"Coses míes" ¡MAÑANA, ESPAÑA, SERÁ REPUBLICANA! Como si de un viaje al pasado se tratase, ha vuelto a escucharse estos días, una de las frases más coreadas en actos políticos y manifestaciones de los primeros años de la transición, entre el 75, muerte de Franco, y el 78 en que se aprobó la Constitución. "Mañana, España, será republicana" era la preferida de los viejos socialistas, de los comunistas y en general de todos los antifranquistas, pero fue decayendo a medida de que los nuevos líderes, comenzando por Felipe González, y algunos veteranos como Santiago Carrillo, con sentido de Estado en lugar de la ruptura, aceptaron la reforma política y todos sus elementos simbólicos: himno nacional, la bandera rojigualda, la Monarquía con un Rey nombrado por Franco, así como la amnistía para todos los que habían participado en la guerra y vivieron el franquismo. Ambos, con el ex falangista Adolfo Suárez, que había sido ministro secretario general del Movimiento, y con Fraga, también ministro del régimen anterior, hicieron posible un cambio político pacífico que causó admiración en todo el mundo, dejando escrita quizás la página más bella de la historia de España. A estos nombres añadiría el de Pujol y el de Gutiérrez Mellado, militar franquista que habiendo participado en la Guerra Civil, su papel fue vital para el fracaso del golpe de Estado del 23-F y en la transformación del Ejército. Al éxito de la transición colaboraron también los sindicatos, dirigidos por Camacho y Redondo, quienes, después de sufrir años de cárcel, entendieron que el futuro se jugaba entre dictadura y democracia. Recordar esto, ahora, sólo treinta años después, debería ser baladí, incluso ridículo. Porque todo está aún muy próximo en el tiempo como para haberlo olvidado. La democracia se asentó en España porque, sin olvidar, los españoles quisieron superar el pasado. Tratar de rehacer la historia, desacreditando todo lo bueno que tuvo la transición, es falso, injusto y un error de quienes lo promueven. El franquismo fue derrotado en las urnas, la mejor forma y lugar. Nadie lo echa de menos salvo quienes estos días lo utilizan como para esconder sus propias limitaciones. Otra cosa es recuperar los cadáveres de las fosas. Las de la Guerra Civil o de la guerra de África, que también habrá. Con casi cinco millones de parados y un Estado camino de la quiebra, que el Gobierno se recree, con nostalgia, en hacer oposición al franquismo me parece, cuando menos, una enorme irresponsabilidad. |