03-01-11 20:54 | #6806517 |
Por:No Registrado | |
II COSAS DE BATURROS Voy á ocupáme, siñores (vergüenza me da el decilo) de lo mal que algunos padres educan hoy á sus hijos. Ricuerdo que por el año de mil ochocientos cinco, cuando un servidor de ustedes prencipiaba á hacer pinicos y á balbuciar "chicha, pupa" y otros voquiablos paecidos, no me dejaban mis padres respirar sin su permiso. En jamás me consintieron en casa, como á otros chicos les consienten, refrotáme la nariz contra los vidrios de la ventana; ni hacéle la burla á nengún vecino si, por un casual, tuvía la disgracia de ser bizco; ni atále la coda al gato; ni reñir con el tocino; ni coger clavos ú escarpías pa punchále á mi hermanico; ni quitáles á los pollos los pelarzos de los higos que á mí, por aquel entonces, me gustaban con delirio; ni revolcáme en los charcos; ni cebar güetes ni mistos de cazoleta; ni atáles monas á los siñoritos; ni praticar otros juegos igualmente divertidos que hoy, por calles y por plazas pratican tós los chiquillos. A la hora de las comidas, yo estaba tan estruído tan correto, tan prudente, tan callao, tan, modosico que á formal no me ganaba ni aún el siñor arzobispo, pues me limpiaba los morros pa beber en el botijo, y no metía en la juente los dedos como otros chicos, ni me llenaba de lardo los ojos ni los carrillos. Lo más que me premitían, cuando había concluído de comer alguna cosa, era pasar un ratico la lengua alredor del plato, pues lo dejaba tan limpio que, sin fregálo, mi madre lo colocaba en su sitio. Hsta pa ponéme enfermo ú pa echar algún colmillo me acostrumbraba mi padre á señalar días fijos y si echaba alguna muela antes de lo convenido, sin compasión me atizaba mi padre dos ú tres pizcos ó un repelón en la nuca que me devantaba en vilo. Hoy han cambio las corrientes. La educación es un mito. Se tiran á la bartola los padres y muy tranquilos, sin preocupáse de nada, mucho antes de que sus hijos entren en la edá adultéra (que es la edá de los peligros) les dejan hacer su gusto y rializar sus caprichos en lugar de reprendéles y de aplicáles castigos. Chicos hay que á los tres años le piden á uno un pitillo, y si por su bien les dices que se golverán tesícos por fumar, van y contestan que á tú no te impórta un pito si se mueren, y te llaman clerical, cara de chivo, morros de almú, zampatortas, meloncio ú algo paecido. Los maistros, en las escuelas, por más voces y más gritos que dan, no logran que en clase se porten como es debido y asi como antes, si alguno quería ir a cierto sitio se iba ante los profesores y devantadaba el dedico, ahora lo piden tan claro que da ripunancia oirlos. Escasamente tropiezas en las escuelas, con cinco u sais parvúlos que estudien y sepan el catecismo, pues cuasi tós, si el parróco les pregunta que quién hizo la Salve, saltan y dicen sin dudar lo más minímo que don Lipoldo Romeo ú Canóvas del Castillo. Pero lo que á uno le indina y le preduce vertígos, es ver á esos mozalbetes desvergonzaos é impudícos que al pasar una siñora ó una chica del servicio, se les hace la boca agua y se van muy pacifícos tras ellas, como si juesen tinorios empedernidos, ú al encontrála se espresan en los siguientes termínos: "¡Gachó, vaya un cetacéo! Se le pué sacar cien kilos de magra, y me quedo corto. "¿Te has fijao en el pulpito que lleva? "No te entusiasmes que pué que sea postizo". ¡Vaya una manta pa invierno! ¡No tendrá su esposo frio! "Con una mujer tan maja yo estaría hecho un menistro y sin teméle al coléra que llaman morbio asiatíco". Una apreciable siñora viuda de cuatro maridos que tié casa de güespédes al lao de mi domecilio, recibió la otra mañana, con sello de diez centímos, una postal con sorpresa que le envío su sobrino (el cual, según mis noticias, tié siete años no cumplidos) y que estaba redatada como les diré ahora mismo. "Queridisma y apreciable tia: Sabrás que te escribo pa pedíte rilaciones, si es que no tiés adquirido al recibir la presente postal, nengún compromiso con mi hermanico el pequeño, que tamién sigún me ha dicho, está por tú hace tres meses ú cuatro, loco perdido. Yo, la verdá, aunque entoavía no tengo nengún oficio estudiao, pues en la escuela soy uno de los ultímos y el trebajar me risulta cosa propia de pollinos, hi pensao que tú ya ganas de patrona, lo preciso pa que los dos lo pasemos bien, pues yo no tengo vicios y en llevando un par de duros tó lo más en el bolsillo, pa ir al treato ú al baile, me consiero tan rico como Roschil, pues yo busco solamente tu cariño. Esperando tu rispuesta besa tus pies Domenico Barbo del Rio. Posdata: ¡Olé los cuerpos bonitos! Dimpués de ver estas cosas y otras muchas que no cito pa no cansar, no me estraña que el Siñor, como castigo, nos osequie tós los dias con tirremotos, granizos, eclises, incendios, pestes, carbuncos y golondrinos. | |
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