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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
08-07-14 06:43 #12129592
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 80ª Sección
María instruye a Sor María de Jesús y la dice.-
Te aseguro, hija mía, que todos los que se condenan después de la muerte de mi Hijo y de los favores y beneficios que por mi intercesión hice al mundo, tienen mayores tormentos en el infierno sobre los que se perdieron antes que viniera al mundo y yo estuviera mi Hijo en él. Y así los que desde ahora entendiesen estos misterios y los desprecien para su perdición, serán reos de mayores y nuevas penas.-

Deben asimismo advertir la estimación en que han de tener sus propias almas, pues tanto hice yo y hago cada día por ellas, después de haberlas Redimido mi Hijo con su pasión y muerte. Este olvido en los hombres es muy reprensible y digno de tremendo castigo. ¿En qué razón o en qué juicio cabe, que por un momentáneo gusto de los sentidos, que al más largo plazo se acaba con la vida, y otras veces en un brevísimo tiempo, trabaje tanto un hombre que tiene fe? ¿Y de su alma, que es eterna, no haga más caso ni aprecio y la olvide tanto, como si con las cosas visibles se acabara y consumiera? No advierten que cuando todo perece, entonces comienza el alma a padecer o gozar lo que será eterno y sin fin. Conociendo tú esta verdad y la perversidad de los mortales, no te admires de que el Dragón infernal sea hoy tan poderoso contra la humanidad, porque donde hay continua batalla, el que sale victorioso cobra las fuerzas que perdió el vencido. Y esto se verifica más en la cruel y continuada lucha con los demonios, que si le vencen las almas quedan ellas fuertes y él queda debilitado, como sucedió cuando le venció mi Hijo y yo después. Pero si esta serpiente se reconoce victoriosa contra la humanidad, entonces levanta la cabeza de su soberbia y convalece de su flaqueza cobrando nuevos bríos y mayor imperio, como le tiene hoy en el mundo, porque los amadores de su vanidad se le han sujetado, siguiéndola debajo de su bandera y falsas fabulaciones. Con este daño ha dilatado el infierno su boca, y cuantos más engulle y traga es más insaciable su hambre, anhelando a sepultar en las cavernas infernales a todo el resto de los hombres.-

María: A todos los Apóstoles amaba y servía con increíble afecto y veneración, así por su extremada santidad como por la dignidad de Sacerdotes y Ministerio de fundadores y predicadores del Evangelio. Cuando los Apóstoles estuvieron juntos en Jerusalén, María los servía, asistía, aconsejaba y gobernaba. Pero con el aumento de la Nueva Iglesia fue necesario que luego comenzasen a salir de Jerusalén para bautizar y admitir a la FE a muchos que de los lugares circunvecinos se convertían; aunque luego volvían a la ciudad, porque de intento no se habían repartido ni despedido de Jerusalén, hasta que tuvieron orden para hacerlo.-

El Apóstol Pedro salió a Lidia y a Jope, donde resucitó a Tabita e hizo otros milagros, y volvía a Jerusalén. Pero en el tiempo que pasó hasta que sucedió todo esto, se convirtieron muchos de Palestina y fue necesario que los Apóstoles saliesen a predicarles y confirmarlos en la FE, y volvían a Jerusalén a dar cuenta de todo a María, su divina Maestra. En todas estas jornadas y predicaciones procuraba el común enemigo impedir la palabra divina o el fruto de ella, moviendo muchas contradicciones y alteraciones de los incrédulos contra los Apóstoles y sus oyentes y convertidos. Y en estas persecuciones padecían cada día grandes molestias y sobresaltos, porque le pareció al Dragón infernal podía embestirles con mayor confianza, hallándolos ausentes y lejos del amparo de su Protectora y Maestra María.-

Tan formidable era para el infierno esta gran Reina de los Ángeles, que con ser tan eminente la Santidad de los Apóstoles, con todo eso le parecía a Lucifer que sin María los cogería desarmados, para acometerles y tentarlos.-
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Tal es también la soberbia y furor de este Dragón, que, como está escrito en Job, el más duro acero lo reputó por una pajuela flaca y al bronce como si fuera un podrido leño. No teme las flechas ni la honda, pero Lucifer, teme tanto a María, que para tentar a los Apóstoles aguarda que estén ausentes de este amparo, y que estén todos ellos lejos de María.-

Mas no por esto les faltó, porque María desde la atalaya de su altísima sabiduría alcanzaba a todas partes, y como vigilante y centinela, descubría las asechanzas de Lucifer y acudía al socorro de sus hijos y Ministros del Señor. Y cuando por estar ausentes los Apóstoles no les podía hablar, enviaba luego que conocía necesidades de los mismos a sus Ángeles que la asistían, para que los consolasen y animasen, los previniesen y algunas veces ahuyentasen a los demonios que los perseguían. Todo esto lo ejecutaban los Espíritus Celestiales con prontitud, como María lo ordenaba. Y unas veces lo hacían ocultamente por inspiraciones y consolaciones interiores que daban a los Apóstoles, otras veces, y más de ordinario, se les manifestaban visibles en cuerpos resplandecientes y hermosísimos y hablaban los Ángeles con los Apóstoles todo lo que convenía o de lo que María les quería advertir.-

Y este modo era frecuente por la santidad y pureza de los Apóstoles y por la necesidad que entonces había de favorecerles con tanta abundancia de consuelo y esfuerzo. Y nunca tuvieron aprieto ni trabajo en que la amantísima Madre no les socorriese por estos modos, a más de las continuas oraciones, y peticiones de gracias que por ellos ofrecía. María, Era la mujer fuerte, cuyos domésticos estaban socorridos con dobladas vestiduras, y la madre de familias que a todos los proveía de alimento y con el fruto de sus manos plantaba la viña del Señor.-

María,con todos los otros fieles tenía el mismo cuidado respectivamente y, aunque eran muchos en Jerusalén y en Palestina, de todos tenía noticia y conocimiento para favorecerlos en sus necesidades y tribulaciones, y no sólo atención a las de las almas, sino también a las corporales, y fuera de los muchos que curaba de gravísimas enfermedades. A otros que conocía no era conveniente darles salud milagrosamente, a éstos los servía muchas cosas por su misma persona, visitándolos y de los más pobres cuidaba más, y muchas veces por su mano les daba de comer, hacía las camas en las que estaban acostados, atendía a su limpieza como si fuera sierva de cada uno de ellos. Tanta era la humildad de María, la caridad y solicitud de la gran Reina del mundo, que ningún oficio ni obsequio o ministerio negaba a sus hijos los fieles, ni a los humildes despreciaba por no ser creyentes, como fuesen para consuelo suyo.-

María llenaba a todos de gozo y consolación suavísima en sus trabajos, con que se les hacían fáciles. Y a los que por estar lejos no podía acudir personalmente, los favorecía por medio de los Ángeles ocultamente, o con oraciones y peticiones les alcanzaba interiores beneficios y otros socorros. Sucedió, en Jerusalén, que una doncella de padres humildes y poco abundantes de hacienda se convirtió entre los cinco mil que primero recibieron el bautismo. Esta pobrecilla mujer, acudiendo a los ministerios de su casa, enfermó y le duró por muchos días la dolencia, sin mejorar en la salud. Con esta ocasión, como suele suceder a otras almas, se fue resfriando en el primer fervor y se descuidó en cometer algunas culpas, con que pudo perder la gracia bautismal. Pero Lucifer, que no se descuidaba, sediento de tragar alguna de aquellas almas, acudió a ésta y la embistió con suma crueldad, permitiéndolo así Dios para mayor gloria suya y de su Madre. Apareciéndosele el demonio a la doncella en forma de otra mujer para engañarla mejor, la dijo con halagos que se retirase mucho de aquella gente que predicaba al Crucificado y no les diese crédito en cuanto la decían porque la engañaban en todo, y que si no lo hacía la castigarían los sacerdotes y jueces, como habían crucificado al Maestro de aquella ley nueva y engañosa que la habían enseñado a ella, y con este remedio estaría buena y después viviría contenta y sin peligro. Le respondió la doncella: Yo haré lo que me dices, mas aquella Señora que he visto con estos hombres y mujeres y parece tan linda y apacible, ¿qué tengo que hacer con ella?, porque la quiero mucho.-
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Le replicó el demonio: Esa que tú dices es peor que todos y a ella es la primera a quien has de aborrecer y retirarte de sus engaños y esto es lo que más te importa. Con este mortal veneno de la antigua serpiente quedó infeccionada el alma de aquella simplecilla paloma, y en vez de mejorar en la salud del cuerpo se le fue agravando la enfermedad y acercándose a la muerte natural y eterna. Uno de los setenta y dos discípulos que andaba visitando a los fieles tuvo noticia de la grave enfermedad de aquella mujer, porque un vecino de su casa le dijo que allí estaba una mujer de los de su secta muy cerca de expirar. Entró a verla y animarla con razones santas y a reconocer su necesidad. Pero la enferma estaba tan oprimida de los demonios, que ni le admitió ni habló palabra aunque la exhortó y predicó grande rato, antes se retiraba y cubría para no oírle. Reconoció el discípulo por aquellas señales la perdición de la enferma, aunque ignoraba la causa, y con grande presteza fue a dar cuenta de aquel daño al Apóstol Juan, el cual sin detenerse acudió luego a visitar a la doncella y la amonestó y habló palabras de vida eterna, si las quisiera admitir.-

Pero sucedió lo mismo que al discípulo, porque a ambos resistió. Si bien el Apóstol vio muchas legiones de demonios que tenían rodeada a la enferma, porque llegando él se retiraron, pero no cesaban de forcejear para volver luego a renovar las ilusiones de que la miserable mujer estaba llena. Y reconociendo su dureza el Apóstol, se fue muy afligido a dar noticia de ello a María y pedirle el remedio para esta mujer. Dirigió luego María su vista al interior de la enferma y conoció el infeliz y peligroso estado de aquella alma y cómo el enemigo la había puesto en él. Se lamentó la piadosa Madre sobre aquella simple ovejuela, engañada del infernal y sangriento lobo, y postrada en tierra oró y pidió el rescate de la mísera doncella. Pero el Señor no respondió palabra a esta petición de su Madre, no porque sus ruegos no le fuesen agradables, antes por eso mismo y por oír más sus clamores se hizo sordo, y para enseñarnos también cuál era la caridad y prudencia de la gran Maestra y Madre en las ocasiones que era necesario usar de ellas. La dejó el Señor para esto en el estado común y ordinario que la gran Señora tenía, sin añadirla nueva ilustración en lo que pedía. Mas no por esto desistió, ni se entibió su caridad ardentísima, como quien conocía que no por el silencio del Señor había de faltar ella a su oficio de Madre, mientras no sabía expresamente la voluntad divina. Con esta prudencia se gobernó en aquel suceso y luego ordenó a uno de sus Ángeles fuese a remediar aquella alma y la defendiese de los demonios y exhortase con santas inspiraciones, para que se apartase de sus engaños y se convirtiese a Dios. Hizo el Ángel esta embajada con la presteza que saben obedecer a la voluntad del Altísimo, pero tampoco pudo reducir aquella obstinada mujer con las diligencias que como Ángel pudo hacer y de hecho hizo para desengañarla. A tal estado como éste puede venir un alma que se entrega al demonio.-

Volvió el Ángel a María y la dijo: Señora mía, vengo de ayudar a aquella doncella en el peligro de su condenación, como Vos, Madre de Misericordia, me lo ordenasteis, pero su dureza es tanta que ni admite ni escucha las inspiraciones santas que le he dado. He altercado con los demonios para defenderla de ellos y se resisten alegando el derecho que aquella alma de su voluntad les ha dado, en que libremente persevera. El poder de la divina justicia no ha concurrido conmigo como yo deseaba, obedeciendo Vuestra voluntad, y no puedo, Señora mía, daros el consuelo que deseáis.-
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Se afligió mucho María con esta respuesta, pero como ella era la Madre del amor, de la ciencia y de la Santa Esperanza, no pudo perder lo que a todos nos mereció y enseñó. Y retirándose de nuevo a pedir el remedio de aquella alma engañada, se postró en tierra y dijo: Señor mío y Dios de misericordias, aquí está este vil gusanillo de la tierra, castigadme y afligidme a mí y no vea yo que esta alma, señalada con las primicias de Vuestra sangre y engañada por la serpiente, quede por despojos de su maldad y del odio que tiene contra Vuestros fieles. Perseveró María un rato en esta petición, pero tampoco la respondió el Señor, para probar su invicto corazón y caridad con los prójimos. Consideró María lo que sucedió al Profeta Eliseo, para resucitar al hijo de su hospedera, que no bastó a darle vida el báculo del Profeta que le aplicó Giezi su discípulo y fue necesario que llegase en persona el mismo Eliseo y tocase el difunto y se midiese y ajustase con él, con que le restituyó la vida. No fueron poderosos el Ángel ni el Apóstol para resucitar del pecado y engaño de Satanás a aquella miserable mujer, y así determinó la gran Señora ir a remediarla por su propia persona.-

Lo propuso así al Señor en la oración que por ella hizo y, aunque no tuvo respuesta de Su Majestad, como la obra misma le daba licencia, se levantó y comenzó a dar algunos pasos para salir del aposento donde estaba y caminar con Juan Evangelista a donde estaba la enferma, que era algo distante del cenáculo. Pero dando María los primeros pasos la detuvieron los Ángeles, a quienes había mandado el Señor la llevasen y acompañasen, pero no se le había manifestado a ella. María les preguntó por qué la detenían. Y los Ángeles le respondieron, porque no es razón consintamos que valláis por la ciudad, cuando nosotros podemos llevaros con mayor decencia. Los Ángeles subieron y pusieron a María en un trono dentro del Globo resplandeciente, y la llevaron hasta el aposento de la doncella enferma, que, como era pobre y no hablaba, la habían desamparado todos y estaba sola y rodeada de los demonios que esperaban su muerte carnal, y recoger el alma para llevarla.-

Mas al instante que llegó la Reina de los Ángeles huyeron todos los espíritus malignos como unos relámpagos y como atropellándose unos a otros con terribles aullidos. Y la poderosa Señora les mandó con imperio descendiesen hasta lo profundo, hasta que les permitiese salir de él, y así lo hicieron sin poderlo resistir. María Llegó hasta la enferma y la llamó por su nombre, le tomó la mano y la habló dulcísimas razones de vida con que la renovó toda y comenzó a respirar y volver en sí. Y respondiendo a María la dijo: Señora mía, una mujer que me visitó, me persuadió que los discípulos de Jesús me engañaban y que me apartase luego de ellos y de vos, porque me sucedería muy mal si admitía la ley que me enseñaban.-

María la dijo: Hija mía, esa mujer que te pareció, era el demonio tu enemigo. Yo vengo a darte de parte del Altísimo la vida eterna; vuelve, pues, a su verdadera fe que antes recibiste y confiésale de todo tu corazón por tu Dios verdadero y Redentor, que para remedio tuyo y de todo el mundo murió en la Cruz; adórale, invócale y pídele perdón por tus pecados. A todo esto, respondió la enferma, yo creía antes, y me han dicho que es muy malo y me castigarán si lo confieso. María la dijo: Amiga mía, no temas ese engaño, pero advierte que el castigo y penas que se han de temer son las del infierno, a donde te encaminaban los demonios. Y ahora estás muy cerca de la muerte y puedes alcanzar el remedio que yo te ofrezco si me das crédito y serás libre del fuego eterno que te amenazaba por tu error.-
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Con esta exhortación y la gracia que María alcanzó para aquella pobrecilla mujer, se movió con grandes lágrimas de compunción y la pidió su favor en aquel peligro, estando rendida para todo lo que la mandase. Luego María la hizo prometer la FE de Jesucristo y que hiciese un acto de contrición para confesarse. Y María la dispuso para que recibiese los sacramentos, llamando a los Apóstoles para que se los administrasen.-

Y repitiendo la dichosa mujer los actos de contrición y de amor, invocando a Jesús y a su Madre que la gobernaba, expiró la feliz doncella en manos de María, permaneciendo a su lado, dos horas con ella, para que el demonio no volviese a engañarla. Y fue tan poderoso este socorro, que no sólo la redujo al camino de la vida eterna, pero le alcanzó tantos auxilios, que salió aquella dichosa alma libre de culpa y de pena. Y luego la envió al cielo con unos Ángeles de los doce que tenían en el pecho aquella señal o divisa de la redención y traían palmas y coronas en las manos para socorrer a los devotos de su gran Reina, que los enviaba a diversas operaciones, y los escogía conforme a las gracias y virtudes que tenían para beneficio de los hombres.-

María, después de remediar aquella alma, volvieron los Ángeles a llevar a María a su oratorio en el mismo Globo resplandeciente en el que la habían traído. Y luego se humilló y postró en tierra adorando al Señor y dándole gracias por el beneficio de haber sacado aquella alma de la boca del Dragón infernal, y por ello hizo un cántico de alabanza del Altísimo. Esta maravilla ordenó su gran sabiduría, para que los Ángeles, los Santos del cielo, los Apóstoles y también los mismos demonios entendiesen el poder incomparable de María y que así como era Señora de todos, así también todos juntos no serían poderosos tanto como ella y que nada se le negaría de lo que pidiese para los que la amasen, sirviesen y llamasen, pues aquella feliz doncella, por el amor que había tenido a esta Señora divina, no fue despedida del remedio, y los demonios quedasen oprimidos, confusos y desconfiados de prevalecer contra lo que María quiere y puede para sus devotos.-

No sucedió así a otros dos de los convertidos, que desmerecieron la eficaz intercesión de María. Y porque este ejemplo puede servir también de aviso y escarmiento, para conocer la astucia de Lucifer en tentar y derribar a los hombres y mujeres que por el camino encuentra.-

Después del milagro referido, tuvo permiso el demonio para volver al mundo con los suyos y tentar a los fieles, porque así convenía para la corona de los justos y predestinados. Lucifer, salió del infierno con mayor saña contra ellos y comenzó a investigar por dónde le abrían puerta para acometer, rastreando las inclinaciones malas de cada uno como ahora lo hace, con la confianza que le ha dado la experiencia de que los hijos de Adán, inadvertidos, de ordinario seguimos las inclinaciones y pasiones más que la razón y la virtud.-

Y como la multitud no puede ser muy perfecta en todas sus partes y la Iglesia iba creciendo en número, así también en algunos se entibiaba el fervor de la caridad, y el demonio tenía mayor campo en que sobresembrar su cizaña. Reconoció entre los fieles que dos hombres eran de malas inclinaciones y hábitos antes que se convirtiesen y que deseaban tener gracia y estrecha dependencia de algunos príncipes de los judíos, de quien esperaban algunos intereses temporales de honra y hacienda, y con esta codicia, que siempre fue raíz de todos los males contemporizaban y lisonjeaban a los poderosos cuya gracia codiciaban.-
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