Topónimo de Almanza. Arcayos y Valdavida...........IV El primer escrito sobre Arcayos es del siglo XI, pero nos da a entender que este poblado podría pertenecer al siglo X, como lo son otros que en él se citan. En efecto, Enderquina, una mujer devota del Monasterio de Sahagún, ofrece a los monjes «todas sus heredades, que le pertenecen de sus padres y de sus abuelos» en distintos pueblos del Cea, entre ellas: «in Arkaios, mea divisa (mi parte)». El documento es del año 1075, pero, si lo que dona había sido de sus abuelos, quiere decir que Arcayos existía ya hacía muchos años. En el año 1147 se cita Arcayos junto con Villaverde, como queda dicho. En 1194 Fernán Fernández vende a Fernando Ovéquez un solar «en la villa llamada Arcaios, en el lugar conocido como El Solo (el suelo, o la casa), que ocupa Pedro Pelaz»14. También hemos citado ya Arcayos junto a Villaverde en el arrendamiento que hizo el sacristán de Sahagún a Lope García, en el año 1299. En el Becerro de Presentaciones (Arcp. de Cea, nº 17: 493) se cita la iglesia de Arcayos, dándole las mismas características que a la iglesia de Yecla, cambiando el titular que aquí es Sant Iulián, pero pertenece también a la Orden Miliar de San Juan. El Diccionario de Madoz le atribuye un suelo fértil y más abundancia de caza y pesca que la que ahora tiene. El origen del nombre «Arcayos» algunos lo han buscado en el árabe axxaya ‘túnica’ (L. Eguilaz y Yanguas, ed. facs. 1974: 277), pero más probable es que sea de procedencia romance: bien del antropónimo Arcagio, que se halla en los documentos de Sahagún, año 960; o bien, de origen incierto, como el nombre común argayo ‘tierra y piedras que se desprenden de una montaña’, muy usado en este sentido en Asturias, Cantabria y Vizcaya. Valdavida Por diminutos valles, casi perpendiculares al río Cea, corren otros tantos arroyos de curso intermitente que mantienen hoy en una mediocre prosperidad a pueblos que antes estuvieron unidos al poderoso Monasterio de Sahagún y fueron partícipes de su gran esplendor. El primero de ellos es Valdavida (Valle de Avita), topónimo compuesto sobre un antropónimo (Avita) que aparece en las inscripciones latinas de Hübner, encontrado en Avioso, lugar situado a 12 km de Oporto, y significa ‘el muy deseado’. En la Edad Media Abita o Avita era nombre bastante usado; de hecho en la documentación del siglo X en Sahagún aparece unas veinte veces. Un noble llamado Abita Rapinatiz firma los diplomas de Alfonso III en los años 904 y 905 y, si no fue este, sería otro noble el que poseyó este valle que estamos estudiando y le dio nombre. Pero lo importante en este caso no fue el valle, ni el nombre, ni el pueblo de Valdavida, sino que lo fue el Monasterio de Santiago que allí hubo y tuvo renombre desde el año 949 hasta el siglo XII. La historia de ese monasterio de Val de Abita empieza en el año 943, cuando Ramiro II envió al destierro a D. Patre y a sus familiares por haber dado muerte a un hombre y les confiscó todos los bienes («todos los que dejaron in Valle de Abita») y se los entregó a Vermudo Núñez, conde de Cea. Seis años después, en el 949, Flagino y otros tres venden «a los frailes de San Martín y de Santiago de Val de Hábita una tierra de su propiedad»; y tres meses más tarde, el conde de Cea decide fundar allí un monasterio dedicado al Apóstol Santiago y dotarlo generosamente con todas las fincas heredadas de su padre Nuño, incluso con su parte en dos molinos que había en el río Cea, con libros, ropas de iglesia, vajillas, ganados y hasta dos moros para el servicio de los monjes15. Hasta el final del siglo X el Monasterio de Santiago tuvo una vida pujante y logró adquirir posesiones en lugares en donde la influencia de Sahagún debería haber sido más poderosa que la de él: consiguió propiedades en Valdesalce y Valle Laurenzo, junto al mismo Sahagún, y en Valdespino, en Tierra de Campos. Además, los monjes de Santiago, asentados más cerca del monte que del río Cea, y viviendo de la agricultura y de la ganadería, tenían necesidad de disponer de más molinos para el propio sustento y el mantenimiento de sus ganados, por ello procuraron hacerse con los derechos de molienda en Villaselán, que era el punto para ellos más cercano al Cea. En el año 954 Remidio con su esposa y otros 24 matrimonios vendieron al abad de Santiago de Valdavida los molinos que poseían en el río Cea «iuxta Villa de Selano». Y en 958 el mismo Selano y su mujer venden a los de Santiago la presa que tenían en los molinos llamados de Cantuzo en el río Cea «con la facultad de usarlos nueve días, tanto de día como de noche»16 (deberá entenderse, cada mes). _______________________________ 14. Documentos de Sahagún, III, n.º 742.- Documentos de Sahagún, IV, n.os 1293 y 1495. 15. Documentos de Sahagún, I, n.os 84, 113 y 114. 16. Ibídem., n.os 142 y 157. Liceus Ediciones |