13-01-06 17:17 | #165271 -> 164868 |
Por:No Registrado | |
RE:La virtud sigue estando en el medio. Querido Mariano: Me he divertido mucho leyéndote. Millones de gracias por el artículo. Ahora bien, creo que eres demasiado duro con Aznar. Éste pudo cometer puntuales atrocidades, defender a la España rancia, pero no comete actitudes criminales como Zapatero. No me iré muy lejos: hace unas horas ha dicho que Batasuna es libre de reunirse en un congreso. ¿Pero esto qué significa? ¿Es que aquí nadie pide su dimisión? ¿Es que nadie se va a Moncloa a tirarle huevos? Aznar no desequilibró a España, no apuñaló la democracia, no defendió el terrorismo. Zapatero está a un paso de ello. Abrazos, Agustín | |
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13-01-06 17:57 | #165296 -> 165271 |
Por:No Registrado | |
crítica Amigo Mariano: Debo confesar que sí hay un error en el texto. Haces clara referencia a Aristóteles, y en ningún momento recuerdas en memoria de éste que el término medio es la virtud, y el camino del virtuoso. Recuérdame a los filósofos de tarde en tarde, por Dios, que estamos olvidados en un cajón muy cerrado. Abrazos, Agustín | |
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13-01-06 18:16 | #165305 -> 165296 |
Por:Mariano Estrada ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE:crítica Querido Agustín: Al primer requerimiento te diré que lo manifestado en el artículo es lo que yo opino. Tú dices que cargo las tintas sobre Aznar, otros dirán que las cargo sobre Zapatero. Pero al margen de estas dos personas, lo que quiero transmitir son dos cuestiones: una, que a la convivencia no le convienen los radicalismos. Y otra, que si los políticos se empeñan en despeñarnos, tal vez seamos los ciudadanos los que tengamos que cerrarles el paso. Y fíjate bien, acabo de leer un artículo de un tal Daniel Martín, que no sé cómo respira políticamente, sobre el oscurantismo de la política española en el tema del Estatut, y llega a la última de las conclusiones que he expuesto: el plante de los ciudadanos. Dejo aquí el artículo. En cuanto a tu segundo mensaje, me conformaría con que sólo hubiera un error, pero no es el que apuntas, ya que sí digo que el término medio es la virtud, en el título: "La virtud sigue estando en el medio". ¿Por dónde has empezado a leer? Un abrazo La voluntad general, de unos pocos Daniel Martín Aunque hagan más ruido, diariamente, los sables de la clase política que la oratoria ocasional de un militar, aunque el número de muertes violentas sea mayor cada semana que pasa, aunque la seguridad ciudadana comience a entrar en la leyenda, aunque, sobre todo en el nordeste de España, comiencen a ser frecuentes los derrumbamientos de edificios, aunque muchas de nuestras carreteras amenacen ruina, aunque para definir el sistema educativo sólo sirva el adjetivo catastrófico, aunque las comunidades autónomas vayan, cual vampiros sin Buffy, chupándole poco a poco el poder el Estado... en este país sólo se habla de Estatut, muchas veces en los medios, pocas en la calle, otras muchas en la oscuridad y clandestinidad de los despachos de cuatro o cinco personas que son las que cortan el bacalao español. Desde que salió de Cataluña, y de forma creciente desde que se cerró el primer plazo para presentar enmiendas, la dinámica negociadora en torno al Estatut puede resumir cómo funciona (?) nuestra Democracia. Todas las mañanas, políticos de los distintos partidos se distribuyen por las distintas cadenas de radio y televisión y por distintos foros, algunos con café y churros, para contarnos cómo va de bien el regateo competencial y terminológico, o cómo de mal se presenta el futuro de la unidad de España. A partir de ahí, y según lo que se haya dicho, el resto del panorama político nacional se despereza, a eso de la hora del aperitivo, para no dejar de hablar, en otros medios o en despachos cerrados, hasta pasada la medianoche. Así, a través de las informaciones que recogen estas innumerables y contradictorias declaraciones y de las filtraciones que desde las sedes partidistas llegan a sus respectivos medios de comunicación, se va adelantando en ese relato extemporáneo y heteróclito que, termine como termine, dejará tambaleándose a una España que, por otra parte y de forma afortunada, ha sido capaz de sobrevivir a cosas mucho peores. Lo más curioso de todo el asunto es que mientras se negocia el Estatut, el Congreso permanece cerrado, y de guardia sólo queda esa Diputación Permanente que funciona al modo de esos farmacéuticos que, a las cinco de la madrugada, se niegan a venderte condones por no considerarlos de urgencia. Es decir, que cuando las Cortes están de vacaciones, una ley que podría incluso considerarse de reforma constitucional se negocia en la oscuridad de unos despachos, con horarios furtivos, de espaldas a esa misma ciudadanía eligió que a los que negocian. Y, dentro de algunos meses, disfrazado con un par de soporíferos y previsibles ensayos de plenos parlamentarios, el Estatut verá el final de su historia según levanten uno, dos o tres dedos los encargados de cada formación política. Y no habremos visto ni un debate ni una discusión ni una negociación del proceso de formación de esa norma estatutaria que algunos querrían constitucional. No voy a entrar en el fondo del proyecto, que diga lo que diga será interpretado según una de las dos y pico líneas argumentativas que se entienden en España. Lo que realmente me preocupa es que este modo de funcionamiento caracteriza, en todas las administraciones, a la formación de lo que se entiende como voluntad general. Ésta reside en el Parlamento, órgano que elige el pueblo soberano para que tome las decisiones pertinentes para alcanzar y preservar la paz social, la seguridad de las personas y el bienestar de los ciudadanos. Y esta responsabilidad, enorme, fundamento de cualquier sistema que pretenda ser democrático, debería ser visible para todo el mundo, de manera que cuando los padres de la patria estuviesen concretando esa “nuestra voluntad”, por lo menos pudiésemos tener la oportunidad de ser testigos de cómo funciona —de mal— nuestro cerebro nacional, autonómico o municipal. No es cuestión de audiencias televisivas o sobre si alguien tendría interés en seguir estos debates, es cuestión de que cualquier cosa que se debata sobre el Estatut, sobre la ley de igualdad, sobre la “unánime” voluntad de prohibirnos fumar en todas partes, nos atañe a todos, y todos debemos tener derecho a saber cómo se negocian las cosas, por qué cada grupo es tan uniforme como para votarlo todo en bloque, por qué cada ley dice esto y no aquello. Como dirían algunos, tenemos derecho a que haya luz y taquígrafos. Luego, ya se encargaría la prensa, el boca a boca o la ciencia infusa de extender los hechos y frases tal y como fueron en su momento. Antes, cuando apenas había democracia, y las elecciones estaban amañadas, en España el Congreso servía para algo. Ahora, cuando las elecciones son libres, a pesar de la escasez de la oferta y el secuestro que suponen las listas cerradas, no hay debate democrático, y la formación de la voluntad general es un esperpento hijo de espejos convexos. El canijismo democrático afecta a nuestras instituciones, y sólo del plante —¿de la rebelión?— de los ciudadanos podrá curarse nuestro país de esta enfermedad que afecta de manera crónica y general a todos sus miembros. | |
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13-01-06 18:23 | #165313 -> 165305 |
Por:No Registrado | |
RE:RE:crítica Gracias por el artículo. ¡Qué foro tan enriquecedor! Pd. Lo que yo decía antes es que no mencionas a Aristóteles. Podrías haber puesto algo así como "ya dijo el sabio Aristóteles que el término medio está en la virtud". Saludos, Agustín | |
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13-01-06 18:24 | #165317 -> 165305 |
Por:Mariano Estrada ![]() ![]() | ![]() ![]() |
RE:RE:crítica Subsano un olvido: El artículo que he colgado de Daniel Martín lo he tomado de Estrella Digital. Disculpas | |
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14-01-06 14:58 | #165775 -> 165317 |
Por:No Registrado | |
RE:RE:RE:crítica Hola, Creo otra vez que has dado en el clavo, Mariano, y que tu artículo es impagable, porque refleja (al igual que el artículo que has colgado de Daniel Martín), el sentir, el cansancio del personal ante el ocultismo de nuestros representantes políticos y su ceguera social y política. Simplemente, no pueden hacernos esto. ¿Qué diferencia hay entre una república bananera y la nuestra? Muy poco. Unos cuantos deciden en las sombras cómo debemos de ser, y lo peor, cómo dejaremos de ser amigos y solidarios. El ciudadano cuenta solo y somos importantes para pagar a Hacienda, las multas de tráfico, o las de aparcamiento. En vez de arreglar las carreteras para que hayan menos accidentes y menos muertos, están buscando la cuadratura del círculo de los agujeros negros. Rebelión del voto en blanco, ya. Gracias, y abrazos, Ramón | |
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15-01-06 02:47 | #166056 -> 165775 |
Por:No Registrado | |
RE:RE:RE:RE:crítica Hola, Ramón: He leído hace un rato la sensata opinión de un periodista que venía a decir que a día de hoy se hace mucha radio de trincheras. Y es verdad. Y se escriben muchos artículos de trincheras. Y, lo que es peor, una buena parte de la sociedad ha empezado a hablar con un lenguaje de trincheras. Ni que decir tiene que esto no es bueno. La gente sólo oye o lee la radio o el periódico que quiere oír o leer. No contrasta. Sólo se adhiere y descalifica. No analiza. Se mueve por unos sentimientos muy primarios y por una muy primaria visceralidad. ¿Cómo puede salir de esto algo bueno?. Gracias por tus comentarios y por tus elogios. Un abrazo | |
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