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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
02-07-14 06:32 #12122854
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 69ª Sección
Porque se les manifestó cómo Cristo nuestro Redentor había cumplido con la obediencia del Padre Eterno, y cómo había llenado las promesas y profecías hechas al mundo de los antiguos padres, y que la humildad y obediencia de nuestro Redentor había recompensado su soberbia y la inobediencia que tuvieron en el Cielo no queriendo sujetarse y reconocerle por superior en la carne humana; y que por esto, con suma sabiduría y equidad eran humillados y vencidos por aquel mismo Señor que ellos despreciaron. Y como a la dignidad grande y méritos infinitos de Jesucristo era consiguiente que en aquella hora ejecutase el oficio y potestad de Juez de los Ángeles y de los hombres, como al Eterno Padre se lo había prometido, usando de su virtud y como intimando la sentencia a Lucifer en la misma ejecución, le mandó a él y a todos los demonios que como condenados al fuego eterno bajasen luego todos a lo más profundo de aquellos calabozos infernales.-

La razón de esto es, porque la muerte no pudiera herir a los hombres ni tener jurisdicción sobre ellos, si no es por el primer pecado, a quien se le intimó este castigo; y por eso el Apóstol dijo que las armas o estímulo de la muerte es el pecado, que abrió la herida por donde entró ella en el mundo del linaje humano; y como nuestro Salvador pagó la deuda del pecado que no pudo cometer. Por esto, cuando la muerte le quitó la vida sin tener derecho contra Su Majestad, perdió el que tenía contra los demás hijos de Adán, para que desde entonces ni la muerte ni el demonio pudiesen ofenderlos como antes, si los mismos hombres, no se les volviesen a sujetar de su propia voluntad. Si nuestro primer padre Adán no pecara y no hubiéramos pecado todos en él, no hubiera pena de muerte, sino un tránsito de aquel feliz estado al felicísimo de la eterna patria. Pero el pecado nos hizo súbditos de la muerte y esclavos del demonio, que nos la procuró, para que valiéndose de ella nos privase del tránsito a la vida eterna, primer gracia, dones y amistad de Dios; y quedamos en servidumbre del pecado y del demonio y sujetos a su tirano e inicuo imperio.-

Todas estas obras de Lucifer, disolvió Jesús Crucificado, muriendo sin culpa y satisfaciendo las nuestras. Jesucristo, hizo que la muerte sólo fuese corporal y no para el Alma; que nos quitase la vida corporal y no la eterna, la natural y no la espiritual, antes bien fuese puerta para pasar a la última felicidad, si nosotros no queremos perderla.-

Así cumplió Jesucristo la pena y el castigo del primer pecado, disponiendo también que con la muerte corporal y natural, admitida por su amor, fuese la recompensa que de nuestra parte podíamos ofrecer. De esta manera absorbió Jesucristo la muerte, y la suya fue el bocado con que la engañó. Jesucristo con su muerte, le quitó las fuerzas y la vida y la dejó vencida y muerta.-

La caída de Lucifer con sus demonios desde el monte Calvario a lo más profundo del infierno, fue más turbulenta y furiosa que cuando fue arrojado del cielo. Y aunque siempre aquel lugar es tierra tenebrosa y cubierta de las sombras de la muerte, de caliginosa confusión, de miserias, tormentos y desorden, como dice Job.-

Pero en esta ocasión fue mayor su infelicidad y turbación, porque los condenados recibieron nuevo horror y pena con la ferocidad y encuentros que bajaron los demonios y el despecho que rabiosos manifestaban. Cierto es que no tienen potestad en el infierno para poner las Almas a su voluntad en lugares de mayor o menor tormento, porque esto lo dispensa el poder de la Divina Justicia según los desméritos de cada uno de los condenados, para que con esta medida sean atormentados; pero a más de la pena esencial, dispone el justo Juez que puedan sucesivamente padecer otras penas accidentales en algunas ocasiones, porque sus pecados dejaron en el mundo raíces y muchos daños para otros que por su causa se condenan y el nuevo efecto de sus pecados no retratados les causa estas penas. Atormentaron los demonios a Judas Iscariote con nuevas penas, por haber vendido y procurado la muerte a Jesucristo. Y conocieron entonces que aquel lugar de tan formidables penas, donde le habían puesto, era destinado para castigo de los que se condenasen con fe y sin obras y los que despreciasen de intento el culto de esta virtud y el fruto de la Redención humana. Y contra éstos manifiestan los demonios mayor indignación, como la concibieron contra Jesús y contra María.-
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Lucifer se lamenta ante los demás demonios.-
Luego que Lucifer tuvo permiso para esto y para levantarse del aterramiento en que estuvo algún tiempo, procuró intimar a los demonios su nueva soberbia contra el Señor. Para esto los convocó a todos y puesto en lugar eminente les habló y dijo: A vosotros, que por tantos siglos habéis seguido y seguiréis mi justa parcialidad en venganza de mis agravios, es notorio el que ahora he recibido de este nuevo Hombre y Dios y cómo por espacio de treinta y tres años me ha traído engañado, ocultándome el ser Divino que tenía y encubriendo las operaciones de su alma y alcanzando de nosotros el triunfo que ha ganado con la misma muerte que para destruirle le procuramos. Jesús, antes que tomara carne humana le aborrecí y no me sujeté a reconocerle por más digno que yo de que todos le adorasen como superior. Y aunque por esta resistencia fui derribado del Cielo con vosotros y convertido en la fealdad que ahora tengo, indigna de mi grandeza y hermosura, pero más que todo esto me atormenta hallarme tan vencido y oprimido de este Hombre y de su Madre María.-

Desde el día que fue creado el primer hombre, los he buscado con desvelo para destruirlos y, no solo a ellos, sino a todas sus hechuras, y que ninguna le admitiese por su Dios ni le siguiese, y que sus obras no resultasen en beneficio de los hombres. Estos han sido mis deseos, estos mis cuidados y conatos, pero en vano, me venció con su humildad y pobreza, me quebrantó con su paciencia y al fin me derribó del imperio que tenía en el mundo con su pasión y afrentosa muerte. Esto me atormenta de manera, que si a él le derribara de la diestra de su Padre, donde ya estará triunfante, y a todos sus redimidos los trajera a estos infiernos, aun no quedara mi enojo satisfecho, ni se aplacaría mi furor.-

¿Es posible que la naturaleza humana, tan inferior a la mía, ha de ser tan levantada sobre todas las criaturas, que ha de ser tan amada y favorecida de su Creador que la juntase a sí mismo en la persona del Verbo Eterno, que antes de ejecutarse esta obra me hiciese guerra y después me quebrantase con tanta confusión mía? Siempre la tuve por enemiga cruel, siempre me fue aborrecible e intolerable. ¡Oh hombres tan favorecidos y regalados del Dios que yo aborrezco y amados de su ardiente caridad! ¿Cómo impediré vuestra dicha?, ¿cómo os haré infelices cual yo soy, pues no puedo aniquilar al mismo ser que recibisteis? ¿Qué hacemos ahora, oh vasallos míos?, ¿cómo restauraremos nuestro imperio?, ¿cómo cobraremos fuerzas contra el hombre?.-
¿cómo podremos ya vencerle? Porque si de hoy más no son los mortales insensibles e ingratos, si no son peores que nosotros contra este hombre y Dios que con tanto amor los ha redimido, claro está que todos le seguirán, todos le darán el corazón y abrazarán su suave ley, ninguno admitirá nuestros engaños, aborrecerán las honras que falsamente les ofrecemos y amarán el desprecio, querrán la mortificación de su carne y conocerán el peligro de los deleites, dejarán los tesoros y riquezas y amarán la pobreza que tanto honró su
Maestro y a todo cuanto nosotros pretendamos aficionar sus apetitos les será aborrecible por imitar a su verdadero Redentor.-
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Con esto se destruye nuestro reino, pues nadie vendrá con nosotros a este lugar de confusión y tormento, y todos alcanzarán la felicidad que nosotros perdimos, todos se humillarán hasta el polvo y padecerán con paciencia, y no se logrará mi indignación y soberbia. ¡Oh infeliz de mí, y qué tormento me causa mi propio engaño! Si le tenté en el desierto, fue darle ocasión para que con aquella victoria dejase ejemplo a los hombres y que en el mundo le hubiese tan eficaz para vencerme. Si le perseguí, fue ocasionar la enseñanza de su humildad y paciencia. Si persuadí a Judas Iscariote que le vendiese y a los judíos que con mortal odio le atormentasen y pusiesen en la Cruz, con estas diligencias solicité mi ruina y el remedio de los hombres y que en el mundo quedase aquella doctrina que yo pretendí extinguir.-

¿Cómo se pudo humillar tanto el que era Dios? ¿Cómo sufrió tanto departe de los hombres siendo estos tan malos? ¿Cómo yo mismo ayudé tanto para que la redención humana fuese tan copiosa y admirable? ¡Oh qué fuerza tan Divina la de este Hombre, que así me atormenta y debilita! Y aquella mi enemiga, María, la Madre Jesús, ¿cómo es tan invencible y poderosa contra mí? Nueva es en pura criatura tal potencia y sin duda que participa del Verbo eterno, a quien vistió de carne. Siempre me hizo grande guerra el Todopoderoso por medio de esta mujer tan aborrecible a mi altivez, desde que la conocí con su señal en el Cielo. Pero si no se aplaca mi soberbia indignación, no me despido de hacer perpetua guerra a este Redentor, a su Madre y a los hombres.-

E a, demonios de mi séquito, ahora es el tiempo de ejecutar la ira contra Dios. Llegad todos a conferir conmigo por qué medios lo haremos, que deseo en esto vuestro parecer.-

A esta formidable propuesta de Lucifer respondieron algunos demonios de los más superiores, animándole con diversos arbitrios que fabricaron para impedir el fruto de la Redención en los hombres. Y convinieron todos en que no era posible ofender a la persona de Jesucristo, ni menguar el valor inmenso de sus merecimientos, ni destruir la eficacia de los Sacramentos, ni falsificar ni revocar la Doctrina que Jesucristo había predicado; pero no obstante todo esto convenía que, conforme a las nuevas causas, medios y favores que Dios había ordenado para el remedio de los hombres, se inventasen allí nuevos modos de impedirlos, pervirtiéndolos con mayores tentaciones y falacias. Y para esto algunos demonios de mayor astucia y malicia dijeron: Verdad es que los hombres tienen ya nueva doctrina y ley muy poderosa, tienen nuevos y eficaces sacramentos, nuevo ejemplar y maestro de las virtudes y poderosa intercesora y abogada en esta nueva Mujer; pero las inclinaciones y pasiones de su carne y naturaleza siempre es una misma y las cosas deleitables y sensibles no se han mudado.-

Por este medio, añadiendo nueva astucia, desharemos, en cuanto es de nuestra parte, lo que este Dios y Hombre ha obrado por ellos, y les haremos poderosa guerra a los humanos, procurando atraerlos con sugestiones, irritando sus pasiones, para que con grande ímpetu las sigan sin atender a otra cosa, y la condición humana, tan limitada, embarazada en un objeto, no puede atender al contrario. Con este arbitrio comenzaron de nuevo a repartir oficios entre los demonios, para que con nueva astucia se encargasen como por cuadrillas de diferentes vicios, con el que poder tentar a los hombres. Determinaron que se procurase conservar en el mundo la idolatría, para que los hombres no llegasen al conocimiento del verdadero Dios, ni de la Redención humana. Y si esta idolatría falta arbitraremos que se inventen nuevas sectas y herejías en el mundo, como la del profeta Mahoma, que siempre ha sido enemigo de Jesús, No como hombre y Profeta, sino, no reconociendo a Jesús como al Hijo de Dios, y que para todo esto buscasen los hombres más perversos y de inclinaciones depravadas que primero las admitiesen y fuesen maestros y cabezas de los errores, y cuantas se han conocido en el mundo desde la primitiva Iglesia hasta ahora. Este infernal arbitrio aprobó Lucifer, porque se oponía a la Divina verdad y destruía el fundamento de la salvación humana, que consiste en la fe Divina; y a los demonios que lo intentaron y se encargaron de buscar hombres impíos para introducir estos errores, los alabó y acarició y los puso a su lado.-
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Otros demonios tomaron por su cuenta pervertir las inclinaciones de los niños, observando las de su generación y nacimiento. Otros, de hacer negligentes a sus padres en la educación y en la forma de adoctrinar a sus hijos o por demasiado amor o aborrecimiento, y que los hijos aborreciesen a sus padres. Otros se ofrecieron a poner odio entre los maridos y mujeres y facilitándoles el adulterio y despreciar la justicia y fidelidad que se deben el uno al otro. Y todos convinieron en que sembrarían entre los hombres rencillas, odios, discordias y venganzas, y para esto los moviesen con sugestiones falsas, con inclinaciones soberbias y sensuales, con avaricia y deseo de honras y dignidades, y les propusiesen razones aparentes contra todas las virtudes que Jesucristo había enseñado, y sobre todo divirtiesen a los mortales de la memoria de su pasión y muerte y del remedio de la Redención, de las penas del infierno y de su eternidad. Y por estos medios les pareció a todos los demonios que los hombres ocuparían sus potencias y cuidados en las cosas deleitables y sensibles y no les quedaría atención ni consideración de las espirituales, ni de su propia salvación.-

Oyó Lucifer éstos y otros arbitrios de los demonios y respondiendo dijo: Con vuestros pareceres quedo muy obligado y todos los admito y apruebo, y todo será fácil de alcanzar con los que no profesaren la ley que este Redentor ha dado a los hombres; pero en los que la admitan y abracen, dificultosa empresa será para todos nosotros, mas en ella y contra éstos pretendo estrenar mi saña y furor y perseguir acérrimamente a los que oyeren la Doctrina de este Redentor y la siguiesen, y contra ellos ha de ser nuestra guerra sangrienta hasta el fin del mundo. En esta nueva Iglesia he de procurar sobresembrar mi cizaña, las ambiciones, la codicia, la sensualidad y los mortales odios, con todos los vicios del que yo soy cabeza. Porque si una vez se multiplican y crecen los pecados entre los fieles, con estas injurias y su pesada ingratitud irritarán a Dios para que les niegue con justicia los auxilios de la gracia que les deja su Redentor tan merecidos, y si con sus pecados se privan de este camino para su remedio, segura tendremos la victoria contra todos ellos.

Más Lucifer, les seguía diciendo: También es necesario que trabajemos en quitarles la piedad y todo lo que es Espiritual y Divino, que no entiendan la virtud de los Sacramentos, para que los reciban en pecado, y cuando pecados no tengan, que sea sin fervor ni devoción; que como estos beneficios son espirituales, es menester admitirlos con afecto de voluntad, para que tenga más fruto quien los usase. Y si una vez llegaren a despreciar la medicina, tarde recuperarán la salud y resistirán menos a nuestras tentaciones, no conocerán nuestros engaños, olvidarán los beneficios, no estimarán la memoria de su propio Redentor ni la intercesión de su Madre María, y esta feísima ingratitud los hará indignos de la gracia, e irritado su Dios y Salvador, de esta manera se las niegue. Y en esto quiero que todos me ayudéis con grande esfuerzo, no perdiendo tiempo ni ocasión de ejecutar lo que os mando. Esta conferencia infernal, duró un año entero, a contar después de la muerte de Jesús en la Cruz.-
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El Apóstol Juan advierte a la humanidad.-
El Apóstol Juan dice: Ay de la tierra, que baja a vosotros Satanás lleno de indignación y furor! Mas ¡ay dolor, que verdades tan infalibles como éstas y tan importantes para conocer nuestro peligro y excusarle con todas nuestras fuerzas, estén hoy tan borradas de la memoria de los mortales con tan irreparables daños que ocasionará en el mundo!.-

Lucifer, es el enemigo astuto, cruel y vigilante, ¡ y la humanidad está dormida, descuidada y flaca!.- ¿Qué desgracia para la humanidad, que Lucifer se haya apoderado tanto del mundo, si muchos le oyen, le admiten y le siguen en sus engaños y pocos hombres y mujeres le resisten, porque se olvidan de la eterna muerte que con implacable indignación y malicia les procura?. Pido yo a todos los que lean esto, que no quieran olvidar tan formidable peligro, y si no conocen a Lucifer por el estado del mundo y sus desdichas y por los daños que cada uno experimenta en sí mismo.-

Conozcan y reconozcan a Jesucristo, por lo menos, en la medicina y en la Doctrina que enseñó, mediante sus obras y tantos remedios y tan poderosos que Jesús dejó en la nueva Iglesia Evangélica Cristiana, pues no aplicando tan abundante antídoto a nuestra dolencia, la humanidad corre el peligro de morir eternamente, si no fuera tan grande y formidable, la ofrenda que Jesús ejecutó en la Cruz, para la redención de toda la humanidad, porque la misma son la Trinidad, con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.-

Juan Evangelista dice:
El día 9 de Abril, estando María la Madre de Jesús, cerca de la cruz, y acompañada de María Cleofás, estando siempre de pie, y arrimada a la Cruz, adorando en ella a su muerto Jesús. Estaba la gran Señora, inmóvil en sus inefables virtudes, entre las olas impetuosas de dolores que entraban hasta lo íntimo de su castísimo corazón, y con su eminente ciencia confería en su pecho los misterios de la Redención humana y la armonía con que la sabiduría divina disponía todos aquellos sacramentos; y la mayor aflicción de la Madre de Misericordia era la desleal ingratitud que los hombres con tanto daño propio mostrarían a beneficio tan raro y digno de eterno agradecimiento.-

La sepultura de Jesús
María, estaba asimismo cuidadosa de cómo daría sepultura al sagrado cuerpo de su Hijo santísimo, quién se le bajaría de la cruz, a donde siempre tenía levantados sus divinos ojos. Con este doloroso cuidado se dirigió a sus Ángeles que la asistían y les dijo: Ministros del Altísimo y amigos míos en la tribulación, vosotros conocéis que no hay dolor como mi dolor; decidme, pues, cómo bajaré de la cruz al que ama mi alma, cómo y dónde le daré honorífica sepultura, que como madre me toca realizar este doloroso trabajo; decidme qué haré en esta ocasión con vuestra diligencia. Respondiendo los Ángeles a María la dijeron: Reina y Señora nuestra, dilátese Vuestro afligido corazón para lo que resta de padecer. El Señor todopoderoso ha encubierto de los mortales su gloria y su potencia para sujetarse a la impía disposición de los crueles malignos y quiere consentir que se cumplan las leyes puestas por los hombres, y una es que los sentenciados a muerte no se quiten de la cruz sin licencia del mismo juez. Prestos y poderosos fuéramos nosotros en obedeceros y en defender a nuestro verdadero Dios y Creador, pero su diestra nos detiene, porque su voluntad es justificar en todo su causa y derramar la parte de sangre que le resta en beneficio de los hombres, para obligarlos más al retorno de su amor que tan copiosamente los redimió.-
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