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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
10-07-14 06:44 #12131862
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 84ª Sección
El Apóstol Santiago era sobrino de María; y aunque Juan Evangelista, como hermano suyo, también tenía el mismo parentesco con María, pero el Apóstol Juan, el mismo Señor desde la Cruz le señalo a Juan por hijo de su Madre, y así con Juan Evangelista no tenía el inconveniente para con los demás Apóstoles, como si con su hermano Santiago o con otro se señalara en demostraciones exteriores la prudentísima Reina y Maestra; pero María en su interior tenía especialísimo amor hacia Santiago, y se lo manifestó en singulares favores que le hizo en todo el tiempo que vivió hasta que llegó su martirio. Por esta razón a Juan el Señor lo señalo como a su hijo, para que cuidase de María, cuando Jesús hubiese muerto carnalmente.-

Los mereció Santiago con el singular y piadoso afecto que tenía a María, señalándose mucho en su íntima devoción y veneración. Y tuvo necesidad del amparo de tan gran Reina, porque era de generoso y magnánimo corazón y de ferventísimo espíritu, con que se ofrecía a los trabajos y peligros con invencible esfuerzo. Y por esto fue el primer Apóstol que salió a la predicación de la fe y también fue el primer Apóstol que padeció martirio, por defensa y divulgación de la FE de Jesucristo. Y en el tiempo que anduvo peregrinando y predicando, fue verdaderamente un rayo, fue como el Hijo del trueno, y por este sobrenombre, fue llamado el Apóstol Santiago entre sus hermanos de Apostolado.-

En la predicación que ejerció en España, se le ofrecieron increíbles trabajos y persecuciones que le movió el demonio por medio de los judíos incrédulos. Y no fueron pequeñas las que después tuvo en Italia y en Asia Menor, por donde volvió a predicar, y padecer martirio en Jerusalén, habiendo discurrido en pocos años por tan distantes provincias y diferentes naciones. María por medio de sus Ángeles le defendió y rescató de grandes y muchos peligros y le consoló y confortó diversas veces, enviándole a visitar y a darle noticias y avisos particulares, como los había menester más que otros Apóstoles en tan breve tiempo como Santiago vivió. Y muchas veces el mismo Jesucristo le envió Ángeles desde los Cielos, para que defendiesen a su grande Apóstol y lo llevasen de unas partes a otras, guiándole los Ángeles, en su peregrinación y predicación. Pero mientras anduvo en estos reinos de España, entre los favores que recibió Santiago de María, fueron dos muy señalados, porque vino la gran Reina en persona a visitarle y defenderle en sus peligros y tribulaciones. La una de estas apariciones y venida de María a España es la que hizo María en Zaragoza España.-

De la otra, que fue la primera, no sé hizo memoria en España, porque fue oculta, y sucedió en Granada: Tenían los judíos en aquella ciudad algunas sinagogas desde los tiempos que pasaron de Palestina a España, donde por la fertilidad de la tierra y por estar más cerca de los puertos del mar Mediterráneo, vivían con mayor comodidad para la correspondencia de Jerusalén. Cuando Santiago llegó a predicar a Granada, ya tenían noticia de lo que en Jerusalén había sucedido con Jesucristo el Redentor de la humanidad. Y aunque algunos deseaban ser informados de la doctrina que había predicado Jesús, y saber qué fundamento tenía, a otros había ya prevenido el demonio con impía incredulidad, para que no admitiesen ni permitiesen se predicase a los gentiles, porque era contraria a los ritos judaicos y a Moisés, y si los gentiles recibían aquella nueva ley destruirían a todo el judaísmo. Y con este diabólico engaño impedían los judíos la fe de Jesucristo en los gentiles, que sabían cómo Jesús era judío, y viendo cómo los de su nación y de su ley le desechaban por falso y engañador, no tan fácilmente se inclinaban a seguirle en los principios de la Iglesia. Llegó el Apóstol Santiago a Granada, y comenzando la predicación salieron los judíos a resistirle, publicándole por hombre advenedizo, engañador y autor de falsas sectas, hechicero y encantador.
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Llevaba Santiago doce discípulos consigo, a imitación de su Maestro. Y como todos perseveraban en predicar, crecía contra ellos el odio de los judíos y de otros que los acompañaron, de manera que intentaron acabar con ellos, y de hecho quitaron luego la vida a uno de los discípulos de Santiago, que con ardiente celo se opuso a los judíos. Pero como el Apóstol y sus discípulos no sólo no temían a la muerte, antes la deseaban padecer por el nombre de Jesucristo, continuaron la predicación de su santa fe con mayor esfuerzo. Y habiendo trabajado en ella muchos días y convertido gran número de infieles de aquella ciudad y comarca, el furor de los judíos se encendió más contra ellos. Prendieron a todos y para darles la muerte los sacaron fuera de la ciudad atados y encadenados y en el campo les ataron de nuevo los pies para que no huyesen, porque los tenían por magos y encantadores.-
Estando ya para ser degollarlos todos juntos, el Apóstol no cesaba de invocar el favor del Altísimo y de su Madre María, y hablando con ella desde su interior la pedía: Santísima María, Madre de mi Señor y Redentor Jesucristo, favoreced en esta hora a vuestro humilde siervo. Rogad, Madre dulcísima y clementísima por mí y por estos fieles profesores de la santa fe. Y si es voluntad del Altísimo que acabemos aquí las vidas por la gloria de su santo nombre, pedid, Señora, que reciba mi alma en la presencia de su divino rostro. Acordaos de mí, Madre piadosísima, y bendecidme en nombre del que os eligió entre todas las criaturas. Recibid el sacrificio de que vea yo vuestros ojos misericordiosos ahora, si ha de ser aquí la última de mi vida. ¡Oh María, oh María!.-

Estas últimas palabras repitió muchas veces el Apóstol Santiago, pero todas las que dijo oyó la gran Reina desde el oratorio del cenáculo donde estaba mirando por visión muy expresa todo lo que pasaba por su amantísimo Apóstol Santiago Mayor. Y con esta inteligencia se conmovieron las maternas entrañas de María en tierna compasión de la tribulación en que su siervo padecía y la llamaba. Tuvo mayor dolor por hallarse tan lejos, aunque, como sabía que nada era difícil para el poder divino, se inclinó con algún afecto a desear ayudar y defender a su Apóstol en aquel trabajo. Y como conocía también que él había de ser el primer Apóstol que diese la vida y sangre por su Hijo santísimo, creció más esta compasión en la clementísima Madre.-

Pero no pidió al Señor ni a los Ángeles que la llevasen a donde Santiago estaba, porque la detuvo en esta petición su admirable prudencia, con que conocía que nada negaría la Providencia divina ni faltaría si fuese necesario, y en pedir estos milagros regulaba su deseo con la voluntad del Señor, con suma discreción y medida, cuando vivía en la carne mortal. Pero su Hijo y Dios verdadero, que atendía a todos los deseos de tal Madre, como santos, justos y llenos de piedad, mandó al punto a los Ángeles que la asistían, ejecutasen el deseo de su Reina y Señora. A María se le manifestaron los Ángeles, en forma humana y la dijeron lo que el Altísimo les mandaba y sin dilación alguna, los Ángeles subieron y colocaron a María en un trono del Globo resplandeciente y la trasladaron a España sobre el campo donde estaban Santiago y sus discípulos atados y prisioneros. Y los enemigos que los habían hecho preso tenían ya desnudos sus Sables, para degollarlos a todos. Vio sólo el Apóstol Santiago, a la Reina del cielo en este Globo resplandeciente, desde donde María le habló a Santiago y con dulcísima caricia le dijo: Jacobo, hijo mío y carísimo de mi Señor Jesucristo, tened buen ánimo y sed bendito eternamente del que os crió y os llamó a su divina luz. Ea, siervo fiel del Altísimo, levantaos y sed libre de las ataduras.-
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A la presencia de María se había postrado el Apóstol en tierra, como le fue posible estando tan aprisionado. Y a la voz de la poderosa Reina se le desataron instantáneamente las ataduras de él y las de sus discípulos, y se hallaron libres, y los judíos, que estaban con las armas en las manos, cayeron todos en tierra, donde sin sentidos estuvieron así algunas horas. Y los demonios, que los asistían y provocaban, fueron arrojados a lo profundo, con que Santiago y sus discípulos pudieron libremente dar gracias al Todo poderoso por este beneficio. Y el mismo Apóstol singularmente las dio a la divina Madre con incomparable humildad y júbilo de su alma. Los discípulos de Santiago, aunque no vieron a la Reina ni a los Ángeles, del suceso conocieron el milagro, y su maestro les dio la noticia que convino para confirmarlos en la fe, en la esperanza y en la devoción de María.-

María, no sólo defendió de la muerte a Santiago, para que gozara toda España de su predicación y doctrina, sino que desde Granada le ordenó su peregrinación y le mandó a Santiago, a cien Ángeles de los de su guarda que acompañasen al Apóstol y le fuesen encaminando y guiando de unos lugares a otros y en todos le defendiesen a él y a sus discípulos de todos los peligros que se les ofreciesen, y que habiendo rodeado todo el litoral de España, se encaminasen dirección a Zaragoza. Todo esto lo ejecutaron los cien Ángeles, como su Reina se lo ordenaba, y los demás Ángeles, devolvieron a María a Jerusalén, en el mismo Globo Resplandeciente, donde la habían trasladado. Por lo que hay que destacar, que la primera aparición de María en España, ocurrió en Granada, para salvar la vida de su sobrino y Apóstol del Señor llamado Santiago el Mayor.-

El Apóstol Santiago, con esta celestial compañía y guarda peregrinó por toda España, más seguro que los israelitas por el desierto. Dejó en Granada algunos discípulos de los que traía, que después padecieron allí martirio, y con los demás que tenía, y otros que iba recibiendo, prosiguió las jornadas predicando en muchos lugares de la Andalucía. El Apóstol Santiago desde Granada, se trasladó a Toledo, y de allí pasó a Portugal y a Galicia, y también se llegó hasta Astorga (León), de allí se trasladó a diferentes lugares, llegando a la Rioja, y por Logroño pasó a Tudela y de allí paso a Zaragoza. Por toda esta peregrinación fue Santiago dejando discípulos y Obispos en diferentes ciudades de España y plantando la fe y el culto divino. El fruto que hizo el Apóstol Santiago con la predicación en España fue inmenso.-

Su Majestad Jesucristo: Entro con grandeza en el oratorio de su beatísima Madre, y la humilde María le adoró con excelente culto y veneración desde lo íntimo de su purísima alma. Luego la habló el Señor y la dijo a María: Madre mía, de quien recibí la carne humanizada para salvar al mundo, atento estoy a vuestras peticiones y deseos santos y son agradables a mis ojos. Yo defenderé a mis apóstoles e Iglesia y seré su padre y protector, para que no sea vencida, ni prevalezcan contra ella las puertas del infierno. Ya sabéis que para mi gloria es necesario que trabajen con mi gracia los Apóstoles y que al fin me sigan por el camino de la cruz y muerte que padecí yo mismo para redimir al linaje humano. Y el primero que me ha de imitar en esto es Jacobo [Santiago Mayor] mi fiel siervo, y quiero que padezca martirio en esta ciudad de Jerusalén. Y para que él venga a ella y otros fines de mi gloria y vuestra, es mi voluntad que luego le visitéis en España, donde predica mi santo nombre. Quiero, Madre mía, que vayáis a Zaragoza, donde Santiago está ahora, y le ordenéis que vuelva a Jerusalén y antes que parta de aquella ciudad edifique en ella un templo en honra y título de veneración dedicado vuestro nombre, donde seáis venerada e invocada para beneficio de aquel reino de Gloria como lo es España. Porque Madre mía, es beneplácito mío y de nuestra Divina Trinidad.-
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Y María, en manos de los Serafines y acompañada de sus Ángeles con los demás, partió dirección a Zaragoza, en alma y cuerpo mortal. Llegando a Zaragoza cuando ya se acercaba la media noche. El Apóstol Santiago estaba con sus discípulos fuera de la ciudad, arrimado al muro que correspondía a los márgenes del río Ebro, y para ponerse en oración se había apartado un poco de sus discípulos, y quedando algunos de ellos durmiendo y otros orando como su maestro. Se alargó un poco la procesión de los Ángeles con la música, de manera que no sólo Santiago lo pudiese oír de lejos, sino también sus discípulos que le acompañaban, con que despertaron los que dormían y todos fueron llenos de suavidad interior y admiración de lo que estaban contemplando, con celestial consuelo que enmudecieron todos ellos, dejándolos suspensos y derramando lágrimas de alegría también todos ellos. En esta ocasión, todos ellos vieron en el aire una grandísima luz, más que si fuera al mediodía, aunque no se extendía universalmente más que en un solo espacio, y fueron testigos todos ellos de cómo se acercaba un gran globo resplandeciente del que salía hermosísima música Celestial. Con esta admiración y nuevo gozo estuvieron sin moverse hasta que los llamó su Maestro. Con estos maravillosos efectos que sintieron.-

Ordenó el Señor que estuviesen prevenidos y atentos, por ser testigos de aquel gran misterio que se les había manifestado a todos ellos. Los Ángeles pusieron el trono de su Reina y Señora a la vista del Apóstol Santiago, que estaba en altísima oración y más que los discípulos sentía la música y percibía la luz. Traían consigo los Ángeles, una pequeña columna de mármol, y de otra materia diferente habían formado una imagen pequeña de la Reina y Señora del Cielo. Esta imagen de María, la traían otros Ángeles con gran veneración, y todo se había prevenido aquella noche con la potencia que estos divinos espíritus obran en las cosas que la tienen.-

María le manifestó a Santiago desde el Globo Resplandeciente y desde el trono donde estaba rodeada de los coros de los Ángeles, todos ellos llenos de admirable hermosura y resplandor, aunque la gran Señora los excedía en todo a todos ellos. Santiago se postró en tierra y con profunda reverencia adoró a la Madre de su Creador y Redentor y vio juntamente la Imagen y columna, en mano de algunos Ángeles. La piadosa Reina le dio la bendición en nombre de su Hijo santísimo y le dijo: Santiago, siervo del Altísimo, bendito seáis en su diestra; Él os salve y manifieste la alegría de su divino rostro. Y todos los Ángeles respondieron: Amén. Prosiguió la Reina del Cielo diciendo: Hijo mío Santiago, este lugar ha señalado y destinado el altísimo y todopoderoso Dios del cielo, para que en la tierra le consagréis y le dediquéis un Templo y casa de oración, de donde debajo del título de mi nombre, quiere que el suyo sea ensalzado y engrandecido y que los tesoros de su divina diestra se comuniquen, franqueando liberalmente sus antiguas misericordias con todos los fieles y que por mi intercesión las alcancen, si las pidieren con verdadera fe y piadosa devoción los gentiles. Yo en el nombre del Todopoderoso les prometo grandes favores y bendiciones de dulzura y mi verdadera protección y amparo, porque éste ha de ser Templo y casa mía y mi propia herencia y posesión. Y en testimonio de esta verdad y promesa quedará aquí esta columna colocada con mi propia imagen, que en este lugar donde edificaréis mi templo, que perseverará y durará hasta el fin del mundo. Daréis luego principio a esta casa del Señor, y habiéndole hecho este servicio al Omnipotente, partiréis hacia Jerusalén, donde mi Hijo santísimo quiere que le ofrezcáis el sacrificio de vuestra vida en el mismo lugar en que dio la suya para la Redención de toda la humanidad.-
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Este fue el Primer Templo Cristiano que se levantó en toda la tierra, por voluntad propia de Dios, y fue en el Reino de España en Zaragoza, siendo dedicado a María, la Madre del Señor, para enaltecer en este templo y por encima de María al de su Hijo Jesucristo por mandato mismo del Omnipotente. Admitió la gran Reina del Cielo esta obediencia de su Hijo santísimo con nuevo júbilo de su alma. Y con el rendimiento digno respondió y dijo: Señor mío y verdadero Dios, hágase Vuestra voluntad santa en Vuestra sierva y Madre por toda la eternidad y en ella os alaben todas las criaturas por las obras admirables de Vuestra piedad inmensa con Vuestros siervos. Yo, Señor mío, Os magnifico y bendigo en ellas y os doy humildes gracias en el nombre de toda la Iglesia y mío. Dadme licencia, Hijo mío, para que en el Templo que mandáis edificar a Vuestro siervo Jacobo pueda yo prometer en Vuestro santo nombre la protección especial de Vuestro brazo poderoso, y que aquel lugar sagrado sea parte de mi herencia para todos los que en él invocaren con devoción Vuestro mismo nombre y el favor de mi intercesión con Vuestra clemencia.-

Jesucristo respondiendo a María la dijo: Madre mía, en quien se complació mi voluntad, yo os doy mi real palabra que miraré con especial clemencia y llenaré de bendiciones y de dulzura a los que con humildad y devoción vuestra me invocaren y me llamen en aquel templo por medio de vuestra intercesión. En vuestras manos tengo depositados y librados todos mis tesoros, y como Madre que tenéis mis veces y potestad, podéis enriquecer y señalar aquel lugar y prometer en él vuestro favor, que todo lo cumpliré como si fuere vuestra agradable voluntad. Agradeció de nuevo María esta promesa de su Hijo y Dios Omnipotente, y luego, por mandato del mismo Señor, los Ángeles que la acompañaban formaron un trono real de una nube resplandeciente y la pusieron en él como a Reina y Señora de todo lo creado, y Jesucristo con los demás Ángeles se subió a los cielos, dando a María su bendición. María, mando a los Ángeles que colocasen la columna y sobre ella la Imagen en el mismo lugar y puesto que hoy están, y así lo ejecutaron en el momento. Luego que se erigió la columna y se asentó en ella la Imagen, los mismos Ángeles, y también el Apóstol, Santiago, reconocieron aquel lugar y título por casa de Dios, puerta del cielo y tierra santa y consagrada en templo para gloria del Altísimo e invocación de su Madre María. Y en fe de esto dieron culto, adoración y reverencia a la divinidad, y Santiago se postró en tierra, y los Ángeles con nuevos cánticos celebraron con el Apóstol, la nueva y primera dedicación del Templo que se instituyó en toda la tierra, después de la Redención humana y en el nombre de la gran Reina y Señora del Cielo y de la tierra. Y el gran maestro les dio noticia de lo que convenía, para que le ayudasen en la edificación del Sagrado Templo, en que puso mano y diligencia; y antes de partir de Zaragoza, Santiago acabó la pequeña capilla donde está la Santa Imagen y Columna, con favor y asistencia de los Ángeles. Y después con el tiempo los cristianos edificaron el Suntuoso Templo y lo demás que adorna y acompaña aquel tan celebrado Santuario.-

Santiago: Dio gracias a María y la pidió el amparo de este reino de España con especial protección, y mucho más de aquel lugar consagrado a su devoción y nombre. Y todo se lo ofreció la divina Madre, y dándole de nuevo su bendición, la devolvieron los Ángeles a Jerusalén con el mismo orden que la habían traído. Pero antes, a petición suya, ordenó el Altísimo que para guardar aquel Santuario y defenderle, se quedase en él un Ángel encargado de su Custodia, y desde aquel día hasta ahora persevera en este ministerio y lo continuará mientras dure y permanezca la Imagen sagrada y la columna. De aquí ha resultado la maravilla que todos los fieles y Cristianos, que reconocen de haberse conservado aquel Santuario ileso y tan intacto hasta el tiempo actual.
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