HISTORIAS PARA CONTAR-12 NO, ABUELO, NO. - ¿Qué decís, que os han dao una beca y que os vais a estudiar a Cuenca? - Sí, abuelo, nos vamos a estudiar a Cuenca a ver si nos sacamos una carrera... - ¡Ca!...La gente pobre no debe mandar a sus hijos a estudiar. A trabajar bien prontico y a ayudar en la casa... - ¿Por qué, abuelo?- le preguntan las dos chicas a la vez. - Porque los hijos de la gente pobre, si tienen más poderío, después se avergüenzan de su familia y de su pueblo, y la familia es lo más grande...-razona el abuelo, extendiendo la mano con la que sujeta la colilla del cigarrillo liado, hacia la palma, para adentro. - ¡Pero qué dices abuelo! Nosotras no nos vamos a avergonzar de nadie... - Eso decís ahora...Luego veis la capital, y toas las cosas que se ven por ahí... y el pueblo se vuelve muy chico... Las dos chicas vivían con los abuelos para que no estuvieran solos. Era la costumbre. Cuando todos los hijos se casaban, algún nieto se iba con ellos a dormir. Ellas eran dos. Gracias a sus risas, a veces sin justificación, y a sus chácharas antes de dormir, inundaban la casa de vida. - ¡Con lo que ha sio esta casa, con animales de labor, seis hijos y puertas abiertas pa to el mundo... y cómo se ve ahora....- clamaba la abuela mientras se dejaba peinar por la vecina, en el patio, su larga melena, de pelo fino y casi blanco, y que aquélla enrollaba en un pequeño moño con destreza. - No te quejes, mujer, que tú tienes a tus nietas. ¿Y yo, que estoy más sola que la una? Mis nietos están en Barcelona y tienen nombres que ni sé pronunciar... - ¿Éstas dos? Si dan más guerra que valen... – decía de broma la abuela, peinando ella ahora a su vecina de igual manera que la otra lo había hecho. Y las chicas se marcharon, pero el abuelo no se pudo despedir porque justo una semana antes de la partida, murió. ¿O sí se despidió? ¿Tal vez quiso que se marcharan sin remordimientos de no acompañarlo? - No, abuelo, no. No nos podemos avergonzar de ti, porque fuiste un hombre bueno, que como bien decías, enderezabas el árbol desde pequeño. Sabías hacerte querer y te queríamos, hacerte respetar, y te respetábamos y sabías inculcar valores de los que sentirse muy orgulloso, nunca vergüenza. - No, abuelo, no. No nos podemos olvidar del pueblo, porque nos enseñaste a quererlo. Es pequeño, sí, y entrañable por ello. - No, abuelo, no, la cultura no es poderío, es criterio para saber valorar cuánto NO sabes y ser humilde, cuánto vale la sencillez de la gente, el amor de la familia, la amistad de los amigos y el calor de los que comparten contigo su tierra de nacimiento. Una de las chicas acompañó al abuelo, la otra sigue visitando el pueblo, no sólo porque le gusta, sino porque lo necesita para seguir viviendo.
|