Terrer - Zaragoza

En Terrer, como casi nunca pasa nada, el cambio de alcalde, incluida toda la parafernalia de aplausos, fotos, pitos e increpaciones a los amigos de Francisco Marco (alcalde saliente),se me antoja que ha sido como un "halloween" anticipado. La calabaza iluminada, procedente de la leyenda del borracho irlandés Jack O'Lantern, se ha sustituido, en este caso concreto, por los gritos histéricos de los energúmenos de turno, esos tipos con colodrillo de veleta y ganas de murga que aparecen en todos los eventos que se precien para que la "fiesta" no decaiga. En unos, cantan jotas o gritan "que se besen los novios", y en otros, las menos, sacan brío y afinan el turbo de su fuero interno como para dividir los bienes de la vida, como pensaba Aristóteles, en tres clases: los exteriores, los del alma y los del cuerpo, o como si pareciese que estuvieran en juego el honor, el rango y la fama. Los irlandeses al llegar a América cambiaron el nabo por la calabaza. Algunos ciudadanos de Terrer, al llegar al estrecho horizonte de tener que definirse por un nuevo alcalde a mitad de su mandato, han cambiado el orden de las ideas por el progreso por el de las ideas por el negocio a la hora de entender las ideologías, y han visto molinos eólicos en un paraje desolado donde sólo existe carretera y vía.Tras conseguir su objetivo, satisfechos con lo conseguido, se han quedado vagando por el limbo.

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Superado ya el ecuador de la legislatura municipal, en muchos pueblos de Aragón asistimos en los últimos meses a vuelcos en los gobiernos locales fruto de mociones de censura que, en teoría, no apoya ningún partido político, pero que provocan curiosos giros. El sábado, la última la protagonizo en Terrer el concejal Tomás Escolano, que tuvo que dejar de ser militante del PP para poder acceder a la alcaldía con el apoyo de otros ediles (populares y del PAR) que hicieron lo propio. Todos lo hacen --de derechas y de izquierdas-- para salvar a su municipio, pero nadie se lo cree. Igual que todos los acuerdos y manuales de transfuguismo que nos brindan los partidos de vez en cuando. Lo evidente es que cada edil es dueño de su cargo y hace lo que quiere con él. Y, o se cambia esa propiedad, por ley nacional, o seguirá habiendo mucho cambio interesado.

La noticia anterior se corresponde, me parece, con un editorial del "El Periódico de Aragón", de fecha 26.10.09