Cronicas de un pueblo.... Los nombres que aparecen en esta historia son inventados, por lo tanto cualquier semejanza con la vida real son pura coincidencia. ... Primera Parte. La tarde va cogiendo esa oscuridad anaranjada a la vez que el sol se va hundiendo en la lejanía, la calzada que separa esos campos de barbecho y sementera va cogiendo el calor dejado por el casi moribundo astro. El camino dejado atrás no es más que un desvío comarcal lleno de burrajos y boñigas de animales y tierra polvorienta transitado por carros de tiro y algún que otro tractor. Al final de la tarde con el sudor y la cara de cansancio de un día de trabajo, Enalso vuelve al pueblo con la inseparable compañía de una hebra de alfalfa en la boca, una burra ya entrada en años y una boina desgastada por el tiempo. Enalso, trae las alforjas de la burra bien cargadas de pimientos, pepinos alguna que otra calabaza y manzanas de los árboles de su pozo. Un pozo de riego del cual surge una noria de tracción animal para sacar agua. Una gran rueda que en su perímetro posee una hilera de cangilones que se sumergen en el agua la elevan y la depositan en un conducto que la distribuye. Enalso va rumiando palabras entre dientes y con el entrecejo fruncido, no se le va de la cabeza esos dos surcos que Faquilo ha metido en sus tierras, el zopenco ese….tragador, murmura Enalso al tiempo que entra en su pequeño pueblo. Pueblo que no dista mucho de la capital León, el de Guzmán el Bueno, aunque la realidad del pueblo de Enalso y de los demás vecinos no es otra que la de una pequeña pedanía del Ayuntamiento del Burgo Ranero. La llegada de Enalso es como siempre, a paso lento, pero hoy toma otra calle que no es la que le lleva hacia su casa, en menos de un pis-pas está delante de la casa, el hombre queda anunciado al bocear con fuerza, cosa que nunca había ocurrido. FAQUILOOO….. Que tienes hombre? Es la voz de Faquilo que se asoma por un bocarón del hierbal de la planta superior de las cuadras. Pues mira. Que cuando vayas a arar tengas cuidado de hacerlo en lo tuyo y no tomes lo de los demás… hombre, le dice Enalso con semblante serio pero sin acritud. Está bien pero tu sabes que yo lo hago sin mala intención sería un despiste. Faquilo, que ya peino canas aunque sean ralas….no me tomes el pelo. No es la primera vez que lo haces y ya hemos tenido lo nuestro por lo mismo…….ya estás avisado. Los dos vecinos hacen las paces, es lo normal por estos pueblos, el tiempo aquí como que no tiene valor. Al ser tan pocos habitantes los que llevan la misma sangre se tratan igual que los demás, sienten la misma pasión cuando se ríen o se enfadan, aunque como en todas partes no falta la envidia, la mentira y sobre todo la miseria. Al mismo tiempo, en otro punto del pequeño pueblo, Legundia, “Legu” hija de Jimena espera el autobús que todos los jueves por la tarde noche la lleva a León. En la acera de enfrente Pelayo, Oveco y Petronio ligando un cigarro caminan sin prisa camino del bar de Munio. La exuberante Legu es una de las mozas más guapas del pueblo aparte de ser la menos vista y es una oportunidad para mirarla que no se puede dejar escapar. Ella los observa sin interés y sin mirarles. Los tres inmóviles como postes de la luz bajo la bombilla le dedican una mirada que delata sus pensamientos entre fogosos y obscenos…….como si de un animal en celo se tratase, si por ellos fuera se la comerían, pero esta joya ya tiene dueño. Oye gandules a qué andaís? Se oye desde la ventana de la casa poco antes de caer un jarro de agua sobre sus cabezas. ¡ Ya salió la Jimena ! Comentó uno de ellos riendo a carcajada a coro con los otros dos ante una risa irónica disimulada por la joven. Los tres mozalbetes siguen entre risas caminando hacia el bar. En 1964, en esta pequeña pedanía y aunque cueste creerlo, sólo hay dos televisores, el del cura en el salón y el del bar de Munio y su mujer Aldonza. Esta noche de ya avanzada primavera y casi a puertas del verano los vecinos sacan sus sillas de las casas al fresco de la noche para hacer más soportable el calor intenso que flota en el ambiente. En toda la calle se oyen cuchicheos y murmullos de todo tipo. Otros van al bar de Munio que esa noche espera que esté lleno más de lo habitual. Vermudo, el Secretario del Ayuntamiento pone en marcha su motocicleta marca csepel 350 y va camino de casa de Guntericus su inestimable cuñado. Cuando llega a la puerta solo tiene que dar unos acelerones y su cuñado sabrá que está esperándole. ¡ Quién es ! Dice la septagenaria abuela al abrir la puerta. No se que echan en la televisión para que os interese tanto. Os vais a volver tarumba, encarándose al muchacho y este asiente con la cabeza. Vamos dice Guntericus al salir. ¡ Jolín ¡ Cuanta gente. Dice Vermudo mientras guía la motocicleta. En la calle hay más tumulto que de costumbre. En este tiempo a las puertas de las casas encaladas con gis los niños juegan y los abuelos sentados en sus sillas de anea, curiosean el ambiente. En la que lleva al bar de Munio y su mujer Aldonza por lo general a esa hora por muy bueno que haga no suele haber tanta multitud. Es por lo de Crónicas de un Pueblo, ya hace tiempo que aquí se rodaron unas secuencias de la serie y parece que hoy vamos a salir en la televisión. Comenta Guntericus desde el asiento del acompañante a su llegada al bar, en el cual no cabe ni un alfiler. ¡Munio hoy se forra! Entran en el local y una algarada de voces y saludos los recibe con aparente alegría. Ya han marcado donde se van a ubicar….en la barra. Haber Munio dos cervezas bien fresquitas. Pide Gunteriqus. Tras el primer sorbo vuelven la vista para ver el ambiente. Esto parece la Ventas en San Isidro. Lleno hasta la bandera comenta uno. Ni por San Bartolo macho….comenta otro. Ni en las Navidades se llenaba tanto. Ni siquiera cuando (el Morrosco) Manuel Ibar Aspiazu "URTAIN" ganó por K.O., a Paul Hirk en el segundo asalto. Lo de hoy no se trataba de Urtain boxeando. Su queridísimo y pequeño pueblo sus pocas casas con sus corrales iban a verse en televisión en toda España. Era un triunfo nacional….un logro personal. En el fondo de la cantina, entre copas de 501 y farias, hay una partida de garrafina ajena al acontecimiento que los ha reunido a todos. Pero Munio se encarga de chafarles la partida, ya que necesita sacar la mesa para poner más sillas. Terminar la partida les suelta julio con buen tono. Munio es uno de esos jóvenes pueblerinos tan comunes que con veintitantos años salió a buscar fortuna a Güernica. Después de unos cuantos años de trabajo y sudores con unos ahorrillos le dio por volver pal pueblo. No aguantaba que le insultaran llamándole “maketo” una palabra que los de aquella zona decían refiriéndose a los que no eran de allí, se quejaban que habían ido para quitarles el trabajo. Aparentaba ser mayor tanto física como mentalmente. Sus ideas no eran como las de un joven de su edad. Tras esa forma de ser se escondía un buen hombre apreciado por todos y muy trabajador. En la recién desalojada mesa de tahúres habían estado sentados D. Pelagio el cura religioso y de buen trato con los demás pero que gustaba de tentar a la suerte jugando unas manos con los de turno. D. Roderico ferroviario de profesión, hablaba de su RENFE con orgullo teniendo buena mano para el huerto. Trabajaba uno en Villavidel, de donde traía unos buenos pimientos morrones que nada tenían que envidiar a los de Fresno y unos tomates igual de buenos que los de Mansilla. Suario con su olor a ovejas y manos agrietadas. Y D. Gundisalbiz el veterinario que por envidia las malas lenguas decían que se andaba acostando con una lozana moza soltera de pechos imponentes. 16, de diciembre de 2008
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