San Esteban del Molar - Zamora

LA REFORMA AGRARIA

Es la transformación de la estructura de la propiedad de la tierra y de la organización del trabajo agrario,tiene como finalidad extender la propiedad agraria a los campesinos,el mejor aprovechamiento de los recursos productivos y la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas.

Los ilustrados del siglo XVIII ya pensaron en la reforma agraria,la idea cuaja en la izquierda durante el siglo XIX y en el siglo XX la Segunda República promulga una ley de reforma agraria que fue paralizada en 1933 por el triunfo electoral de la derecha.

Se aprobó en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria,con ella se buscaba el asentamiento de campesinos sin tierra en los latifundios insuficientemente explotados. Su aplicación fue lenta,con mucho trabajo burocrático y excesivas discusiones parlamentarias durante el periodo reformista de la República. A partir de 1933 gobierna la derecha,unión de Lerroux y Gil Robles y se paraliza la reforma agraria. En 1936 gana la izquierda las elecciones,Frente Popular,pero se produce al poco tiempo el Alzamiento Nacional que da lugar a la Guerra Civil Española.

En la actualidad la reforma agraria sigue siendo una reivindicación muy sentida por parte de los campesinos y jornaleros del campo, especialmente en Andalucía con el SAT,Sindicato Andaluz de Trabajadores del Campo,dirigido por Gordillo y Cañamero.

Marcelo.

EL NIÑO YUNTERO

Miguel Hernández

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatifecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepurtura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
u declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Miguel Hernandez

LOS NIÑOS DE EXTREMADURA

Rafael Alberti

Los niños de Extremadura
van descalzos.
¿ Quien les robó los zapatos?

Les hiere el calor y el frío.
¿ Quién les rompió los vestidos?

La lluvia
les moja el sueño y la cama.
¿ Quién les derribó la casa?

No saben
los nombres de las estrellas.
¿ Quién les cerró las escuelas?

Los niños de Extremadura
son serios.
¿ Quién fue el ladrón de sus juegos?

ACEITUNEROS

Miguel Hernández

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma ¿quién
quién amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

EN LA PLAZA DE MI PUEBLO

Canción

En la plaza de mi pueblo
dijo el jornalero al amo
"Nuestros hijos nacerán
con el puño levantado".

Esta tierra que no es mía
esta tierra que es del amo
la riego con mi sudor
la trabajo con mis manos.

Pero dime, compañero,
si estas tierras son del amo
¿por qué nunca lo hemos visto
trabajando en el arado?

Con mi arado abro los surcos
con mi arado escribo yo
páginas sobre la tierra
de miseria y de sudor.

Que mi voz suba hasta el monte
que mi voz baje al barranco
hasta que los jornaleros
se apoderen de los campos.

PAN DURO

Arrugas que son surcos con retoños tiernos,
libianas como son los fardos de cargar los
sueños, que tragan ruedas de molino, y se
les ven todos los huesos.. que saben que sus
años tienen más de cuatro inviernos.

Silencio por el techo por los platos llenos,
silencio bañado en sudores de los
jornaleros´ que solo han hecho sus jirones,
que saben lo que vale un beso, que no quieren
llevar los nombres de sus carceleros.

Que saben las tripas de puños cerrados,
saben que las riegan los amargos tragos, saben
todo y más, de tenerse en pie de la
soledad, saben porqué está siempre
duro el pan.

Monedas de tan sucias tan
desdibujadas, odioso tintineo en manos encalladas,
que son las patas de sus mulas, si el
látigo se llama hambre, las dueñas
de caminos que no son de nadie.

Cerrojo es el antojo de la poca hondura, abiertos
para dar paso a las herraduras, que dejan huellas
que los guian, para volver a desquitarse, para no
tener que rasgarse más las vestiduras.

Que saben las tripas de puños cerrados,
saben que las riegan los amargos tragos, saben
todo y más de tenerse en pie de la soledad,
saben porqué está siempre duro el pan.
Siempre duro..

Magnifico este retroceso al sindicalismo de los años treinta.

Por dios, Juancito.

Hasta que no consigas el "puñau" de hectáreas para el Puerto Seco de S. Esteban, eres capaz de resucitar al campesinado muerto en las trincheras,en el paredón, por la inanición, por la inmigración, la deshidratación....y el carbunco.

No tienes arreglo, pide un negociado en la Península y aburguesate.