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Valenzuela de Calatrava - Ciudad Real

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España > Ciudad Real > Valenzuela de Calatrava
06-01-12 20:41 #9395383
Por:No Registrado
Recuerdos
Al leer en las paginas de este foro, el apartado dedicado a los recuerdos infantiles en Valenzuela, me han venido a la mente un aluvión de ellos, segun iba leyendo los testimonios alli reflejados, y entre todos me he decidido a rescatar de la memoria los relativos a una de las costumbres màs arraigadas en nuestro pueblo, y me estoy refiriendo a la matanza, tal y como se realizaba antaño, por tantas familias manchegas. Si bien es cierto que aún se sigue haciendo de forma casi testimonial en algunas casas de Valenzuela como la de Marce, la realidad es que el paso del tiempo la ha despojado de ese espiritu festivo que tanto alegraba nuestra niñez.
Una buena matanza se iniciaba, con la seleccion del cochinillo, que iba a ser criado en la urdilla familiar y alimentado en su dornajo, con las sobras de la comida y con "amasao", este animal se convertia durante semanas en un huésped al que todos vigilaban con esmero, sabiendo que de él iba a depender buena parte del sustento de la casa durante todo un año.
Una vez que el gorrino habia ganado ya sus buenas arrobas,era el momento de congregar a familiares, vecinas expertas en el manejo de las chacinas, capataz y jornaleros de la casa que aportasen fuerza para manejar al guarro asi como a la pleyade de gente menuda que inquieta y excitada esperaba disfrutar de un gran dia de fiesta.
Recuerdo como los chavales esperabamos expectantes la llegada del hermano Francisco reputado matarife , embutido en su bluson manchego y con una esportilla de pleita en la mano, por cuyos bordes asomaban con brillo siniestro, piquetas, cuchillos, chairas hachas y machetes, junto a unas piedras de rio pulidísimas, que antes de iniciar su faena, deslizaba por los filos de las mismas dandoles un perfil que asustaba contemplar..
Mientras el carnicero se esmeraba en su labor, el grupo de hombres acuden en tropel, a la zahurda bien pertrechados de palos sogas y del temible gancho de papada y sacan de ella al marrano a empellones, para tras atarle patas y hocico subirlo a una mesa de madera que cruje mientras a duras penas aguanda el peso de un animal que lucha por librarse de sus captores. En este forcejeo estamos cuando el hermano Francisco se aproxima a la yugular del puerco y la cercena con un golpe maestro de su cuchillo corto, la sangre mana a borbotones, mientras el cerdo convulsiona, emitiendo unos horribles berridos que por un momento encogen nuestro animo infantil,ello sin embargo no arredra a una de las mujeres, que se acreca con un lebrillo en una mano para recoger la sangre que mana del boquete mientras que con la otra la remueve para que no se coagule y quede inutilizada para las morcillas. Poco a poco el cerdo se desangra, sus movimientos se apagan, los hombres relajan brazos y expresion facial: el primer acto del drama ha terminado.
Pero aun queda mucha faena, los mas jovenes mientras el matarife y los demas relajan la tension liando un "caldo", se aplican en chamuscar el cuerpo del gorrino con manojos de abulagas ardiendo, para despuer lijar tan aspera piel con ayuda del agua caliente y cascos metalicos, afeitándola finalmente con agudisimas navajas barberas.
Ya está el cerdo limpio, ahora hay que colgarlo de un palo cabeza abajo, para que el matarife lo abra en canal y vaya sacando todas las visceras que depositara en un tinajon para que despues sean manipuladas y aprovechadas en su totalidad. aqui no se tira nada!! La ultima que sale es la mas esperada por nosotros, se trata de la vejiga, que tras recibir unos cuantos enjuagues con agua y sal, se va a convertir en un imporovisado globo.. Llegado este momento
es obligado cumplir con el tramite sanitario, el matarife corta con una fina chaira unas lonchas de magro e higado y las mete en una tartera para llevarlas al Veterinario. En mas de una ocasion me correspondió a mi esta tarea y aun recuerdo fielmente, como iba yo a hacer el "mandao" a la casa de las Malagonas,donde se hospedaba D.Francisco el veterinario que llegó al,irse D.Julio Camacho,para entregarle aquellas muestras y como yo sentado frente a él en una enorme butaca observaba expectante como las cortaba en estrechisimas laminas para someterlas a la observación de un microspcopio, que habia extraido de una caja de madera recubierta de cuero. Mi mente infantil desconocia entonces lo que D,Francisco buscaba, pero como mi curiosidad era notoria, en alguna ocasión me dejó asomarme al binocular y asi pude observar la belleza inexplicable que habitaba en la fibra estriada de aquel músculo. Cuando el albeítar, terminó su minucioso rastreo en busca de la temible triquina, de forma favorable para nuestro gorrino, yo corria hacia el patio de nuestra casa y le soltaba a mi padre las palabras que todos esperaban: " Dice D.Francisco que todo está en orden".
Esta noticia, despertaba el contento general,ya habia via libre para el siguiente proceso y por supuesto para que el ranchero iniciase la preparacion del almuerzo, echando en una parrilla a las ascuas buenas lonchas de higado y tiras de panceta y de carátula, el chisporroteo de de las ascuas al caerles encima la grasa de las chichas de panceta, va inundando el ambiente de un olor divino, y empieza a reunir a los asistentes que cierran el corro en torno a la lumbre para sopar el somallao que el ranchero preparó despues de tener un buen rato encima de las brasas, guindillas guindillones ajos bacalao y patatas. La garrafa de blanco que trajo Girón esta mañana comienza a menguar ,segun van saliendo de la lumbre somarros y tajadas, sin duda este el mejor momento del dia...
Una vez que las fuerzas se han repuesto ,la tarea sigue: es hora de comenzar con las morcillas, ya que este es el único embutido que al estar hecho con sangre debe prepararse el mismo dia, para ello hay que cocer la cebolla en la caldera muy lentamente dándole vueltas con el cucharón; cuando está en el punto se saca y se mete a escurrir en un costalillo de tela con una piedra encima para que chorree bien el agua y pueda mezlarse bien con la sangre por las expertas manos de la Dolores de Rin. No recuerdo bien la proporcion, creo que era media arroba de cebollas para la sangre de un guarro de 8 arrobas , por supuesto no han de faltar especias y condimentos: sal pimienta, pimenton ,canela clavo y manteca, y una vez hecha la mezcla,se deja en un lebrillo fuera del alcance de los gatos ,unas horas para que se mezclen bien los sabores.
Un grupo de mujeres va lavando las tripas del cerdo con agua sal y vinagre y las pone a colgar en unas cuerdas que han atado en el patio de pared a pared, mientras otras meten en agua unos macillos de tripas secas que trajeron de la tienda de Vicente, estas desprenden un olor acre mas característico, fuerte, aunque no desagradable y al desplegarlas en seco tiene como un aire de guirnalda frágil...Ya tenemos todas las tripas húmedas, y ahora hay que colocarlas en la embocadura del embudo de la maquina, enrolladas totalmente, para que al ir moviendo la manivela, el bodrio vaya saliendo y al llenar la tripa esta se desenrolle sola, recuerdo que la mujer que movia la manivela decia que lo más importante ,es que no entrase aire en el embutido para evitar que este se pudra. Una vez atadas se metian en un caldero con agua hirviendo para cocerlas a fuego lento pinchándolas con una aguja para que no se revienten, una vez cocidas se dejaban enfriar y despues a colgarlas de las vigas de la cocina para que el humo de la chimenea a la vez que las seca les dé ese sabor ahumado tan exquisito.
La jornada toca a su fin, la gente vuelve a unirse esta vez haciendo corro y cuchara en ristre para probar un magnifico ajo de patatas a "lo pobre" verdadero manjar de la cocina, tan simple en sus ingredientes, como dificil de cocinar bien, a los postres ,mientras los hombres vuelven a intercambiar petacas y chisques, recuerdo que mi padre solia sorprender a la concurrencia sacando un melon que habia conservado cuidadosamente sobre la cebada de una de las cámaras...
El dia va terminando y la gente retirandose a sus casas, mientras anochece en el patio ya solo quedan unos cuantos barreños y el cerdo colgando con un palo que abre la canal, dispuesto a pasar la noche al raso para que se oree. Al amanecer el dia siguiente el matarife lo despìeza, separando careta manos orejas y rabo con afilado cuchillo, posteriormente con el hacha parte espinazos y costillas, terminado con los jamones y las paletillas, los blancos de tocino, la panceta y los lomos y mantecas. cada parte tendrá un destino, bien adobo o salazon o fritura y conservacion en aceite como los ricos lomos de orza.
Tambien en la mañana del segundo dia se elaboran los chorizos y patateras , para ello se mezcla la carne magra, con tocino sal pimienta pimenton ajo sal y vino, despues de entriparlos se dejan secar cuatro cinco dias para despues freirlos y meterlos tambien en orzas cubiertos de aceite de oliva. Recuerdo que cuando llegaba la hora de "arreglar" los jamones, mi abuelo se encargaba personalmente de hacerlo, y como yo estaba muy unido a él ,me dejaba ser mudo testigo de aquel rito por lo que lo recuerdo bien.
El proceso se desarrollaba en una de las cámaras de la casa y disponia un cajon de madera para cada jamon colocado boca arriba enterrandolos en sal poniendo una piedra encima de cada uno y dejandolos asi una semana aproximadamente. pasado este tiempo sacaba el jamon de la sal y lo lavaba secandolo despues con un paño, para posteriormente embadurnarlo con ajo, pimentón vinagre y creo que manteca y liarlo en un saco de tela para que no lo cagara la moscarda. Despues colgados de los artesones esperaban hasta el verano e incluso el otoño si estaban demasiado tiernos.
No sin cierta tristeza cerrabamos un año mas la tradicion de la matanza. A partir del dia siguiente se recuperaba la rutina habitual, por la mañana a la escuela de Don Lumi y por la tarde despues de merendar a pegar patadas en las eras de la fuente ,a un viejo balòn de reglamento ,al que Frutos habia cosido las costuras y que era regalo de un viaje de mi padre a Madrid......
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07-01-12 14:13 #9397730 -> 9395383
Por:valentin

RE: Recuerdos
Felicidades por tan minuciosa y exacta interpretación de la matanza valenzoleña, seguramente aque a más de uno le habrá recordado escenas que ya tenía olvidadas.
para esto se tienen que utilizar los foros y no para insultar y desprestigiar a las personas, olvidandonos que, al no ser usuarios reconocidos, es probable que sean personas cercanas a nuestro entorno con las que convivimos todos los días e incluso familiares.
No se quien puede ser el autor de este interesante artículo pero le invito a que se ponga en contacto conmigo o con alguien del ayuntamiento para la posible puiblicación del artículo en la próxima revista local de garabatos.
Un saludo y que cunda el ejemplo.
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07-01-12 22:05 #9399630 -> 9397730
Por:quelosepas

RE: Recuerdos
Estoy totalmente de acuerdo, una descripción mágnifica que hace traer a mi mente momentos inolvidables, aunque lo que me temo es que yo soy algo más joven, ya que en mi época el "MATACHÍN" era valentín el de Bartolo.
En mi casa era todo un acontecimiento, se solía hacer para la Inmaculada y casi casi que comenzaba la Navidad, ya que se compraban mantecados para obsequiarlo, y claro todos comíamos, y también alguna que otra copita de anís y de Soberano que era cosa de hombres.
Yo basicamente lo que hacía era estorbar, pero me encantaba estar en medio y me fastidiaba que me mandasen al colegio si no coincidía en fin de semana.
Uno de mis nomentos preferidos era cuando se apartaba la caldera del bodrio y nos daban a probar...DIOS QUE COSA TAN RICA...
Qué recuerdos...ya nada es igual...
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16-01-12 16:59 #9440742 -> 9395383
Por:No Registrado
RE: Recuerdos
bonita y exhaustiva descripción de una tradición tan nuestra como es 2la matanza". Enhorabuena al autor y ánimo para seguir en esta línea de contenidos y forma en artículos de este tipo.
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21-01-12 17:33 #9481614 -> 9440742
Por:Busqueda1982

RE: Recuerdos
Era la siega una de las más duras tareas agrícolas de mi pueblo, Valenzuela de Cva, debido a las condiciones en las que se realizaba. Fuertes calores por la época de la recolección en los campos de nuestro pueblo, donde, no sin razón dice el refrán que, hay nueve meses de invierno y tres de infierno; y la necesidad imperiosa de concluir cuanto antes, para que la posibilidad de un nublado no desbarate la cosecha del año, o forzados por la granazón y secado anticipado de las mieses que exigen adelantar el inicio de la siega para que no se desperdicie ni un solo grano.
Y es que, cuando se retrasa el corte de la cosecha, cuando la siembra se pasa, la mies se descabeza y cae la espiga al suelo al ejecutar el trabajo. Por ello debe ser segada aprovechando los momentos adecuados: cuando se reviene o blandea, (lo que ocurre a primeras horas de la mañana, y al atardecer) cuando el relente nocturno y la puesta de sol suavizan la mies.
A ello alude el refranero popular “No es cebá que se escabece” en el sentido de que una actividad no corre prisa, al contrario de la cebada que no admite dilación alguna.

Hacia San Juan o San Pedro, secas las espigas, se comenzaba a segar. Es entonces cuando la espiga se dobla por estar cargada de grano y adquiere un color dorado. Primero, las cebadas, luego trigos y centenos. Finalizando con la avena. No obstante, en algunas zonas, años ha habido en que se ha llegado a segar en el mes de abril por un secado anormal y adelantado de las cebadas.
Pero son Junio y Julio los meses en que se llevaba a cabo la tarea de la siega, con las espigas bien granadas y doradas, dispuestas para la recolección, y un poco antes, si el estado de maduración y secado de las mieses aconsejan su corte. En el mes de Junio se segaban las cebadas más tempranas. Siguen los trigos caldéales, finalizando con el centeno.

La mies acabaña, mies un poco inclinada o abaleada, era la que mejor se prestaba para la siega.
Ocupación, era ésta de la siega, en la que participaban todos los integrantes de la familia, ayudándose unos a otros para acabar cuanto antes, dejando de lado otras ocupaciones.
Los propietarios de numerosas o grandes fincas, ajustaban cuadrillas de segadores que se iban desplazando de un lugar a otro; acabado el ajuste.
Estos agosteros venidos de fuera se alojaban en casa "de los amos", en las cuadras, pajares y graneros. Iban ataviados con ropa dura y desgastada, para la ocasión: pantalones de pana negra, la mayoría, compuestos con remiendos cuadrados recosidos, o azules, de algodón, otros. Camisa de manga larga, de algodón también; un pañuelo anudado al cuello; un gran sombrero de paja para protegerse del duro sol y los pies cubiertos con abarcas (albarcas), con gruesos calcetines o “peales”, y una alforja al hombro.
Armados de hoz curvada con corte de acero afilado para cortar las espigas. Su mango de madera tenía una prolongación arqueada en la empuñadura que rodeaba la mano del segador.
En la mano contraria, a modo de guante de madera curvo, la zoqueta, protegía la mano del segador del roce con la hoz. Dentro de la zoqueta se escondían los tres dedos más pequeños, quedando fuera el gordo e índice (el de la mies) para apresar las cañas de las espigas segadas.
Terminaba con un agujero en la punta y se ataba a la muñeca con una cuerda.
El brazo del segador se protegía con los manguitos, fundas de lona que rodean el brazo hasta el codo para que la mies no le roce y dañe la piel. Con dediles protegen los dedos que cogen la mies y cubren las heridas producidas por ocasionales cortes en éstos.
Y así, a destajo o a jornal se segaban los campos de nuestra tierra.
A destajo, cobraba la cuadrilla una cantidad alzada por fanega segada.
A jornal, cada segador percibía una cantidad equivalente. Algo más percibía el manejero, (capataz) o jefe de la cuadrilla.
Una fanega de siembra requería alrededor de cuatro jornales de siega. Un segador puede cortar y atar al día entre tres y 3,5 celemines de sembradura como máximo…..Dura labor la de los segadores.
Andando, con las alforjas al hombro, o en caballerías los que disponían de ellas, acudían a los campos de cereal. Al amanecer se levantaban para una jornada de sol a sol: de la salida a la puesta de sol. Trabajaban de veinte a cincuenta días, sin parar un solo día.
Del horario y dura jornada nos dan idea las coplillas populares:

No madrugaría tanto,
Si el sol fuera jornalero.
No madrugaría tanto,
que andaría más ligero

Ya se está poniendo el sol.
Ya se debiera haber puesto.
Para el jornal que ganamos
no es menester tanto tiempo.

Hacia las cinco ó las seis de la mañana comenzaba la faena, descansando alrededor de una hora para almorzar.
Alrededor del mediodía se paraba para comer: sopas de ajo o recocidas y algún torrezno, o trozo de chorizo o tocino; gazpacho (especie de caldo con cebolla, ajo machacado, vinagre y agua). Con suerte algún día a las patatas (ajo de patatas) les añadían un conejo campero Y un cigarro.
Llegada la noche, el descanso nocturno se solía realizar en el mismo campo, por las grandes distancias que había que recorrer y volver a realizar a la mañana siguiente.
Además e solía descansar dos veces por la mañana y dos por la tarde, durante periodos de quince minutos para refrescarse y fumar.
Vestidos, sobre un haz o manojos de mies se acostaban los segadores. Y, tapados con una manta, cuando la refrior de la madrugada lo pide.
Armados de hoz y zoqueta se enfrentan los segadores a los inmensos campos de mies.
Las hoces y los hombres que las portan se situaban en cuadrilla escalonada donde cada segador avanza con tres surcos. Y, de esta forma, los segadores, encorvados, cortaban rítmicamente las espigas. Ritmo que era preciso percibir y mantener.
Cuando en la cuadrilla, un segador toca en la espalda o en el culo del que va delante con las espigas cortadas, es el aviso de que no lleva el ritmo de los demás.
En la faena participaba casi toda la familia: hombres, mujeres y chicos. Eran las abuelas quienes quedaban en el pueblo para ocuparse de los más pequeños de la familia. Cuando esto no era posible, se buscaba una chica mayor que se ocupara de ellos. Aunque eran muchos los casos en que la familia en pleno se trasladaba al campo de siega. Allí, en el rastrojo, quedaban los más pequeños, bajo el toldo, al cuidado de uno algo mayor.
Todos los avíos de la cuadrilla se colocaban en el hato, un sitio a propósito en el campo (piazo) que se siega. A la sombra, si la había. Ahí, en el hato, se conservaba todo lo necesario para ejercer su actividad. Allí, el saco de pan duro, el cántaro de agua, el aceite y vinagre. Más allá, tomates, cebollas, saquillo de la sal; y los aparejos de las mulas que comen del rastrojo, las aguaeras....... En algunas cuadrillas grandes solía haber una persona encargada del rancho, ranchero o hatero.
Cada uno tenía una tarea que cumplir. Hasta los más pequeños, que podían llevar un surco o dos; colocaban los ataderos en el suelo o formaban las gavillas para que otra persona, experimentada, las atara.
El segador coge la mies con una mano, protegida por la zoqueta y la corta con la contraria, que empuña la hoz. Cada uno de estos cortes y la mies recogida en él es un golpe. Sólo cuando lleva en su mano varios golpes deposita la mies en el suelo para formar las gavillas que, posteriormente serán atadas por el ataor.
Atado que precisa de cierta técnica, de manera que la mies quede bien sujeta y pueda soltarse con facilidad o desatarse a la hora de extender la mies en la parva, tirando de uno de los extremos
Las gavillas eran brazadas del cereal segado. Con tres gavillas se hacía un haz y se ataba éste con un atadero y así se preparaban para el acarreo por carros y galeras a la era para su posterior trillado.
También la tarea de colocación de la mies en el carro o galera exigía cierta técnica. Debía hacerse de modo que permitiera su traslado sin problemas a través de los accidentados caminos evitando que la carga baile e impidiera que pariera.
Llegada la mies a la era, se colocaba en la cina (hacina), colocando los haces con las espigas hacia adentro para que no se mojen en caso de lluvia
Las eras se situaban en los alrededores del pueblo. Eran de tierra apisonada, de uso exclusivo, que había que prepararlas con antelación para realizar la trilla, dándole unas pasadas con el rodillo. Otras eran empedradas
No tenía sombra alguna. Sólo la cuba del agua se colocaba entre la mies de la cina para no estar expuesta al calor solar.
Horca, pala, rastro, son los útiles que servirán al labrador en este nuevo proceso.
Horca de madera de olmo, generalmente, de cuatro o cinco dientes de unos 25-30 centímetros de longitud que salen de un tronco común de mango largo para su manejo. Sirve para volver la parva, y aventar,(ablentar) una vez trillada la mies, lanzando al aire el cereal.

La pala es una pieza de madera curvada, con mango largo que sirve para volver la mies de la parva cuando ya está triturada y para aventarla cuando los dientes de la horca son incapaces de cogerla.
Con el rastro acerca el labrador la mies trillada hacia el centro de la parva...
Los hombres extienden la mies de la cina (hacina), portando los haces con la horca o a mano al sitio adecuado de la era donde los desatan y esparcen en un círculo, la parva.
Hay parvas de forma circular y buen casco de mies, propias de trigo, cebada y otros cereales. Otras son de tamaño menor, también redondas. Se extienden éstas alrededor de un círculo central que se deja libre, donde se coloca la persona que sostiene el ramal de la caballería, única, que arrastra la trilla. Esta parva se utiliza para trillar garbanzos, lentejas, titos,...
En las casas grandes se solía contratar peones temporeros para la labor de recolección. El trillaor solía ser un peón joven que se dedicaba a la faena de la trilla.

A las nueve de la mañana, pasado el relente de la noche que ablanda la mies, se inicia la jornada de trilla.
A la una de mediodía, animales y personas descansan y se reanuda la tarea a las cuatro para concluir algo antes de atardecer.
Durante toda la jornada las bestias arrastrando la trilla, dan vueltas y vueltas sobre la parva, donde los pedernales de la trilla van desgranando las espigas y cortando sus cañas hasta convertirlas en pajas.
La trilla, introducida en España por los cartagineses, consta de tres o cuatro tablones de madera unidas por medio de cabezales colocados sobre las tablas para ensamblar el conjunto de hasta dos metros de largo por 1,5 de ancho.

La parte delantera está redondeada y levantada al frente. El tamaño depende de su uso mular o asnal. Los primeros son más grandes y llevan debajo, a lo largo, tres o cuatro hojas de sierra. Entre ellas van incrustados pequeñas lascas de pedernal, con las que se corta y tritura la mies.
*A título de curiosidad, existen referencias del precio de una trilla hacia 1950, unas 350 pesetas, alcanzando en 1975 las 10.000 pesetas.
Trillan muchachos mientras los hombres se ocupan de otras tareas más duras.

Las mujeres, especialmente en la siega, pero también en la trilla, se colocaban un pañuelo tapando la cara, a la usanza mora, de manera que sólo se les veían los ojos. En la cabeza un pañuelo negro las mayores, de color las jóvenes, y sobre él, el sombrero.
Los trillaores van de pie sobre la trilla. A veces sentados sobre una pequeña silla de enea o sobre una piedra colocada a propósito. Llevan en la mano una larga vara de oliva o un pequeño látigo con el que fustigar a los animales para que aviven el paso. Y, protegen su cabeza con un sombrero de paja para defenderse de los hirientes rayos del sol.
De cuando en cuando, es necesario volver la parva, voltear la mies, evitando amontonamientos y favoreciendo que ésta sea triturada uniformemente. Suele hacerse de tres a cuatro veces al día con la horca.
Trillada la parva. La mies trillada se apila, tirando las yuntas de la allegaera y con la ayuda del rastro manejado por el labrador. Con la ayuda de una escoba se barre la era juntando paja y grano en el montón que será aventado posteriormente.
Cuando el aire pica, se levanta o empieza a correr, se procede al aventado (ablentar, en nuestra tierra).
El viento que corre a bocanadas es poco adecuado y resulta muy molesto. El aire bueno es el que empieza a correr después del mediodía, o al pasar la media noche.
El aire más propicio para aventar es el ábrego y, en general los aires de abajo, procedentes de poniente, aunque hay que utilizar, por necesidad cualquier otro aun a costa de la imperfección y la dureza de la separación de grano y paja.
Puesto el aire en movimiento, todos los trabajadores disponibles se ponen a la tarea. Hay que aprovechar al máximo el tiempo de aire. Esta tarea goza de preferencia sobre cualquier otra.
Se elimina primeramente la paja más larga con la horca. Separada la paja larga, se puede proseguir con la pala el aventado, hasta el final.
El grano, aislado de la paja, se coloca en un montón alargado en forma de pez.
Se procederá posteriormente al cribado, operación que se ejecuta a mano, aislando el grano de otras semillas, chinas y demás impurezas.
La operación de encerrar el grano en las cámaras, (entrar) pone fin a la recolección propiamente dicha. Se envasa el grano en costales con la media fanega que cabe seis celemines.

Así dispuesto se traslada a la cámara de las casas. Son dependencias situadas en la parte superior de éstas donde, separados por tabiquillos de adobes enlucidos con yeso se encuentran los distintos compartimentos en los que se almacenarán separados, trigo, cebada, centeno y todos los productos recolectados.
Cargarse en la era los costales al hombro y subirlos a las cámaras era la primera prueba de fuerza por la que habrían de pasar los mozos si querían demostrar su virilidad.
La paja se encerraba en los pajares, camarones o dependencias grandes situadas, a menudo, encima de la cuadra a donde habría de llegar gran parte de la paja recolectada. Las pajeras eran un compartimiento de la cuadra en la que se almacenaba la paja que sería distribuida a los animales en el pesebre.
Encerrar la paja, echar la paja, meter la paja, es el colofón de las tareas agrícolas del cereal, del año en curso. Queda por delante un nuevo ciclo agrícola que comenzará con la preparación de las tierras para una nueva sementera.
Puntos:
23-01-12 19:40 #9490166 -> 9481614
Por:10-20

RE: Recuerdos
Muy bien explicado me ha gustado mucho.son recuerdos que te hacen volver un poco a recordar la vida que llevaban antes en el campo,ahora con las maquinas no se trabaja tan duramente,ah, y se come mejor!!!
Puntos:
24-01-12 12:07 #9493111 -> 9481614
Por:No Registrado
RE: Recuerdos
Es altamente educativo el o los mensajes que describen las tareas agricolas así como las costumbres de nuestros pueblos.Transmitir cultura popular es muy enriquecedor,pero es todavia mas constructivo trasmitirla a través de generaciones pues eso es al final lo que nos hace ser quien somos y como es evidente sin ningún tinte político que es de lo que se trata.El enriquecimiento cultural como acto lúdico y no como objetivo particular .
Puntos:

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