LO QUE SE CUECE EN LAS TABERNAS (Dedicado a Salustiano Villalar) Entre cortos haberes, y luengos deberes, tengo a bien de ser titular, no preveyendo capitular, con la aquiescencia, o la compra de bula o licencia, a la Santa Madre Iglesia, o al Rey que rindo pleitesía, su Católica Majestad de las Españas, que Dios le guarde las entrañas, de la sana y bienhallada costumbre, de embeberme un cuartillo de azumbre, de buen tinto, bien sea de La Rioja o de Pinto, antes de rendir cuentas al jergón, pues este viejo fisgón, aprendió del autor de sus dias, a deshollinar el gaznate los mediodias, y la mayor parte de las tardes, sin tener que hacer grandes alardes, puesto que allí alcanzo la calma, de mi atormentada alma, y espanto alguna herrumbre, que dan los trabajos de poco lustre. ¡Voto a Dios! que es mano de santo, y remedio de galeno curado de espanto, concurrir a cualquier populosa taberna, junto a mi fiel camarada de terna, Salustiano, amigo y contertuliano, asiduo a estos mentideros, poco recomendables para cortos monederos, conocido por sus buenos versos, y su mala leche frente a herejes y conversos, es decir, cualquier bicho viviente, que se cruce por su mente, más parece una mosca borriquera, zumbona y regañadera. El uno y el otro, sobre el taburete del mostrador, acechando de soslayo al escanciador, perdida la mirada al frente, y embutidos en los trajines de la mente, aliviamos la tarde, confiando en que Bacco nos salvaguarde, más atrapados en los efluvios del vino, con tino, desatino o cosa del destino, nuestra mente, entre el murmullo de la gente, antaño serena, se deja llevar por el canto de sirena, aflorando, más pronto que tarde, la comedilla, de esta álgida y realenga villa, sobre la penas y zozobras, y, por supuesto, las obras, del nuevo corregidor, y da fé este humilde servidor, que ya va para siete meses que rige la villa, poniendo todos los dias la escudilla, y sus promesas, revolotean como pavesas, su rápida actuación, no iba a dar tiempo a pedir confesión, y su inequícova declaración de principios, acábose tras los comicios. Este quebranto de cara, hace que ande en las jácaras, pues este despachado del Divino, no tiene otro sino, que dar fé y testimonio, del escarnio, del antiguo corregidor del concejo, y todo el que tenga un parecer parejo, haciendo de "Oasis" desiertos, con un mañana incierto, y clavar cercas amarillas, por toda la villa, dicen que para evitar males mayores, por ventura éstas verán los calores. Digo yo, amigo Salustiano, y lo confirmarán otros ciudadanos, que para estos, es más dificil levantar bordillos, que hacer encajes de bolillos. Continuará.... Salud y Libertad. |