Encinasola - Huelva

_ Por que te quiero, si, eso es, te quiero, nunca había sentido por nadie lo que siento por ti, sueño contigo y estas todo el día en mi pensamiento, en cada cosa que hago, en cada cosa que veo. Como dijo el poeta: “Todo me habla de ti constantemente…”
_ Bueno… no se que decir. Me has dejado sin palabras. No me esperaba esto de ti, de verdad y no se que contestarte.
_ No tienes que contestarme ahora, no tienes que contestarme nada, solo déjame quererte, estar contigo, verte, mirarte, soñarte y si algún día sientes lo mismo por mi, dame un beso y esa será la mejor, la única respuesta.
El resto del paseo lo dieron en silencio, mirándose de reojos y sintiendo el frescor de la arena al atardecer en los pies y la brisa del poniente en la cara. Rafa miraba el pelo de Sara y lo veía ondulante al viento, como la más bella bandera que acariciara y enmarcara su cara.

Otra vez el corazón le había ganado por la mano al cerebro y había expresado de forma maravillosa lo que Rafa sentía, ahora solo le quedaba esperar ese beso o ese olvido, pero fuera como fuera, él la quería más que a nada y sentía que la seguiría queriendo para siempre con la misma fuerza, con la misma vehemencia con ese empeño que sólo se pone en las cosas cuando se tienen dieciocho años recién cumplidos.
Volvieron con el resto de la pandilla y tuvieron que aguantar los comentarios y las bromas de algunos y algunas pero se limitaron a sonreír y pasar de ellos. El botellón esperaba en la casa y también tendrían música, así que la fiesta estaba asegurada a lo largo de toda la noche. Durante un buen rato no volvieron a hablar entre ellos pero no podían evitar mirarse con disimulo, al menos por parte de ella que cada vez que lo miraba lo sorprendía mirándola con los ojos muy abiertos. Rafa ofreció algo de beber a Sara y se lo llevó a donde estaba ella, en el porche de la casa, sola, sentada mirando a las estrellas y cantando entre dientes la canción que sonaba. Se quedó mirándola extasiado, sus ojos, a la luz de la luna eran aun más hermosos, más profundos, su pelo adquiría un brillo metálico y misterioso y su piel tomaba un tono luminoso que lo subyugaba. Casi no había reparado en su boca pero era pequeñita y graciosa, de labios carnosos y brillantes gracias a un suave toque de carmín que les daba un aire sensual.

_ Estás muy callada ¿te pasa algo?
_ No, nada, esta canción me gusta y me gusta oírla a la luz de la luna, me trae recuerdos.
_ ¿Buenos o malos?_ los ojos de Sara se posaron en los de Rafa y el sintió que la sangre se le aceleraba en al cuerpo.
_ “Tu recuerdo sigue aquí, como un aguacero…”, mejor dejarlo pero la canción me gusta mucho.
_ Entonces son malos los recuerdos por lo que veo, mejor olvidarlos.
_ Sí, mejor. Oye, ¿estas seguro de todo lo que me dijiste antes, de verdad lo sientes?
_ No lo pongas en duda. No ha sido el fruto de dos cubatas y un calentón playero. Desde la ultima vez que te vi no te he podido olvidar y después de darle muchas vueltas al asunto asumí que estaba enamorado de ti y es la primera vez que me ocurre esto, antes había tonteado con algunas pero las olvidaba con la misma rapidez con que me enamoraba de ellas, esto es diferente, te quiero con toda mi alma y sería el hombre mas feliz del mundo si algún día llegaras a quererme.
_ Dame tiempo. Veras, acabo de salir de una relación que me ha marcado profundamente, él también fue mi primera vez, mi primer amor y lo quería con locura, me tenía loca pero un día descubrí que la única que de verdad amaba en la pareja era yo, él se dejaba querer, se entretenía y sacaba todo lo que podía. El mundo se me vino abajo y creí que no lo soportaría pero poco a poco lo voy olvidando, cada vez lo veo más lejos en mis recuerdos, en mi vida y estoy empezando a descubrir que también hay vida sin él, después de él.
_ Tómate el tiempo que quieras pero, por favor, no me hagas perder el mío y si en algún momento ves que no tengo nada que hacer contigo, dímelo y seguiremos siendo amigos y por más que me duela, pensaré en otras cosas y trataré de olvidarte.
_ Está refrescando ¿nos vamos dentro?
_ Como quieras. Te has puesto triste y no me gusta verte así. Tus ojos se han nublado y esas nubes de tristeza no me dejan ver el sol que hay dentro de ellos.
_ Que cosas tan bonitas me dices. No sabes lo que significa para mí oírlas después de haber sufrido tanto, de haber llorado tanto a escondidas y sin tener nadie a quien contarle nada.
_ Me gustaría mucho bailar contigo, agarrados. ¿Quieres otra copa?
_ Venga, la última, que si no mañana estaremos para el arrastre. En la terraza se oye la música y no hay nadie, allí podremos bailar a gusto. Hace mucho que bailé por última vez.
_ Sí crees que te va a traer malos recuerdos lo dejamos.
_ No, de eso se trata, de enfrentarme a los malos recuerdos y vencerlos para siempre, pero para eso el presente tiene que ser mejor que el pasado.
_ No te preocupes, de eso me encargo yo que soy el presente y tal vez el futuro.

Dejaron los vasos sobre una mesita y se abrazaron al compás de una música lenta y suave que casi nadie escuchaba ya que estaban casi todos enfrascados en un juego de rol en el que cada uno tenía que ir haciendo lo que decían las cartas, tal vez por eso nadie prestó atención a ellos que bailaban muy lentamente. Rafa tenía a Sara entre sus brazos y no se lo creía, no podía ser posible que eso le estuviera ocurriendo a él. La tenía tan cerca que sentía los latidos de su corazón contra su pecho, olía el perfume de su pelo enredado con su cara y la cara de Sara se rozaba con la suya y como un susurro de brisa le decía al oído que la quería más que nada ni a nadie, que era todo para él, que sin ella la vida no tenía sentido.
La velada no se prolongó demasiado ya que el domingo les esperaba otro intenso día de playa y decidieron acostarse pronto y descansar. Rafa sabía que no podría dormir, habían sido demasiadas emociones juntas y ahora prefería revivirlas, recordarlas a cámara lenta y volver a oír las palabras de Sara y las suyas, rememorar su olor mientras sonaba la música que ya nunca olvidaría y desde entonces sería su música, la música de los dos. Como en una película que estuvieran proyectando para él solo se veía bailando con Sara como si flotaran sobre el suelo, el pelo de ella ondeando suavemente y su voz susurrando al oído de ella “un beso gris, un beso blanco…”.
La mañana estalló con un reconfortante olor a café y pan tostado. Rafa y Sara se habían levantado antes que los demás y estaban preparando el desayuno de todos cuando estos fueron llegando a la cocina como zombis atraídos por el aroma del desayuno. Rafa, que apenas había dormido, llegó primero a la cocina y empezó a poner el café. Sara llegó después y se sorprendió al verlo a él allí. Mas tarde confesó haber dormido poco también. Era la primera vez que la veía recién levantada, con la cara lavada y el pelo apenas recogido y se quedó mirándola embelesado ya que todavía le gustaba más así, le parecía tan natural, tan tierna. Cuanto hubiera dado por abrazarla y darle un par de besos en esa dulce boca que, sin carmín resultaba todavía más fresca y jugosa para él.
El día transcurrió en la playa entre juegos y risas, Rafa y Sara estaban casi siempre juntos llegando a suscitar comentarios jocosos por parte de los demás, incluso por parte de Quino que, si bien al principio no veía bien que ellos estuvieran tanto tiempo juntos y a solas, acabó por admitirlo reconociendo que hacían muy buena pareja y parecían muy enrollados.
La tarde cayó y con ella llegó la hora de la despedida. El fin de semana se estaba acabando y para Rafa había sido maravilloso, no creía ser la misma persona que salió de casa nervioso, ansioso, inseguro y temeroso de ser rechazado, ahora volvía triunfador, al menos ante si mismo al haber sido capaz de decirle a Sara que la quería y haber pasado con ella momentos tan maravillosos que no olvidaría nunca y una y otra vez pasaban por su mente recreándose en ellos, volviendo a gozar del instante, de la mirada, del gesto, recordando el sabor, la música, el aroma de cada circunstancia.
Quedaron en verse cuanto antes, ella le dijo donde vivía para que pasara a buscarla y le dejo el número del móvil para que llamara antes y finalmente se despidieron mirándose a los ojos. Rafa lanzó un beso al aire y ella hizo como si lo recogiera y lo guardó en el puño cerrado.
De haber sido posible, Rafa hubiera empujado las manecillas del reloj, los números del almanaque, el movimiento de la tierra y las fases de la luna para que el tiempo pasara más veloz y que le faltara menos para estar con ella para verla de nuevo, para sentirla cerca y oír su voz, su risa, oler su perfume, ver su pelo al viento…

El verano fue una sucesión de días de playa y noches de fiesta, barbacoas y botellones. Rafa no recordaba nada igual cuando, por el contrario, los veranos para él habían sido un tiempo muerto donde no había nadie en ningún sitio salvo en las playas, donde no se cabía y lo más fácil era verse envuelto en una bronca atizada por el garrafón y la testosterona. El padre estaba asombrado de verlo así, la Play estaba cubierta de polvo encima de su mesa de estudio, el ordenador apenas se encendía y cuando lo hacía era para ver el correo o hablar con alguien durante unos minutos y volver a salir en seguida otra vez.
El padre no era tonto y reconocía esos síntomas, el también los había sufrido hacia años y ahora le hacían recordar otros tiempo más bonitos tan llenos de ilusión y de energía, las mismas que su hijo derrochaba ahora y el compartía un poco la felicidad del momento, lo que no quitaba que de vez en cuando le diera una llamada al orden. Un día que lo vio sentado en la cocina comiendo algo le preguntó:

_¿Cómo es ella?
_¿Cómo sabes tu eso?... vale, caí en la trampa. Pues mira, papá, es preciosa, morena, con unos ojos enormes y la mujer más dulce y simpática que he conocido…
_ Que tampoco has conocido a muchas ¿no?
_ No, la verdad es que no, pero esta es especial, papá, tiene algo especial, cuando se ríe…
_ Estás coladito por ella ¿verdad?

Buenos díás, Andrés. Gracias por continuar regalándonos tu relato. No abandonemos nuna esos tiempos llenos de ilusión y conservemos siempre la energía de los 18 años y la curiosidad y ganas de aprender de la infancia.
No puedo hablar por los demás forer@s, pero personalmente te pido que nos cuentes más.
Un abrazo.