06-08-05 01:19 | #93334 |
Por:No Registrado | |
La tragedia de Miguel Hoy he sabido, que ayer fue un día muy triste para Miguel y desearía que los amigos del Foro conociesen los motivos. Tal vez fue el día más triste de su vida, de los días que uno quisiera estar muerto. El día 4 de Agosto, la perrera de Benidorm se llevó a 28 de sus 32 perros. Permitidme una breve historia de Miguel. Hombre del campo jienense; soltero, llegó a Benidorm a principio de los 70. Trabajó en la hostelería unos años y poco después, le conocí por ser uno de los propietarios en una Urbanización de adosados (esa palabra todavía no se había inventado y se les llamaba bungalitos) que mi despacho gestionaba. Poco después, entró como jardinero en otra Zona Residencial, regentada igualmente por nosotros. Hasta aquí, nada de particular: buen trabajador y mejor persona. Pasó un tiempo y descubrimos que a Miguel le gustaba perforar una especie de cuevas y las cubría con ramas y hierbas, en un principio para dormir la siesta y más tarde para pasar algunas noches de fines de semana. Este comportamiento resultaba extraño, pero todos mirábamos para otro lado. Llevó dos perros a sus cuevas y, olvidados del bungalito, permanecieron los tres por algún tiempo en la urbanización hasta que llegaron nuevos perritos que entraron en conflicto con una gata siamesa de una vecina muy particular. Se despidió del trabajo y, después de haber contemplado con sus perros tantas noches estrelladas en plena libertad, decidió trasladarse a una cantera abandonada en la zona. Pasaron unos años sin que tuviésemos una relación especial, hasta que le visité en la cantera y, sorprendido, pude ver que había construido una gran cantidad de cabañas de piedra en varias zonas, unidas con rudimentarios muros de piedra y cubiertas con plásticos, colchones y otros objetos peculiares. Un poblado de 6000 m2 con laberintos y ristras de cables y cuerdas colocados estratégicamente con el fin de dificultar el acceso a extraños, pero que si te descuidabas, te podías dejar el cuello pinchado. Disponía de aljibes donde recogía agua de lluvia para el cultivo de vegetales y otras necesidades. Por aquél entonces, tendría unos 15 perros, todos pequeños, del mismo padre (Bull) y fue cuando empecé a fotografiarlo con su delgadez y su libertad. Miguel lleva más de 20 años en la cantera, (mantiene su bungalito cerrado) de los cuales hemos disfrutado más de 10, hablando de los cuidados que dispensaba a sus animales, de sus aventuras amorosas, aprendiéndo a quererle y a fotografiar todo lo que se movía. He descubierto en él una enorme fortaleza física y síquica, una inteligencia natural muy reñida con la actualidad y una bondad desbordante. Durante todo este tiempo ha sobrevivido a algunos ocupas molestos que utilizaban sus cabañas como picadero y otros inconvenientes superables, hasta que, hace dos años, instalaron una trituradora de grava ilegal en la cantera que destruyó parte del “poblado” y le obligó a replegarse a la parte baja y primitiva del mismo, próximo a los edificios de apartamentos. Ha soportado el polvo de la fila interminable de camiones, las cabañas y los árboles cubiertos de esa capa blanca, semejante a las que dejan las erupciones volcánicas, sin olvidar el ruido demoledor de la trituradora. Esta situación la había soportado estoicamente, algo mejorada en la actualidad, pero su espacio se había reducido peligrosamente y él con sus 32 perros se han visto obligados a permanecer demasiado cerca de la CIVILIZACIÓN. En este año, conforme se acercaba el buen tiempo, observé que los perros se acercaban demasiado a los edificios y buscar la comida que algunas vecinas les ponían en la calle, y a la obra próxima buscando los restos del almuerzo de los obreros y comprendí, que un peligro se cernía sobre todos ellos. Casualmente, gestionamos también los edificios en cuestión y recibimos algunas protestas a cerca de los perros. Avisé a Miguel, que dijo no poder sujetarlos, hablé con las vecinas advirtiéndoles que no les diesen comida, pues los perros estaban bien alimentados, pero todo resultó inútil, era demasiado tarde: los verdugos ya habían llegado. En la junta de propietarios, en un ambiente de auténtico infierno, sentenciaron a los pobres perros. Gritaban “hay que llamar a la policía, a los bomberos, a la perrera, a Barbie, el carnicero de Lyon,. Hay que arrojarlos al mar, hay que actuar, cuanto bicho, qué horror... Me han contado que, con este tema tan urgente y peligroso, los vecinos se olvidaron de gasificar al portero de la finca, ¡menos mal! A eso de las 6 de la tarde, llegó al POBLADO un coche de policía y un una camioneta de la perrera con la idea de llevarse todos los perros. Miguel (76 años y muy encorvado) se opuso enérgicamente con ánimo de proteger a los perros que no estaban de ronda, pero los agentes le conminaron a apartarse o se le llevaban a él también. “Por favor, déjenme, los más pequeños que todavía necesitan atención especial y Bull que, con 22 años está a punto de morir, y estos dos que no ladran, y este que está enfermo y este que …....” Por Dios, buen hombre, apártese. ¡Actúen los de la perrera, rápido! -Por ese Dios, les pido que me dejen 10, ..9…8…7 (..) Al final quedaron 4, incluido al viejo Bull, todos muy aturdidos con lo ocurrido. Al conocer la noticia, he visitado a Miguel y le he encontrado muy triste, con 28 tremendos desgarros en el corazón, 28 heridas de otras tantas ausencias, de las que duelen, por las que el alma se desangra y no se puede encontrar sosiego. El corazón de Miguel se detuvo al ver las patitas y las colas de sus compañeros atrapados en la terrible red oficial, y 56 ojos desorbitados pidiéndole ayuda, temerosos de las porras y los lazos de la autoridad. Mientras tanto, los vecinos, sonreían y disfrutaban al comprobar que su acuerdo había sido ejecutado con pericia y diligencia. Desconozco si después, todos, bebieron limonada. Hace un año tuve que dormir un perro joven, y aún no me he repuesto. No me imagino ese sentimiento multiplicado por 28. Pido a Mariano que os envío a vuestro correo unas fotos de Miguel. Lamento la extensión y la rápida redacción. Saludos. | |
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06-08-05 11:01 | #93355 -> 93334 |
Por:No Registrado | |
RE:La tragedia de Miguel Amigo Fernando: es un tristísimo relato; quisiera pensar que es parte de un cuento, fantasía, pero es inevitable negar la evidencia: es la realidad. Una vez más, los animales humanos (que somos nosotros) maltratamos y condenamos a muerte a los animales no humanos. ¡Es tan fácil hacerlo para algunos! No recuerdan que nosotros, los simios pensantes, sólo somos animales humanos, pero animales, en definitiva. Es posible que nadie del foro lo sepa, pero yo soy miembro de un equipo de investigación que estudia la defensa de los animales desde el punto de vista filosófico y legal. He participado en algunos congresos exponiendo el tema, recordando a la gente que los animales son como nosotros. Es fácil encontrar alguna de esa ponencia en el google. En concreto, el pre-juicio especista, que es se juicio irreflexivo que nos considera seres especiales y distintos a los animales no humanos. Siento mucho todo lo que cuentas. Mi más sincero ánimo para ti, y qué duro que Miguel no haya podido soportar tanto dolor. Lo entiendo, desde luego. Lo entiendo. Saludos, Agustín | |
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06-08-05 13:07 | #93405 -> 93334 |
Por:Mariano Estrada ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE:La tragedia de Miguel Querido Fernando: en la enternecedora y triste historia que nos cuentas, además de la tragedia de Miguel, quedan al descubierto muchas cosas: la marginación (aunque sea voluntaria), el tipo de vida que llevamos, las dificultades, casi la imposibilidad de bajarse del carro... Pero yo voy a pararme en una de ellas: el amor a los animales y, concretamente, a los perros. En tu historia ha quedado patente, como queda en los abandonos veraniegos, que el declarado amor a los perros deja mucho que desear. Hay sus excepciones, naturalmente. Tú eres una de ellas, Agustín es otra... Os voy a contar el desenlace de un pequeño relato, titulado “La desgracia tenía nombre de perro”. Un día, después de una terrible tormenta nocturna, con aparato eléctrico y diluvio universal, de la que salieron milagrosamente, los dueños de un perro se encontraron con el siguiente panorama... Leed, leed... Un abrazo “... Ya de mañana, contenidas las furias celestiales y a la luz hermosa del sol, vieron con espanto que, detrás de aquel monte de alegría, la felicidad era trunca. Ahora tocaba la desgracia y la desgracia tenía nombre de perro: se llamaba Totó... Más que un perro al uso, Totó era una especie de confluencia de manifestaciones familiares que, de otra forma, hubieran tenido una difícil canalización, algo así como un vínculo amoroso en el que todos se encontraban a gusto. Había otros perros en la casa, tres o cuatro, según, todos ellos queridos, pero éste era Totó, el ungido por las estrellas, el que había nacido con bula, el que llevaba en su ingenuidad y en su descaro un trozo del corazón de sus dueños, especialmente de Isidro, quien, por haber crecido con él, tenía el alma llena de sus innumerables arañazos, de sus juguetonas dentelladas, de su inagotable y amorosa saliva. El día anterior, por causas que no es necesario recordar, Totó había quedado amarrado a la cancela de un cobertizo, hecha de tablas de roble a media altura. Al parecer, el perro se había asustado con la tormenta y había tratado de saltar hacia la parte de dentro. Y efectivamente, saltó, pero la cuerda a la que estaba atado era corta. No llegó al suelo, a pesar de que el pobre lo intentó estirando completamente las patas. Tenía la lengua fuera y estaba rígido y frío, tal como corresponde a un cadáver. En la casa quedó un tufo de dolor, un ahogo triste y un halo de resignación y de muerte. Isidro lloró con soledad, con impotencia, con la amarga desesperación de un niño indefenso. De nada le valían los consuelos, tan poco convincentes, que trataban de darle sus padres. Después de todo, los corazones de sus padres también estaban llenos de desolación y de angustia. Totó era un perro lanudo que tenía un cascabel dorado y una cara de bendición y de mimo". Mariano Estrada Del relato “La desgracia tenía nombre de perro” Posdata para Agustín: cumpliendo el encargo de Fernando, he mandado a la lista de amigos las fotos de Miguel y sus perros. Creo que tú no estás en la lista. Dime una dirección de correo y te las mando. | |
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06-08-05 22:32 | #93484 -> 93334 |
Por:No Registrado | |
RE:La tragedia de Miguel Sr. Medrano, he de reconocer que esta mañana, no he podido contenerme y he entrado en un Ciber para ver mi correo, a la vez, como anoche me sentí feliz por compartir unas horas con mis amigos, y, disfrutar de la paz y tranquilidad del pueblo, se me ha ocurrido dejar en el foro una reflexión algo irreal y en clave de humor, no sé si lo he conseguido, pero por lo menos, Sardón, ha hecho un comentario que considero muy bueno y que no esperaba de nadie. Su comentario sobre Miguel lo he ignorado sin saber cual era su alcance. Ahora, nuevamente en Valencia, por motivos de un grave accidente de circulación de un familiar muy allegado, concretamente un hermano de mi mujer, que se encuentra en estos momentos luchando entre la vida y la muerte, estoy delante de mi pantalla para intentar engañar a mi mente. He querido volver a entrar en el foro y he leído detenidamente la historia de Miguel, y antes, he visto sus fotos que nos ha enviado Mariano, y ya no necesito más. Sólo decirle que ha escrito una enternecedora historia, y sus fotos, valen más que mil palabras. No sé si habrá alguien que no pueda entender esto, pero los que tenemos perro, sabemos muy bien lo que representan para nosotros. Sin ir más lejos, esta tarde cuando nos han dado la noticia del accidente, mi mujer, como es lógico se apuesto a llorar, nadie de los que estábamos allí ha entendido la noticia mejor que la perra, se ha puesto triste y no paraba de dar besos a mi mujer para consolarla. Cuando nos ve triste, ella se pone triste igual que nosotros, o bien, va en busca de cualquier objeto y te lo entrega como diciendo: Toma, juega, y olvida la tristeza. Hace unos meses, una mañana, la bajé a la calle para darle un paseo, al entrar en el ascensor, despiste de mi, entre llevando la correa en la mano, y a ella, la deje fuera. Cuando había bajado un par de pisos, viendo la correa en mi mano y en el final no estaba la perra, de momento, me faltó la respiración creyendo que me iba a dar algo, afortunadamente, cuando subí, la correa si había roto y a la perra no le había pasado nada. Su reacción fue mejor que la de una persona, sólo quería consolarme y parecía decir: "No te preocupes, no ha pasado nada". No quiero exagerar, pero para mi, es un hijo más, por ello comprendo perfectamente la tragedia de Miguel, le han quitado 28 hijos, cosa muy fuerte, a veces, los animales son las personas, y las personas somos los animales. Me uno a esa desgracia y, si hubiera alguna iniciativa para reparar el daño, me uno igualmente. Un abrazo. | |
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07-08-05 02:33 | #93509 -> 93334 |
Por:No Registrado | |
RE:La tragedia de Miguel Sr.Medrano: tristìsima historia, yo tengo una perrita que me acompaña.si algo así le sucediera, creo que moriría. No se que podría hacer yo desde aquí, supongo que nada....eso es lo malo, no poder hacer nada, comprendo la tragedia del Sr.Miguel......saludos, Mar | |
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