El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 52ª Sección Y a más de esta oculta eficacia y efectos del bautismo de Jesucristo, se juntaba la eficacia de sus palabras y predicación y la grandeza de los milagros con que todo lo confirmaba. Y por esto concurrieron a él más discípulos y seguidores que a Juan Bautista, cumpliéndose lo que el mismo dijo, que convenía creciese Cristo y que él se fuese menguado. Al bautismo Sacramental de Jesucristo, asistía de ordinario su Madre, conociendo los efectos Divinos que causaba en las almas aquella nueva regeneración, y como si ella los recibiera por medio del Sacramento, los agradecía y daba el retorno a su Autor con cánticos de alabanza y grandes actos de las virtudes; con que en todas estas maravillas granjeaba incomparables y nuevos merecimientos.- Cuando la disposición Divina dio lugar a que se levantasen Lucifer y sus ministros de la ruina que padecían por el triunfo de Jesucristo en el desierto, volvió este Dragón a reconocer las obras de la humanidad, y dio lugar a su Providencia Divina para que, quedando siempre oculto a este enemigo el principal misterio, conociese algo de lo que convenía para ser del todo vencido en su misma malicia. Conoció el grande fruto de la predicación, milagros y bautismo de Jesucristo y que por este medio, innumerables almas se apartarían de su jurisdicción, saliendo del pecado y reformando sus vidas. Y también conoció Lucifer en su modo, lo mismo en la predicación de Juan Bautista y de su bautismo (de penitencia), aunque siempre ignoraba la oculta diferencia de los maestros y sus bautismos; pero del suceso conjeturó la perdición de su imperio, si pasaban adelante las obras de los nuevos predicadores como lo son Jesucristo y Juan Bautista. Y con esta novedad, Lucifer se halló turbado y confuso, porque se reconocía con flacas fuerzas para resistir al poder del Cielo, que sentía contra sí por medio de aquellos nuevos hombres y doctrina.- Lucifer Turbado en su misma soberbia con estos recelos, juntó de nuevo otro conciliábulo con los demás príncipes de sus tinieblas y les dijo: Grandes novedades son éstas que hallamos en el mundo estos años, y cada día van creciendo, y con ellas también mis recelos de que ya ha venido a este mundo, el Verbo Divino, como así lo tiene prometido, y aunque he rodeado todo el orbe, no acabo de conocerle. Pero estos dos hombres nuevos, que predican y me quitan cada día tantas Almas, me ponen en sospechoso cuidado; y al uno nunca le he podido vencer en el desierto y el otro nos venció y oprimió a todos cuando estuvimos ante él y nos ha dejado cobardes y quebrantados; y si pasan adelante con lo que han comenzado, todos nuestros triunfos se volverán en confusión. No pueden ser ambos Mesías, ni tampoco entiendo si lo es alguno de ellos; pero el sacar tantas Almas del pecado es negocio turbado, y que ninguno lo ha hecho como ellos hasta ahora, y supone nueva virtud, que para nosotros es importa para investigar y saber de dónde sale, y que debemos acabar con estos dos hombres. Y para todo esto necesito que me ayudéis con vuestras fuerzas y poder, astucia y sagacidad, y porque sin esto, se verán frustrados todos nuestros intentos.- Con este razonamiento determinaron aquellos ministros de la maldad perseguir de nuevo a Jesucristo y a su gran precursor Juan Bautista; pero como no alcanzaban los misterios escondidos en la Sabiduría increada, aunque daban muchos arbitrios y sacaban grandes consecuencias, todas eran disparatadas y sin firmeza, porque estaban alucinados y confusos de ver por una parte tantas maravillas y por otra tan desiguales señales de las que ellos habían concebido de la venida del Verbo humanizado. Y para que se entendiese más la malicia que él llevaba y todos sus aliados se hiciesen capaces de los intentos de su príncipe Lucifer, que eran de inquirir y descubrir lo que ignoraba, sintiendo quebranto sin saber por donde venía, hacían reuniones de demonios, para que manifestasen lo que habían visto y entendido, y les ofrecía grandes premios de imperios en su república de maldad. Y para que se enredase más la malicia de estos infernales ministros en su confusa indignación, permitió el Maestro de la vida que tuviesen mayor noticia de la Santidad de Juan Bautista.- 256 Y aunque Juan Bautista, no hacía los milagros que Jesucristo, las señales de su santidad eran grandiosas y en las virtudes exteriores era muy admirable. Y también le ocultó Su Majestad algunas extraordinarias maravillas de las suyas al Dragón, y en lo que él llegaba a conocer hallaba gran similitud entre Jesucristo y Juan Bautista, con que se vino a equivocar, sin determinar sus sospechas de a quién de los dos daría el oficio y dignidad de Mesías. Entre ambos Lucifer decía: Son grandes santos y profetas; la vida del uno es común, pero extraordinaria y peregrina; el otro hace muchos milagros, la doctrina es casi una misma; y ambos, no pueden ser Mesías, pero sean lo que fueren, yo los reconozco por grandes enemigos míos y santos y los he de perseguir hasta acabar con ellos.- Comenzaron estos recelos en Lucifer, desde que vio a Juan Bautista en el desierto con tan prodigioso y nuevo orden de vida desde su niñez, y le pareció era aquella virtud más que de puro hombre. Y por otra parte conoció también algunas obras y virtudes de la vida de Jesucristo, no menos admirables y las confería el Dragón unas con otras. Pero como el Señor vivía con el modo más ordinario entre los hombres, siempre Lucifer investigaba cuanto podía de quién sería Juan Bautista. Y con este deseo incitó a los judíos y fariseos de Jerusalén, para que enviasen por embajadores a los sacerdotes y a los levitas para que le preguntasen al Bautista quién era, o si era Jesucristo, como ellos pensaban con sugestión del enemigo. Y dejase entender que fue muy vehemente, pues pudieron entender que Juan Bautista, siendo de la tribu de Leví, notoriamente no podía ser Mesías, que conforme a las Escrituras había de ser de la tribu de Judá, y ellos eran sabios en la ley, porque no ignoraban estas verdades. Pero Lucifer, los turbó y obligó a que hiciesen aquella pregunta con doblada malicia del mismo Lucifer, porque su intento era que respondiese si lo era; y si no lo era, que se desvaneciese con la estimación en que estaba cerca del pueblo que lo pensaba y se complaciese vanamente en ella, o usurparle en todo o en parte la honra que le ofrecían. Y con esta malicia estuvo Lucifer muy atento a la respuesta de Juan Bautista.- Pero el Precursor respondió con admirable sabiduría, confesando la verdad de tal manera, que con ella dejase vencido al enemigo y más confuso que antes. Respondió que no era Cristo, y replicándole le preguntó si era Elías; porque los judíos eran tan torpes, que no sabían discernir entre la primera y segunda venida del Mesías, y como de Elías estaba escrito había de venir antes, por esto le preguntaron si era Elías; respondió, que no era él, sino que era la voz que clamaba en el desierto, como lo dijo Isaías, para que enderezasen los caminos del Señor. Todas las instancias que hicieron estos embajadores se las administró el enemigo, porque le parecía que si Juan Bautista era justo diría la verdad, y si no, descubriría claramente quién era; pero cuando oyó que era voz quedó turbado, ignorando y sospechando si quería decir que era el Verbo Eterno.- Y le creció la duda, advirtiendo que San Juan Bautista no había querido manifestar a los judíos con claridad quién era. Y con esto engendró sospecha de que llamarse voz había sido disimulación, porque si dijera que era palabra de Dios, manifestaba que era el Verbo y por ocultarlo no se había llamado palabra sino voz; tan deslumbrado como esto andaba Lucifer en el misterio de la Encarnación. Y cuando pensó que los judíos quedaban ilusos y engañados, lo quedó él mucho más con toda su depravada teología.- 257 Lucifer, con este engaño se enfureció más contra Juan Bautista; pero acordándose cuán mal había salido de las batallas que con el Señor tuvo a solas y que tampoco a Juan Bautista le había derribado en culpa de alguna gravedad, determinó hacerle guerra por otro camino, y lo halló, porque Juan Bautista reprendía a Herodes por el torpísimo adulterio que públicamente cometía con Herodías, mujer de Filipo, su mismo hermano, a quien se la había quitado, como dicen los Evangelistas. Conocía Herodes la santidad y razón de Juan Bautista y le tenía respeto y temor y le oía de buena gana, pero esto, que obraba en este mal rey, la fuerza de la razón y luz, y pervertía la execrable y desmedida ira de aquella torpísima Herodías y su hija, parecida y semejante en costumbres a su madre. Estaba la adúltera arrebatada de su pasión y sensualidad y con esto bien dispuesta para ser instrumento del demonio en cualquiera maldad. Lucifer, Incitó al rey para que degollase a Juan Bautista, instigándola primero a ella el mismo enemigo para que lo negociase por diferentes medios. Y habiendo echo preso al que era la voz del mismo Dios y el mayor entre los nacidos, llegó el día que celebraba Herodes el cumplimiento de sus infelices años con un convite que mando celebrar, invitando al mismo a los magistrados y a los caballeros de Galilea, donde Herodes era rey.- Y como en la fiesta introdujese la deshonesta Herodías a su hija para que bailase delante los convidados, lo hizo a satisfacción del ciego rey y adúltero, con que se obligó y le ofreció a la saltatriz que pidiese cuanto deseaba, que todo se lo daría, aunque pidiese la mitad de su reino. Ella, gobernada por su madre y ambas por la astucia de la serpiente la cual era Lucifer, pidió más que el reino y que muchos reinos, porque pidió la cabeza de Juan Bautista, y que luego se la diesen en un plato; y así lo mandó el rey por habérselo jurado y haberse sujetado a una deshonesta y vil mujer que le gobernase en sus acciones. Por ignominia afrentosa juzgan los hombres que les llamen mujer, porque les priva este nombre de la superioridad y nobleza que tiene el ser varones; pero mayor mengua es ser menos que mujeres dejándose mandar y gobernar de sus antojos, porque menos es y más inferior el que obedece y mayor es quien le manda. Y con todo eso hay muchos que cometen esta vileza sin reputarla por mengua, siendo tanto mayor y más indigna cuanto es más vil y execrable una mujer deshonesta, porque perdida esta virtud nada le queda que no sea muy despreciable y aborrecible a los ojos de Dios y a los ojos de los hombres.- Juan Bautista es apresado y ejecutado.- Estando ya preso Juan Bautista a instancia de Herodías, fue muy favorecido del Salvador Jesucristo y de María por medio de los Ángeles, con quien la gran Señora le envió a visitar muchas veces, y algunas veces le envió de comer mandándoles se lo preparasen y llevasen; y el Señor de la gracia le hizo grandes beneficios interiores. Pero Lucifer, que quería acabar con Juan Bautista, no dejaba sosegar el corazón de Herodías hasta verle muerto y aprovechando la ocasión del sarao. Puso en el ánimo del rey Herodes aquella astuta promesa y juramento que hizo a la hija de Herodías, y así le cegó más, para que impíamente juzgase por mengua y descrédito no cumplir el inicuo juramento con que había confirmado la promesa; y así mandó Herodes, cortar la cabeza al precursor Juan Bautista, como consta en el Evangelio. Al mismo tiempo la Princesa del mundo conoció en el interior de su Hijo santísimo, por el modo que solía, que le llegaba la hora de morir, Juan Bautista por la verdad que había predicado. María se postró a los pies de Jesucristo y con lágrimas en los ojos, le pidió que asistiese en aquella hora a su siervo y precursor Juan Bautista y le amparase y lo consolase, para que fuese más preciosa en sus ojos la muerte, que por su gloria y en defensa de la verdad había de padecer.- 258 Jesús la respondió con agrado de su petición y le dijo: Que quería cumplirla con toda plenitud y mandó a su Madre que le siguiese. Y luego por la Divina virtud, Jesús y María fueron movidos milagrosamente e invisiblemente, y entraron en la cárcel, donde estaba Juan Bautista, amarrado con cadenas y maltratado con muchas llagas; porque la adúltera, deseando acabar con el, había mandado a unos criados que fueron seis en tres ocasiones y le azotasen y maltratasen, como de hecho lo hicieron para complacer a su ama. Y por este medio pretendió aquella tigre quitar la vida a Juan Bautista antes que se celebrase la fiesta y convite, donde lo mandó Herodes. Y el demonio incitó a los crueles ministros, para que con grande ira le maltratasen de obra y de palabra, con grandes contumelias y blasfemias contra su persona y doctrina que predicaba, porque eran hombres perversísimos como criados y privados de tan infeliz mujer, adúltera y escandalosa.- Pero con la presencia corporal de Jesucristo y de su Madre se llenó de luz aquel lugar de la cárcel donde estaba Juan Bautista y todo quedó santificado, asistiendo con los Reyes del Cielo gran multitud de Ángeles, cuando los palacios del adúltero Herodes eran habitación de inmundos demonios y más culpados ministros que cuantos estaban encarcelados por la justicia. Juan Bautista, vio al Redentor del mundo y a su Madre con gran resplandor y muchos coros de Ángeles que les acompañaban, y al punto se le soltaron las cadenas con que estaba preso y sus llagas y heridas fueron sanas y lleno de incomparable júbilo, Juan Bautista se postró en tierra con profunda humildad y admirable devoción. Pidió la bendición al Verbo encarnado y a su Madre, y estuvieron algún rato en Divinos coloquios con su siervo y amigo.- Jesús, le dijo a Juan Bautista: Juan, siervo mío, ¿cómo os adelantáis a vuestro Maestro en ser primero azotado, preso y afligido y en ofrecer la vida y padecer muerte por la gloria de mi Padre, antes que yo la padezca? Mucho van caminando vuestros deseos, pues gozáis tan presto el premio en padecer tribulaciones, y tales como yo las tengo prevenidas para mi humanidad; pero en esto remunera mi Eterno Padre el celo con que habéis hecho el oficio de precursor mío. Cúmplanse vuestras ansias afectuosas y entregad el cuello al cuchillo, que yo lo quiero así y que llevéis mi bendición y mi bienaventuranza de padecer y morir por mi nombre. Yo ofrezco vuestra muerte a mi Padre, con lo que se dilata la mía. Juan Bautista, contesta a Jesús y le dice: Eterno bien y Señor mío, no pude yo merecer penas y tribulaciones que fuesen dignas de tal favor y consuelo, como gozar de vuestra real presencia y de vuestra digna Madre y mi Señora; indigno soy de este nuevo beneficio. Para que más quede engrandecida vuestra misericordia sin medida, dadme, Señor, licencia para que muera antes que Vos, porque Vuestro Santo Nombre sea más conocido, y recibid el deseo de que fuera por Él más penosa y dilatada la muerte que he de padecer Triunfen de mi vida Herodes y los pecados y el mismo infierno, que yo la entrego por Vos, amado mío, con alegría; recibidla, Dios mío, en agradable sacrificio. Y Vos, Madre de mi Salvador y Señora mía, convertid a vuestro siervo los ojos clementísimos de vuestra dulcísima piedad y tenedme siempre en vuestra gracia como Madre y causa de todo nuestro bien. Toda mi vida abracé el desprecio de la vanidad, amé a la cruz que ha de santificar mi Redentor y deseo sembrar con lágrimas, pero nunca pude merecer esta alegría, que en mis tormentos ha hecho dulce el padecer, mis prisiones suaves y la misma muerte apetecible y más amable que la vida.- 259 Entre estas y otras razones que dijo el Bautista, entraron en la cárcel tres criados de Herodes con un verdugo, que sin dilación hizo prevenirlo todo la implacable ira de aquella tan cruel como adúltera mujer; y ejecutando el impío mandato de Herodes, hundió su cuello en el Precursor Juan Bautista, y el verdugo le degolló y le cortó la cabeza. Al mismo tiempo que se iba a ejecutar el golpe, el Sumo Sacerdote Jesucristo, que asistía al sacrificio invisible para los ejecutores de Herodes, recibió en sus brazos al cuerpo del mayor de los nacidos y su Madre María, recibió en sus manos la cabeza de Juan Bautista, ofreciendo ambos al Eterno Padre la nueva hostia en la sagrada ara de sus Divinas manos. Dio lugar a todo esto, no sólo el estar allí los Sumos Reyes invisibles para los circunstantes, sino una pendencia que trabaron los criados de Herodes sobre cuál de ellos había de presentar a la infame hija y a su madre para llevarles la cabeza de Juan Bautista, en un plato como así habían pedido.- Y en esta competencia se embarazaron tanto, que sin atender de dónde, cogió uno la cabeza de manos de la Reina del cielo, y los demás le siguieron a entregarla en un plato a la hija de Herodías. Jesús, envió el Alma de Juan Bautista al limbo de los Padres, con gran multitud de Ángeles que la llevaron, y con su llegada se renovó la alegría de los Santos Padres que allí estaban. Y los Reyes del Cielo se volvieron al lugar donde estaban antes que fueran a visitar a Juan Bautista. El Alma, del feliz y dichoso Precursor Juan Bautista, recibió muy grandes favores por parte de Jesucristo y de su Madre María, por todo lo que hizo en el transcurso de su vida terrenal, en su nacimiento dichoso, en el desierto, en la predicación y por su santa muerte; porque con ninguna otra persona, hizo la Diestra Divina de Jesucristo y de María tal cosa, con ninguna otra Alma.- María: Instruye a Sor María de Jesús y la dice: Hija mía: Mucho has ceñido de los misterios mostrados, pero en ellos se encierra grande enseñanza para ti y para todos los hijos de la luz. Escríbelos en tu corazón y atiende mucho a la distancia que había entre la santidad y pureza de Juan Bautista, pobre, desnudo, afligido, perseguido y encarcelado, y la fealdad abominable de Herodes, rey poderoso, rico, regalado, servido y entregado a delicias y torpezas. Todos eran de una misma naturaleza humana, pero diferentes en condiciones, por haber usado mal o bien de su libertad, de la voluntad y de las cosas visibles. Juan Bautista nuestro siervo, llevo la penitencia, pobreza, humildad, desprecio, tribulaciones y el celo de la gloria hacia mi Hijo, lo llevo a morir en sus manos y en las mías, y fue un singular beneficio sobre todos los humanos. A Herodes, por el contrario, el fausto, soberbia, vanidad, tiranías y torpezas le llevaron a morir infelizmente por medio de un ministro del Señor, para ser castigado con penas eternas. Esto mismo has de pensar que sucede ahora y siempre en el mundo, aunque los hombres ni lo advierten ni lo temen. Y así unos aman y otros temen la vanidad y potencia de la gloria del mundo, y no consideran su fin y que se desvanece más que la sombra y es corruptible más que el heno. Tampoco atienden los hombres al principal fin y al profundo que los derriban los vicios, aun en la vida presente, pues aunque el demonio no les puede quitar la libertad. Pero la humanidad no tiene jurisdicción inmediata contra la voluntad y sobre ella, pero, entregándosela con tan repetidos y graves pecados, llega a cobrar sobre ella tanto dominio que la hace como instrumento sujeto, para usar de él en cuantas maldades le propone. Y con tener tantos y tan lamentables ejemplos, no acaban los hombres de conocer este formidable peligro y a donde pueden llegar por justos juicios del Señor, como llegó Herodes, mereciéndolo sus pecados, y lo mismo le sucedió a su adúltera.- 260 |