Albares de la Ribera - Leon

Reportaje | paula vidal

El médico receta cerveza

Un estudio demuestra que dos cañas al día no engordan

15/09/2010


El falso mito de la «barriga cervecera» se cae por su propio peso tras el estudio realizado por el Instituto del Frío del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y presentado ayer en el Colegio Oficial de Médicos de León. Los resultados son contundentes: el consumo moderado, y con este límite tan subjetivo se refieren a un máximo de dos cañas para las mujeres y tres para los hombres, no modifica el peso ni la composición corporal.

La cerveza, acusada popularmente como culpable de la «curva de la felicidad», tiene en realidad un aporte calórico muy bajo: una caña de 200 mililitros tiene 90 Kcal y en el caso de la «sin» se reduce a una media de 17 Kcal por 100 mililitros. Además, si se combina con una alimentación equilibrada y algo de ejercicio la «rubia» puede ser un elemento muy beneficioso para el organismo ya que, según diversas investigaciones, reduce el riesgo cardiovascular, la diabetes y la osteoporosis.


Propiedades. Por sus ingredientes naturales, agua, lúpulo y cebada, contiene vitaminas, minerales y antioxidantes naturales, además de ser capaz de favorecer una rápida y efectiva rehidratación con lo que se puede incluir en la dieta equilibrada de los deportistas.

Para las personas con hipertensión arterial la cerveza «sin» es un hábito saludable ya que un botellín al día aporta 10 mg de calcio, potasio y poco sodio.

También el ácido fólico que contiene es una vitamina esencial para el sistema nervioso y la regeneración de las células por lo que no sólo se libra de ser causante de obesidad sino que puede ser una buena aliada para llevar mejor el paso de los años.

Para llevar a cabo el estudio que determina que «pese al mito de que el consumo de cerveza produce distensión abdominal, las conclusiones indican que un consumo moderado de esta bebida fermentada de baja graduación alcohólica no provoca aumento de peso, ni modificaciones en la composición corporal», según señalo la autora de la investigación, Ana María Veses, fueron necesarios 49 voluntarios que participaron durante 10 semanas. «En todo momento mantuvieron sus hábitos de vida y su alimentación», tal y como señaló Veses, la única modificación fue la referente al consumo de otras bebidas.

El estudio cuenta con investigaciones previas pero introduce dos variables que lo hacen novedoso: la cerveza «sin» y métodos como la testimografía que consiste en que el sujeto se meta en una cámara muy costosa de la que «sólo hay cinco o seis en España», subrayó Veses.

Las cañas de cerveza no son un invento del siglo XXI. Su historia se remonta hace más de 6.000 años cuando los sumerios la consumían con el objetivo de evitar las enfermedades infecciosas que se adquirían por beber agua no higienizada. El propio Hipócrates, padre de la medicina, la definió como «un calmante suave que apaga la sed, facilita la dicción, fortalece el corazón y las encías», y como en la antigüedad también había crisis y esta bebida era muy valorada, un fragmento del código Hammurabi condenaba a morir ahogado al tabernero que defraudase en el precio de la cerveza.