Laguna de Negrillos - Leon

El velo que cubre los Misterios ocultos de la BIBLIA, se ha retirado:

Sor María de Jesús, comienza su historia diciendo: El Señor Altísimo me dio a sentir una virtud desde lo alto, suave, fuerte, eficaz y dulce; una luz que alumbra el entendimiento, reduce la voluntad rebelde, enderezando, gobernando y llamando a la república de los sentidos interiores y exteriores y rindiendo a toda criatura para el agrado y voluntad del Altísimo y buscar en todo su Gloria y Honra.-

Estando en esta disposición, buscando mediante la oración al Señor, oí una voz del Todopoderoso que me llamaba por mi nombre, y levantando mi habitación a lo alto y fortaleciéndome contra los leones que rugían hambrientos para alejar mi alma del bien que la ofrecían, en el conocimiento de los grandes Misterios que se encierran en este Tabernáculo y librándome de las puertas de las tribulaciones por donde me invitaban a entrar, y cercada por los dolores de la muerte, el Señor me llamaba y me decía: Paloma mía y hechura de mis manos, levántate y date priesa, ven a mí, que soy luz y camino, y el que me sigue no anda en tinieblas. Ven a mí, que soy verdad segura, santidad cierta, soy el poderoso y sabio y enmendador de los sabios. Ven, alma, ven, porque soy tu Dios Omnipotente y, aunque hayas sido pródiga y pecadora, levántate de la tierra y ven a mí que soy tu Padre, recibe la estola de mi amistad y el anillo de esposa.-

Estando en esta habitación que digo, que es la celda de mi convento, vi, a seis Ángeles Santos que el todo poderoso me señalo, para que me asistiesen en esta obra y me purificaron y dispusieron para ella; y después de haberlo hecho me presentaron al Señor, y Su Majestad dio a mi alma un nuevo flujo de luminosidad y cualidad como de gloria, con que me proporcionaron y fortalecieron para ver y conocer lo que es sobre mis fuerzas de criatura terrenal; y luego se me mostraron otros dos ángeles de jerarquía superior, los cuales sentí que me llamaban con fuerza poderosa de parte del Señor, y tenía inteligencia y me querían manifestar altos y ocultos Misterios. Respondiendo y deseosa de gozar de aquel bien que me evangelizaban y, con ardiente afecto, declaré mi ánimo, que era ver lo que me querían mostrar. Y ellos respondieron luego con mucha severidad y me dijeron: Detente, alma, yo me paré en seco y les dije: Príncipes del Poderoso y mensajeros del gran Rey ¿por qué, habiéndome llamado, me detenéis así ahora, violentando mi voluntad y dilatando mi gozo y alegría? ¿Qué fuerza es la vuestra y qué poder, que me llama, fervoriza, solicita y detiene, siendo todo a un mismo tiempo; llevándome tras el olor de mi amado dueño y sus ungüentos, me detenéis con prisiones fuertes? Decidme la causa de esto. Y los Ángeles del Señor me respondieron: Porque es menester, alma, que vengas descalza y desnuda de todos tus apetitos y pasiones, para conocer estos Misterios altos que no se compadecen ni acomodan con inclinaciones siniestras.

Descálzate como Moisés, que así se lo mandaron para que viera aquella milagrosa zarza.-

Príncipes y Señores míos, respondí yo: Mucho se le pidió a Moisés, él era santo y justo y yo pecadora, llena de miserias; que siento en mis miembros contraria a la de mi espíritu.-

Y los Ángeles me dijeron: Alma, cosa muy violenta se te pidiera si la obraras con solo tus fuerzas; pero el Altísimo, que quiere y nos pide esta disposición, es poderoso y no negará el auxilio si de corazón se lo pides y te dispones para recibirle; y su poder, que hacía arder la zarza y no quemarse, podrá hacer que el alma encarcelada y encerrada en el fuego de las pasiones no se queme, si ella se quiere librar; pide Su Majestad lo que quiere y puede lo que pide, y en su confortación has de poder lo que te manda; descálzate y llora amargamente, clama lo profundo que hay en tu corazón, para que sea oída tu oración y se cumpla tu deseo.
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Vi, luego que un velo riquísimo cubría un tesoro y mi voluntad se fervorizaba para que se corriese y se descubriese lo que la inteligencia me manifestaba por Misterio escondido; y a este mi deseo se me respondió: Obedece, alma, a lo que se te amonesta y manda; desnúdate de ti misma y se te descubrirá.-

Propuse en mi interior, enmendar la vida y vencer mis apetitos, lloraba con suspiros y gemidos de lo íntimo de mi alma, porque se me manifestase este bien; y como lo iba proponiendo, se iba corriendo el velo que cubría mi tesoro. Corriose, pues, del todo y vieron mis ojos interiores una gran señal en el Cielo y signo misterioso; vi, una mujer, una señora y Reina hermosísima, coronada de estrellas, vestida de sol y la luna a sus pies y los Ángeles me dijeron: Esta es aquella mujer que vio Juan en el Apocalipsis, donde están encerrados, depositados y sellados los misterios maravillosos de la Redención. Favoreció tanto el Altísimo y todopoderoso a esta criatura, que a sus espíritus causaba admiración.-

Atiende y mira, escríbelas, que para esto, se te han manifestado. Y oí la voz del Altísimo que me decía: Esposa mía, quiero que tu vida sea más angélica que humana y olvides todo lo terrenal; mientras estás en mi presencia; Mira mi grandeza y tu pequeñez, soy justo y santo, y con equidad te aflijo usando de misericordia y no castigándote como mereces. Procura sobre este fundamento de humildad adquirir las demás virtudes, para que cumplas mi voluntad; y para que te enseñe, corrija y reprenda, te señalo por maestra a mi Madre María; ella te ilustrará y encaminará tus pasos a mi agrado y beneplácito placer.-

Estaba delante esta Reina llamada María, cuando el altísimo Señor me dijo estas palabras y se dignó la divina Princesa en admitir el oficio que Su Majestad le encomendaba, y aceptándolo la Reina María, me dijo: Hija mía, quiero que seas mi discípula y compañera. Yo seré tu maestra. Pero te advierto que me has de obedecer con fortaleza y desde este día no se ha de reconocer en ti resabio de hija de Adán. Mi vida en las obras de mi peregrinación y las maravillas que obró el brazo poderoso del Altísimo conmigo, han de ser tu espejo y arancel de tu vida a partir de ahora.-

Me Postre ante el trono del Rey y de la Reina María del universo y ofrecí obedecer en todo; y di gracias al Muy Alto por el beneficio que me hacía, al darme tal amparo y guía. Renové en sus manos los votos de mi profesión y ofrecí de nuevo obedecerla y cooperar con todas mis fuerzas y enmendar mi vida, más el Señor me dijo: Mira, y vi, una escalera de muchas gradas, hermosísima, y gran número de ángeles que la asistían y otros descendían y subían por ella. Y díjome Su Majestad: Esta es aquella escalera de Jacob misteriosa que es la casa de Dios y puerta del cielo, y si dispones bien tu vida y no hallas reprensión a mis ojos, subirás a mí presencia por ella.-

El Altísimo me declaró, cómo aquella escalera era la vida de la María en la tierra, sus virtudes y sacramentos. Y Su Majestad me dijo: Quiero, esposa mía, que subas por esta escalera de Jacob y entres por esta puerta del cielo a conocer mis atributos y contemplar mi divinidad; sube, pues, y camina, sube por ella a mí presencia. Estos Ángeles que te acompañan son los que yo dediqué para su guarda y defensa y guarnición de esta ciudad de Sión; atiende y, meditando estas virtudes, trabaja para imitarlas.-

El Señor movió mi voluntad, para que en su presencia se manifestase la purísima Reina María, para que venciera mi resistencia y con su ayuda, yo escriba la vida completa de María, la que había sido su Madre terrenal, y en la que su vientre Jesucristo de humanizo en la carne. Y dar conocimiento de todo este Misterio y razones a toda la humanidad y tengan conocimiento de todas ellas.-
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La primera: Para que se conozca la profunda reverencia que se debe a Dios eterno y que el efecto de los mayores favores y beneficios ha de ser mayor temor, reverencia, atención y humildad.-

La segunda: Para que el linaje humano, advierta y conozca lo que debe a su Reina y Madre María y que es de piedad, en las obras de la redención, el amor y reverencia que ella tuvo hacia Dios y el que debemos tener con esta gran Señora, y Reina, sabiendo como ella sabía, lo que su Santo Hijo haría en el futuro por toda la humanidad, mediante la muerte en la carne humanizada que le esperaba.-

La tercera: María la Madre del Señor me dijo: Hija mía, el mundo está muy necesitado de esta doctrina, porque no sabe, ni tiene debida reverencia al Señor Omnipotente; y por esta ignorancia, la audacia de los mortales provoca a la rectitud de su justicia para afligirlos y oprimirlos y están poseídos del olvido y oscurecidos sus sentidos.-

Más el Señor me dijo: Hija mía, cuando yo envié al mundo a mi Unigénito, estaba en el peor estado que había tenido desde el principio, porque la naturaleza humana es tan imperfecta, que si no se reduce al gobierno interior de mi luz y al ejercicio de la enseñanza de mis ministros, sujetando su propio dictamen y siguiéndome a mí, que soy el camino, la verdad y la vida, guardando mis mandamientos sin perder mi amistad, la humanidad dará luego en lo profundo de las tinieblas y en innumerables miserias, de abismo en abismo, hasta llegar a la obstinación en el pecado. Desde la creación y el pecado del primer hombre hasta la ley que di a Moisés, se gobernaron según sus propias inclinaciones y cometieron grandes errores y pecados. Y aunque después de la ley, los cometían, así fueron caminando y alejándose más de la verdad y de la luz, llegando al estado del sumo olvido, yo con paternal amor envié la salud eterna y la medicina a la naturaleza humana para remedio de sus enfermedades incurables, con que justifiqué mi causa. Y como entonces atendí al tiempo que más resplandeciese esta misericordia, ahora quiero hacerles otra muy grande, porque es el tiempo oportuno de obrarla mientras llegue mi hora, en la cual hallará el mundo tantos cargos y tan sustanciados sus procesos, que conocerán la causa justa de mi indignación; en ella manifestaré mi enojo, justicia y equidad porque bien justificada está mi causa. Porque el tiempo en que el atributo de mi misericordia más se ha de manifestar y es que quiero que mi amor no esté ocioso; ahora, cuando el mundo ha llegado a tan desdichado siglo, después que el Verbo encarnó, y cuando los mortales están más descuidados de su bien y menos lo buscan; cuando más cerca de acabarse el día de su transitoria vida, al ponerse el sol del tiempo, y cuando se llega la noche de la eternidad a los proscritos; cuando a los justos les nace el eterno día sin la noche; cuando de los mortales los más están en las tinieblas de su ignorancia y culpas, oprimiendo a los justos y burlándose de los hijos de Dios; cuando mi ley santa y divina se desprecia por la inicua materia del estado, tan odiosa como enemiga de mi providencia; cuando menos obligado me tienen los malos; mirando a los justos que hay en este tiempo para ellos aceptable, quiero abrir a todos ellos una puerta, para que por ella entren a mi misericordia, y darles una lucerna, para que se alumbren en las tinieblas de su ceguedad; quiero darles oportuno remedio, si de él se quieren valer, para venir a mi gracia; y serán muy dichosos los que la hallaren y bienaventurados los que conocieren su valor; ricos, los que se encuentren con este tesoro; felices y muy sabios, los que con reverencian escudriñen y entiendan sus enigmas y sacramentos; quiero que sepan cuánto vale la intercesión de la que fue remedio de sus culpas, dando en sus entrañas vida mortal al Inmortal; quiero que tengan por espejo, donde vean sus ingratitudes,
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las obras maravillosas de mi poderoso brazo con esta pura criatura y mostrarles muchas que están ocultas por mis altos juicios, de las que hice con la Madre del Verbo que terrenalmente se llama María mi Madre.-

En la primitiva Iglesia no los manifesté, y mande a los evangelistas que todos ellos fueran ocultos en sus escritos, mediante parábolas y distinta frases representativas, porque son misterios tan magníficos, para que se detuvieran los fieles en escudriñarlos y admirarlos, cuando era necesario que la ley de gracia y el evangelio se estableciese; y aunque todo fuera compatible, pero la ignorancia humana pudiera padecer algunos recelos y dudas, cuando estaba en sus principios la fe de la encarnación y redención y los preceptos de la nueva ley Evangélica; por esto dijo la persona del Verbo humanizado a sus discípulos en la última cena: Muchas cosas tenía que deciros, pero no estáis ahora dispuestos para recibirlas. Habló en ellos a todo el mundo de la tierra, que no ha estado dispuesto, hasta asentar la ley de gracia y la Fe del Hijo, para introducir los misterios y la Fe de la Madre; pero ahora es mayor la necesidad y ella me obliga más que su disposición. Creyendo y conociendo las maravillas que en sí encierra la Madre de piedad, y si todos solicitasen su intercesión, tendría el mundo algún reparo, si de corazón lo hiciesen. Y no quiero dejar de ponerles delante esta mi Madre María. Descríbela y dibújala, como tu entendimiento alcanzare para conocimiento de la humanidad. Y no quiero que sea esta descripción y de su vida terrenal, opiniones ni contemplaciones para nadie, escribe solamente la verdad cierta de todo lo que se te demuestre. Los que tienen oídos de oír, oigan, los que tienen sed vengan, los que quieren luz, síganla hasta el fin. Esto dice el Señor Dios omnipotente.-

Más el Señor me dijo: No temas, alma, ni te aflijas, que yo te daré un estado y un camino de luz y de seguridad, tan oculto y estimable, que nadie lo verá, y todo lo exterior y peligroso estará escondido. Guardándote y conservándote con vida perfecta. Yo te pondré en una senda oculta, pero clara, verdadera y pura; para que camines por ella.-

COMPOSICIÓN DE LA DIVINA TRINIDAD.-

Vi, de nuevo al Altísimo con el entendimiento, cómo estaba Su Alteza en sí mismo, y tuve clara inteligencia con una noticia verdadera de que es un Dios infinito en sustancia y atributos, eterno. Es trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre no es hecho, ni criado, ni engendrado, ni puede serlo, ni tener origen. Conocí que el Hijo le trae del Padre sólo por eterna generación y son iguales en duración de eternidad y es engendrado de la fecundidad del entendimiento del Padre. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por amor. En esta individualidad y Trinidad no hay cosa que se pueda decir primera ni postrera, mayor ni menor; Las tres personas en sí son igualmente eternas y eternamente iguales; son una unidad de esencia en trinidad de personas y un Dios en la individual Trinidad y tres personas en la unidad de una sustancia. Y no se confunden las personas por ser un Dios, ni se aparta o se divide la sustancia por ser tres personas; y siendo distintas en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, es una misma la divinidad, igual la gloria y la majestad, el poder, la eternidad, inmensidad, sabiduría y santidad y todos los atributos. Y aunque son tres las personas en quien subsisten estas perfecciones infinitas, es uno solo el Dios verdadero, el santo, justo, poderoso, eterno y sin medida. Tuve también el entendimiento, de que esta Divina Trinidad se comprende con una vista simple y sin que sea necesaria nueva ni distinta noticia; sabe el Padre lo que el Hijo, y el Hijo y el Espíritu Santo lo que el Padre; y que se aman entre sí recíprocamente con un mismo amor inmenso y eterno; y es una unidad de entender,amar y
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obrar, igual e indivisible; que es una simple, incorpórea, indivisible naturaleza, un ser de Dios verdadero, en quien están en supremo e infinito grado todas las perfecciones juntas y recopiladas.
Conocí la condición de estas perfecciones del Altísimo, que es hermoso sin fealdad, grande sin cantidad, bueno sin calidad, eterno sin tiempo, fuerte sin flaqueza, vida sin mortalidad, verdadero sin falsedad; presente en todo lugar, llenándole sin ocuparle, que está en todas las cosas sin extensión; no tiene contradicción en la bondad, ni defecto en la sabiduría; es en ella inestimable, en consejo terrible, en juicios justo, en pensamientos secretísimo, en palabras verdaderas, en obras de santo, en tesoros ricos; a quien ni el espacio le ensancha, ni la estrechez de lugar es angosta, ni la voluntad varia, ni lo triste lo conturba, ni las cosas pasadas pasan, ni las futuras suceden; a quien ni el origen dio principio, ni el tiempo dará fin. ¡Oh inmensidad eterna, qué interminables espacios en ti he visto! ¡Qué infinidad reconozco en vuestro ser infinito! No se termina la vista, ni se acaba mirando a este objeto ilimitado. Este es el ser inconmutable, el ser sobre todo ser, la santidad perfectísima, la verdad constantísima; esto es lo infinito, la latitud, longitud, la alteza y profundidad, la gloria y su causa, el descanso sin fatiga, la bondad en grado inmenso. Todo lo vi, junto.-

Vi al Señor cómo estaba antes de crear cosa alguna y con admiración reparé dónde tenía su asiento el Altísimo, porque no había cielo empíreo, ni los demás inferiores, ni sol, luna ni estrellas, ni elementos, y sólo estaba el Creador sin haberlo creado. Todo estaba desierto, sin el ser de los Ángeles, ni de los hombres, ni de los animales; y por esto conocí que de necesidad se había de conceder estaba Dios en su mismo ser y que de ninguna cosa de las que creó tuvo necesidad, ni las hubo menester, porque tan infinito era en atributos antes de crearlas como después; y en toda su eternidad los tuvo y los tendrá, por estar como en sujeto independiente e increado. Y ninguna perfección perfecta y simple puede faltar a su divinidad, porque ella sola es la que es y contiene todas las perfecciones que se hallan en todas las criaturas por inefable y eminente modo, y todo cuanto tiene ser está en aquel ser infinito como efectos en su causa.-

Conocí, pues, que en el estado de su mismo ser estaba el Altísimo, cuando entre las Tres Divinas Personas, se decretó el comunicar sus perfecciones de manera que hiciesen dones de ellas. Y es de advertir, para mejor declararme, que Dios entiende todas las cosas con un acto en sí mismo indivisible y simplicísimo y sin discurso; y no procede del conocimiento de una cosa a conocer otra, como nosotros procedemos, discurriendo y conociendo primero una con un acto del entendimiento y luego otra con otro; porque Dios todas las conoce juntamente de una vez, sin que haya en su entendimiento infinito primero ni postrero, que allí todas están juntas en la noticia y ciencia divina increada, como lo están en el ser de Dios, donde se encierran y contienen como en primer principio.-

En esta ciencia, que primero se llama de simple inteligencia, según la natural precedencia del entendimiento a la voluntad, se ha de considerar en Dios un orden, no de tiempo, sino de naturaleza, según el orden.-

Primero que tuvo acto de entendimiento, antes que de voluntad; porque primero consideramos sólo el acto de entender, sin decreto de querer crear alguna cosa. Pues en este estado o instante confirieron las tres divinas personas, con aquel acto de entender, la conveniencia de las obras y de todas las criaturas que han sido y serán futuras.-

Su Majestad quiso dignarse de responderme al deseo que le propuse, indigna, de saber el orden que tuvo, o el que nosotros debemos entender, en la determinación de crear todas las cosas.-
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