Laguna de Negrillos - Leon

Obedeciendo el divino mandato, con especial gozo el soberano príncipe el Arcángel Gabriel descendió del Supremo Cielo, acompañado de muchos Ángeles hermosísimos que le seguían en forma visible.-

El Arcángel Gabriel tenía su rostro resplandeciente y despedía muchos rayos de resplandor, su semblante grave y majestuoso, sus pasos medidos, las acciones compuestas, sus palabras poderosas y eficaces y todo él representaba, entre severidad y agrado, mayor deidad que otros Ángeles de los que había visto María, hasta entonces en aquella forma. El Arcángel Gabriel, Llevaba diadema de singular resplandor y sus vestiduras eran de túnica larga, de varios colores, pero todos resplandecientes y muy brillantes, y en el pecho llevaba encajada una cruz bellísima que descubría el misterio de la encarnación a que se encaminaba su embajada y misiva, y todas estas circunstancias solicitaron más la atención y afecto de la prudentísima Reina y Señora del Cielo y de todo lo creado.-

Todo este Celestial ejército con su cabeza y príncipe del Arcángel Gabriel encaminó su vuelo a Nazaret, ciudad de la provincia de Galilea, para dirigirse a la morada terrenal de María, que era una casa humilde y su retrete un estrecho aposento desnudo de los adornos que usa el mundo, para desmentir sus vilezas y desnudez de mayores bienes. Era la Divina Señora en esta ocasión de edad de catorce años, seis meses y diecisiete días, porque cumplió los años el ocho de septiembre, y los seis meses y diecisiete días corrían desde aquél hasta éste en que se obró el mayor de los misterios que Dios obró en el mundo entero.-

La figura corpórea de María, era dispuesta y elegante, de más altura que la común de las mujeres de aquella edad, pero muy elegante del cuerpo, con suma proporción y perfección: el rostro más largo que redondo, pero gracioso, y no flaco ni grueso, el color claro y tantito moreno; la frente espaciosa con proporción; las cejas en arco perfectísimas; los ojos grandes y graves, con increíble e indecible hermosura y columbino agrado, el color entre negro y verde oscuro; la nariz seguida y perfecta; la boca pequeña y los labios colorados y sin extremo delgados ni gruesos; y toda ella en estos dones de naturaleza era tan proporcionada y hermosa que ninguna otra criatura humana lo fue tanto. El mirarla causaba a un mismo tiempo alegría y reverencia, afición y temor reverencial; atraía el corazón y le detenía en una suave veneración; movía para alabarla y enmudecía su grandeza y muchas gracias y perfecciones; y causaba en todos los que advertían divinos efectos que no se pueden fácilmente explicar; pero llenaba el corazón de celestiales influjos y movimientos divinos que encaminaban a Dios.-
María Terrenalmente sencilla.-

Este día es incluido en la Creación terrenal de Dios: Porque en la tierra será creado el Dios Humanizado, a través del cuerpo terrenal de María. Devuelta ya María a la tierra, se le comunica: Que terrenalmente el Verbo se humanizará. María en este día terrenal, su vestidura era humilde, pobre y limpia, de color plateado, oscuro pardo que tiraba al color de la ceniza, compuesto y aliñado sin curiosidad, pero con suma modestia y honestidad. Cubriendo sus hombros con manto de color azul. Cuando se acercaba la embajada del Cielo, ignorándolo ella, estaba en altísima contemplación sobre los misterios que había renovado el Señor en ella con tan repetidos favores con los nueve días anteriores, con los que Dios, había ilustrado a María en el Cielo.
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Y por haberla asegurado el mismo Señor a María, que su Unigénito descendería luego a tomar forma humanizada, estaba la gran Reina fervorosa y alegre en la fe de esta palabra y, renovando sus humildes y encendidos afectos, decía en su corazón: ¿Es posible que ha llegado el tiempo tan dichoso en que ha de bajar el Verbo del Eterno Padre a nacer y conversar con los hombres, que le ha de tener el mundo en posesión, que le han de ver los mortales con los ojos de la carne, y que ha de nacer aquella luz inaccesible, para iluminar a los que están poseídos de las tinieblas? ¡Oh quién mereciera verle y conocerle! ¡Oh quién besara la tierra donde pusiera sus divinas pies!.-

Alegraos, cielos, y consuélese la tierra, y todos eternamente le bendigan y alaben, pues ya su felicidad eterna está vecina. ¡Oh hijos de Adán afligidos por la culpa, pero hechuras de mi amado, luego levantaréis la cabeza y sacudiréis el yugo de vuestra antigua cautividad! Ya se acerca vuestra redención, ya viene vuestra salud. ¡Oh padres antiguos y profetas, con todos los justos que esperáis en el seno de Abrahán detenidos en el LIMBO, luego llegará vuestro consuelo, no tardará vuestro deseado y prometido Redentor! Todos le magnifiquemos y cantemos himnos de alabanza. ¡Oh quién fuera sierva de sus siervas! ¡Oh quién fuera esclava de aquella que Isaías le señaló por Madre! ¡Oh Emmanuel, Dios y hombre verdadero! ¡Oh llave de David, que has de franquear los Cielos! ¡Oh Sabiduría eterna! ¡Oh Legislador de la nueva Iglesia Evangélica Cristiana! Ven, ven, Señor, a nosotros y libra de la cautividad a tu pueblo, y vea toda carne tu salud.-

En estas peticiones, operaciones y oraciones, estaba María en la misma hora que llegó el Arcángel Gabriel. María estaba, purísima en el Alma, perfectísima en el cuerpo, nobilísima en los pensamientos, eminentísima en la santidad, llena de gracias y toda divinizada y agradable a los ojos de Dios, que pudo ser digna Madre suya y eficaz instrumento para sacarle del seno del Padre y traerle a su virginal vientre.-

El Arcángel Gabriel se le Aparece a María:
Dios para ejecutar el Altísimo Misterio, mandó al Arcángel Gabriel. María estaba orando Era jueves a las siete de la tarde al oscurecer la noche. Viole la divina Princesa de los cielos y mirándole con suma modestia y templanza, y con su acostumbrada humildad quiso hacerle reverencia; no lo consintió el Arcángel Gabriel, antes él la hizo profundamente como a su Reina y Señora del Cielo, que de todos los Ángeles era, en quien adoraba los divinos misterios de su Creador, y junto con eso reconocía que ya desde aquel día se mudaban los antiguos tiempos y costumbre de que los hombres adorasen a los Ángeles, como lo hizo Abrahán, porque levantada la naturaleza humana a la dignidad del mismo Dios en la Persona del Verbo, ya quedaban los hombres adoptados por hijos suyos y compañeros y hermanos de los mismos Ángeles de Dios.-

Saludó el Arcángel a nuestra Reina y suya, y la dijo: No temas María, porque hallaste gracia con el Señor; y te advierte que concebirás un hijo en tu vientre y le parirás y le pondrás por nombre Jesús; será grande y será llamado Hijo del Altísimo.-

María en esta disposición y turbada, replicó al Arcángel Gabriel y le dijo: ¿Cómo ha de ser esto de concebir y parir hijo, porque ni conozco varón ni lo puedo conocer? Al mismo tiempo representaba en su interior al Señor el voto de castidad que había hecho y el desposorio que Su Majestad había celebrado con ella. A lo que el Arcángel Gabriel le dijo a María:
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Señora: Sin conocer varón, es fácil para el poder Divino haceros madre; porque el Espíritu Santo vendrá con su presencia y estará de nuevo con vos, y la virtud del Altísimo os hará sombra para que de vos pueda nacer el Santo de los Santos, que se llamará Hijo de Dios. Y advertid que vuestra pariente Elizabet también ha concebido un hijo en su estéril senectud, y éste es el sexto mes de su concepción; porque nada es imposible para Dios, y el mismo que hace concebir y parir a la que era estéril, puede hacer que vos, Señora, lleguéis a ser su Madre quedando siempre Virgen y más consagrada vuestra gran pureza; y al Hijo que pariréis, le dará Dios el trono de su padre David, y su reino será eterno en la casa de Jacob. No ignoráis, Señora, la profecía de Isaías, que concebirá una virgen y parirá un hijo que se llamará Emmanuel, que es Dios con nosotros. Esta profecía es infalible y se ha de cumplir en vuestra persona. Asimismo sabéis el gran misterio de la zarza que vio Moisés ardiendo sin ofenderla el fuego, para significar en esto las dos naturalezas la divina y la humana, sin que ésta sea consumida de la divina, y que la Madre del Mesías le concebirá y parirá sin que su pureza virginal quede violada. Acordaos también, Señora, de la promesa que hizo nuestro Dios eterno al Patriarca Abrahán, que después del cautiverio de su posteridad en Egipto a la cuarta generación, volverían a esta tierra; y el misterio de esta promesa era que en esta cuarta generación y que corresponde a la vuestra María. Y el Arcángel Gabriel la sigue diciendo: El misterio de esta cuarta generación que es la vuestra, es que se hallan en estas cuatro generaciones:

PRIMERA: La generación de Adán que se realizó sin padre ni madre.-

SEGUNDA: La generación de Eva que se realizó sin madre.-

TERCERA: La concepción de padre y madre, que es la común de todos con la actual humanidad a la que vos María pertenecéis.-

CUARTA: Que es la de Jesucristo, que su concepción se realiza sin Padre pero si con Madre, que sois vos María.-

Y que por vuestro medio rescataría Dios ya humanizado a todo el linaje de Adán de la opresión del demonio. Y aquella escalera que vio Jacob dormido, fue una figura expresa del camino real que el Verbo Eterno en la carne humana abrirá, para que los mortales hombres y mujeres puedan subir a los Cielos y los Ángeles poder bajar a la tierra, a donde bajará el Unigénito del Padre para conversar en ella con los hombres y comunicarles los tesoros de su Divinidad con la participación de las virtudes y perfecciones que están en su ser inmutable y eterno.-

María se turbó sin alteración, como la más humilde de las criaturas, oyendo esta nueva salutación del Ángel. Y la turbación tuvo en ella dos causas: la una, su profunda humildad con que se reputaba por inferior a todos los mortales, y oyendo, al mismo tiempo que juzgaba de sí tan bajamente, saludarla y llamarla bendita entre todas las mujeres, le causó novedad. La segunda causa fue que, al mismo tiempo cuando oyó la salutación y la confería en su pecho como la iba oyendo, tuvo inteligencia del Señor que la elegía para Madre suya, y esto la turbó mucho más, por el concepto que de sí misma se había y tenía formado.-

Consideró y penetró profundamente esta gran Señora el campo tan espacioso de la Dignidad de Madre de Dios para comprarle, y se vistió de la fortaleza más que humana y gustó y vio cuán buena era la negociación y comercio de la Divina Trinidad.-
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Entendió las sendas de sus ocultos beneficios, y se adorno de la fortaleza y hermosura; y habiendo conferido consigo misma y con el paraninfo Celestial del Arcángel Gabriel, la grandeza de tan altos y Divinos Sacramentos, estando muy capaz de la embajada que recibía, fue el purísimo Espíritu de María, absorto y elevado en admiración, reverencia y sumo intensísimo amor del mismo Dios; y con la fuerza de estos movimientos y afectos soberanos, como con efecto connatural de ellos, fue el corazón de María prensado y comprimido con una fuerza que le hizo destilar tres gotas de su purísima sangre y, puestas en el natural lugar para la concepción del cuerpo de Jesucristo, fue formado de ellas por la virtud del Divino y Santo Espíritu; de suerte que la materia de la que se fabricó la humanidad del Verbo para nuestra redención, la dio y administró el Corazón de María a fuerza del amor, real y verdadero.-

Y al mismo tiempo con la humildad nunca harto encarecida, inclinando un poco la cabeza y juntas las manos, pronunció aquellas palabras que fueron el principio de nuestra reparación: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el Arcángel Gabriel se fue de su presencia.-

María: Al pronunciar estas palabras tan dulces para los oídos de Dios y tan feliz para nosotros, en un instante se obraron cuatro cosas:

La Primera, Se formó el cuerpo santísimo de Jesucristo, de aquellas tres gotas de sangre que administró el corazón de María.-

La Segunda, Se creo el Alma Santísima del mismo Señor, que también fue creada como las demás.-

La Tercera, Se unió el Alma y cuerpo, con la que se compuso su humanidad perfectísima.-

La Cuarta, se unió la Divinidad en la persona del Verbo con la humanizada, que con ella unida hipostáticamente se formo la Encarnación, y fue formado Cristo Dios y hombre verdadero.-

Esta Inmaculada encarnación de Jesucristo que se formo en el vientre de maría, fue el viernes día 25 de Marzo al romper el alba, a la misma hora que fue formado el primer padre llamado Adán, y en el año de la creación del hombre en el mundo terrenal, que corresponde al año cinco mil ciento noventa y nueve (5.199), si sumamos a estos años, los años de la cristiandad, que son a la fecha de ahora 2.014, hacen un total de Siete mil doscientos trece años (7.213).

Y conforme a esto, el mundo fue creado en correspondencia con el mes de Marzo, que corresponde a su principio de la creación; Porque las obras del Altísimo todas son perfectas y acabadas, las plantas y los árboles salieron de la mano de Su Majestad con frutos, y siempre los tendrían sin perderlos, si el pecado no hubiera alterado a toda la naturaleza, por parte de Adán y Eva.-

En el mismo instante en el que El Todopoderoso se humanizo mediante las bodas de la unión hipostática en el vientre de María, fue María elevada a la visión beatífica de la Divina Trinidad intuitiva y claramente conoció en ella, los altísimos Sacramentos y Misterios de la Encarnación.-
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María visita a su Prima Isabel.-
El Arcángel Gabriel habiendo ya comunicado a María, que su prima Isabel había concebido un hijo y que ya estaba en el sexto mes de su embarazo. Y después, en unas de las visiones intelectuales que tuvo María, la reveló el Altísimo que el hijo milagroso que pariría Isabel sería grande delante del mismo Señor y sería profeta y precursor del Verbo humanizado que ella traía en su virginal vientre. Y de parte del Señor, el Arcángel Gabriel, le entrego la misiva de Dios, que la mandaba a María, ir a visitar a su prima Isabel, para que ella y su hijo que tenía en el vientre fuesen santificados con la presencia de su Reparador y Redentor de la Humanidad. Porque disponía Su Majestad estrenar los efectos de su venida al mundo y sus merecimientos en su mismo Precursor, comunicándole la corriente de su Divina gracia, con que fuese como fruto temporáneo y anticipado de la redención humana.-

María determinó luego con humildad pedir licencia José para poner por obra lo que la mandaba el Altísimo y sin manifestarle este mandato le dijo a José: Señor y esposo mío, por la divina luz he conocido cómo la dignación del Altísimo ha favorecido a Isabel mi prima, mujer de Zacarías, dándole el fruto que pedía en un hijo que ha concebido, y espero en su bondad inmensa que siendo mi prima estéril habiéndole concedido este singular beneficio, será para mucho agrado y gloria del Señor. Yo juzgo que en tal ocasión como ésta me corre obligación decente de ir a visitarla y tratar con ella algunas cosas convenientes a su consuelo y su bien espiritual. Si esta obra, señor, es de vuestro gusto, la realizaré con vuestra licencia, estando sujeta en todo a vuestra disposición y voluntad. Considerad vos lo mejor y mandadme lo que debo hacer.-

Su esposo José la respondió: Señora y esposa mía, que mis deseos todos están dedicados para serviros con toda mi atención y diligencia, porque de vuestra gran virtud confío, como debo, no se inclinará vuestra rectísima voluntad a cosa alguna que no sea de mayor agrado y gloria del Altísimo, como creo lo será esta jornada. Y porque no extrañen que vayáis en ella sin la compañía de vuestro esposo, yo iré con mucho gusto para cuidar de vuestro servicio en el camino. Determinad el día para que vayamos juntos.-

Agradeció María santísima a su prudente esposo José el cuidadoso afecto y que tan atentamente cooperase a la voluntad divina en lo que sabía era de su servicio y gloria; y determinaron entre ambos partir luego dirección a casa de Isabel, previniendo sin dilación la recámara para el viaje, que toda se vino a resumir en algunas frutas, pan y pocos pececillos que le trajo José y en una humilde bestezuela que buscó prestada, para llevar en ella toda la recámara y a su Esposa y Reina de todo lo creado. Con esta prevención partieron de Nazaret para la ciudad de Judea donde reside Isabel, prima de María.-

Pero antes de salir de su pobre casa, María hincó las rodillas a los pies de su esposo José y le pidió su bendición para dar principio a la jornada que en el nombre del Señor iban a emprender. José se encogió, viendo la humildad tan rara de su esposa, que ya con tantas experiencias tenía muy conocida, y deteniéndose la bendecía, pero la mansedumbre y dulce instancia de María le venció y el Santo la bendijo en nombre del Altísimo. Y a los primeros pasos levantó María los ojos al Cielo y el corazón a Dios, enderezándolos a cumplir el divino beneplácito, llevando en su vientre al Unigénito del Padre y suyo para santificar a Juan el Bautista en el vientre de su madre Isabel.-
Dejando María, la casa de sus padres, tomaron el camino María y José y lo enderezaron hacia la
Casa de Zacarías.-
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