estaban sucediendo por aquel entonces en Olmedo. De esta forma conoció a Teresa y quedo prendado de ella, y la asedio contantemente, pues Teresa era tan bella que cualquiera podía perder la cabeza por su hermosura.

Ella le insistía una y otra vez que amaba a su marido, y que le amaría hasta su muerte, dando así de lado una y otra vez a los acosos que le sometía Don Juan Pacheco, pero él no se daba por vencido y la seguía acosando una y otra vez, a lo que ella le repudiaba y el no cejaba en su empeño de conseguirla al precio que fuese. Así que Don Juan, cansado de los desdenes de Teresa, planeo un fraude que le permitió inculpar al marido de Teresa, lo mando ajusticiar con falsas pruebas y lo colgó de la horca.

Teresa, estaba sola y desamparada, y cada vez era más acosada por Don Juan, que estaba trastornado por su belleza y su hermosura, hasta tal punto que se encargo de dar muerte a cualquier persona que se acercaba a ella atraído por su belleza. Harta ya de tanto acoso Teresa ingreso en el convento y se convirtió en monja, tratando de que por ese medio se viera y se libraría del acoso de Don Juan.

Pero de nada valieron sus esfuerzos, pues Don Juan, sin respetar el lugar sagrado, entraba una y otra vez para asediarla, llego a tal punto de advertir a Teresa que mandaría degollar a todas las monjas si no accedía a sus pretensiones, las religiosas temían por sus vidas y aconsejaron a Teresa que accediera a la petición de Don Juan ya que iba sus vidas en ello.

Ella cansada de tanto acoso y huir de él, corrió hacia la cocina del convento, calentó una olla con aceite y metió su rostro, desfigurándolo completamente. Don Juan al enterarse del hecho corrió a verla, pero cuando ella descubrió su rostro, el salió huyendo aterrorizado al ver como esa belleza se había convertido en un rostro desfigurado y quemado, partió hacia la ciudad de Villena, para no volver a verla.

Así de esta forma Teresa, cuya belleza exterior perdió para siempre, pudo vivir feliz el resto de sus días dedicándose a Dios, pues ella conservaba su más importante belleza, que era la interior en su noble corazón, se dedico en cuerpo y alma a cuidar enfermos, socorrer a los necesitados y a la oración, de esta forma fue muy querida por todos los habitantes de la Villa de Escalona en aquella época.

Pero Don Juan, aunque tuvo muchas esposas, y amantes, nunca pudo encontrar la paz, recordando una y otra vez que había destruido lo que más había querido en su vida, por querer tomarlo sin pertenecerle.
Gracias por leerme

luismgon