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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
01-07-14 07:05 #12121618
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 68ª Sección
Llegada ya la hora nona del día, aunque por la oscuridad y turbación más parecía ya de noche, Jesús habló sus CUARTAS PALABRAS desde la cruz en voz alta y clamorosa, para que los presentes pudieran oír, Jesús dijo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Estas palabras, aunque las dijo el Señor en su lengua hebrea, no todos las entendieron. Y porque la primera dicción dice: Eli, Eli, pensaron algunos que llamaba a Elías; y otros burlándose de su clamor le decían: Veamos si vendrá Elías a librarlo ahora de nuestras manos.-

Luego Jesús pronuncia sus QUINTAS PALABRAS, y dijo: Tengo sed. Y a Jesús le dieron a beber vinagre. Jesús tomó algún trago, pero a petición de su Madre lo rehusó luego y lo dejó.-

Acto seguido Jesús pronuncio sus SEXTAS PALABRAS y dijo: Ya está consumada esta obra, ligada del Cielo para redención de los hombres y con la obediencia con que me envió el Eterno Padre a padecer y a morir terrenalmente para la salvación de la humanidad; ya están cumplidas las Escrituras, profecías del Viejo Testamento, y el curso de la vida pasible y mortal que admití en el vientre virginal de mi Madre; ya queda en el mundo mi ejemplo, mi Doctrina, mis Sacramentos y remedios para la dolencia del pecado. Ya queda satisfecha la Justicia de mi Eterno Padre para la deuda de la posteridad de Adán; ya queda enriquecida mi Iglesia para el remedio de los pecados que los hombres cometieren; y toda la obra de mi venida al mundo queda en la perfección, por la parte que me tocaba realizar como su Reparador, y para la nueva Iglesia Evangélica triunfante queda puesto el seguro fundamento en la militante, sin que nadie la pueda alterar ni mudar.-

El Señor tomó aliento nuevamente, giró sus ojos hacia el Cielo, y pronunciando sus SÉPTIMAS PALABRAS y últimas dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Jesucristo como victorioso y triunfador, y ya rendido y vencido Lucifer, este se fue, cuando es el mayor enemigo de la humanidad. Y Jesús para entregar su Espíritu al Padre, dio licencia a la muerte para que esta llegase, y inclinando la cabeza, venciendo también a la misma muerte con este consentimiento, en que también se halló engañada la misma muerte como a Lucifer. Salieron los Espíritus malignos del monte del Calvario, siendo precipitados todos ellos hasta lo más profundo del infierno, como cuando es despedido el rallo que sale de las nubes, que manifestándose por unos segundos, acto seguido desaparece para no volver jamás en esta misma forma, hasta la próxima tormenta. Así también trabajan Lucifer y sus aliados.-

María instruye a Sor María de Jesús y la dice:.-
Hija Mía: De estos bienes eternos hizo mi Hijo en la cruz su testamento, determinando a quién tocaba y quiénes habían de ser legítimos herederos y cuáles los desheredados y las causas de lo uno y de lo otro, y todo lo hizo confiriéndolo con su Eterno Padre, como Señor Supremo y justísimo Juez de todas las criaturas. Y porque en este testamento y disposición estaban resumidos los secretos de la predestinación de los santos y de la reprobación de los prescritos. Este testamento fue cerrado y oculto para los hombres, y solamente Yo su Madre lo entendí, porque a más de serle patentes todas las operaciones del Alma de Jesucristo, era su universal heredera, constituida como Reina y Señora del Cielo y de la Tierra y de todo lo creado en la misma, y como coadjutora de la Redención, había de ser también como testamentaria, por cuyas manos, en que mi Hijo puso todas las cosas, como el Padre en las del Hijo, y se ejecutase su voluntad y Yo como Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, distribuyese los tesoros adquiridos y debidos a su Hijo por ser quien es y por sus infinitos merecimientos.-
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Hija mía: Yo, como tu Madre y Maestra, pediré al Señor que con su virtud Divina imprima en tu corazón las especies que te he dado. Con este beneficio quiero que perpetuamente tengas en tu memoria a Jesucristo crucificado, mi Hijo santísimo y Esposo tuyo, y nunca olvides los dolores de la Cruz y la Doctrina que enseñó y practicó Su Majestad en ella. En este espejo has de componer tu hermosura, y en ella tendrás tu gloria interior, como la hija del príncipe para que atiendas, procedas y reines como esposa del Supremo Rey. Y porque este honroso título te obliga a procurar con todo esfuerzo su imitación y proporción igual, en cuanto te es posible con su gracia, y éste ha de ser el fruto de mi Doctrina, así quiero que desde hoy vivas crucificada con Jesucristo y te asimiles a tu ejemplar y dechado, quedando muerta a la vida terrenal. Quiero que se consuman en ti los efectos de la primera culpa y sólo vivas para las operaciones y efectos de la virtud Divina y renuncies a todo lo que tienes heredado como hija del primer Adán, para que en ti se logre la herencia del segundo, que es Cristo Jesús, tu Redentor y Maestro. Para ti ha de ser tu estado muy estrecha cruz donde estés clavada, y no ancha senda, con dispensaciones y explicaciones que la hagan espaciosa, dilatada y acomodada, y no segura ni perfecta. Este es el engaño de los hijos de Babilonia y de Adán, que procuran en sus obras buscar ensanches en la Ley de Dios, cada uno en su estado, y recatean la salvación de sus almas, para comprar el Cielo muy barato, o aventurarse a perderle, si les ha de costar el estrecharse y ajustarse al rigor de la Divina Ley y sus preceptos. De aquí nace el buscar Doctrinas y opiniones que dilaten las sendas y caminos de la vida eterna, sin advertir que mi Hijo les enseñó que eran muy angostos y que Su Majestad fue por ellos, para que nadie imagine que puede ir por otros más espaciosos a la carne y a las inclinaciones viciadas por el pecado.-

Este peligro es mayor en los Eclesiásticos y Religiosos, que por su estado deben seguir a su Divino Maestro y ajustarse a su vida y pobreza, porque para esto eligieron el camino de la cruz, y quieren que la dignidad o la religión sea para comodidad temporal y aumento de mayores honras de su estimación y aplauso, que tuvieran en otro estado. Y para conseguirlo ensanchan la cruz que prometieron llevar, de manera que viven en ella muy holgados y ajustados a la vida carnal, con opiniones y explicaciones engañosas. Y a su tiempo conocerán la verdad de aquella sentencia del Espíritu Santo, que dice: A cada uno le parece seguro su camino, pero el Señor tiene en su mano el peso de los corazones humanos.-

Tan lejos te quiero, hija mía, de este engaño, que has de vivir ajustada al rigor de tu profesión en lo más estrecho de ella, de manera que en esta cruz no te puedas extender ni ensanchar a una ni otra parte, como quien está clavada en ella con Jesucristo; y por el menor tiempo de tu profesión y perfección has de posponer todo lo temporal de tu comodidad. La mano derecha has de tener clavada con la obediencia, sin reservar movimiento, ni obra, ni palabra y pensamiento que no se gobierne en ti con esta virtud. No has de tener ademán que sea obra de tu propia voluntad, sino de la ajena, ni has de ser sabia contigo misma en cosa alguna, sino ignorante y ciega, para que te guíen los Superiores. El que promete dice el Sabio, clavó su mano, y con sus palabras queda atado y preso. Tu mano clavaste con el voto de la obediencia, y con este acto quedaste sin libertad ni propiedad de querer o no querer. La mano siniestra tendrás clavada con el voto de la pobreza, sin reservar inclinación ni afecto a cosa alguna que suelen codiciar los ojos, porque en el uso y en el deseo has de seguir ajustadamente a Jesucristo Pobre y Desnudo en la Cruz. Con el tercer voto, de la castidad, han de estar clavados tus pies, para que tus pasos y movimientos sean puros, castos y hermosos.
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Y para esto no has de consentir en tu presencia palabra que disuene de la pureza, ni admitir especie ni imagen en tus sentidos, mirar, ni tocar a criatura humana; tus ojos y todos tus sentidos han de estar consagrados a la castidad, sin dispensar de ellos más que para ponerlos en Jesús crucificado. El cuarto voto, de la clausura, guardarás segura en el costado y pecho de mi Hijo Santísimo, donde yo te la señalo. Y para que esta doctrina te parezca suave y este camino menos estrecho, atiende y considera en tu pecho la imagen que has conocido de mi Hijo y Señor lleno de llagas, tormentos y dolores, y al fin clavado en la Cruz, sin dejar en su sagrado cuerpo alguna parte que no estuviese herida y atormentado.-

Su Majestad y yo éramos más delicados y sensibles que todos los hijos de los hombres, y por ellos padecimos y sufrimos tan acerbos dolores, para que ellos se animasen a no recusar otros menores por su bien propio y eterno y por el amor que tanto les obligó; a que debían los mortales ser agradecidos, entregándose al camino de las espinas y abrojos y a llevar la cruz por imitar y seguir a Jesucristo y alcanzar la eterna felicidad, pues Jesucristo, es el camino derecho hacia ella.-

María habla sobre el Misterio que Lucifer no conocía.-
Uno de los misterios que le fue oculto a Lucifer y sus demonios en el discurso de la vida y los milagros de mi Hijo, y que nunca pudieron de acabar de conocer con firmeza infalible que Su Majestad era el Dios verdadero y el Redentor del mundo, y por consiguiente tampoco conocían mi propia Dignidad. Así lo dispuso la Providencia de la Divina Sabiduría, para que más convenientemente se ejecutase todo el misterio de la Encarnación y Redención del linaje humano. Y para esto, aunque Lucifer sabía que Dios tomaría carne humana, ignoraba el modo y circunstancias de la Encarnación; y como de ellas le consintieron hiciese el juicio conforme su soberbia, por eso anduvo tan alucinado, afirmando que Cristo era Dios por los milagros que hacía, o negándolo porque le veía pobre, humillado, afligido y fatigado.-

Y deslumbrándose el Dragón con esta variedad de luces, perseveraba en la duda y en las pruebas, hasta la hora determinada de su muerte en la Cruz, donde con el conocimiento de los misterios de Jesucristo, había de quedar juntamente desengañado y vencido, en virtud de la pasión y muerte que a su humanidad santísima le había procurado. Se ejecutó este triunfo de Jesucristo con tal modo, alto y admirable, porque fue espiritual y oculto a los sentidos con que se ha de declarar. Lucifer con sus demonios intentaron desviarse de Jesucristo y arrojarse al infierno, luego que Jesús recibió la Cruz sobre sus hombros, porque en aquel punto sintieron contra sí el poder Divino, que con mayor fuerza los comenzaba a oprimir. Con este nuevo tormento reconocieron, permitiéndolo así el Señor, que les amenazaba gran ruina por la muerte de aquel Hombre inocente que ellos habían maquinado, y que no era solo puro hombre. Los Demonios deseaban retirarse y no asistir más a los judíos y ministros de justicia, como lo habían hecho hasta aquella hora. Pero el poder divino los detuvo y encadenó como a dragones ferocísimos, compeliéndolos, por medio del imperio de María, para que no huyesen, sino que fuesen siguiendo a Jesucristo hasta el Calvario. El extremo de esta cadena se le dio a la gran Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, para que con las virtudes de su Hijo los sujetase y argollase y, aunque muchas veces forcejaban intentando la fuga y despedazándose de furor, no pudieron vencer la fuerza con que María los detenía y obligaba a llegar al Calvario y rodearse a la Cruz, donde les mandé que estuviesen inmóviles hasta el fin de tan altos misterios como allí se obraban, para el remedio de toda la humanidad, y que era de ruina para los demonios.-
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Con este imperio estuvo Lucifer con sus cuadrillas infernales tan oprimidos de la pena y temor que sentían con la presencia de Jesucristo y la mía y de lo que les amenazaba, que les fuera alivio arrojarse en las tinieblas del infierno. Y como no les era permitido, se pegaban y revolcaban unos con otros como un hormiguero alterado y como sabandijas que temerosas se procuran esconder en algún abrigo, aunque el furor rabioso que padecían no era de animales, sino de demonios más crueles que dragones. Allí se vio en todo este tiempo, humillado el soberbio orgullo de Lucifer y desvanecidos sus pensamientos altivos de levantar su silla sobre las estrellas del Cielo. Y beberse las aguas puras del Río Jordán. ¡Qué desvalido y debilitado estaba el que en tantas ocasiones presumió trasegar a toda la humanidad!, ¡Lucifer, abatido y confuso el que a tantas almas ha engañado con promesas falsas o amenazas!, ¡qué turbado estaba el infeliz Aman a la vista del patíbulo donde procuró poner a su enemigo Mardoqueo!, ¡qué ignominia recibió cuando vio a la verdadera Ester María, que pedía el rescate de su pueblo y al traidor le derribasen de su antigua grandeza y castigasen con la pena de su gran soberbia! Allí le oprimió y degolló nuestra invencible Judit, allí le quebrantó su altiva cerviz. Desde hoy conoceré ¡oh Lucifer! que tu soberbia y arrogancia es más que tus fuerzas, en vez de resplandores te visten ya gusanos, ya tu cadáver le consume y le rodea la carcoma. Tú, que vulnerabas a las gentes, estás herido más que todos, atado y oprimido, ya no temeré tus fingidas amenazas, no escucharé tus dolos, porque te veo rendido, debilitado y sin poder alguno. Ya era el tiempo de que esta antigua serpiente fuese vencida por el Maestro de la vida. Y porque había de ser con el desengaño y no le había de valer a este venenoso áspid taparse los oídos al encantador, comenzó Jesús a hablar en la Cruz las siete últimas palabras dando permiso a Lucifer y a sus demonios para que oyéndolas, entendiesen los misterios que encerraban; porque con esta inteligencia quería Su Majestad triunfar sobre ellos, del pecado y de la muerte, y despojarlos de la tiranía con que tenían sujeto a todo el linaje humano.-

1ª Palabra de Jesús: Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen. En estas razones conocieron los príncipes de las tinieblas con certeza que Jesucristo hablaba con el Eterno Padre y que era su Hijo natural y verdadero Dios con Él y con el Espíritu Santo y Divino; y que en su humanidad santísima de perfecto hombre unida a la Divinidad admitía la muerte de su propia voluntad para redimir a todo el linaje humano, y que por sus merecimientos de infinito valor ofrecía el perdón general de todos los pecados a los hijos de Adán para que se valieran de su redención y la aplicaran para su remedio sin exceptuar a los mismos reos que le crucificaban; De este desengaño concibieron tanta ira y despecho Lucifer y sus demonios, que al punto se quisieron lanzar impetuosamente en lo más profundo del infierno y forcejaban con todas sus fuerzas para hacerlo, pero la poderosa María, Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, los detenía encadenados.-

2ª Palabra de Jesús dirigida al ladrón: En verdad te digo, que hoy serás conmigo en el paraíso. Entendieron los demonios el fruto de la Redención en la justificación de los pecadores y el fin último en la glorificación de los justos, y que desde aquella hora comenzaban a obrar con nueva fuerza y virtud los merecimientos de Jesucristo y que con ellos se abrían las puertas del paraíso que con el primer pecado se cerraron, y que desde entonces entrarían los hombres a gozar de la felicidad eterna y ocupar las sillas del Cielo que para ellos estaban imposibilitadas. Conocieron en esto la potestad de Jesucristo, para llamar a los pecadores, justificarlos y glorificarlos, y los triunfos que en su vida habían conseguido de todos ellos con las virtudes eminentísimas que habían ejercitado de humildad, paciencia, mansedumbre y todas las demás. La confusión y tormento de Lucifer, cuando conoció esta verdad que le humilló a Lucifer su soberbia pidiendo a María que les permitiese bajar al infierno y los arrojase de su presencia; pero no lo consintió la gran Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, porque aún no era tiempo.-
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3ª Palabra de Jesús, dulcísima hacia su Madre: Mujer, ves ahí a tu hijo. Conocieron los demonios que aquella Divina Mujer era la Madre verdadera del Dios humanizado, y la misma que se les había manifestado en el Cielo en forma de imagen y señal cuando fueron creados los Ángeles, y la que les quebrantaría la cabeza, como el Señor se lo había dicho en el paraíso terrenal. Conocieron la Dignidad y excelencia de esta gran Señora sobre todas las criaturas y la potestad que contra ellos tenía, como la estaban experimentando Y como desde el principio del mundo, cuando fue creada la primera mujer, todos los demonios habían buscado con su astucia quién sería aquella gran Mujer. Reina y Señora señalada en el Cielo, y en esta ocasión conocieron que hasta entonces la habían perdido de vista sin conocerla, fue inexplicable el furor de estos Dragones, porque este desengaño desatinó su arrogancia sobre todo lo que les atormentaba, y se enfurecían contra sí mismos como unos leones sangrientos, y contra la Divina Señora renovaron su indignación aunque sin provecho. A más de esto conocieron que Juan Evangelista era señalado por Cristo como Ángel de la guarda de su Madre, con la potestad de Sacerdote. Y esto conocieron como amenaza contra la indignación que tenían con la gran Señora, y también lo entendió Juan Evangelista. Y no sólo conoció Lucifer la potestad del Evangelista contra los demonios, sino también la que se les daba a todos los Sacerdotes por su dignidad y participación de la misma de nuestro Redentor, y que los demás justos, aunque no fuesen sacerdotes, estarían debajo de una especial protección del Señor y serían poderosos contra el infierno. Y todo esto debilitaba las fuerzas de Lucifer y de sus demonios.-

4ª Palabra de Jesús, dirigida a Su Santísimo Padre: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me desamparaste?. Conocieron en ella los malignos espíritus que la caridad de Jesucristo que con toda la humanidad era inmensa y sin término, y que misteriosamente para satisfacerla se le había suspendido a su humanidad santísima el influjo de la Divinidad, para que con el sumo rigor de la Pasión, fuese la Redención copiosísima, y que sentía y se querellaba amorosamente de que no fuesen salvos todos los hombres de quien se hallaba desamparado, y con ánimo de padecer más, si el Eterno Padre lo ordenara. Esta felicidad de los hombres de ser tan amados del mismo Dios aumentó la envidia de Lucifer y sus ministros, y sintieron todos la omnipotencia Divina para ejecutar con los hombres aquella infinita caridad sin limitación. Y esta noticia quebrantó el orgullo y malignidad de los enemigos, reconociéndose flacos y débiles para oponerse a ello con eficacia, si los hombres no la querían malograr.-

5ª Palabra de Jesús: Tengo sed. Adelantó más este triunfo del demonio y sus secuaces, y se enfurecieron en rabia y despecho, porque la encaminó Su Majestad más claramente contra ellos. Y entendieron que les decía: Si os parece mucho lo que por los hombres padezco y el amor que les tengo, quiero entendáis que siempre mi caridad queda sedienta y anhelando por su eterna salud y no la han extinguido las muchas aguas de mis tormentos y dolores de mi pasión; muchos más padeciera por ellos, si fuera necesario, para redimirlos de vuestra tiranía y hacerlos poderosos y fuertes contra vuestra malicia y soberbia.-

6ª Palabra de Jesús: Consumado todo esta:

7ª Palabra de Jesús: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Con estas últimas palabras, acabó de conocer Lucifer y sus demonios el misterio de la Encarnación y la Redención humana, ya concluida con el orden de la sabiduría Divina en todo su cumplimiento y perfección.-
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