“RETRATO DE UN OBRERO CUALQUIERA” PEDRO LEZCANO, poeta canario
Los pintores del mundo han retratado personajes ilustres y guerreros, dorados reyes, rojos cardenales, ángeles blancos y angelitos negros. Pero nunca han pintado cabalmente el exacto retrato de un obrero. Y ya es hora que el arte se preocupe de temas verdaderamente serios.
Pero es difícil que un obrero adopte el elegante porte fotogénico, con la frente bien alta y una mano en el pecho.
Habría que sorprenderle antes de que el sol abandonando el lecho, o emprendiendo el camino desde el alba con el hatillo al hombro del almuerzo. O ascendiendo a la gloria de un andamio, o hundido hasta las minas del infierno, atronando en el yunque o silencioso mientras medita el temple del acero... Sorprenderle una tarde en las tabernas lóbregas del sueño, mirándose al espejo de sus hijos o contando el salario con los dedos...
Mas si yo fuese artista, sabiendo que este obrero me fabricó el pincel de pura marta, tejió con hebra vegetal mis lienzos, hizo la luz que alumbra mis colores, coció las rojas telas de mi techo, lo pintaría igual que se pintaba a Dios en otros tiempos: con una bola del mundo en una mano, puesto que ha fabricado el mundo entero. En una mano, el mundo; en la otra, nada: la esperanza y el viento.
La Europa que tú me ofreces te puedes quedar con ella que no es que yo la desprecie es que no nace quererla, porque aventó las simientes de esclavitudes y guerras porque engañosa serpiente pica cielo, mar y tierra.