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Muelas de los Caballeros - Zamora

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España > Zamora > Muelas de los Caballeros
30-11-05 16:49 #143609
Por:No Registrado
Peligros y silencios en la Mina

Mueren 134 mineros en una mina de carbón al noroeste de China. 29 de Nov. 2005.
Mueren (según qué fuentes) entre 6.000 y 20.000 mineros al año en este vasto país. Cuánto sufrimiento para esas familias que lloran tantos muertos. Figaredo, en la cuenca hullera de Mieres, es un pueblo minero, con casas uniformes, tintadas de lutos y polvo del carbón.

Mi afición a la fotografía me ha llevado a descubrir varios mundos, siendo uno de ellos las minas de carbón. He bajado a minas de la zona de Utrillas (Teruel), la mina de sal de Remolinos (Zaragoza), Río Tinto, (Huelva) y he descendido en dos ocasiones a las minas de HUNOSA en Mieres. Mi impresión fue muy gratificante, por lo que deseo recordar aquéllos días y no estos de gran luto para la gran familia minera.

El mundillo de la mina tiene su idiosincracia, sus peculiaridades, su vocabulario y sus costumbres bien arraigadas en una población que vive, o vivía, a pié de mina, en casas de aspecto lúgubre, lejos de núcleos de población importantes. En mi primera bajada al pozo San Inocencio, después de pertrecharme con ropa de minero y lámpara reglamentaria, la sala de vestuario, con acopio de de picos, máscaras de gases, metanómetros,equipo de salvamento, cinturones y charras, me impresionó lo suyo. Me asignaron un capataz e iniciamos el descenso desde la boca del pozo, en la jaula (ascensor enorme) hasta la planta 20. Estimo que estaríamos a unos 1.200mt. de profundidad. De ese lugar, como desde las plantas superiores, parten galerías en muchas direcciones que se asemejan a las avenidas, calles y callejones de una ciudad; tomamos una galería y anduvimos 25 minutos hasta llegar al tajo. Las galerías importantes de esta mina están entibadas con arcos de acero, dotadas de luz eléctrica, conducciones de desagüe de la que llueve el cerro (infiltraciones) hasta las zonas de bombeo; en las secundarias el alumbrado es más primitivo y la entibación esta hecha a base de una enmaderación que descansa en unos postes anclados al suelo, calzados con zuecos o cuñas de madera.
Llegamos a una galería estrecha donde se encontraba la boca del tajo y en una apertura de tres metros de diámetro y con una verticalidad de 130º, a unos 10 metros de profundidad, teníamos a los picadores, apoyados en unos troncos transversales picando la veta con unos matillos neumáticos, con la única luz de sus linternas. Debido al grisú, solamente podía utilizar una cámara fotográfica manual, sin motor de arrastre, por lo que la colgué del cuello e inicié un peligrosísimo descenso hasta llegar a los mineros. Las condiciones de luz eran deficientes, no obstante pude hacer una buena fotografía con el rayo luminoso de la linterna sujeta al casco de uno de los picadores. El esfuerzo fue considerable, el calor y la humedad eran agotadores y, una vez de regreso con el trabajo realizado, intenté identificarme con aquél aislamiento y soledad nunca antes experimentado. El capataz, de nobleza franca, delatada por una mirada de hombre bueno, como el resto de mineros, comprendió que deseaba experimentar aquel momento sólo, abandonado a mis sensaciones. El afirmado del techo con tentenes o tablillas, por donde se desprendían gotas de agua, que irrumpían en el espacio silencio a modo de instrumentos sinfónicos, en un palacio abovedado sin vientos, ni siquiera una brisa, era, no obstante, musical ; una gota por aquí con un tono, otras más allá, y otras más lejos todavía, cuya reverberación llegaba descompensada por el eco y la finitud del espacio. Mis propias pisadas se tornaban misteriosas en una profundidad provocadora. Los oídos eran agredidos por tanto silencio, el cerebro no encontraba respuesta a esa calma de catacumbas.

El carbón extraído, se coloca en una tolva que llega a través de la galería a un lugar de embarque en las vagonetas, donde un operario ancla los ganchos para su transporte. Continuando por esa ciudad subterráneo, se llega a una especie de centro de enlaces, donde convergen varias vías férreas en el que, en ese instante, un piquete de mineros toma un manche o refrigerio sentados junto a las vías férreas. Impera el silencio, estos hombres hablan con los ojos y los gestos, son parcos en palabras, tal vez por temor a los enormes gritos de socorro que deben permanecer en el éter de siglos en los recovecos de la mina. Tan solo se escuchan, de vez en cuando, los ruidos mecánicos de los grandes tubos de ventilación y los de revuelta o retroceso, al que se le denomina viento malo.


Llegamos a otro lugar de extracción en el que la veta se encontraba entre dos galerías, con desnivel de unos 45º; la veta era estrecha, por lo que había que caminar agachado, sorteando los gatos hidráulicos que sostienen el techo, donde laboraban cinco picadores rumanos, por lo que no pude entenderme con ellos (qué pena) y me limité a fotografiarlos.

Arriba,al término de la dura jornada, en el comedor de la mina, no faltan las botellas de vino tinto y los repuntes de alegría, donde se entonan canciones con estas letras:

“Tengo el corazón de mina/ pues soy Asturias la brava./ Tengo el corazón de mina/ y muero si me lo arrancan”

El magnífico fotógrafo Sebastiao Salgado fotografió magistralmente los mineros en Pará (Brasil) en una mina de oro a cielo descubierto (la mayoría presidiarios). Vincent van Gohg, retrató a los mineros belgas enfermos de silicosis y transmitía a su hermano esas trágicas sensaciones en el libro autobiográfico Cartas a Theo.

Y para concluir, uno de los retratos más hermosos hechos por mí, fue a la salida de un piquete del pozo San Inocencio, cuando una mujer deja entrever sus pechos femeninos a través de unos encajes tiznados por el hollín de carbón.

Queridos amigos, espero no haberos cansado; intento resaltar, que la belleza se encuentra en todas partes, incluso en el recogimiento de una mina de carbón.

Abrazos.


PD. Tengo el honor de que algunas de mis fotografías del pozo San Inocencio y de los tumbaderos próximos a este, se encuentren en el Museo Minero de HUNOSA y en el libro “Uno de los nuestros” dedicado al Dr. Vicente Vallina, médico de mineros, editado también por HUNOSA.
Puntos:
30-11-05 20:16 #143773 -> 143609
Por:Natalie

RE:Peligros y silencios en la Mina
¡Hola, Fernando! Me ha gustado mucho tu relato sobre la mina y los mineros, para mí totalmente desconocida, ya que no hay aquí!!!, y sólo las que conozco son por documentales!!!
En Gales, bajé a una mina (simulada), y la verdad, admiro a los mineros, porque tuve claustrofobia, me pareció un trabajo durísimo!!!.
Fernando por qué no cuelgas las fotos de la mina??? y mis felicitaciones!!!
Un abrazo
Natalia
Puntos:
01-12-05 22:38 #144411 -> 143609
Por:Mariano Estrada

RE:Peligros y silencios en la Mina
Querido Fernando:

Has expuesto el mundo de la mina como corresponde a tu sensibilidad, que es de alto voltaje. Yo tengo la suerte de conocer algo de esos viajes a la profundidad y, desde luego, las fotografías que han resultado de los mismos. Digamos que las he disfrutado de cerca, aunque no sea lo mismo que bajar personalmente a la mina.

De todos modos, hemos bajado un poco, con tu relato. Gracias.

Un abrazo
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