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EL DIARIO DE LEON

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Reportaje | MANUEL FÉLIX
Siete días sin sol ni luna


Las familias aprovechan el domingo para hablar por el telefonillo con los encerrados


Son 168 horas, siete días, una semana, un cuarto de mes. Se dice pronto, pero puede convertirse en todo un martirio si ese tiempo pasa bajo tierra, encerrado en las profundidades de la mina. Es fácil desorientarse y no saber cuándo es de día y cuándo de noche. Los 13 mineros encerrados durante ese tiempo en el pozo Casares de Tremor de Arriba (Igüeña) afrontan desde hoy otra semana crucial en su particular lucha.

Por un lado, cada hora que pasa es una muesca más que araña su salud. Y por otro, está el objetivo claro de conseguir la reivindicación del pago de sus nóminas, y en especial, el compromiso de la firma de un decreto que podría salvar a la minería. Al menos momentáneamente si en Bruselas no firman en el 2014 el parte anunciado de defunción del sector del carbón nacional.

Por eso, sabedores de lo que se juegan, dentro del pozo Casares seguían en día de domingo los trece mineros. Y fuera, sus compañeros de tajo, sus esposas, sus hijos, sus familiares, sus amigos y los vecinos de los pueblos de la cuenca.

Rubén Fernández, el presidente del comité de empresa del Grupo Casares, se derrumbaba ayer tarde emocionado, en un llanto no contenido al explicar lo que están viviendo los mineros en el fondo del pozo. Y sobretodo, ver a los niños y a sus esposas pasarlo tan mal. «Los mineros están bien, están animados; lo mismo que sus familias; todos sabemos que esto es una lucha y que tenemos que ser fuertes, pero hay veces que se te cae el alma a los pies», comentaba a este periódico entre sollozos, sin importarle dar al traste con el estereotipo de que los mineros no lloran.

Las esposas de los encerrados se comunican con los encerrados a través de un telefonillo. Ayer domingo era un día especial, pero la rutina del pozo se mantiene. Siguiendo los horarios de la entrega del desayuno, comida y cena, sus hijos más pequeños les hacen llegar cartas emocionadas y también dibujos de colores.

En el exterior, a pie de bocamina, las horas también pasan con pesar. Los ánimos están encendidos y los que viven de cerca y en primera fila el conflicto tienen palabras críticas para empresarios, para políticos y también para los sindicatos. No entienden que tengan que esperar hasta el próximo miércoles día 15 para que se reúna en Madrid la comisión de seguimiento en la que se analizará una salida a esta situación de la minería del carbón. Creen que -”al menos por deferencia a los mineros que han cumplido una semana en el pozo, en pésimas condiciones-” esa reunión debía y debe adelantarse.

Desde que tuvo que abandonar la mina José Antonio Duarte por problemas de salud tras el encierro, los mineros que siguen dentro no han vuelto a tener una revisión médica, dado que, de momento no lo precisan. Duarte, por fortuna, ya se encuentra en su casa, aquejado de una infección pulmonar contra que la luchan los antibióticos que toma.

Hoy lunes, se retoman las movilizaciones, y a las diez de la mañana los mineros están convocados frente a la sede de los sindicatos en Bembibre. Allí decidirán las medidas de presión y protestas que con toda seguridad se volverán a repetir como las de la semana pasada. En Ponferrada acamparán frente a las sedes empresariales y en la bocamina habrá también guardia