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Laguna de Negrillos - Leon

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España > Leon > Laguna de Negrillos
16-05-14 06:13 #12045920
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 28ª Sección
Pero todas estas diligencias fueron vanas y sin efecto alguno, porque de todos estos objetos tan materiales y terrenos estaba el corazón alto de María tan lejos como el Cielo lo esta de la tierra. Y tampoco empleó sus sentidos en atender a la golosina, que ni la percibió casi; porque en todo iba deshaciendo lo que había hecho nuestra madre Eva, que, incauta y sin atención al peligro, puso la vista en la hermosura del árbol de la ciencia y en su dulce fruto y luego alargó la mano y comió, dando principio a nuestro daño. No lo hizo así María, que cerró y abstrajo sus sentidos, aunque no tenía el peligro que Eva; pero Eva quedó vencida para perdición de la humanidad, y María como victoriosa para nuestro rescate y remedio.-

La Sexta Legión: Actúa Contra la ENVIDIA:
Los Demonios, viendo que María los alejaba de ella con tanta facilidad a sus anteriores aliados; porque si bien ellos no conocían toda la perfección con que obraba María, sentían su invencible fuerza, y la conocían tan inmóvil, que se desahuciaban de poderla reducir a ninguno de sus depravados intentos con sus fabulaciones. Con todo eso, el implacable odio del Dragón y su nunca reconocida soberbia no se rendían, antes añadieron nuevos ingenios para provocar a María a que envidiase en otros lo que ella misma poseía, y lo que aborrecía como inútil y peligroso. A María le hicieron una relación muy larga de muchos bienes de gracias naturales que otras tenían, y la decían que a ella no se las había dado Dios.-

Y por si los dones sobrenaturales le fueran más eficaz motivo de la emulación, la referían grandes favores y beneficios que la diestra del Todopoderoso había comunicado a otros y a ella no. Pero estas mentirosas fabulaciones ¿cómo podían embarazar a la misma que era Madre de todas las gracias y dones del cielo? Y porque en todas las criaturas que la podían representar habían recibido los beneficios del Señor, eran todos menos que ser Madre del Autor de la gracia; y por la que le había Su Majestad comunicado, y el fuego de caridad que ardía en su pecho, deseaba con vivas ansias que la diestra del Altísimo los enriqueciese y los favoreciese liberalmente. Pues ¿cómo había de hallar lugar la envidia donde abundaba la caridad? Pero no desistían los crueles enemigos. Representaron luego a María, la felicidad aparente de otros que con riquezas y bienes de fortuna se juzgaban por dichosos en esta vida y triunfaban en el mundo, y movieron a diversas personas para que fuesen a María, y le dijesen al mismo tiempo el consuelo que tenían en hallarse ricas y bien afortunadas; como si esta engañosa felicidad de los mortales no estuviera reprobada tantas veces en las divinas Escrituras, y era ciencia y doctrina que María y su Hijo venían a enseñar con ejemplo al mundo.-

A estas personas que llegaban a María, las encaminaba a usar bien de los dones y riquezas temporales y dar gracias por ellos a su Hacedor, y ella misma lo hacía, supliendo el defecto de la ingratitud ordinaria de los hombres. Y aunque la humildísima Señora se juzgaba por no digna del menor de los beneficios del Altísimo, pero en hecho de verdad su dignidad y santidad eminentísima protestaban en ella lo que en su nombre dijeron los profetas: Conmigo están las riquezas y la gloria, los tesoros y la justicia. Mi fruto es mejor que la plata, el oro y que las piedras preciosas. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, y toda la esperanza de la vida y de la virtud. Y con esta excelencia y superioridad vencía a sus enemigos, dejándolos como atónitos y confusos de ver que donde estrenaban todas sus fuerzas y astucia conseguían menos y se hallaban los Demonios, más arruinados que nunca, ante la presencia de aquella mujer. Y los Demonios se fueron de la presencia misma de María, más enfurecidos que nunca.-
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La Séptima Legión: Actúa Contra la PEREZA:
Esta Legión de Demonios: Pretendiendo introducirla en el cuerpo terrenal de María algunos achaques corporales y desfallecimiento y tristeza, que es un arte poco conocida, con que este pecado de la pereza hace grandes suertes en muchas almas y las impide su aprovechamiento en la virtud. Añadieron a esto más sugestiones, de que estando cansada dilatase algunos ejercicios para cuando estuviese más bien dispuesta; que no es menor astucia cuando nos engaña a los demás, y no la percibimos ni conocemos lo que es menester. Sobre toda esta malicia procuraron impedir a María, en algunos ejercicios por medio de criaturas humanas, solicitando quien la fuese a estorbar en tiempos intempestivos, para retardarla en alguna de sus acciones y ocupaciones, que a sus horas y tiempos tenía destinadas. Pero todas estas maquinaciones y fabulaciones, conocía María, y las desvanecía con su sabiduría y solicitud, sin que jamás el enemigo consiguiese el impedirla en cosa alguna para que en todo no obrase con plenitud de perfección. Quedaron estos enemigos como desesperados y debilitados, y Lucifer furioso contra ellos y contra sí mismo.-

Lucifer y sus siete Legiones contra María.-
Si pudiera el Príncipe de las tinieblas retroceder en su maldad, contra las victorias que María había alcanzado, quedaría deshecha y humillada aquella exorbitante soberbia, pero como se levanta siempre contra Dios y nunca se sacia de su malicia, quedó vencido, mas no de voluntad quedo rendido Lucifer, que ardía en las llamas de su instinto furor hallándose vencido, y tan vencido, de una humilde y tierna mujer, cuando él y sus ministros infernales habían rendido a tantos hombres fuertes y mujeres magnánimas. Llegó a conocer este enemigo, que María santísima estaba embarazada, ordenándolo así Dios, aunque sólo conocieron era niño verdadero, porque la Divinidad y otros misterios siempre les eran ocultos; con que se persuadieron de que no era el Mesías prometido, pues era niño como los demás hombres. Y este engaño les disuadió también de que María no era la Madre del Verbo, de quien ellos temían les había de quebrantar la cabeza el Hijo y la Madre.-

Sintió Lucifer una oculta virtud que le oprimía, mirando hacia aquel niño encerrado en el vientre de su Madre María, y aunque sólo conoció que en su presencia se hallaba flaco de fuerzas y como atado, esto le enfurecía para intentar cuantos medios pudiese en la destrucción de aquel Hijo, para él tan sospechoso, y de la Madre, que reconocía tan superior en la batalla que con ella habían tenido. Lucifer se le Manifestó a María por varios modos, y tomando figuras espantosas visibles, como un fierísimo toro y como Dragón formidable y en otras formas, quería llegarse a ella y no podía, Lucifer acometía y hallábase impedido, sin saber de quién ni cómo, ni el porque no se podían acercar a María.-

Lucifer, Forcejaba como una fiera atada y daba espantosos bramidos, que si Dios no los ocultara atemorizaran al mundo y muchos murieran de espanto; arrojaba por la boca fuego y humo de azufre con espumajos venenosos; y todo esto veía y oía María, sin inmutarse ni moverse más que si fuera un mosquito. Lucifer, hizo otras alteraciones en los vientos, en la tierra y en la casa, trasegándolo y alterándolo todo, pero tampoco perdió por esto María la serenidad y sosiego interior y exterior; que siempre estuvo invicta y superior a todo lo que los Demonios intentaban con María, perdiendo Lucifer contra ella, todas las batallas.-
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Hallándose Lucifer tan vencido, abrió su inmunda boca y movió su lengua mentirosa y soltó la represa de su malignidad, proponiendo y pronunciando en presencia de María todas cuantas herejías y sectas infernales había fraguado con ayuda de sus depravados ministros. Porque después que fueron todos arrojados del Cielo y conocieron que el Verbo Divino había de tomar carne humana, para ser cabeza de un pueblo a quien regalaría con favores y doctrina celestial, determinó el Dragón Lucifer, fabricar errores, sectas y herejías contra todas las verdades que iba conociendo en orden a la noticia, el amor y culto del Altísimo. Y en esto se ocuparon los Demonios muchos años que pasaron hasta la venida de Cristo nuestro Señor al mundo Terrenal, mediante María; y todo este veneno tenía represado Lucifer en su pecho, como serpiente antigua y este veneno, lo derramo todo contra María, la Madre de la verdad y de la pureza y, deseando infectarla, pronunciando Lucifer, todos los errores que contra Dios y su verdad había fraguado hasta aquel día.-

Después de perder Lucifer y los Demonios, la batalla que tuvieron contra María, el Dragón y sus secuaces pretendieron huir y apartarse de la presencia de María, que los confundía y atormentaba, pero el Señor con una fuerza oculta los detenía para engrandecer el glorioso triunfo de su Madre y Esposa y confundir más y aniquilar la soberbia de Lucifer. Y para esto ordenó y permitió Su Majestad que los mismos demonios se humillasen a pedir a María, a que los mandase ir y los arrojase de su presencia a donde ella quisiese. Y así los envió María imperiosamente al infierno, donde estuvieron por algún espacio de tiempo. Y la gran vencedora María, quedó toda absorta en las Divinas alabanzas y agradecimiento.-

Cuando el Señor dio nuevamente permiso para que Lucifer se levantase, volvió a la batalla, tomando por instrumentos a unos vecinos de la casa de José; y sembrando entre ellos y sus mujeres una diabólica cizaña de discordias sobre intereses temporales. Tomó el demonio forma humana de una persona amiga de todos ellos, y les dijo que no se inquietasen entre sí mismos, porque de toda aquella diferencia tenía la culpa María la de José. La mujer que representaba el demonio era de crédito y autoridad, y con eso les persuadió mejor. Y aunque el Señor no permitió que en cosa grave se violase el crédito de su Madre, con todo eso dio permiso a Lucifer para que tentara a María, porque esta batalla sería para María, para engrandecer más su gloria y mayor corona, que todas estas personas engañadas la ejercitasen en esta ocasión. Fueron de mancomún juntas a casa de José y en presencia del esposo llamaron a María y la dijeron palabras ásperas, porque las inquietaba en sus casas y no las dejaba vivir en paz. Este suceso fue para la inocentísima Señora de algún dolor, por la pena que sentía José, que ya en aquella ocasión, José había comenzado a reparar en el crecimiento de su virginal vientre, y ella le miraba su corazón y los pensamientos que comenzaban a darle algún cuidado. Con todo esto, como sabia y prudente procuró vencer y redimir al trabajo con humildad, paciencia y viva fe. No se disculpó ni volvió por su inocente proceder, antes se humilló y con sumisión pidió a aquellas engañadas vecinas, que si en algo las había ofendido la perdonasen y se tranquilizasen; y con palabras llenas de dulzura y ciencia las ilustró y pacificó con hacerles entender que ellos no tenían culpa unos contra otros. Y satisfechos de esto y edificados de la humildad con que los había respondido, se volvieron a sus casas en paz, y el demonio huyó, porque no pudo sufrir tanta santidad y sabiduría que sin saberlo Lucifer, todo venía del Cielo.-

Pero el demonio, aunque ignoraba el principal motivo de la pena de José, se quiso valer de la ocasión y que ninguna pierde para inquietarle. Mas conjeturando si la causa era algún disgusto que tuviese con su esposa o por hallarse pobre y con tan corta hacienda, en ambas direcciones y cosas tiró el demonio, aunque desatinó en ellas, porque envió algunas sugestiones de despecho a José para que se desconsolase con su pobreza y la recibiese con impaciencia o tristeza; y asimismo se lo representó a José, sobre María su esposa que se ocupaba mucho tiempo en sus recogimientos y oraciones y no trabajaba, y que por eso eran tan pobres, y que María era de mucho ocio y descuido. Pero José, como recto y magnánimo de corazón y de alta perfección, despreció fácilmente estas sugestiones y las arrojó de sí; y aunque no tuviera otra causa más que el cuidado que le daba ocultamente el embarazo de su esposa, con éste ahogara todos los demás. Y dejándole el Señor en el principio de estos recelos, le alivió de la tentación del demonio por intercesión de María, que estaba atenta a todo lo que pasaba en el corazón de su fidelísimo esposo y pidió a su Hijo santísimo se diese por servido y satisfecho de la pena que le daba verla embarazada y lo aliviase de las demás.-
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Ordenó el Altísimo que la Reina y Señora del Cielo, tuviese esta prolija batalla de Lucifer, y le dio permiso para que él, junto con todas sus legiones, acabasen de estrenar todas sus fuerzas y malicia, para que en todo y por todo quedasen hollados, quebrantados y vencidos, y la divina Señora consiguiese el mayor triunfo del infierno, que jamás pura criatura pudo alcanzar. Llegaron juntos estos escuadrones de maldad con su caudillo infernal y presentándose ante María; y con invencible furor renovaron todas las fabulaciones de tentaciones juntas, de que antes se habían valido por partes, y añadieron lo poco que pudieron.-

Estuvo María, tan inmóvil, superior y serena, como si fueran los coros supremos de los Ángeles los que oían estas fabulaciones del enemigo; y ninguna impresión peregrina tocó ni alteró este Cielo de María, aunque los espantos, los terrores, las amenazas, las alabanzas, fabulaciones y falsedades fueron como de toda la malicia junta del Dragón que derramó su corriente contra esta mujer invicta y fuerte, que era María.-

Estando María, en este conflicto, ejercitando actos heroicos de todas las virtudes contra sus enemigos, tuvo conocimiento de que el Altísimo ordenaba y quería que humillase y quebrantase la soberbia del Dragón, usando del poder y potestad de la Madre de Dios y de la autoridad de tan grande dignidad. Y levantándose con ferventísimo e invencible valor, se volvió a los demonios, y dijo: ¿Quién como Dios, que vive en las alturas, Y repitiendo estas razones, añadió luego María: Príncipe de las tinieblas, autor del pecado y de la muerte, en nombre del Altísimo te mando que enmudezcas, y con tus ministros te arrojo a lo profundo de las cavernas infernales, para donde estáis destinados, de donde no salgáis hasta que el Mesías prometido os quebrante y sujete o lo permita.-

Estaba María, la Emperadora divina llena de luz y resplandor del cielo, y el Dragón soberbio pretendió resistirse algo a este imperio y convirtió a él la fuerza del poder que tenía, y le humilló más y con mayor pena; que por esto le alcanzó sobre todos los demonios. Y cayeron todos ellos, a lo más profundo de las cavernas del infierno.-

José conoce el embarazo de María.-
María se encuentra embarazada del quinto mes. Un día, saliendo María de su oratorio, la miró con este cuidado José y conoció con mayor certeza la novedad, sin que pudiese el discurso desmentir a los ojos en lo que les era notorio. Quedó el varón de Dios herido en su corazón, con una flecha de dolor que le penetró hasta lo más íntimo, sin hallar resistencia a las fuerzas de sus causas que a un mismo tiempo se juntaron en su alma.-

La primera el amor castísimo, pero muy intenso y verdadero, que tenía a su esposa, donde desde el principio estaba su corazón más que en depósito, y con el agradable trato y santidad sin semejante de la gran Señora se había confirmado más este vínculo del alma de José en obsequio suyo. Y como ella era tan perfecta y cabal en la modestia y humilde severidad, entre el respeto cuidadoso de servirla, tenía el José un deseo, como natural a su amor, de la correspondencia del de su esposa. Y esto ordenó así el Señor para que con el cuidado de esta recíproca satisfacción tuviese José hacia María, en el servir y estimar a la divina Señora.-
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Cumplía con esta obligación José como esposo y despensero del sacramento que aún le estaba oculto; y cuanto era más atento a servir y venerar a su esposa y su amor era purísimo y castísimo, santo y justo, tanto era mayor el deseo de que ella le correspondiese; aunque jamás se lo manifestó ni le habló en esto, así por la reverencia a que le obligaba la majestad humilde de su esposa, como porque no le había sido molesto aquel cuidado a vista de su trato y comunicación, conversación y pureza más que de Ángel. Pero cuando se halló en este aprieto, testificándole la vista la novedad que no podía negarse, quedó su alma dividida con el sobresalto. Aunque satisfecho que en su esposa había aquel nuevo accidente, no dio al discurso más de lo que no pudo negar a los ojos, porque como era varón santo y recto, aunque conoció el efecto, suspendió el juicio de la causa; porque si se persuadiera a que su esposa tenía culpa, sin duda el santo muriera de dolor natural.-

Se juntó a esta causa la certeza de que no tenía parte en el embarazo que conocía por sus ojos, y que la deshonra era por esto inevitable, cuando se llegase a saber. Y este cuidado era de tanto peso para José, cuanto él era de corazón más generoso y honrado y con su gran prudencia sabía ponderar el trabajo de la infamia propia y de su esposa, si llegaban a padecerla. Y la tercera causa, que daba mayor torcedor al esposo, era el riesgo de entregar a su esposa para que conforme a la ley fuese apedreada que era el castigo de las adúlteras si fuese convencida de este crimen. Entre estas consideraciones, como entre puntas de acero, se halló el corazón de José herido de una pena o de muchas juntas, sin hallar de improviso otro sagrado con que aliviarse más de la asentada satisfacción que tenía de su esposa. Pero como todas las señales testificaban la impensada novedad y no se le ofrecía al santo varón alguna salida contra ellas, ni tampoco se atrevía a comunicar su dolorosa aflicción con persona alguna, hallábase rodeado de los dolores de la muerte y sentía con experiencia que la emulación es dura como el infierno.-

Quería discurrir a solas, y el dolor le suspendía las potencias. Si el pensamiento quería seguir al sentido en las sospechas, todas se desvanecían como el hielo a la fuerza del sol y como el humo en el viento, acordándose de la experimentada santidad de su rescatada y advertida esposa. Si quería suspender el afecto de su castísimo amor, no podía, porque siempre la hallaba digno objeto de ser amado, y la verdad, aunque oculta, tenía más fuerzas para atraer que el engaño aparente de la infidelidad para desviarle. No se podía romper aquel vínculo asegurado con fiadores tan abonados de verdad, de razón y de justicia. Para declararse con su divina esposa, no hallaba conveniencia, ni tampoco se lo permitía aquella igualdad severa y divinamente humilde que en ella conocía. Y aunque veía la mudanza en el vientre, no correspondía el proceder tan puro y santo a tal descuido como se pudiera presumir, porque aquella culpa no se compadecía con tanta pureza, igualdad, santidad, y discreción, y con todas las gracias juntas en que era manifiesto el aumento cada día en María. Apeló de sus penas el esposo José para el tribunal del Señor, por medio de la oración, y puesto en su presencia, dijo: Altísimo Dios y Señor eterno, no son ocultos a vuestra Divina presencia mis deseos y gemidos.-
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