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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
16-06-14 06:10 #12103686
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 47ª Sección
Y esta misma costumbre procura introducir entre tus religiosas, amonestándolas a ello, porque ninguna es más legítima entre las esposas de Cristo, y ésta le será de sumo agrado hecha con devoción y digna de reverencia. Junto con esto, quiero de ti que a imitación del Bautista prepares tu corazón para lo que el Espíritu Santo quisiere obrar en ti para gloria suya y beneficio de otros, y cuanto es en tu afecto ama la soledad y retira tus potencias de la confusión de las criaturas, y en lo que te obligare el Señor a comunicar con ellas procura siempre tu propio merecimiento y la edificación de los prójimos, de manera que en tus conversaciones resplandezca el celo y el espíritu que vive en tu corazón. Las eminentísimas virtudes que has conocido, te sirvan de estímulo y ejemplo que imites, y de ellas y de las demás que llegaren a tu noticia en otros santos, procura como diligente abeja de las flores fabricar el panal dulcísimo de la Santidad y pureza que en ti quiere mi Hijo santísimo. Diferénciate en los oficios de esta avecita y de la araña, que la una su alimento convierte en suavidad y utilidad para vivos y difuntos y la otra en veneno dañoso. Coge de las flores y virtudes de los santos en el jardín de la Iglesia cuanto con tus débiles fuerzas, y ayudada de la gracia, pudieras imitar, siendo oficiosa y argumentando procurando resolver en beneficio de los vivos y difuntos, y huye del veneno de la culpa dañosa para todos.-

Jesús habla con su madre María, y se despide de ella.-
Jesús llamando a su madre y la dice: Madre mía, el ser que tengo de hombre verdadero lo recibí de vuestra sustancia y sangre, de que tomé forma de siervo en vuestro virginal vientre, y después me habéis criado con vuestros pechos y alimentándome con vuestro sudor y trabajo; por estas razones me reconozco por más Hijo y más vuestro que ninguno lo fue de su madre ni lo será. Dadme vuestra licencia y beneplácito para que yo vaya a cumplir la voluntad de mi Eterno Padre. Ya es tiempo que me despida de vuestro regalo y dulce compañía y dé principio a la obra de la Redención humana. Se acaba el descanso y llega ya la hora de comenzar a padecer por el rescate de mis hermanos los hijos de Adán. Pero esta obra de mi Padre quiero hacerla con vuestra asistencia, y en ella seáis compañera y coadjutora mía, entrando en la parte de mi pasión y cruz; y aunque ahora es forzoso dejaros sola, mi bendición eterna quedará con vos y mi cuidadosa, amorosa y poderosa protección, y después volveré a que me acompañéis y ayudéis en mis trabajos, pues los he de padecer en la forma de hombre que me disteis.-

Con estas razones se echó el Señor en los brazos y en el cuello de su Madre, derramando ambos muchas lágrimas con admirable majestad y severidad apacible, como maestros en la ciencia del padecer. María se arrodillo y respondió a su Hijo santísimo y con incomparable dolor y reverencia le dijo: Señor mío y Dios eterno, verdadero Hijo mío sois y en vos está empleado todo el amor y fuerzas que de vos he recibido y lo íntimo de mi alma está patente a vuestra divina sabiduría; mi vida fuera poco para guardar la vuestra, si fuera conveniente que muchas veces yo muriera para esto, pero la voluntad del Padre y la vuestra se han de cumplir y para esto ofrezco y sacrifico yo la mía; recibidla, Hijo mío y Dueño de todo mi ser, en aceptable ofrenda y sacrificio y no me falte vuestra Divina protección. Mayor tormento fuera para mí, que padecieras sin acompañaros en los trabajos y en la cruz. Merezca yo, Hijo, este favor, que como verdadera madre Os pido en retorno de la forma humana que Os di, y en la que vais a padecer.-

María, también le pidió que llevase algún alimento de su casa, o que se le enviaría a donde estuviese, y nada de esto admitió el Salvador por entonces, dando luz a la Madre de lo que convenía. Salieron juntos hasta la puerta de su pobre casa, donde por segunda vez le pidió ella arrodillada la bendición y le besó los pies, y el Divino Maestro se la dio y comenzó su jornada, dirigiéndose Jesús hacia el Río Jordán. Saliendo como buen pastor a buscar la oveja perdida y volverla sobre sus hombros al camino de la vida eterna que había perdido la humanidad como engañada y errante. En esta ocasión salió el Redentor de la humanidad para ser bautizado por Juan Bautista. Jesús había cumplido la edad de los veintinueve años, y se fue a donde estaba bautizando el Precursor, en la ribera del Río Jordán y recibió de él el bautismo a los trece días después de cumplidos los veintinueve años de edad.-
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María instruye a Sor María de Jesús.-
Hija mía, quiero que ponderes y penetres más en los misterios que has escrito y los levantes de punto en tu estimación para el bien de tu alma y llegar en alguna parte a mi imitación. Advierte, pues, que en la visión de la Divinidad, que yo tuve en esta ocasión que has dicho, conocí en el Señor la estimación que su voluntad santísima hacía de los trabajos, pasión y muerte de mi Hijo, y de todos aquellos que le habían de imitar y seguir en el camino de la cruz. Y con esta ciencia no sólo le ofrecí de voluntad para entregarle a la pasión y muerte, sino que supliqué al Muy Alto que me hiciera compañera y partícipe de todos sus dolores, penas y pasión, y me lo concedió el Eterno Padre.-

Y después le pedí a mi Hijo y Señor que desde luego careciese yo de sus regalos interiores, comenzando a seguir sus pasos de amargura, y esta petición me inspiró el mismo Señor, porque así lo quería, y me obligó y enseñó el amor. Estas ansias de padecer y el que me tenía Su Majestad como Hijo y como Dios, me encaminaban a desear los trabajos, y porque me amó tiernamente me los concedió; que a los que ama, corrige y aflige y a mí como a Madre quiso que no me faltase este beneficio y excelencia de ser en todo semejante a él, en lo que más estimaba en la vida humana. Luego se cumplió en mí esta voluntad del Altísimo y mi deseo y petición, y carecí de los favores y regalos que solía recibir y no me trató desde entonces con tanta caricia; y ésta fue una de las razones por que no me llamó Madre sino Mujer en las bodas de Cana y al pie de la Cruz, y en otras ocasiones que me ejercitó con esta severidad y negándome las palabras de caricia; y estaba tan lejos de ser esto desamor, que antes era la mayor fineza de amor, hacerme su semejante en las penas que elegía para sí, como herencia y tesoro estimable.-

De aquí entenderás la común ignorancia y error de los mortales y cuan lejos van del camino y de la luz, cuando generalmente, casi todos, trabajan por no trabajar, padecen por no padecer y aborrecen el camino real y seguro de la cruz y mortificación. Con este peligroso engaño, no sólo aborrecen la semejanza de Cristo su ejemplar y la mía y se privan de ella, siendo el verdadero y sumo bien de la vida humana; pero junto con esto se imposibilitan para su remedio, pues todos están enfermos y dolientes con muchas culpas y su medicina ha de ser la pena. El pecado se comete con torpe deleite y se excluye con el dolor penal y en la tribulación los perdona el justo Juez.-

Con el padecer amarguras y aflicciones se frena el pecado, se quebrantan los bríos desordenados de las pasiones concupiscible e irascible, se humilla la soberbia y la altivez, se sujeta la carne, se divide el gusto de lo malo, lo sensible del terreno, se desengaña el juicio, se modela la voluntad y todas las potencias de la criatura se reducen a la razón, y se moderan en sus desigualdades y movimientos de las pasiones, y sobre todo se obliga el amor Divino a la compasión del afligido que abraza los trabajos con paciencia o los busca con deseo de imitar a mi Hijo santísimo; y en esta ciencia están recopiladas todas las buenas dichas de la criatura; los que huyen de esta verdad son locos, los que ignoran esta ciencia son necios y tontos.-
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Más mi relato de mi vida personal y la de mi Hijo, sigue de la siguiente manera: Despedido de mi Hijo, el Redentor del mundo de la presencia corporal de su Madre, quedaron todos mis sentidos como eclipsados y en oscura sombra, por habérseles transpuesto el claro Sol de Justicia que los alumbraba y llenaba de alegría, pero la interior vista de mi alma, no perdió ni un solo grado de la Divina luz que la bañaba toda y levantaba sobre el supremo amor de los más encendidos serafines. Y como todo el empleo principal de sus potencias, en ausencia de la humanidad santísima, había de ser sólo el objeto incomparable de la Divinidad, esta dispuso todas sus ocupaciones de manera que, retirada en mi casa sin trato ni comercio de criaturas, pudiese cesar por un tiempo la contemplación y alabanzas del Señor y entregarme toda al ejercicio de la oración y peticiones, para que la doctrina y semilla de la palabra que el Maestro de la vida había de sembrar en los corazones humanos, no se malograse por la dureza de su ingratitud, sino que diese copioso fruto de vida eterna y salud de sus Almas. Y con la ciencia que tenía de los trabajos que realizaría el Verbo humanizado, me despedí sin hablar a criatura humana, para imitar a mi hijo, en el ayuno y en la soledad del desierto.-

Sola en casa, me ocupé solamente de realizar mis ejercicios, los días que mi Hijo estuvo fuera de ella. Mis peticiones fervorosas hacían que derramara lágrimas de sangre, llorando los pecados de los hombres. Hacía genuflexiones y postraciones en tierra más de doscientas veces cada día, y este ejercicio ame y repetí durante toda mi vida terrenal, como índice de mi humildad y caridad, reverencia y culto incomparables.-

Sor María de Jesús dice: Con estas obras, María ayudaba y cooperaba con su Hijo en la obra de la Redención, cuando estaba ausente, y fueron tan poderosas y eficaces con el Eterno Padre, que por los méritos de esta Madre y por estar ella en el mundo olvidó el Señor, los pecados de todos los mortales, que entonces desmerecían la predicación y doctrina de su Hijo santísimo. Este óbice quitó María con sus clamores y ferviente caridad. Ella fue la medianera que nos granjeó y mereció el ser enseñados de nuestro Salvador y Maestro y que se nos diese y recibiésemos la Ley del Evangelio de la misma boca del Redentor.-

Y para dar algún ensanche al natural dolor del corazón, María conversaba con los Ángeles y les decía: Ministros diligentes del Altísimo, hechuras de las manos de mi amado, amigos y compañeros míos, dadme noticia de mi Hijo querido y de mi Dueño; decidme dónde vive y decidle también cómo yo muero por la ausencia de mi propia vida. ¡Oh dulce bien y amor de mi alma! ¿Dónde está vuestra forma especiosa sobre los hijos de los hombres? ¿Dónde reclinaréis vuestra cabeza? ¿Dónde descansará de sus fatigas vuestra delicadísima y santísima humanidad? ¿Quién os servirá ahora, lumbre de mis ojos? Y ¿cómo cesarán las lágrimas de los míos sin el claro sol que los alumbraba? ¿Dónde, Hijo mío, tendréis algún reposo? Y ¿dónde le hallará esta sola y pobre avecilla? ¿Qué puerto tomará esta navecilla combatida en soledad de las olas del amor? ¿Dónde hallaré tranquilidad? ¡Oh Amado de mis deseos, olvidar vuestra presencia que me daba vida no es posible! Pues ¿cómo lo será el vivir con su memoria sin tener la posesión? ¿Qué haré? ¡Oh! ¿quién me consolará y hará compañía en mi amarga soledad?.-
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Pero ¿qué busco y qué hallaré entre las criaturas, si sólo vos me faltáis, que sois el todo y solo a quien ama mi corazón? Espíritus soberanos, decidme qué hace mi Señor y mi querido, contadme sus ocupaciones exteriores y de las interiores no me ocultéis nada de lo que os fuere manifiesto en el espejo de su ser Divino y de su cara; referidme todos sus pasos para que yo los siga y los imite.-

Los Ángeles a su Reina y Señora la consolaron en el dolor de sus endechas amorosas, hablándole del Muy Alto y repitiéndole grandiosas alabanzas de la humanidad santísima de su Hijo y sus perfecciones, y luego le daban noticia de todas las ocupaciones, obras y lugares donde estaba; y esto hacían iluminando su entendimiento al mismo modo que un Ángel superior a otro inferior, porque éste era el orden y forma espiritual con que María, hablaba y trataba con los Ángeles interiormente, sin embarazo del cuerpo y sin uso de los sentidos; y de esta manera la informaban los Divinos Espíritus cuándo el Verbo humanizado oraba retirado, cuándo enseñaba a los hombres, cuándo visitaba a los pobres y hospitales y otras acciones que la Divina Señora ejecutaba a su imitación, en la forma que le era posible, y hacía magníficas y excelentes obras, y con esto descansaba María, parte de su dolor y parte de su pena.-

Jesús llega a la ribera del Jordán y es bautizado.-
Caminando Jesús, en dirección al Río Jordán, por el camino iba derramando en diversas partes sus antiguas misericordias con los que encontraba por el camino, con admirables beneficios que hizo en cuerpos y almas de muchos necesitados, pero siempre con modo oculto, porque hasta el bautismo no se dio testimonio público de su poder Divino y grande excelencia. Antes de llegar a la presencia del Bautista, envió el Señor al corazón del Santo nueva luz y júbilo que mudó y elevó su espíritu, y reconociendo Juan Bautista estos nuevos efectos dentro de sí mismo, admirado dijo: ¿Qué misterio es éste y qué presagios de mi bien?, porque desde que conocí la presencia de mi Señor en el vientre de mi madre, no he sentido tales efectos como ahora. ¿Si viene por dicha o está cerca de mí el Salvador del mundo? A esta nueva ilustración se siguió en el Bautista una visión intelectual, donde conoció con mayor claridad el misterio de la unión hipostática en la persona del Verbo, y otros de la redención humana. Y en virtud de esta nueva luz dio los testimonios que refiere el Evangelista Juan, mientras estaba Cristo nuestro Señor en el desierto y después que salió de él y volvió al Río Jordán.-

Juan Bautista había conocido antes grandes sacramentos cuando le mandó el Señor salir a predicar y a bautizar, pero en esta ocasión y visión se renovaron y manifestaron con mayor claridad y abundancia y conoció que venía el Salvador del mundo para recibir el bautismo.-

Llegó, Jesús entre los demás y pidió a Juan Bautista que le bautizase como a uno de los otros, y el Bautista le conoció y postrado a sus pies deteniéndole le dijo: Yo he de ser bautizado, ¿y Vos, Señor, venís a pedirme el bautismo?. Respondió el Salvador: Déjame ahora hacer lo que deseo, que así conviene cumplir con toda justicia. En esta resistencia que intentó el Bautista de bautizar a Cristo nuestro Señor y pedirle el bautismo, dio a entender que le conoció por verdadero Mesías. Y no contradice a esto lo que del mismo Bautista refiere Juan Evangelista, que dijo a los judíos: Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre quien vieres que viene el Espíritu Santo y está sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo lo vi y di testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
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La razón de no haber contradicción en estas palabras de Juan Bautista con lo que dice Mateo es, porque el testimonio del Cielo y la voz del Padre que vino en el Río Jordán sobre Jesucristo fue cuando Juan Bautista tuvo la visión y conocimiento que queda dicho, y hasta entonces no había visto a Cristo ocularmente, y así negó que hasta entonces no le había conocido como entonces le conoció; pero como no sólo le vio corporalmente, sino con la luz de la revelación al mismo tiempo, por eso se postró a sus pies pidiendo Juan el bautismo.-

Juan Bautista bautiza a Jesús:
Acabando de bautizar Juan Bautista a Jesús, se abrió el Cielo y pareció un globo muy resplandeciente del que salían rallos de luz, y de este Globo, descendió el Espíritu Santo en forma visible de paloma sobre la cabeza de Jesús y se oyó la voz del Eterno Padre que dijo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo yo mi agrado y complacencia.-

Esta voz del Cielo, la oyeron muchos de los allí presentes que no desmerecieron tan admirable favor y vieron asimismo el Espíritu Santo en la forma que vino sobre la cabeza del Salvador; y fue este testimonio el mayor que pudo darse de la Divinidad de nuestro Redentor, así por parte del Padre que le confesaba por Hijo suyo, como por la de la misma testificación, pues por todo se manifestaba que Jesús era Dios verdadero, igual a su Eterno Padre en la sustancia y perfecciones infinitas. Y quiso el Padre ser el primero que desde el Cielo testificase la Divinidad de Jesús, para que en virtud de su testificación quedasen autorizadas todas cuantas después se habían de dar en el mundo. Tuvo también otro misterio esta voz del Padre, que fue como desempeño que hizo volviendo por el crédito de su Hijo y recompensándole la obra de humillarse al bautismo, que servía al remedio para los pecados, de que el Verbo humanizado estaba libre, pues era impecable.-

Este acto de humillarse Jesús, el que era Redentor de la humanidad, a la forma de pecador, recibiendo el bautismo con los que lo eran, ofreció al Padre con su obediencia, y por ella para reconocerse inferior en la naturaleza humana común a los demás hijos de Adán y para instituir con este modo el sacramento del bautismo, que en virtud de sus merecimientos había de lavar los pecados del mundo; y humillándose el mismo Señor el primero al bautismo de las culpas, pidió y alcanzó del Eterno Padre un general perdón para todos los que le recibiesen y que saliesen de la jurisdicción del demonio y del pecado y fuesen reengendrados en el nuevo ser espiritual y sobrenatural de hijos adoptivos del Altísimo y hermanos del mismo Reparador Cristo. Y porque los pecados de los hombres, así los pretéritos, presentes y futuros, que tenía presentes el Eterno Padre en la presencia de su sabiduría, impidieran este remedio tan suave y fácil, lo mereció Cristo nuestro Señor de justicia, para que la equidad del Padre le aceptase y aprobase dándose por satisfecho, aunque conocía cuántos de los mortales en el siglo presente y futuro habían de malograr el bautismo y otros innumerables que no lo admitirían. Todos estos impedimentos y óbices removió Jesús y como satisfizo, por lo que habían de desmerecer, con sus méritos y humillándose, para mostrarse y formar parte de los pecadores siendo Él mismo inocente, y recibiendo el bautismo. Y todos estos misterios comprendieron aquellas palabras que respondió al Bautista (Déjame ahora hacer lo que deseo, que así conviene cumplir con toda justicia). Y para acreditar al Verbo humanizado y recompensar su humillación y aprobar el bautismo y sus efectos que había de tener, descendió la voz del Padre y la persona del Espíritu Santo y fue confesado y manifestado que Jesús era el Hijo de Dios verdadero, y conocieron a las Tres Personas, en cuya forma se había de dar este bautismo en adelante, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.-
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