Villalba de Guardo - Palencia

Voy a dedicar dos o tres capítulos al lobo
Ha vuelto el lobo, ya el año pasado fue visto con más frecuencia y este año ha matado y comido algunas ovejas.
Hacia mucho tiempo, muchos años que los ganaderos estaban tranquilos.
Ha vuelto la inquietud y habrá que estar alerta.
De nuevo el enemigo está al acecho y los pastores y ganaderos atentos.
De nuevo la Administración hace oídos sordos y quiere que su protección sea a costa de los "mismos de siempre". No hay dinero para indemnizar lo justo (sí para otras cosas)Si tan importante es el lobo,PROTEGÁMOSLE y es posible, que esos mismos de siempre se cansen de esperar lo que los poderes públicos no les dan y emprendan acciones por su cuenta y el pagano sea el lobo que debe existir y permanecer como joya de la fauna hispana que es, pero no a costa de unos pocos.
No debería olvidar la Administración que sí los lugareños se enfadan tienen más recursos para exterminarlo que ella para protegerlos.
Sería una pena que volviese a estar al borde de su desaparición.

yo tengo fotos de una historia de lobos que me conto SECUNDINO AYUELA y el la pinto y cuando nos la conto me quede alucinada parecia de un cuento cuando se la cuento a mis hijos se quedan alucianos y dicen que si eso es real me gustaria que la contara el o alguno de sus hijos porque todos ellos la conocen es digno de escuchar y parece subreal pero fue real y paso en villalba no se que año fue pero eso le paso a AUSENCIO MAROTO para muchos CHENCHO el ultimo pastor de villalba que por desgracia se fue muy pronto de villalba pero su familia nunca le olvida ingluidos sus nietos a los que no llego a conocer en persona pero esta muy presente con todos nosotros todos los dias nunca te olvidamos a pesar del tiempo

¿alguien la puede contar?
a todos nos gustaría conocerla a todos

Se intentará. Esa y otras más. Un saludo

El anterior mensaje es mio. Lo he escrito sin identificarme. Ha sido un fallo

Ya la tengo escrita y en breve os la contaré. Os diré, que también he visto las dos tablas con la historia dibujada.
Muy bonita e interesante

Capítulo I
No creo que exista duda de que los montes y el terreno del pueblo son idóneos para la vida del lobo.
Nos contaron tantas historias, reales o imaginarias.
Oímos desde niños tantos relatos y leyendas donde el lobo estaba presente, que dicho animal, así como sus hazañas, ataques e incursiones estaban presentes en la vida del pueblo, y, se puede decir que en mayor o menor medida, no había una sola casa que no hubiese sufrido la pérdida de un animal, sobre todo ovejas o burros a dentelladas de los mismos.
Siempre que en las noches largas de invierno o en las tertulias se contaban estas historias los niños nos refugiábamos en el regazo de la madre o de nuestros mayores, temerosos.
Abundaba en el pueblo el ganado de campo, de tiro o de carga.
Quién más, quién menos, tenía su punta de ovejas donados por los padres al casarse y luego al heredar.
Cuando uno formaba una nueva familia y se quedaba de labrador en el pueblo recibía en dote, al menos, una yunta de vacas, alguna oveja, gallina, conejo y algún hornillo con abejas para tener miel.
Las ovejas, daban lana para colchones y su venta. Aunque también se hacían calcetines, bufandas y otras prendas con ella. Además daban carne y corderos. Las corderas nunca se sacrificaban y las hembras viejas o " machorras" que no eran capaces ya de reproducirse se empleaban de " cutralas” . Era corriente en el pueblo cuando llegaba la época del varano y trabajo duro que se juntasen de dos a cuatro familias y , de acuerdo, cada quince o veinte días mataba una de éstas ovejas y se repartía en cuartos (quizá de ahí venga la palabra cutrala de cuarta). Cada vez se recibía un cuarto de forma rotativa con lo que al final se había recibido el animal entero.
Las vacas, se empleaban para la carga, arar y tareas de fuerza. Se ordeñaban poco, hasta los años setenta no se les comenzó a sacar rendimiento en leche por lo que se vendían los terneros que no las novillas, ¡Quién no recuerda en su memoria el sabor de aquellos calostros de infancia! Pura delicia
El burro, mula o yegua para tareas de carga. En el pueblo había muchos burros pero pocas yeguas o mulas. Eran muy apreciados por su utilidad y bajo coste de mantenimiento.
Así pues, el pueblo estaba lleno de animales, y éstos, pastaban por la vega el monte y el páramo. Había muchos rebaños de ovejas además de la vecería de los jatos y novillas y el rebaño de los burros.
Cuatro eran los grupos de corrales que había en el pueblo: los de Arriba, los del Medio, los de Abajo y los del Pueblo, además de algunos sueltos por todo el término; como el del tío Adolfo, tío Gallardo, el Redero, etc.
Por lo tanto, el ganado era abundante al igual que el resto de animales salvajes como zorros, jabalíes, perdices, etc
Todo esto hacía que el lobo, como máximo depredador tuviese comida abundante y no pasase escasez de alimento.
Villalba tiene además un valle espeso y tupido de vegetación llamado Valdelobos. Lo que da idea de su abundancia.
Por todos los cazadores y pastores eran conocidos muchos lugares o loberas donde solían criar.
A partir de los años cincuenta- sesenta muchas de las hectáreas del monte del pueblo y pueblos de alrededor se sembraron y plantaron de pinos (hago las dos apreciaciones porque en un caso se sembraron a jornal y en otro se sembraron a boleo) al crecer éstos,se amplió el campo y la protección para este animal. Nunca ha desaparecido aunque sí ha visto mermada su población a partir de los años setenta a dos mil.
Es cierto, que una vez que las zonas de pinares crecieron y ofrecían mucha más seguridad, protección y alimento en forma de caza abundante; de cérvidos, sobre todo corzos, jabalíes y otras especies. Los lobos dejaron de verse tan a menudo por el monte y la vega.
Villalba tuvo además dos puntos de inflexión; a partir de los años setenta en los que se dieron parcelas y el monte se roturó y se sembró. Y con la construcción de un canal para la central hidroeléctrica de Iberdrola que partía el monte en dos.
Construcción nefasta para la fauna donde al no tener protección morían cada año muchos animales, que se acercaban a beber en el estío y caían al canal, entre ellos lobos, y hasta que se pusieron denuncias no se tomaron medidas. Como casi siempre ,los poderosos no son sancionados y lo son los ciudadanos por actos mucho menores y menos agresivos.
Hay además un tercer punto, a saber, el ganado de labranza y trabajo ha desaparecido del pueblo y el de pastoreo sólo quedan dos ganados muy protegidos por varios mastines y donde los espacios son más abiertos y más fáciles de vigilar.

CAPITULO II

NOS CONTARON DEL LOBO

Mi padre, que en su juventud fue pastor, siempre me dijo que muchos pastores al igual que él sentían la presencia del lobo aunque no lo vieran y, partir de esa sensación su vigilancia se acrecentaba. Algo había en el ambiente, pequeños detalles y nerviosismo en los perros, reticencias en las ovejas a no querer ir por un camino o determinado pasto. Intuiciones que daba la experiencia para que se intuyese que el “Cano” o el “Orejas” podía estar cerca, Mi padre, siempre le llamaba así, porque una de las características de este animal adulto, es que en la alto de la cruz , en la parte delantera del lomo como si llevase una silla de montar tiene unos mechones de pelo blanco en forma de media luna. Sus orejas siempre de punta eran inconfundibles.
Tenían los pastores del pueblo, como ventaja, que rara vez atacaban al rebaño más de dos lobos, con lo cual la defensa era más fácil.
Del lobo, el pastor, sabía todo; cuando andaba en celo, cuando criaba, que parajes le gustaba frecuentar para emboscarse, donde criaba y hasta le edad con tan solo verle.
A veces, cuando su población abundaba y se hacían más agresivos, se le daban batidas o en tiempo de crianza se visitaban sus loberas para coger a los lobeznos y antes de ser sacrificados eran exhibidos por los pueblos para recibir prebendas.
Hubo un tiempo en la historia de los hombres y del pueblo que matar un lobo estaba premiado con dinero y honores. Y hubo un tiempo en que no había veda para cazarlos y perseguirlos sin piedad.
Por estos pagos, al lobo siempre se le mató con escopeta, a tiro limpio y sin miramientos.
Nunca se usaron cebos envenenados y rara vez algún cepo porque podían caer en ellos los propios animales domésticos.
En las batidas, se le acorralaba hasta darle muerte y muchos pastores llevaban escopeta siempre, que una vez encerrado el ganado dejaban escondida en el corral. Esa era la mejor arma y la mejor defensa. Bastaba divisar un animal y hacer un disparo al aire libre para que el rebaño no volviese a ser molestado.
Es un animal listo y escurridizo, incansable en sus correrías, audaz y atrevido cuando tiene hambre y temeroso del hombre y del oso, por donde anda el oso no pisa el lobo, dice el refrán.
Es verdad que hace mucho tiempo, que el oso no baja hasta los colmenares de Villalba en busca de su manjar preferido, la miel.
Tiene el lobo mirada penetrante, con sus inclinados ojos, que lo diferencian del perro. Mirada y figura, que quién la ve por primera vez y de cerca, dicen no olvidar nunca.
Siempre me extrañó, lo bajas que eran las paredes de los corrales, aún en su parte abierta. Bastaban pocas urces y unos céspedes encima de la tapia del corral que no llegaban a los dos metros, como toda protección, frente a este fiero enemigo. Y, es, que el hombre conoce sus debilidades y sabe que el lobo apenas salta o no sabe hacerlo como el perro y al igual que éste tampoco sabe ladrar, o, más bien, se le ha olvidado al llegar la madurez.
Sus aullidos en las noches frías del largo invierno, parecen más bien lamentos por haber perdido el ladrido que una llamada a reunir a la manada o marcar su territorio.
Chencho me dijo, que los lobos solo ladran de pequeños o cuando tienen miedo por estar acorralados.
Nos dijeron que el lobo solo ladra de bebé, de miedo al estar acorralado o para avisar de un fuerte peligro.
¡Ay del animal que se quedase por la vega o el monte a partir de octubre! como le pasó a la burra de tía Delfina. La última que se recuerde que comió en el “Callejo” una noche a primeros del mes de noviembre.
Ya sabía su dueña el peligro que tenía y la desazón pasada cuando después de buscarla durante toda la tarde tuvo que volver a casa sin encontrarla, y, volviendo
a la mañana siguiente, la encontró muerta y medio devorada.
Igual suerte corría, cualquier oveja o novilla que se quedase perdida y alejada del rebaño por enferma, accidentada o recién parida.
Se decía, que, si un animal solo se encontraba con uno o dos lobos solamente y buscaba la protección de unos buenos y tupidos espinos o arbustos para proteger su trasero, los lobos no podían nada , ni siquiera se atrevían a entrarle de frente. Son poco persistentes en la caza cuando un animal les hace frente
En las largas, frías y oscuras noches de invierno si el lobo se atrevía a acercarse al pueblo en busca de algún perro, sobre todo. Enseguida era detectado por estos y una vez que uno daba la voz de alarma, todo el pueblo era un clamor de aullidos y señales de aviso entre todos los del pueblo. No eran ladridos normales y los dueños comprendían enseguida el mensaje, repasando mentalmente si sus cuadras y gallineros habían quedado bien cerrados. Recuerdo una noche, por Navidad, en la cual, el lobo pasó frente a nuestra casa y pude contemplarle a la luz de la luna llena desde el balcón. Mi padre, abrió el ventanal y dando un grito – “lobo, lobo”- desapareció corriendo en la noche.
Nos contaron muchas historias y muchas más se perdieron en el olvido y las hay que algunos las han sufrido y no quieren contarlas.
Nos hablaron de sus miedos ante el hombre, su peor y verdadero enemigo.
Nos dijeron como asustarle y que en caso de necesidad si te quedabas totalmente desnudo se espantaba. Pero, a ver quién en tales circunstancias se atrevía a quedarse corito ante el lobo. También nos dijeron que nunca atacaba al hombre mientras estuviese de pie y que sí nos acosaba, nos daba fuertes rabotazos en las corvas para hacernos caer. Sería porque nuestro cuello quedaba muy alto para ser atacado ya que éste es el principal objetivo del lobo cuando ataca a sus presas. Buscar la yugular, desgarrar y aprisionar.
Había que armar mucho escándalo cuando se le divisaba, tirando piedras y ramas, haciendo aspavientos y ruido y siempre con una vara o palo bastante grueso.
A veces, se llevaba desagradables sorpresas cuando en sus refriegas con los perros del pastor, éste había protegido a sus canes con carrancas, que es un collar de puntas alrededor del cuello donde el lobo dejaba parte de su anatomía y huía despavorido y con gran dolor en su boca.
Hubo un pastor, del que se decía que para asustarle se pasaba todo el día cantando.
Os he contado la muerte de dos lobos por el gran cazador Agustín y recuerdo algunas más, que quizás os cuente algún día; como las del tío Calisto, una de mi padre, la batida de Leoncio y Paco y alguna de Victorino, uno de los hombres del pueblo que quizás le vio más veces y tuvo más encuentros con él, porque era un gran viajero por los caminos del monte y el entorno y muchas veces de noche. O las historias de Chencho, el último pastor del pueblo. Historias, en las que muchas veces, aún teniendo una base real, se adornaban y embellecían para resaltar su aventura y valentía.
No tiene el lobo muchos defensores en el pueblo al menos, entre la gente de mediana y avanzada edad.
Las historias de lobos llenaron muchos ratos y tertulias familiares cuando hacía mal tiempo o era invierno. Al comenzar a narrarlas, los niños, íbamos al regazo de las madres o de los hermanos mayores en busca de cobijo y protección.
También lograron, que para los niños, el monte fuese un lugar llenos de miedos y recelos al que nunca se acudía solo y jamás de noche.
Y, es posible, que el último lobo que murió en Villalba, lo fuese en la zona del puerto, en el camino de “Varmalo”, una tarde de verano donde un viejo, malherido, hambriento, enfermo y moribundo lobo imploró a los caminantes con su mirada que deseaba la muerte antes que seguir vivo porque él no era capaz de matarse.
Fue un encuentro fortuito, casual, donde el animal ni siquiera se asustó o apartó del camino, ni hizo un solo gesto de defensa. Solo imploró la muerte a los paseantes para poner fin a su dolor. Deseo que fué satisfecho a pedradas y quizás luego fuese colgado de un roble, para aviso o para no ser comido por hormigas y otros bichos y sí ,por las aves. Triste final para un animal tan hermoso, astuto y audaz que por vivir al norte del Duero puede ser cazado y perseguido y donde si la Administración no lo remedia se puede volver a “las andadas” y el lobo a ser acosado hasta ponerlo otra vez al borde del exterminio salvaje.

Muchas gracias por revivir mis recuerdos