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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
20-06-14 06:24 #12108442
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 51ª Sección
Hospedó la gran Señora a todos los discípulos y les sirvió la comida, estando siempre advertida a todas las cosas con solicitud de Madre y modestia y majestad de Reina, que su incomparable sabiduría lo juntaba todo con admiración de los mismos Ángeles. Y a su Hijo santísimo servía hincadas las rodillas en tierra con grandiosa reverencia, y a estas devotas acciones añadía algunas razones de gran peso que decía a los Apóstoles de la majestad de su Maestro y Redentor, para catequizarlos en la doctrina verdaderamente cristiana. Aquella noche, retirados los nuevos huéspedes a su recogimiento, el Salvador se fue al oratorio de su Madre purísima como solía, y la humildísima entre los humildes se postró a sus pies, como otras veces lo acostumbraba y, aunque no tenía culpas que confesarse, pidió a Su Majestad la perdonase lo poco que le servía y correspondía a sus inmensos beneficios; porque en la humildad de la gran Reina todo lo que hacía le parecía poco y menos de lo que debía al amor infinito y a los dones que de él había recibido, y así se confesaba María por inútil como el polvo de la tierra. El Señor la levantó del suelo y la habló palabras de vida y salud eterna, pero con majestad y serenidad, porque en este tiempo la trataba con más severidad, para dar lugar al padecer, cuando se despidió para ir el Salvador a recibir el bautismo y al desierto.-

María, le pidió también a su Hijo que le diese el Sacramento del Bautismo que había instituido, como ya se lo tenía prometido, y para celebrarlo con la digna solemnidad del Hijo y de la Madre por la divina disposición y ordenación descendieron del Cielo innumerable multitud de los coros Ángélicos en forma visible, y con su asistencia el mismo Cristo bautizó a su purísima Madre, y luego se oyó una voz del Eterno Padre, que dijo: Esta es mi Hija querida, en quien yo me recreo. Y el Verbo humanizado dijo: Esta es mi Madre muy amada, a quien yo elegí, y me asistirá en todas mis obras. Y otra voz del Espíritu Santo dijo: Esta es mi Esposa escogida entre millares. Sintió y recibió María tantos y tan divinos efectos en su alma, fue realzada en la gracia y retocada en la hermosura de su alma purísima y subió toda a nuevos grados y quilates. Recibió la iluminación del carácter que causa este Sacramento, señalando a los hijos de Cristo en su Iglesia, y a más de los efectos que por sí comunica el Sacramento, fuera de la remisión del pecado, que no le tenía ni le tuvo, mereció altísimos grados de gracia por la humildad de recibir el Sacramento que se ordenó para la purificación; de su Hijo santísimo en el mérito, aunque ella, sola recibió aumento de gracia, porque Cristo no podía recibirle. Hizo luego la humilde Madre un cántico de alabanza con los Ángeles por el Bautismo que había recibido y postrada ante su Hijo santísimo le dio por él afectuosísimas gracias.-

Las bodas de Cana.-
En la ciudad de Cana, vivían unos parientes de María, a la cual la invitaron a esta Boda, porque eran parientes en cuarto grado, por parte de Ana la madre de María. María a su vez, informo a los novios de la venida del Salvador del mundo y que tenía ya discípulos, y por disposición de su Madre santísima y del mismo Señor, que ocultamente lo disponía para sus altos fines, fue llamado y convidado Jesús a la boda junto con sus discípulos, y su dignación, que lo ordenaba todo aceptó el convite. Y fue luego a él para santificar al matrimonio y acreditarle y dar principio a la confirmación de su doctrina con el milagro que sucedió, declarándose por autor de él; porque dándose ya por maestro en admitir discípulos, era necesario confirmarlos en su vocación y autorizar su doctrina, para que la creyesen y admitiesen. Y por esta razón, aunque Su Divina Majestad había hecho otras maravillas ocultamente, pero no se había declarado ni señalado por autor de ellas en público como hasta aquella ocasión, que por eso llamó el Evangelista a este milagro, Principio de las señales que hizo Jesús en Cana de Galilea; y el mismo Señor dijo a su Madre santísima que hasta entonces no había llegado su hora. Y sucedió esta maravilla el mismo día que se cumplió un año del bautismo de Jesucristo y correspondió a la adoración de los Reyes de Oriente, como lo tiene la Iglesia, que celebra en un día estos tres misterios, el día seis de enero; y la edad de Cristo nuestro Señor era cumplidos treinta años y entrado en los treinta y un años.-
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Entró el Maestro de la vida en la casa donde se celebraba la boda y saludó a los moradores, diciendo: La paz del Señor y la luz sea con vosotros; como verdaderamente estaba, asistiendo Su Majestad con ellos. Y luego hizo una exhortación de vida eterna al novio, enseñándole las condiciones de su estado, para ser perfecto y santo en él, y lo mismo hizo la Reina del Cielo con la esposa, a quien con razones dulcísimas y eficaces la amonestó de sus obligaciones; y entre ambos cumplieron perfectamente con ellas, en el estado que dichosamente recibieron con asistencia de los Reyes del Cielo y de la Tierra.-

En la mesa comieron el Señor y su Madre de algunos regalos de los que servían, pero con suma templanza y disimulación de su abstinencia. Y aunque a solas no comían de estos manjares, los Maestros de la perfección, que no querían reprobar la vida común de los hombres, sino perfeccionarla con sus obras, se acomodaban a todos sin extremos ni singularidad pública, en lo que por otra parte no era reprensible y se podía hacer con perfección. Y como el Señor lo enseñó por ejemplo, lo dejó también por doctrina a sus apóstoles y discípulos, ordenándoles que comiesen de lo que les fuese dado cuando iban a predicar y no se hiciesen singulares, como imperfectos y poco sabios en el camino de la virtud y porque el verdadero pobre y humilde no ha de elegir manjares.-

Sucedió que faltó vino en la mesa, por dispensación divina, para dar ocasión al milagro, y la piadosa María dijo a Jesús: Señor, el vino ha faltado en este convite. Respondiendo Jesús: Mujer, ¿qué me toca a mi y a ti? Aún no es llegada mi hora. Esta respuesta de Jesús, no fue de reprensión, sino de misterio; porque la prudentísima Madre no pidió el milagro casualmente, antes bien con luz divina conoció que era tiempo oportuno de manifestarse el poder divino de su Hijo santísimo y no pudo tener ignorancia de esto la que estaba llena de sabiduría y ciencia de las obras de la redención y del orden que en ellas había de guardar nuestro Salvador, a qué tiempos y en qué ocasiones las había de ejecutar. Y también es de advertir que María no pronunció estas palabras con semblante de reprender, sino con magnificencia y serenidad apacible.-

El misterio de la respuesta de Cristo nuestro Señor fue confirmar a los discípulos en la FE de la Divinidad y comenzar a manifestarla a todos, mostrándose Dios verdadero e independiente de su Madre en el ser Divino y potestad de hacer milagros. Y por esta causa tampoco la llamó madre, callando este nombre, y llamándola mujer, diciendo: ¿Qué te toca o qué tenemos que ver tú y yo en todo esto? Que fue decir: la potestad de hacer milagros no la recibí yo de ti, aunque me diste la naturaleza humana en que los he de obrar, porque sólo a mi Divinidad toca el hacerlos y para ella no es llegada mi hora. Y en esta palabra dio a entender que la determinación de las maravillas no era de su Madre santísima, sino de la voluntad de Dios, no obstante la prudentísima Señora lo pedía en tiempo oportuno y conveniente; pero junto con esto quiso el Señor se entendiese que había en él otra voluntad más que la humana, y que aquella era Divina y Superior a la de su Madre y que no estaba subordinada a ella, mas antes la de la Madre estaba sujeta a la que tenía como verdadero Dios.
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Y en consecuencia de esto, al mismo tiempo infundió Su Majestad en el interior de sus discípulos nueva luz con que conocieron la unión hipostática de las dos naturalezas en la persona de Jesucristo, y que la humana la había recibido de su Madre María y la Divina por la generación eterna de su Padre.-

Conoció María, todo este sacramento, y con severidad apacible dijo a los criados que servían a la mesa: Haced lo que mi Hijo os ordene. En las cuales palabras, a más de la sabiduría que suponen de la voluntad de Cristo que conocía la prudentísima Madre, habló como maestra de todo el linaje humano, enseñando a los mortales, que para remediar todo nuestras necesidades y miserias es necesario y suficiente de nuestra parte hacer todo lo que manda el Señor y los que están en su lugar. Tal doctrina no pudo salir menos que de tal Madre y Abogada que, deseosa de nuestro bien y como quien conocía la causa que suspende o impide el poder divino para que no haga muchas y muy grandes maravillas, quiso proponernos y enseñarnos el remedio de nuestras menguas y desdichas, encaminándonos a la ejecución de la voluntad del Altísimo, en que consiste todo nuestro bien.-

Mandó el Redentor del mundo a los ministros de las mesas que llenasen de agua sus tinajillas, que según las ceremonias de los hebreos tenían para estos ministerios. Y habiéndolas llenado todas, mandó el mismo Señor que sacasen de ellas el vino en que las convirtió y lo llevasen al architriclino, que era el principal en la mesa y hacía cabecera en ella, y era uno de los sacerdotes de la ley. Y como gustase del milagroso vino, admirado llamó al novio y le dijo: Cualquiera hombre cuerdo pone primero el mejor vino para los convidados y cuando están ya satisfechos pone el peor, pero tú lo has hecho al revés, que guardaste lo más generoso para lo último de la comida.-

No sabía el architriclino entonces el milagro, cuando gustó el vino, porque estaba en la cabecera de la mesa y Jesucristo con su Madre y discípulos en los lugares inferiores y de abajo, enseñando con la obra lo que después había de enseñar con la doctrina, que en los convites no echemos el ojo al mejor lugar, sino que por nuestra voluntad elijamos el último. Pero luego se publicó la maravilla de haber convertido nuestro Salvador el agua en vino y se manifestó su gloria y creyeron en él sus discípulos, porque de nuevo creyeron y se confirmaron más en la FE. Y no solos creyeron ellos, sino otros muchos de los que estuvieron presentes creyeron que era el verdadero Mesías y lo siguieron, acompañándole hasta la ciudad de Cafarnaúm, a donde con su Madre y los discípulos, fue Su Majestad desde Cana, y allí comenzó a predicar, declarándose ya por Maestro de los hombres. Y lo que dice el Apóstol Juan, que con esta señal o milagro, manifestó el Señor su Gloria y su Poder.-

Jesús y María, caminan juntos.-
María, trataba a todos los discípulos que seguían al Señor con incomparable sabiduría y prudencia, y a los que fueron señalados para Apóstoles les tenía en mayor veneración y aprecio, pero de todos cuidaba como Madre y a todos acudía como poderosa Reina, procurándoles para la vida corporal la comida y otras cosas necesarias. Y algunas veces ordenaba a los Ángeles, cuando no había otro modo de buscarla, que para ellos y algunas mujeres de que cuidaba la trajesen de comer; pero de estas maravillas no daba más noticia de la que era necesaria para confirmarlos en la piedad y la fe del Señor. Seguían también a Jesús en su predicación, algunas mujeres desde Galilea como lo dicen los evangelistas que le acompañaban y servían algunas que había curado de la posesión del demonio y de otras enfermedades; porque el Maestro de la vida a ningún sexo excluyó de su escuela, imitación y doctrina, y así le fueron asistiendo y sirviendo algunas mujeres desde el principio de la predicación, disponiéndolo su divina sabiduría, entre otros fines, para que su Madre María tuviese compañía con ellas por la mayor decencia. De estas mujeres piadosas tenía cuidado especial María y las congregaba, enseñaba y catequizaba, llevándolas a los sermones de su Hijo santísimo. Y aunque para enseñarlas el camino de la vida eterna estaba ella tan ilustrada de la sabiduría y doctrina del Evangelio.-
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Tampoco están escritos en la historia del Evangelio, los innumerables y grandiosos milagros que hizo María en el tiempo de la predicación de Jesucristo, porque sólo escribieron los Apóstoles de los que hizo el Señor, en cuanto convenía para la FE de la nueva Iglesia Cristiana, y era necesario que estuviese ya fundada y confirmada en ella primero que se manifestasen las grandezas particulares de su Madre. Porque María, también resucitó a muchos muertos, curó ciegos y dio la salud a muchos. Y esto fue conveniente por muchas razones: lo uno, porque fue como coadjutora de la mayor obra para la que vino el Verbo del Eterno Padre para tomar carne en el mundo, que fue la predicación y redención, y por ella abrió los tesoros de su omnipotencia y bondad infinita, manifestándola por el Verbo humanizado y por su digna Madre; lo otro, porque en estas maravillas fue gloria de ambos, que la misma Madre fuese semejante al Hijo y llegase ella al colmo de todas las gracias y merecimientos correspondientes a su Dignidad y premio, y porque con este modo de obrar acreditase a su Hijo y su doctrina, y así lo ayudase en su ministerio con mayor alteza, eficacia y excelencia. Y el estar ocultas estas maravillas de María fue por disposición del mismo Señor y petición de la prudentísima Madre; y así las hacía con tanta disimulación y sabiduría, que de todo se le diese la gloria al Redentor, en cuyo nombre y virtud todas ellas, eran hechas.-

Y este modo guardaba también en enseñar a las almas: Porque María, no predicaba en público ni en los puestos y lugares determinados para los que lo hacían por oficio, como maestros y ministros de la palabra Divina, porque este oficio no ignoraba la gran Señora que no era para las mujeres, pero en pláticas y conversaciones privadas hacía estas obras con celestial sabiduría, eficacia y prudencia. Y por este modo y sus oraciones hizo más conversiones que todos los predicadores del mundo han hecho.-

Esto se entenderá mejor sabiendo que, a más de la virtud Divina que tenían sus palabras, sabía y conocía los naturales, las condiciones, inclinaciones y costumbres de todos ellos, el tiempo, disposición y ocasión más oportuna para reducirlos al camino de la luz, y a esto se juntaban sus oraciones, peticiones y la dulzura de sus prudentísimas razones. Y gobernados todos estos dones por aquella caridad ardentísima con que deseaba reducir a todas las almas al camino de la salud y llevarlas al Señor, era consiguiente que la obra de tales instrumentos fuese grandiosa y rescatase infinitas almas y las ilustrase y moviese; porque nada pedía al Señor que se le negase, y ninguna obra hacía vacía y sin el lleno de santidad que pedía, y siendo ésta de la redención la principal, sin duda cooperó a ella más de lo que en la vida mortal podemos conocer. En todas estas obras procedía la Divina Señora con rara mansedumbre, como una paloma sencillísima, y con extremada paciencia y sufrimiento, sobrellevando las imperfecciones y rudeza de los nuevos fieles y alumbrando sus ignorancias, porque era multitud grande los que acudían a ella en determinándose a la fe del Redentor. Siempre guardaba la serenidad de su magnificencia de gran Reina, pero junto con ella era tan suave y humilde, que sola Su Alteza pudo juntar estas perfecciones en sumo grado, a imitación del mismo Señor.-
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Y ambos trataban a todos con tanta humanidad y llaneza de perfectísima caridad, que a nadie se le pudo admitir excusa de no ser enseñado de tales maestros.Hablaban, conversaban y comían con los discípulos y mujeres que les seguían, con la medida y peso que convenía para que nadie se extrañase, ni pensase que el Señor no era hombre verdadero, hijo natural de María, y por esto admitía el Señor otros convites con tanta afabilidad, como consta de los evangelios.-

María con su humildad vence a todos.-
Con la humildad, María venció a todas las criaturas, porque en su casa, venció a su madre Ana y sus domésticos para que la dejasen ser humilde; en el templo, a todas las doncellas y compañeras; en el matrimonio, a José; en los ministerios humildes, a los Ángeles; en las alabanzas, a los Apóstoles y Evangelistas para que las ocultasen; al Padre y al Espíritu Santo los venció con la humildad para que le ordenasen; y a su Hijo santísimo, para que la tratase de suerte que no diese motivo a ser alabada de los hombres con sus milagros y doctrina.-

Eran los milagros y obras de Jesucristo tan nuevas en el mundo, que no podía dejar de resultar para su Madre de gran gloria y estimación, porque no sólo era conocida de los discípulos y Apóstoles, sino que los nuevos fieles acudían casi todos a María, confesándola por Madre del verdadero Mesías, y le daban muchas gratitudes por las maravillas que hacía su Hijo santísimo. Y todos estos sucesos eran un nuevo crisol de su humildad, porque María se pegaba con el polvo y se deshacía en su estimación sobre todo pensamiento criado. Y no se quedaba en este abatimiento tarda y desagradecida, porque junto con humillarse por todas las obras admirables de Jesucristo, daba dignas gracias al Eterno Padre por cada una de ellas y llenaba el vacío de la ingratitud humana.-

Y con la oculta correspondencia que su alma purísima tenía con la del mismo Salvador, le prevenía para que divirtiese la gloria que los oyentes de su Divina palabra la daban a ella, como sucedió en algunas ocasiones de las que cuentan los evangelistas. La una, cuando dio salud al endemoniado mudo, y porque los judíos lo atribuyeron al mismo demonio, despertó el Señor aquella mujer fiel que a voces dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos que te dieron leche. Oyendo estas razones la humilde y advertida Madre, pidió en su interior a Jesucristo que divirtiese de ella aquella alabanza, y condescendió Su Majestad con ella de tal manera, que la alabó más por otro modo entonces oculto, porque dijo el Señor: Antes son bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan. Y con estas palabras deshizo la honra que a María purísima le daban por Madre y se la dio por santa, enseñando a los oyentes de camino lo esencial de la virtud común a todos, en que su Madre era singular y admirable, aunque por entonces no lo entendieron.-

Jesús, sale de Jerusalén y prosigue su camino por la tierra de Judea, donde se detuvo algún tiempo bautizando y al mismo tiempo estaba su precursor Juan bautista bautizando también en Enón, en la ribera del Río Jordán cerca de la ciudad de Salín. Y no era el mismo bautismo, porque el Precursor bautizaba con sola agua y con el bautismo de penitencia, pero Jesús, daba su bautismo propio, que era la justificación y eficaz perdón de los pecados, como ahora lo hace el mismo bautismo, infundiendo la gracia con las virtudes (e imprimiendo carácter Sacramental del Bautismo.-
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