Muelas de los Caballeros - Zamora

Queridos amigos:

Esta mañana inserté en el Blog de Rosa Díez, porque así me apeteció después de leer el artículo que ella había colgado, estos dos fragmentos que ya había puesto en el foro:

La eliminación de la Rosa

...¿Y qué decir finalmente del fratricidio cometido en la persona de Rosa Díez, mujer honesta y valiente donde las haya (y no precisamente de cuota, sino de las que se lo han ganado a pulso), acusándola vergonzosamente de trabajar “en sintonía” con el PP en la comisión LIBE del Parlamento Europeo, cosa que ella misma se ha encargado de desmentir, reservándose el derecho, si fuera necesario, de demostrarlo citando algunos nombres de su entrañable partido? El preconizado talante de Zapatero no admite otra discrepancia que el sello de correos en los labios y punto en boca y chitón. Ya no es aquello de que quien se mueva no sale en la foto, que hizo famoso Alfonso Guerra, sino que se ha pasado a la destitución pura y dura y al confinamiento en el silencio y en la sombra. Si entre los dirigentes del PSOE hubiera un poco de dignidad, no faltaría quien le espetara a Zapatero: “querido José Luís, somos un partido de compañeros que llevamos mucho tiempo apiñados en torno a una manera de proceder, a unos ideales y a unos símbolos. Pero tú, no sólo has perdido el talante, sino que te has apropiado sañudamente del puño, del que acabas de eliminar a la Rosa”.

La Rosa es Rosa Díez, un símbolo de resistencia, de integridad y de honestidad, tanto en el País Vasco como en España. Sea éste mi pequeño homenaje.

Mariano Estrada
Fragmento de artículo


Sobre la actitud política de los ciudadanos

Ante la actitud políticamente desentendida de una gran parte de los ciudadanos de nuestro país, especialmente en un tema tan serio como el terrorismo, y ante la opinión, no menos extendida, de que a los políticos debemos dejarles hacer, yo quiero manifestar lo siguiente:

Es cierto que el papel de llevar adelante esta difícil tarea de acabar con el terrorismo, corresponde a los políticos. Pero estos deben apoyarse en la sociedad. Y la sociedad está compuesta por ciudadanos, no por territorios, como algunos pretenden hacernos creer. Y los ciudadanos no sólo tienen el derecho de opinar, sino también el deber, según lo veo yo. Sobre todo cuando nos dicen tantas mentiras. Es cierto que luego les castigamos o les premiamos con nuestro voto, pero en el ínterin hay que estar atentos para que no nos la metan doblada, que nos la meten.

Nosotros podemos opinar y debemos opinar. Podemos decir burradas y disparates. Podemos incluso equivocarnos de medio a medio. Los que no nos conviene que se equivoquen son los políticos, porque somos nosotros los que acabamos pagando el pato. Así que debiéramos estar muy informados, casi vigilantes. De hecho, los gobiernos suelen caer por el clamor de los ciudadanos. Pero cuanto esto ocurre, a veces ya es tarde. Fue tarde con Felipe González, fue tarde con Aznar y puede ¿por qué no?, que sea tarde con Zapatero.

Uno de los males de nuestro tiempo es precisamente ese: que las mayorías están absolutamente desentendidas.¡Vivimos tan cómodos...!

Es cierto que a los políticos debemos dejarles hacer, pero también debemos estar informados de cómo lo hacen. Para aplaudirles, si es que merecen el aplauso. Pero también para ponerles contra la pared (con los brazos abiertos y dos diccionarios en cada mano), si es que se hacen acreedores de este memorable castigo.

Mariano Estrada

Gracias Mariano por lo que has colgado en mi blog. Por pensarlo y por escribirlo.
No conocía tu página. Me ha encantado.
Un beso.
Rosa Díez.

Rosa es mucha Rosa... Ayer le preguntaron en El País que qué iba a hacer si la echaban del PSOE y no podía, por principios ir con el PP. Y dijo algo así, que ella era antes funcionaria del Estado, y volvería a trabajar en ello, no como muchos (políticos) que nunca han ejercido una profesión...

Os cuelgo un (¿poético? ¿descorazonado?) artículo de Ignacio Camacho sobre lo que nos pesa a todos como una losa. Saludos, Ramón.

Salutación del pesimista
Por IGNACIO CAMACHO

LO has notado en el bar del desayuno, en la oficina, en la calle. Ese aire cazurro, desconfiado, escéptico, con que tu gente se encoge de hombros y levanta las cejas: «Ya veremos». No dicen que no, que tampoco será esta vez, ni que sea malo que callen, siquiera un tiempo, las armas; hace mucho que aprendieron a resignarse ante una vida de algún modo prestada por la adversidad y el desengaño. Pero sabes que no se lo acaban de creer, como tú mismo, o peor aún, que sospechan de un designio secreto, de un pacto a oscuras, de un acuerdo ominoso y quizá vergonzante en el que muchos temen que se quede enredada la vieja dignidad de un pueblo herido. Has leído los periódicos, has escuchado las radios, has visto la tele, has rumiado el turbión de palabras bajo el que intuyes la ambigua y cautelosa oquedad de una retórica de intereses, y has empezado a buscar en tu propio interior las razones por las que brota de tus tripas una especie de recelosa amargura que empapa de atribulaciones tu deseo de esperanza.

Y vas sabiendo poco a poco el porqué de ese desengañado desconsuelo. Te lo presiente la borrosa conjetura de que no os están diciendo toda la verdad. En alguna víscera llevas alojado el virus de la suspicacia, después de tantos años de descreer a fuerza de desencantos, y vas hilando los cabos sueltos de los últimos años, el baile desvergonzado de guiños y gestualidades, la línea de sombra que llevas intuyendo desde que se empezó a romper la confortante unidad por la que clamaste en las calles desde el verano angustioso de Miguel Ángel Blanco, en el invierno gris y húmedo de Jiménez Becerril, en el otoño zozobrante e inquieto de Luis Portero y de Muñoz Cariñanos. Sabes que hace tiempo que ese clima se disolvió en la bruma incierta de un tiempo nuevo en el que todo parece blando y dúctil, en el que los conceptos que diste por firmes se han vuelto acomodables, mórbidos, esponjosos, elásticos, muelles.

Hay algo en esta contenida euforia colectiva, en esta temblorosa alegría, que te lleva a pensar en una confortable derrota. Te has percatado de que de pronto todo el mundo ha empezado a discutir de un precio que hace bien poco nadie parecía dispuesto a pagar, y vislumbras que es fácil que ya alguien haya abonado el primer plazo. Adivinas que no está lejano el día en que pasen a cobrarte el recibo de tu libertad. Si fuera sólo tuya, al menos, tal vez podrías decir que no. Pero sabes que no serás tú el que decidas, y que acaso haya otros que ya estén decidiendo por ti, y que puede que no te dejen siquiera el recurso de negar que lo hagan en tu nombre.

Barruntas que acaso pronto no os quede más que la memoria. La memoria por la que un día clamaste en las calles un jamás cuyo eco se va disolviendo en la pragmática necesidad de sobrevivir. Y mientras te asalta la tentación de resistirte a olvidar, de gritar fuerte y claro que olviden otros, te preguntas hasta qué punto tienes derecho a aceptar que la Historia no resulta nunca como hemos creído merecerla.

Os dejo el cierre de Rosa Díez a los comentarios que ha suscitado su artículo de hoy:

[19] Rosa Diez | 25.03.06 03:05 pm

Muy interesantes los comentarios de hoy. Me parece muy estimulante que tanta gente haya reflexionado sobre la política y los partidos políticos, sobre la democracia y sobre el papel de los ciudadanos.
Oportuno el post. 18 de Benito. Cosas sobre las que pensar.

Lo mismo digo del post. 15 de Mariano estrada. Comparto absolutamente la idea que los ciudadanos tienen la obligación de estar vigilantes. No es por desconfianza hacia los políticos: estar vigilantes significa estar activos, ejercer de ciudadanos. Muy oportuno también.

Un abrazo
Posdata: perdonad la inmodestia, pero creo que el de Rosa Díez es un comentario que, de alguna manera, es un elogio a este foro, aunque sea a través de mi persona.

Soy la última en llegar al foro, por estar en Kiev dedicada a otros menesteres y sufriendo contratiempos en Internet porque los roedores, ¡sí, las ratas hambrientas nos comen los cables del teléfono…!¿ Para reír? ¿Para desesperarse?¡Tres días sin comunicación! Al fin no ha pasado nada,asi podeis ver por donde se mueven los cables subterráneos en Ucrania las vísperas de las elecciones Legislativas, Parlamentarias y Municipales. Estamos en vilo, pues está claro que Yushchenko está “pro occidente” y su opositor Yanukovich, “pro Rusia”.
¿Se volverá a hacer una revolución con aquel silencio, valor, constancia, orden y paz con que se dio la “Revolución Naranja?” Aquello fue único en la historia, impresionantemente extraordinario.

Como contrapartida tenemos la popular Yuliya Timochenko que se mueve donde mejor le conviene. Yuliya es el prototipo que encarna la mujer ucraniana en ese singular “matriarcado” que todo lo gobierna. Las mujeres, las jóvenes y “nuestras niñas” están por ella. La idealizan porque se ven representadas en esta mujer de carácter, revolucionaria, inteligente, audaz, picara, astuta, desenvuelta, guapa,”gítraya”, como dicen ellas.

He leído vuestras opiniones respecto a la política. Me agrada el pensamiento de cada uno en busca de verdades y soluciones. Yo veo el futuro con optimismo pero con recelo, como la mayoría de la gente. Me pongo del lado de las victimas de ETA y digo: no es justo lavarse las manos como si nada hubiera pasado. Caín, Caín, ¿qué has hecho con tu hermano Abel? La sangre de tu hermano clama justicia.

No es inmodestia, Mariano, el que nos hayas regalado esa bella “Rosa” adornada de tan bellas virtudes, cualidades y valores.
¡Bienvenida al foro de Muelas, Rosa Díez! Un beso desde Kiev. Antonia

Priviet, Antoñaska Danielovna:

A mí no me gusta dar consejos, pero hoy voy a hacer una excepción: te aconsejo que compres un gato. O dos gatos, uno para el coche y otro para el ordenador. Todos los ordenadores tienen un ratón, como sabemos. Lo que no sabíamos es que el tuyo tiene muchos, que no entraban en el paquete y que se comen los cables por los que circulan las noticias. Gatos o trampas. Tal vez venenos...

En cuanto a las elecciones de mañana: he leido que no va a sacar mayoría ninguno de los candidatos y que tendrán que pactar necesariamente, bien los rojos con los naranjas o bien los naranjas entre sí. O sea, Yanukovich con Yuschenko o éste con Timoschenko (Una mujer que suena a hombre hasta que dices Yuliya). Parece ser que va a ganar el rojo Yanukovich con un 30% de los votos.

Cómo recuerdo, Antonia, la Plaza (Maidán) de la Independenciá, donde se concentraban los naranjas que hicieron la revolución. Cuántas veces pasamos por allí, el subterráneo que tiene en una esquina, con galerías comerciales y cafeterías con terrazas donde tomamos café.

Querida Antonia: yo también pienso que para que haya paz es necesario que haya justicia. Debemos luchar para que haya justicia. Y cuando haya justicia, debemos esforzarnos para que haya generosidad. Así veo yo las cosas.

Rosa Díez es una persona admirable y luchadora que trabaja con la honestidad en la mano y llama a las cosas por su nombre. Fernando Savater, que es un filósofo con agallas, le ha dedicado un artículo con el título "La mujer diez", jugando con el acento.

Suerte en las elecciones.
Dasvidaña
Pacheluyo tebia

Mariano