Villaescusa de Haro - Cuenca

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Las voces de las mujeres





Cada mujer tiene un nombre, incluso si no es judía. Cada hombre tiene un nombre, incluso si no ha servido en el ejército, incluso si vive al otro lado de la frontera. Tiene un nombre. Una cara. Tiene hijos y padres que se preocupan por él. Tiene una mujer, tiene un marido que los aman. Tienen un alma que siente, piensa, sufre.

Es el momento de recordar que detrás del “problema palestino” hay vidas. En vez de hablar del problema, tendríamos que ser capaces de ver a los seres humanos.

¿Cuántas casas más tienen que ser destruidas en nombre de una guerra

para proteger nuestras propias casas?

Es el momento de que miremos fijamente a los ojos, por todos esos 940 pares de ojos que no podrán ver nunca más en nombre de la seguridad.

Tenemos que mirar a los ojos de la madre cuyo hijo ha muerto de hambre. Mirar a los ojos de los niños y niñas que han pasado 4 días junto a los cadáveres de sus progenitores. Tenemos que mirar a los ojos que están dañados por el uso de una bomba de fósforo: Mirar a los ojos de aquellos que han perdido sus casas, partes de su cuerpo así como parte de su salud. Mirar a los ojos de más de un millón de ciudadanos de Gaza que no tienen agua corriente, electricidad o comida, y deberíamos llegar al convencimiento de que no existe una guerra moral ni un ejército humanitario.

¿No ha llegado el momento de que miremos la realidad y reflexionemos sobre cuánta muerte hemos causado para que podamos vivir?

¿De verdad nos sentimos seguras?

Ha llegado el momento de que admitamos que el plan de desconexión de la Franja de Gaza creó una “ocupación justificada”, y que se hizo por consideraciones económicas, y que no permitió un gobierno autónomo, una administración de la vida diaria ni aseguró los derechos humanos básicos.

Es el momento de admitir que la guerra solo sirve para aquellos que quieren demostrar quien tiene más munición y armamento.

Es el momento de pedir mucho más que esos eslóganes insustanciales que vienen de los líderes patriarcales y militaristas como: “Cambiemos la realidad en el Sur”, por el contrario nosotras queremos cambiar una realidad mucho más compleja, pero no desde el odio ni desde el miedo. Una realidad que está hecha de gente que quiere vivir con dignidad.

Cada una de nosotras es responsable de la situación que estamos viviendo en estos momentos, cuando todo acabe estaremos entre ruinas y tumbas.

Para destruir – necesitas la Guerra. Para la paz necesitas la resistencia y la protesta.

Nosotras, residentes del sur de Israel, que vivimos en la frontera con Gaza, estudiantes, profesores, administrativas, árabes y judías, estamos contra la guerra y queremos convenceros a vosotros, hombres y mujeres, a uniros a nuestro grito por el fin de la guerra, y a mirar a la realidad a los ojos.