Aznalcóllar - Sevilla

Un hombre de verdad tiene dos objetivos esenciales en la vida: propagar su herencia genética (lo que se conoce vulgarmente como tener hijos) y defender, con su vida si es necesario, sus ideas: Si no los cumple totalmente, un hombre de verdad no se siente completo. J.J. es un hombre de verdad, con todas las letras, y es precisamente por esa condición y por no haber podido cumplir uno de esos objetivos por lo que sus venas hierven enfermas de ardor guerrero.
Todo viene de la enorme desgracia que le acaeció en la juventud: J.J. no pudo participar ni en política, ni en el comité de empresa de la mina. Lo intentó por todos los medios, pero no hubo manera, estaba escrito que nunca dirigiría a nadie, que no pondría su cuerpo serrano detrás de una pantarca en ninguna manifestación y que pasaría el resto de la vida escuchando las muchas historias sindicales del Jefe Supremo y Paco el minero, pudiendo apenas añadir un suspiro de sana envidia.

Pero como fue privado del placer de poder defender sus inquietudes sociales, ha sido compensado con el don de hacer antorcha en nuestra lucha por lo que es nuestro. Es por ello por lo que es nuestro guía. Sólo los que somos verdaderos hombres como el, y no mojigatos esquiroles, podemos entenderlo.

Megafonoman

Antes no podía hacer sindicalismo, estaba muy ocupado echando horas, mientras los demás estabamos en huelga luchando por nuestros derechos.

En aquel entonces recuerdo que decian los quema que el ahora líder era un topo de la empresa.

Y lo peor es que por una vez llebaban razón.

VENGA HOMBREEEEEEEEEEEEEEEEEEEE