La tiranía de las curaciones LA TIRANÍA DE LAS CURACIONES Los ojos se le salen de las órbitas, -Dios mío, ¿qué le ponen a mi abuelo?- se preguntaba el pobre crío con una rebanada de pan con azúcar y vino en la mano… Allí, sobre eternas capas de ropa, en la cama de barrotes altos de hierro forjado, se encuentra el enclenque anciano, con el pecho dibujado de costillas, y con asquerosas sanguijuelas enganchadas a su cuerpo, chupando aquella sangre que inexistente parecía, entre amagos de tos y olor a la cuadra que está al lado de la habitación de dormir…No entiende nada, se va corriendo al corral. No le gusta aquello… Marcialete es un chaval despierto, espabilado; se fija en todo. Le gusta poco comer, es muy escrupuloso, y su madre no lo pasa bien con sus comidas. - Madre, ¿qué me das?- pregunta el crío con restos de mocos mal limpiados con el reverso de la mano y con lágrimas en los ojos que le han provocado el sopapo de la madre por no querer comer. - Vino Quina. Bebe y calla, que esto abre el hambre que es un gusto…-exclama con vehemencia la mujer, metiéndole la cuchara al chiquillo hasta el gaznate, levantándole la barbilla para que no caiga ni una gota. Y como todos los cambios de tiempo conllevan anginas y resfríos, el chico no ha podido ir hoy a la escuela porque ha amanecido con calentura. Su madre lo tapa hasta las orejas y le pone dos mantas más. - No se te ocurra destaparte así tengas calor… ¿eh?- asevera la mujer contundente. - Pero es que me asfixio, madre, - se oye por allí adentro, entre la ropa, la voz gangosa del chico con tono lastimero… - ¡Pues a sudar, que así se matan tos los bichos!... El chico en la cama, oye trajinar a su madre en la cocina .Capta el sonido del tintineo que produce el tenedor al batir en un vaso de cristal. La oye subir y ya sabe lo que le espera… - Madre, ¿qué es eso? ¡Sabes que no me lo puedo tragar, que me da asco… - ¡Abre la boca y traga, que esto despierta a un muerto!… El chico intenta tragar la leche con el huevo crudo batido, poniendo mil caras de asco, y encontrando la garganta cerrada por las anginas… - ¡Como me manches las sábanas te doy una tunda! - Que está muy malo, que no me entra…-llora, cierra la boca…El azote de la madre le hace abrir la boca, cerrar los ojos y, ¡adentro! El día va pasando entre sueños. Todos los sonidos le son familiares. Los oye en la lejanía del sopor, entre sueños alucinógenos provocados por la alta temperatura de su cuerpo. Sabe que le espera lo peor. Está como en el limbo, pero ha oído al médico. Ha sentido cómo le auscultaba, cómo le hacía abrir la boca y cómo nombraba la palabra “inyección”. Han pasado las horas, pero lo peor ha llegado. Allí mismo, en la mesita de noche, el practicante coloca ceremoniosamente los preparativos. El olor a alcohol quemado le gusta, pero cuando le van a pinchar a otro…No se corta ni un pelo al sacar con las pinzas, la aguja de medio metro, colocarla en la jeringa y probar a ver si sale bien el agua que hierve…¡Dios, Dios, podría hacerlo lejos de él, pero no, lo hace allí mismo, bien cerca de él!... Lleva todo el día tapado hasta arriba, y ahora, al retirar la ropa, siente un escalofrío. El pantalón del pijama está pegado a sus nalgas. La mano experta del practicante lo baja y… ¡Zas! Un aguijonazo le atraviesa la nalga hasta el otro extremo. El líquido entra provocando una comezón como si partiera la carne… Marcialete está de vacaciones y, como su padre está malo, lo acompaña a la consulta del médico del pueblo. Llevan media hora sentados en la banca de la sala de espera. El amigo de su padre está adentro. Oye un grito contenido -“¡me caguen diez!” – Se sobrecoge. Lo ve salir abrochándose los botones de la camisa. Se le caen las lágrimas de los ojos. El hombre disimula porque no quiere que le vean. - Qué , Pepe, ¿cómo no le has dicho a la Dosinda que te estire del parche ella y te lo quite?-le dice su padre al hombre que ha salido - No ha querío, Manolo, dice que si me despelleja le da miedo que me enfade encima con ella, pero el jodío matasanos me ha despellajao vivo… - No exageres, hombre, que no es pa tanto…Pos yo creo que también voy a salir con la receta del parche, porque tengo muy cogía la tos al pecho… - Pues aféitate bien el sitio y que Dios te ampare, Manolo. Y así , entre salmueras, cataplasmas de mostaza, parches Sor Virginia, friegas del tío del bigote, sanguijuelas, pinchazos, mucho calor y con la ayuda de Dios , Marcialete y los demás se curaban de las enfermedades, alimentándose con la ayuda del vino Quina o el azúcar con vino desde bien temprana edad, en aquellos tiempos en los que el water era el corral…¡Y tan frescos, no se sabe si bien alimentados porque poco se sabía del equilibrio de los nutrientes…,ahora bien , después del vinillo, más contentos...
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