PERMITAME VUECENCIA (Dedicado a Job). En esta realenga villa, por Illarcuris la habeis de citar, bajo los negros olmos de Wailla, este trovador, se ha aventurado a recapacitar, sobre lo acaecido, y lo que ha de acaecer, sobre lo "esclarecido", y lo que ha de esclarecer, sobre lo prometido, y lo que vuecencia venga a bien de hacer. Más no por mucho redoblar, me han de tachar de cansino, pues oficio de trovador es hablar, sobre lo que ha de deparar el destino, y pido perdón, si mis trovas son punzantes dagas, que se hienden en alguna oscura alma, pues no hay, en este valle de lagrimas, llaga que no restañe el tiempo y la calma, y no hay trovador que no haga, meditar a alguna atormentada alma. Y este alma atormentada, no dista mil leguas de distancia, más bien está aposentada, en una suntuosa estancia, allá en el Ajuntamiento, aledaño a la Calle Real, donde rumía algún que otro jumento, que no vale ni un real, y hay un cierto o desacierto comportamiento, que a mí se me antoja desleal. A esta bienaventurada autoridad, que el Cristo de la Columna le alongue la vida, más no la facultad, de gobernar la brida, luengo tiempo en esta villa, pues si cumplir es hombría, este buen caballero es ...quilla, parco en gallardía, ni de largo brilla, la palabra en esta alcaldía. Será hombre de duelo, cierto es que no de palabra, he aquí mi desconsuelo, yo sí soy hombre de palabra, y creo servirla con creces, prometí ser su suplicio, y valgamé Dios, no pocas veces, le saco de quicio, por más que a tu Cristo reces, siempre descuidarás un resquicio. Y el resquicio o desquicio que compete hoy, bien por ventura, bien por ardores, del excusado vengo y voy, versa sobre sabios doctores, no quiero creer que sea por el botijo, la tomo etiquetada, más bien para aliviar el retortijo, que Dios me ampare, de dar al grifo una lengüetada, pues aún es un acertijo, hayar con qué enrevesados brebajes estaba tratada. El Santísimo no me dotó para la alquimia, ni para discernir complicados brebajes, pero sí entiendo de desidia, ante mis clarividentes mensajes, tal vez este mensajero, carezca de influencias palaciegas, tampoco anhelo ser consejero, de estas mentes ciegas, mejor soy un extranjero, que renegar de mis colegas. Excelentísimo señor alcalde, ¿CUANDO PODRE IR A PARLA A TRATARME?, no en balde, vuesa merced debe recordarme, que lo prometió en su programa, o lo he soñado, o ando atolondrado, al cobijo, de alguna rama, nunca de memoria he estado colmado, y aunque el asunto, fuera un tratado de damas, su señoría por haber prometido, no está excusado. Me cabe esperar de vuecencia, la callada por respuesta, sorprendieramé su espontanea presencia, pues el que es mentiroso, no mentir le cuesta, decir la verdad no es agravio, para este sincero travador, y mentir por el simple desagravio, convertiriamé en timador, y ello, nadie lo vió, y nadie lo verá, mientras Casimiro sea trovador. Saludos, de Casimiro. (Perdón si alguién se siente ofendido). |