El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 36ª Sección porque en todo eran guiados con misterio, y sin haberse comunicado fueron uniformes en las disposiciones y determinaciones. Y para partir con presteza a la ligera, prepararon el mismo día lo necesario de camellos, recámara y criados para el viaje. Y sin atender a la novedad que causaría en el pueblo, ni que iban a reino extraño y con poca autoridad ni protección, sin llevar noticia cierta de lugar ni señas para conocer al niño, determinaron con fervoroso celo y ardiente amor partir luego en busca del Hijo de Dios.- Al mismo tiempo, el Ángel que fue desde Belén hacia los Reyes, formó de la materia del aire una estrella resplandeciente, aunque no de tanta magnitud como las del firmamento, porque ésta no subió más alta que pedía el fin de su formación y quedó en la región aérea para encaminar y guiar a los Reyes hasta la cueva donde estaba el Niño Dios recién nacido. Pero era de claridad nueva y diferente que la del sol y de las otras estrellas, y con su luz hermosísima alumbraba de noche, como antorcha lucidísima, y de día se manifestaba entre el resplandor del sol con extraordinaria actividad, así nació de manos de este Ángel, la estrella que guiaba a los Reyes Magos.- Al salir de su casa cada uno de estos Reyes, aunque de lugares diferentes, vieron la nueva estrella, siendo ella una sola; porque fue colocada en tal distancia y altura que los tres Reyes Magos, la pudieron ver al mismo tiempo. Y encaminándose todos los tres hacia donde los convidaba la milagrosa estrella, se juntaron brevemente; y luego se les acercó mucho más, bajando y descendiendo multitud de grados en la región del aire, con que gozaban más inmediatamente de su resplandor. Y confirieron juntos las revelaciones que habían tenido y los bienes que cada uno llevaba, que eran uno, cada uno mismo.- Poderoso es para que en este sitio, que es verdadera tierra de promisión, gocemos de su vista. Y si fuere voluntad suya, nos dará algún alivio y abrigo contra los rigores del tiempo los pocos días que aquí estaremos. José se consoló y se alentó mucho con todas estas razones de la prudentísima Reina, y le respondió, que el Niño Dios cumpliría con la ley de la presentación al Templo.- Y en esta conferencia se encendieron más en la devoción y deseos de adorar al Niño Dios recién nacido. Quedaron admirados y magnificando al Todopoderoso en sus obras y encumbrados misterios.- Prosiguieron los tres Reyes Magos sus jornadas, encaminados por la estrella que los guiaba, sin perderla de vista hasta que llegaron a Jerusalén; y así por esto como porque aquella gran ciudad era la cabeza y metrópoli de los judíos, sospecharon que ella sería la patria donde había nacido su legítimo y verdadero Rey.- Entraron por la ciudad, preguntando públicamente por él, diciendo ¿A dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque en el oriente hemos visto su estrella que manifiesta su nacimiento y venimos a verle y adorarle.- Llegó esta novedad a los oídos de Herodes, que a la sazón, aunque injustamente, reinaba en Judea y vivía en Jerusalén; y sobresaltado el inicuo Rey con oír que había nacido otro más legítimo, se turbó y escandalizó mucho, y con él toda la ciudad se alteró; unos por lisonjearle y otros por el temor de la novedad.- Luego, mandó Herodes hacer reunión de los príncipes, de los sacerdotes y los escribas, y les preguntó dónde había de nacer Cristo, a quien ellos, según sus profecías y escrituras, esperaban. Le Respondieron que, según el vaticinio de un profeta llamado Miqueas, había de nacer en Belén, porque dejó escrito que de ella saldría el Gobernador que había de regir el pueblo de Israel.- 176 Informado Herodes del lugar del nacimiento del nuevo Rey de Israel y meditando desde luego dolosamente para destruirle, despidió a los sacerdotes y llamó secretamente a los Reyes Magos para informarse del tiempo que habían visto la estrella pregonera de su nacimiento. Y como ellos con sinceridad se lo manifestaron, los remitió a Belén y les dijo, con disimulada malicia: Id y preguntad por el infante, y en hallándole me daréis luego aviso, para que yo también vaya a reconocerle y adorarle.- Con esta misiva, partieron los Magos, quedando el hipócrita rey mal seguro y congojado con señales tan infalibles de haber nacido en el mundo el Señor legítimo de los judíos. Y aunque pudiera sosegarle en la posesión de su grandeza el saber que no podía reinar tan prestó un niño recién nacido, pero es tan débil y engañosa la prosperidad humana, que sólo un infante la derriba, y un amago, aunque sea de lejos, y sólo imaginarlo impide todo el consuelo y gusto que engañosamente ofrece a quien la tiene.- Los Reyes Magos, saliendo nuevamente de Jerusalén, hallaron la estrella que a la entrada habían perdido y con su luz llegaron a Belén y a la cueva del nacimiento, sobre la cual la estrella detuvo su curso y se inclinó entrando por la puerta y menguando su forma corporal, hasta ponerse sobre la cabeza del infante Jesús, donde se paró y bañó al niño con toda su luz, y luego se deshizo este resplandor poquito a poco, volviéndose de nuevo a su estado natural de la que se había formado esta estrella, fusionándose en el propio aire de donde procedía, de esta manera, la estrella que guió a los Reyes Magos cumplida su tarea desapareció.- Estaba ya nuestra gran Reina prevenida por el Señor de la llegada de los Reyes Magos, y cuando entendió que estaban cerca del portal, dio noticia de ello al su esposo José, no para que se apartase, sino para que asistiese a su lado, como así lo hizo.Y aunque el texto sagrado del evangelio no lo dice, porque esto no era necesario para el misterio, como tampoco otras cosas que dejaron los evangelistas en silencio, pero es cierto que José estuvo presente cuando los Reyes Magos adoraron al infante Jesús. Y no era necesario cautelar esto, porque los Magos venían ya ilustrados de que la Madre del recién nacido era Virgen y él Dios verdadero y no era hijo de José. Ni Dios trajera a los Reyes para que le adorasen y, por no estar catequizados, faltasen en cosa tan esencial como juzgarle por hijo de José y de madre no virgen; de todos estos misterios los Reyes, ya venían ilustrados y sintiendo que pertenecían a tan magníficos y encumbrados sacramentos.- Aguardaba la divina Madre con el infante Dios en sus brazos a los devotos y piadosos Reyes Magos, y estaba con incomparable modestia y hermosura, descubriendo entre la humilde pobreza indicios de majestad más que de humana, con algo de resplandor en el rostro. El niño, tenía este resplandor mucho mayor y derramaba gran resplandor de luz, con que estaba toda aquella cueva hecha un cielo. Entraron en ella los tres Reyes Orientales y a la vista primera del Hijo y de la Madre quedaron por mucho tiempo admirados y suspensos.- Se postraron en tierra y en esta postura reverenciaron y adoraron al infante, reconociéndole por verdadero Dios y hombre y reparador del linaje humano. Y con el poder Divino y vista y presencia del dulcísimo Jesús, fueron de nuevo ilustrados interiormente. Conocieron la multitud de Espíritus Angélicos que, como siervos y ministros del gran Rey de los reyes y Señor de los señores, asistían con temblor y reverencia. Se levantaron en pie y luego dieron la enhorabuena a su Reina y Madre del Hijo del Eterno Padre, y llegaron a darle reverencia, hincadas las rodillas. Le pidieron la mano para besársela, como en sus reinos se acostumbraba con las Reinas.- 177 La prudentísima Señora retiró la suya y ofreció la del Redentor del mundo, y dijo: Mi espíritu se alegró en el Señor y mi alma le bendice y alaba; porque entre todas las naciones os llamó y os eligió, para que con vuestros ojos lleguéis a ver y conocer lo que muchos reyes y profetas desearon y no lo consiguieron, que es poder ver al Eterno Verbo encarnado y humanizado. Magnifiquemos y alabemos su nombre por los sacramentos y misericordias que usa con su pueblo, y besemos la tierra que santifica con su real presencia.- Con estas razones de María se humillaron de nuevo los tres Reyes, adorando al infante Jesús, y reconocieron el beneficio grande de haberles nacido tan temprano el Sol de Justicia, para ilustrar sus tinieblas. Hecho esto, hablaron al santo esposo José, engrandeciendo su felicidad de ser esposo de la Madre del mismo Dios, y por ella le dieron la enhorabuena, admirados y compadecidos de tanta pobreza y que en ella se encerrasen los mayores misterios del Cielo y de la Tierra. Los Reyes Magos estuvieron en la cueva tres horas, pasado este tiempo, los Reyes pidieron licencia a María para ir a la ciudad a tomar posada, por no haber lugar para detenerse en la cueva y estar en ella. A los Reyes Magos, les siguieron algunas gentes, pero solos los Magos participaron los efectos de la luz y de la gracia. Los demás, que sólo paraban y atendían a lo exterior y miraban el estado pobre y despreciable de la Madre y de su esposo, aunque tuvieron alguna admiración de la novedad, no conocieron el misterio. Se despidieron y se fueron los Reyes, y quedaron María y José con el infante solos, dando gloria a Su Majestad con nuevos cánticos de alabanza, porque el Dios humanizado comenzaba a ser conocido y adorado de las gentes.- De la cueva del nacimiento, a donde los tres Reyes entraron vía recta desde su camino, se fueron a descansar a la posada dentro de la ciudad de Belén; y retirándose aquella noche a un aposento a solas, estuvieron grande espacio de tiempo, con abundancia de lágrimas y suspiros, confiriendo lo que habían visto y los efectos que a cada uno había causado y lo que habían notado en el Niño Dios y en su Madre. Con esta conferencia se inflamaron más en el amor Divino, admirándose de la majestad y del resplandor del infante Jesús, que los tres Reyes percibieron, de la prudencia, severidad y pudor Divino de la Madre, de la santidad del esposo José y de la pobreza de todos los tres, de la humildad del lugar donde había querido nacer el Señor de la tierra y del cielo.- Sentían los devotos Reyes la llama del divino incendio que abrasaba sus piadosos corazones, y sin poderse contener rompían en razones de gran dulzura y acciones de mucha veneración y amor. Decían: ¿Qué fuego es éste que sentimos? ¿Qué eficacia la de este gran Rey, que nos mueve a tales deseos y afectos? ¿Qué haremos para tratar con los hombres? ¿Cómo pondremos modo y tasa a nuestros gemidos y suspiros? ¿Qué harán los que han conocido tan oculto, nuevo y soberano misterio? ¡Oh grandeza del Omnipotente escondida por los hombres y disimulada en tanta pobreza! ¡Oh humildad nunca imaginada de los mortales! ¡Quién os pudiera traer a todos para que ninguno se privara de esta felicidad!.- Entre estas divinas conferencias se acordaron los Magos de la estrecha necesidad que tenían Jesús, María y José en su cueva y determinaron enviarles luego algún regalo en que les mostrasen su caricia, y ellos diesen aquel ensanche al afecto que tenían de servirlos, mientras no podían hacer otra cosa. 178 Les remitieron con sus criados muchos de los regalos que para ellos estaban prevenidos y otros que buscaron. Los recibieron María y José con humilde reconocimiento; y el retorno fue, no gracias secas como hacen los demás, sino muchas bendiciones eficaces de consuelo Espiritual para los tres Reyes Magos.- Tuvo María con este regalo con qué hacerles a sus ordinarios convidados los pobres, opulenta comida; que acostumbrados a sus limosnas y más aficionados a la suavidad de sus palabras, la visitaban y buscaban de ordinario. Los Reyes Magos se recogieron llenos de incomparable júbilo del Señor, y en sueños los avisó el Ángel de su jornada. El día siguiente, amaneciendo ya el día, volvieron a la cueva del nacimiento, para ofrecer al Rey Celestial los dones que traían prevenidos. Llegaron y postrados en tierra le adoraron con nueva y profundísima humildad, y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra. Hablaron con la divina Madre y la consultaron muchas dudas y negocios de los que tocaban a los misterios de la fe y cosas pertenecientes a sus conciencias y gobierno de sus estados; porque deseaban volver de todo informados y capaces para gobernarse santa y perfectamente en sus obras.- La gran Señora los oyó con sumo agrado, y cuando la informaban confería con el infante en su interior todo lo que había de responder y enseñar a aquellos nuevos hijos de su ley Santa. Y como maestra e instrumento de la sabiduría divina respondió a todas las dudas que le propusieron tan altamente, santificándolos y enseñándoles, los tres Reyes Magos, admirados y atraídos de la ciencia y suavidad de la Reina, no podían apartarse de ella, y fue necesario que uno de los Ángeles del Señor les dijese que era su voluntad y forzoso el que volviesen a sus patrias. Y no es maravilla que esto les sucediese, porque a las palabras de María fueron ilustrados del Espíritu Santo y llenos de ciencia infusa en todo lo que preguntaron y en otras muchas materias.- Recibió María, los dones de los Reyes y en su nombre los ofreció al infante Jesús. Y su Majestad con agradable semblante mostró que los admitía y les dio su bendición, de manera que los mismos Reyes lo vieron y conocieron que la daba en retorno de los dones ofrecidos, con abundancia de dones del Cielo, recibiendo los Reyes Magos, más de ciento por uno. A la divina Princesa le ofrecieron algunas joyas, al uso de su patria, de gran valor, pero esto, que no era de misterio ni pertenecía a él, se lo volvió Su Alteza a los Reyes y sólo reservó los tres dones de oro, incienso y mirra.- Y para enviarlos más consolados, les dio algunos paños de los que había envuelto al niño Dios, porque ni tenía ni podía haber otras prendas visibles con que enviarlos enriquecidos de su presencia. Recibieron los tres Reyes Magos, estas reliquias con tanta veneración y aprecio, que guarneciéndolas en oro y piedras preciosas las guardaron. Y en testimonio de su grandeza derramaban tan fragancia de sí y daban tan copioso olor, que se percibía casi a una legua de distancia. Pero con esta calidad y diferencia, que sólo se comunicaba a los que tenían fe de la venida de Dios al mundo, y los demás incrédulos no participaron de este favor, ni sentían la fragancia de las preciosas reliquias, con las cuales hicieron grandes milagros en sus patrias.- Ofrecieron también los Reyes Magos a la Madre del dulcísimo Jesús servirla con sus haciendas y posesiones, y que si no gustaba de ellas y quería vivir en aquel lugar del nacimiento de su Hijo santísimo, le edificarían allí casa para estar con más comodidad. Estos ofrecimientos agradeció la Madre sin admitirlos. Y para despedirse de ella los Reyes, la rogaron con íntimo afecto del corazón que jamás se olvidase de ellos, y así se lo prometió y cumplió; y lo mismo le pidieron a José. 179 Y con la bendición para los tres, se despidieron con tal afecto y ternura, que parecía dejaban allí sus corazones, en lágrimas y suspiros convertidos y en silencio, los tres Reyes Magos se fueron.- Despedidos los Reyes Magos, quedaron María y José en nuevos cánticos de alabanza por las maravillas del Altísimo. Y confirmadas con las divinas Escrituras y profecías de los Patriarcas, conociendo cómo se iban cumpliendo en el infante Jesús. Pero la prudentísima Madre, que profundamente penetraba estos altísimos sacramentos, lo conservaba todo y lo confería consigo misma en su pecho. Los Ángeles que asistían a estos misterios dieron la enhorabuena a su Reina, de que fuese su Hijo santísimo conocido, adorado por los hombres y Su Majestad humanizado, y le cantaron nuevos cánticos, magnificándole por las misericordias que obraban con los hombres.- Los Tres Reyes Magos, cuando salieron de Belén, tomaron otro camino diferente, para no volver a ver a Herodes en Jerusalén, porque el Ángel aquella noche, les amonestó en sueños para que no volviesen por el mismo camino. Y al partir de Belén fueron guiados por otro camino, apareciéndoles la misma estrella para este servicio, y los llevó de nuevo, hasta el lugar donde los Tres Reyes se habían juntado y de allí cada uno se volvió para su Patria.- Lo restante de la vida de estos felicísimos Reyes Magos fue correspondiente a su Divina vocación, porque en sus estados vivieron y procedieron como discípulos de la Maestra María y Madre del Dios humanizado, por cuya Doctrina Gobernaron sus almas y a los de sus Reinos. Y con su ejemplo, vida y noticia que dieron del Salvador del mundo, convirtieron a gran número de almas, al conocimiento de Dios y al camino de la salvación.- Y después de esto, llenos de días y merecimientos, acabaron su carrera en santidad y justicia, siendo favorecidos en vida y en la muerte, por la propia Madre María de misericordia, porque ella era conocedora de todas sus obras.- Las reliquias de los Reyes Magos, testigos del Dios Humanizado, se encuentran depositadas en la Catedral (Dom) de Colonia – Köln, de Alemania.- María y José, distribuyen entre los necesitados, los dones de los Reyes Magos.- Habiéndose celebrado en la cueva el gran misterio de la adoración del infante Jesús, no quedaba otro que esperar en aquel lugar pobre y sagrado sino salir de él. María le dijo a José: Señor mío y esposo, esta ofrenda que los Reyes Magos, han dejado para nuestro Dios y niño, no ha de estar ociosa, pero ha de servir a Su Majestad, empleándose luego en lo que fuere de su voluntad y obsequio. Yo nada merezco, aunque sea de cosas temporales; disponed de todo como de cosa de mi Hijo y vuestra.- Respondiendo José, con su acostumbrada humildad y cortesía, remitiéndose a la voluntad de la divina Señora, para que por ella se distribuyese. Instó de nuevo Su Majestad, y dijo: Si por humildad queréis, señor mío, excusaros, hacedlo por la caridad de los pobres, que piden la parte que les toca, pues tienen derecho a las cosas que su Padre Celestial creó para su alimento.- Confirieron luego entre María y José cómo se distribuyesen en tres partes: 180 |