Laguna de Negrillos - Leon

Los Ángeles se llevaron a María con la majestad y grandeza que en otras ocasiones lo habían hecho. Y cuando María llegó a la región del aire muy elevada de la tierra, mandó el Señor, que Lucifer con todos sus demonios del infierno, que viniesen a la presencia de la misma Reina y Señora del Cielo, donde María ahora se encontraba. Y al punto, se presentaron los demonios delante de ella. María los vio y conoció como ellos son y el estado que tienen.-

Para María fue penosa esta vista, porque son abominables y ofensivos, pero estaba guarnecida de la virtud divina para que no la ofendiese aquella visión de tan feas y execrables criaturas. No sucedió así a los demonios; porque les dio el Señor a conocer con particular modo y especies la grandeza y superioridad que sobre ellos tenía aquella mujer a quien perseguían como a enemiga y que era loca osadía lo que contra ella habían intentado. Y a más de esto, conocieron, para mayor terror, que tenía en su pecho a Jesucristo sacramentado y que toda la divinidad la tenía como encerrada debajo de la protección de su omnipotencia, para que con la participación de sus divinos atributos los destruyese, humillase y quebrantase a todos ellos. Oyeron los demonios junto con esto una voz que conocieron salía del mismo ser de Dios, que les decía: Con este escudo de mi brazo poderoso tan invencible y fuerte defenderé siempre mi Iglesia, y esta Mujer quebrantará la cabeza de la antigua serpiente y triunfará siempre de su altiva soberbia para gloria de mi santo nombre.-

Todo esto entendieron y escucharon los Demonios sobre María, estándola mirando los demonios con despecho. Y fue tal y tan desesperado el dolor y quebranto que sintieron, que como a grandes voces los demonios mismos dijeron: Arrójenos al infierno el poder de Dios y no nos tenga en presencia de esta Mujer que nos atormenta más que el fuego, esta luz que la rodea. Oh Mujer invencible y fuerte, aléjate de nosotros, pues no podemos huir de tu presencia, donde nos tiene atados la cadena del poder infinito. ¿Por qué tú también antes de tiempo nos atormentas. Tú sola en la naturaleza humana eres instrumento de la Omnipotencia contra nosotros y por ti pueden ganar los hombres los bienes eternos que nosotros perdimos en el Cielo. Y cuando no esperaran ver a Dios eternamente, tu vista, que para nosotros es castigo y tormento por lo que te aborrecemos, fuera premio para ellos por las obras buenas que deben a su Dios y Redentor. Déjanos ya, Señor y Dios omnipotente, acábese ya este tormento en que nos renuevas el que nos vino cuando nos arrojaste del cielo, pues aquí ejecutas lo que allí amenazaste con esta maravilla de tu brazo poderoso.-

Con estos y otros lamentables despechos estuvieron los demonios detenidos grande rato en presencia de la invencible Reina y Señora del Cielo, y aunque forcejaban para huir y retirarse, no se les concedió tan presto como su furor lo deseaba. Y para que el terror de María contra ellos les fuese más notorio y les quedase más impreso, ordenó el mismo Señor que ella les diese como licencia y permiso con autoridad de Señora y Reina, y así lo hizo. Y al punto se despeñaron todos de la región del aire hasta lo más profundo con toda la presteza que sus potencias tienen para moverse y dando espantosos aullidos turbaron a todos los condenados con nuevas penas, confesando en su presencia el poder de Dios y el de su Madre, aunque lo conocían a su despecho y con violentas penas de no poderlo negar.-

Con este triunfo prosiguió María su camino hasta llegar al cielo, donde fue recibida con admirable y nuevo júbilo de sus cortesanos. Y luego, en ejecución de esta voluntad y proposición de Jesucristo, vio la misma Señora que de la Divinidad y ser inmutable de Dios salió una forma de templo o iglesia tan pura y hermosa y resplandeciente, como si fuera fabricada de un diamante o lucidísimo cristal, adornada de muchos esmaltes y resaltos que la hacían más bella y más preciosa. La vieron los Ángeles y con admiración dijeron: Santo, Santo, Santo y todopoderoso eres, Señor, en tus obras.- Esta iglesia entregó la Trinidad a la humanidad de Jesucristo. Y luego el Hijo la entregó en manos de su Madre María. María al recibir, la Iglesia, fue llena de nuevo resplandor. María en esta Ocasión, estuvo en él Cielo veinticuatro horas.-
436

Los demonios no vieron al Señor, pero sintieron y conocieron por otro modo su real presencia, y con el terror que les causó intentaron huir para alejarse de lo que allí, temían. Mas el poder divino los detuvo, aprisionándolos como con cadenas fuertes, en el modo que se ha de entender lo puede hacer con las naturalezas espirituales, y el extremo de estas prisiones o cadenas puso el Señor en manos de su Madre. Salió luego una voz del trono que decía contra los Demonios: Hoy vendrá sobre vosotros la indignación del Omnipotente y os quebrantará la cabeza una mujer descendiente de Adán y de Eva y se ejecutará la antigua sentencia que se fulminó en las alturas y después en el paraíso, porque inobedientes y soberbios despreciasteis a la humanidad del Verbo y a la que se la vistió en su virginal tálamo. Luego fue levantada María de la tierra donde estaba por manos de seis serafines de los supremos que asistían al trono real y puesta en una resplandeciente nube, colocaron a María al lado del mismo trono de su Hijo santísimo. Y de su propio ser y divinidad salió un resplandor inefable y excesivo, que toda la rodeó y la vistió, con un vestido lleno de rayos de luz del mismo sol. Apareció también debajo de los pies de María, la luna, como quien hollaba todo lo inferior, terreno y variable que manifiestan sus vacíos. Y sobre la cabeza de maría, le pusieron una diadema o corona real de doce estrellas, símbolo de las perfecciones divinas que se le habían comunicado en el grado posible a pura criatura. Manifestaba también estar preñada del concepto que en sí tenía del ser de Dios y del amor que le correspondía proporcionalmente.-

Pasado este tiempo, los Ángeles devolvieron a María al Cenáculo, llevando siempre en sus manos aquel misterioso templo que su Hijo le entregó. Estuvo en oración los nueves días siguientes sin moverse ni interrumpir los actos en que la dejó la visión. Más tarde María distribuyo los tesoros de la Redención entre los hijos de la Iglesia, los Apóstoles y discurriendo por los futuros tiempos los aplicaba a diversos justos, según los ocultos secretos de la eterna predestinación. Y porque la ejecución de estos decretos se los encomendó a María su Hijo purísimo, y a María, le dio el dominio de toda la Iglesia y el uso de la dispensación de la gracia que a cada uno alcanzaría de los méritos de la Redención.-

El último de los diez días, celebró Pedro otra Misa y en ella comulgaron los mismos que en la primera. Y luego, estando todos congregados en el nombre del Señor, invocaron el Espíritu Santo y comenzaron a conferir y definir las dudas que en la Iglesia se ofrecían. Y Pedro como cabeza y pontífice habló el primero y luego Pablo y Bernabé y tras ellos Jacobo el Menor. Lo primero que se determinó en este concilio fue que no se les impusiese a los bautizados la pesada ley de la circuncisión y ley mosaica, pues ya la salvación eterna se daba por el bautismo y la fe de Jesucristo. Para atajar algunos abusos que con indiscreta devoción comenzaban a introducir algunos fieles. Con esta forma de palabras se escribió este Concilio, y se remitió el contenido del mismo, a todos los fieles y a las iglesias de Antioquia, Siria, lo que en él se había definido, y remitieron las cartas por mano del mismo Pablo con Bernabé y otros discípulos. Y para aprobar el Señor esta definición sucedió que en el Cenáculo, cuando la hicieron los Apóstoles, y en Antioquia, cuando leyeron las cartas en presencia de la Iglesia, descendió el Espíritu Santo en forma de fuego visible, con que todos los fieles quedaron consolados y confirmados en la verdad de Jesucristo y como Cristianos.-
437

María, se apareció al Apóstol Pedro, que estaba en oración, y cuando la vio tan resplandeciente se postró en tierra con los ordinarios fervores que acostumbraba, y hablando con la gran Señora la dijo bañado en lágrimas: ¿De dónde a mí pecador que la Madre de mi Redentor y Señor venga a donde yo estoy.-

María descendió del trono donde estaba sentada y resplandeciente todo su cuerpo, del Globo que la trasportaba. María se hincó de rodillas y pidió la bendición al Pontífice de la Iglesia. Y sólo con él hizo esta acción que con ninguno de los Apóstoles había hecho cuando se les aparecía María. Pero como Pedro era vicario de Jesucristo y cabeza de la nueva Iglesia procedió con él diferentemente y descendió del trono de majestad en la que iba la gran Reina y le respetó como fiadora y que ella vivía en la misma Iglesia en carne mortal.-

Y hablando luego familiarmente con el Apóstol Pedro, trataron los negocios arduos que convenía resolver. Y uno de ellos, fue que desde entonces se comenzasen a celebrar en la Iglesia algunas festividades del Señor. Y con esto volvieron los Ángeles a María desde Antioquia a Jerusalén. Y después que Pedro pasó a Roma para trasladar allí la Silla Apostólica, como lo había ordenado Jesucristo. Y allí determinaron que en la Iglesia se mandase celebrar la fiesta del Nacimiento de su Hijo Jesucristo y de la Pasión que sufrió, para la Remisión de toda la humanidad, y de la Institución del Santísimo Sacramento todo junto, como ahora lo hace la Iglesia el Jueves Santo.-

Y después de muchos años se ordenó en ella la festividad del Corpus, señalándose en el candelario, el jueves primero después de la octava de Pentecostés. Pero la primera del Jueves Santo mandó Pedro, y también la fiesta de la Resurrección y los Domingos y la Ascensión, con las Pascuas y otras costumbres que tiene la Iglesia desde aquel tiempo hasta ahora, y todas fueron con orden y consejo de María.-

Después de esto volvió Pedro a España y visitó algunas Iglesias fundadas por Jacobo [Santiago el Mayor] y volvió a Roma dejando fundadas otras. Pedro de vuelta en Roma, se encontró con una alteración contra los cristianos, en que todos y Pedro con ellos se hallaron muy apretados y afligidos. Acordándose el Apóstol de los favores que en sus tribulaciones había recibido de María, Pidió a los Ángeles de su guarda y de su oficio manifestasen su trabajo y necesidad a la Madre, para que le favoreciese en aquella ocasión con su eficaz intercesión con su Hijo santísimo, pero Su Majestad, que conocía el fervor y humildad de su vicario Pedro, no quiso frustrarle sus deseos.-

Para esto mandó a los Ángeles del Apóstol que le llevasen a Jerusalén, a donde estaba María. Luego ejecutaron este mandato y llevaron los Ángeles a Pedro al Cenáculo y ante la presencia de su Reina y Señora del Cielo. Con este singular beneficio crecieron los fervorosos afectos del Apóstol y se postró en tierra en presencia de María lleno de gozo y lágrimas de ver cumplido lo que en su corazón había deseado. Le mandó la gran Señora que se levantase y ella se postró y le dijo a Pedro:

Señor mío, dad la bendición a vuestra sierva como Vicario de Jesucristo, mi Señor y mi Hijo santísimo. Obedeció Pedro y la dio su bendición y luego dieron gracias por el beneficio que le había hecho el Omnipotente en concederle lo que deseaba y, aunque la humilde Maestra de las virtudes no ignoraba la tribulación de Pedro y de los fieles de Roma, le oyó que se la contase como había sucedido.-
438

Después de haber recibido la bendición por parte de Pedro, le respondió María todo lo que en ella convenía saber y hacer, para sosegar aquel alboroto y pacificar la Iglesia de Roma. Y habló con tal sabiduría a Pedro que, si bien él tenía altísimo concepto de la Madre, como en esta ocasión la conoció con nueva experiencia y luz, que Pedro quedó fuera de sí y lleno de admiración y júbilo y la dio humildes gracias por aquel nuevo favor; y dejándole informado de muchas advertencias para fundar la Iglesia de Roma, le pidió la bendición otra vez y le despidió. Los Ángeles devolvieron a Pedro a Roma y María quedó postrada en tierra en la forma de cruz que acostumbraba, pidiendo al Señor sosegase aquella persecución. Y así lo alcanzó, porque volviendo Pedro a Roma, halló las cosas en mejor estado y luego los cónsules dieron permiso a los profesores de la Ley de Jesucristo, para que libremente la guardasen.-

Jesucristo se le apareció a María y la dijo: Ha llegado el tiempo de comenzar a escribir los Evangelios, para que ella lo dispusiese como Señora y Maestra de la Iglesia. Pero con su profunda humildad y discreción alcanzó del mismo Señor que esto se ejecutase por mano de Pedro, como vicario suyo y cabeza de la Iglesia, y que le asistiese su divina luz para negocio de tanto peso. Se lo concedió todo el Altísimo y cuando los Apóstoles se juntaron en el Concilio después que resolvieron las dudas de la circuncisión, propuso Pedro a todos que era necesario escribir los misterios de la vida de Jesucristo, para que todos sin diferencia ni discordia los enseñasen en la Iglesia y con esta luz se desterrase la antigua ley y se plantase la Nueva Doctrina Cristiana.-

Este intento había comunicado Pedro con la Madre. Y habiéndole aprobado todo el Concilio, invocaron al Espíritu Santo para que señalase a quiénes de los Apóstoles y discípulos se encomendara, para escribir la Vida del Hijo de Dios humanizado en Jesucristo. Luego descendió una luz del cielo sobre el Apóstol Pedro y se oyó una voz que decía: El Pontífice y cabeza de la Iglesia señale a cuatro que escriban las obras y doctrina del Salvador del mundo. Se Postró en tierra el Apóstol Pedro y le siguieron los demás, le dieron al Señor gracias por aquel favor; y levantándose todos, habló Pedro y dijo:

Mateo, nuestro hermano, que sea el PRIMERO en que escriba su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.-

Marcos, nuestro hermano, que sea el SEGUNDO que también escriba el Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.-

Lucas, nuestro hermano, que sea el TERCERO que también lo estriba en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.-

Juan, nuestro hermano, que sea el CUARTO y el último que escriba los misterios de nuestro Salvador y Maestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.-
Mateo, el PRIMERO en escribir el Evangelio.-

1º Evangelio:
Mateo fue el primer Apostol en escribir el primer Evangelio. Y fue estando en oración una noche en un aposento retirado en la casa del cenáculo, pidiendo luz al Señor para dar principio a su Historia, se le apareció María en un trono de gran majestad y resplandor, sin haberse abierto las puertas del aposento donde el Apóstol oraba. Y cuando vio a María la Reina y Señora del Cielo, se postró sobre la cara con admirable reverencia y temor. Le Mandó María que se levantase y así lo hizo pidiéndola que lo bendijese; luego le habló María y le dijo:.-
Mateo, siervo mío, el Todopoderoso me envía con su bendición para que con ella deis principio al Sagrado Evangelio que por buena suerte os ha tocado escribir. Para esto asistirá en voz su divino Espíritu y yo se lo pediré con todo el afecto de mi alma. Pero de mí no conviene que escribáis otra cosa fuera de lo que es forzoso para manifestar la Encarnación y misterios del Verbo humanado y plantar su fe santa en el mundo como fundamento de la Iglesia. Y asentada esta fe, vendrán otros siglos en que dará el Altísimo noticia a los fieles de los misterios que ahora son ocultos y conocerán los favores que su brazo poderoso obró conmigo, cuando sea necesario manifestarlos en el futuro, hasta entonces nada escribirás sobre mí vida en el Evangelio que te ha tocado escribir. Mateo obedeció este mandato de la Reina y Señora del Cielo, y consultando con ella el orden de su Evangelio descendió sobre él el Espíritu Santo en forma visible y en presencia de la misma Señora comenzó a escribirlo. Desapareciendo María, Mateo prosiguió la Historia, acabándola después en Judea. El Apóstol Mateo escribió este evangelio en lengua hebrea, en el año cuarenta y dos, contando estos años desde el Nacimiento de Jesucristo.-
439

2º Evangelio:
Marcos, escribió el segundo Evangelio, cuatro años después, en el año cuarenta y seis del nacimiento de Cristo, lo hizo en Palestina y también lo escribió en hebreo. Y para comenzar a escribir pidió al Ángel de su guarda diese noticia a la Reina del Cielo de su intento y la pidiese su favor y que le alcanzase la divina luz de lo que había de escribir. Hizo la piadosa Madre esta petición y luego mandó el Señor a los Ángeles que la llevasen, con la majestad y orden que solían hacer, a la presencia del Evangelista Marcos que perseveraba en su oración. María se le apareció a Marcos en un trono de grande hermosura y resplandeciente. Postrándose el Evangelista ante el trono le dijo a María: Madre del Salvador del mundo y Señora de todo lo creado, indigno soy de este favor, aunque soy siervo de Vuestro Hijo santísimo y también lo soy Vos. Respondió María: El Altísimo, a quien servís y amáis, me envía para que os asegure que oye vuestras peticiones y su divino Espíritu os gobernará para escribir el Evangelio que os ha mandado. Y luego María le dijo a Marcos: No escribas nada en lo tocante a los misterios de mi vida. Vendrán otros siglos en que dará el Altísimo noticia a los fieles de estos misterios que ahora son ocultos. Cuando sea necesario manifestarlos en el futuro, lo manifestará el Señor, hasta entonces nada escribirás sobre mí vida en el Evangelio que te ha tocado escribir. Y al punto descendió en forma visible y de grandioso resplandor el Espíritu Santo, bañando exteriormente al Evangelista Mateo, y llenándole de nueva luz interior, y en presencia de la misma Reina dio principio a su Evangelio. Marcos escribió en Roma su breve Evangelio a instancia de los fieles que allí estaban. Utilizando como guía, lo que había escrito en Palestina, volviéndolo a escribir en la lengua latina, que era la lengua oficial de Roma.-
Cuando María se apareció a Marcos, tenía ya la edad de sesenta y un años.-

3º Evangelio:
Lucas, el tercer Evangelio lo escribió en lengua griega en el año cuarenta y ocho, teniendo el Apóstol Lucas la edad de cuarenta y ocho años, y María sesenta y tres. El Apóstol Lucas para comenzar a escribir los Evangelios, se le apareció María como a los otros dos Evangelistas. Y habiendo conferido con la divina Madre, para manifestar los misterios de la Encarnación y vida de su Hijo santísimo, era necesario declarar el modo y orden de la concepción del Verbo humanizado y otras cosas que tocaban a la verdad de ser Su Alteza como Madre natural de Jesucristo, por esto se alargó Lucas más que los otros Evangelistas en lo que escribió sobre María. Y luego le ordenó que no escribiese nada en referencia a su vida y misterios que Él conocía como madre de Jesús, reservando los secretos y maravillas que le tocaban a ella, por ser la Madre de Dios, como ella misma se lo había ordenado a Mateo y Marcos. El Altísimo retirará el velo a los fieles de estos misterios que ahora son ocultos, y les serán manifestados en el futuro a todos sus hijos e hijas. Luego descendió sobre Lucas, el Espíritu Santo y en presencia de la gran Reina comenzó su Evangelio, como Su Majestad principalmente le informó.-

Quedó Lucas impresionadísimo de esta Señora y jamás se le borraron de su interior y de su memoria, la imagen con la que había visto a esta dulcísima Madre en el trono y majestad con que se le apareció en esta ocasión. Y siempre la tuvo presente de esta manera, por toda su vida. Estaba Lucas en Acaya cuando se le apareció María comenzando a escribir el Evangelio.
440